Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo Uno; Alter ego

Diez años de casada se dicen fácil, lo difícil es vivirlos. No es que me queje de mi vida, aunque tampoco ha sido una vida envidiable.

Mi nombre... Bueno, creo que eso es irrelevante, lo que he venido a contarte es una de mis mejores experiencias y una de las peores decisiones que tomé. Pues yo juraba y perjuraba que jamás en mi vida le iba a ser infiel a mi marido. Un hombre atractivo, pero no de esos adonis de los que lee uno en las novelas, sino uno real. Con defectos, malos días, malas costumbres.

Amaba a mi marido, sin duda alguna, era un hombre trabajador, responsable, a veces atento, pero había algo que él nunca había hecho por mí. Nunca me hizo sentir mujer.

Puede que sea tonto que un hombre deba hacerme sentir así, pero hablo de lo sexual, el sexo con él era medianamente pasable, pero aún así no era lo que yo necesitaba y ni siquiera lo supe hasta que llegó a nuestras vidas su jefe. Un hombre casi físicamente parecido a él, algunos años más grande, y con inocencia fingida.

***

Mi marido atravesaba un reciente despido, el estrés que llevaba consigo consiguió arrastrarme junto con él, todo se tornó diferente, pues su mente estaba enfocada en deudas, búsqueda de empleo y cero sexo, era de lo que menos tenía ganas.

Yo era la más afectada con eso, pues tenía que esforzarme el doble para no morir en el intento con las guardias en el hospital. Había que sacar dinero extra de donde se me permitiera y eso estaba agotando mi cuerpo y mi mente a partes iguales.

Claro que había algo que rompía con todo el estrés que cargaba sobre mis hombros, estar en intimidad con mi esposo, cosa que hace casi seis meses no sucedía.

—Estoy tan cansado de esto. –escucho que grita por algún lugar de la casa. ·

Dejo las llaves en su sitio y siento lava caliente caer sobre mi cabeza. Hay platos y cajas de comida por toda la sala, bolsas de chatarra y ropa por todos lados, y ni siquiera voy a hablar del olor que me recibe, es un desastre.

Toda la poca energía que me quedaba va de picada. Yo solo quería llegar a darme un baño y dormir, no pedía nada más pero ahora tendré que hacer algo con este basurero.

Alonso sale con el cabello hecho un asco y la pijama de hace tres días... ¿O son cuatro días ya? Se acerca a mi para saludarme y contengo la respiración, dios no puedo con esto.

—¿Qué ocurre cielo? –cuestiona con tono ofendido por mi brusca separación.

—No te has bañado Alonso, la casa está hecha un asco, yo solo quería llegar a descansar pero no, tengo tanto que hacer y tú... Sabes qué, olvídalo.

—¿Yo qué? ¡Dilo! Sólo soy un maldito estorbo, ¿no? Un desempleado, un don nadie.

—A mi me importa poco que no tengas trabajo, yo trabajaría por los dos sin problema. Lo único que pido es llegar a casa después de una larga jornada en el hospital y ver mi hogar limpio y a mi esposo oliendo bien para mi. -utilizo las misma palabras que él me dio cuando le dije que trabajaría en el hospital.

—¿Quieres un sirviente que huela a perfume y gel de baño? ¡Que estupidez!

—No te parecía una estupidez cuando me lo gritaste a mi a la cara. ¿Lo recuerdas?

—Lo que tú tienes es estrés por trabajar tanto y necesitas una terapia.

—¡Pues si! Eso es exactamente lo que ocurre y la única terapia que necesito es a ti, tener sexo contigo, hacer el amor o que me folles como si me odiaras y de eso dependiera la vida maldita sea.

—Estoy en depresión por no encontrar empleo ¿y tú en lo único que piensas en en tener sexo? ¿Qué ocurre con lo que yo siento Emily?

—¡Han pasado seis meses maldita sea! Y no es que no encuentres empleo, es que ninguno se adapta a ti y creo que es hora de que tú te adaptes a ellos. –sentencio y tomo mis llaves de nuevo dispuesta a salir.

—¿Vas a dejarme? –cuestiona con miedo en su voz.

—Solo necesito aire, no me esperes despierto. –anuncio antes de salir de casa directamente a mi coche.

No sé si estoy haciendo mal, mi cabeza no deja de pensar en eso y siento una opresión en el pecho cada que lo veo así. Me duele que su mayor éxito laboral haya terminado mal pero eso no es justificación para aguantar todo esto.

—¿Mily qué ocurre? –responde Bianca al segundo tono.

—¿Puedo ir a verte?

—Por supuesto que si linda, ven a casa.

—Gracias.

Cuelgo la llamada y doy marcha al motor y mientras conduzco por las calles mis ojos van soltando amargas lágrimas, ¿en qué momento mi hombre se perdió? Lo he apoyado durante todo este tiempo sin esperar nada a cambio y creo que ese fue mi error.

***

—¡Es que ese fue tu error Emily! –sentencia furiosa mientras sirve una copa de tinto-, el no pedirle nada a cambio por levantarle el cu...

—Bianca por favor. –la interrumpo y pone los ojos en blanco.

—Y ahí vas otra vez a justificarlo. Amiga por favor date cuenta de la situación, sé que Alonso es un gran hombre o lo era hace seis meses.

—Esta pasando por un mal momento Bianca.

—Uno que se pudo haber resuelto en un mes o menos. Él no encontrará un empleo igual al que perdió ni en diez años Mily, debió tomar uno que les diera lo suficiente como para que tú no estuvieras moliendote el cuerpo con tanto estrés.

—El apoyar a mi esposo en este tipo de crisis es una de las cosas que debo hacer como esposa.

—¿Dónde mierda dice que tienes que aguantar un esposo mal oliente, descuidado, flojo y además depresivo por gusto? En ningún maldito lado Emily. Por lo menos han tenido mucho tiempo para hacerlo como conejos.

—Claro. –respondo mirándola a los ojos y me doy cuenta del error que cometí, trato de mirar hacia otro lado mientras bebo de mi copa.

Ella se levanta del sofá con una lentitud teatral y pone una mano en su pecho fingiendo sorpresa... O quizás si sea sorpresivo para ella.

—Dime por favor que estas jodiendo Emily. Dime por favor que el estúpido de mi hermano no te ha quitado eso también.

¿Cómo negarlo? Ella me conoce incluso mejor que yo, y no solo por que se trate de su hermano ella se pondrá en mi contra.

Bianca siempre ha estado ahí en todo lo que llevamos de casados, obvio ella fue la cupido entre su hermano y yo pero antes de que eso sucediera ya teníamos una sólida y hermosa amistad.

—Emily por favor di algo. Dime que lo hacen dos veces por semana o tres mínimo.

El sexo puede considerarse como algo no esencial para un matrimonio por que eso era cuando eran novios, no podían despegar sus manos el uno del otro por que no tenían idea de cuando volverían a tener un momento así. Cuando ya estas casada el sexo pasa a segundo plano... Claro que esa no es mi manera de pensar, yo soy de las mujeres que esta completamente segura de que la intimidad refuerza mucho la relación.

—No puede ser posible, como siquiera se le ocurre a ese pedazo de imbecil hacerte pasar por eso después de que tú estas cargando con todo...

Mi amiga habla y habla manoteando al aire con el ceño fruncido, camina de un lado a otro como felino enjaulado mientras un poco del líquido de su copa cae al piso, mis ojos la ven pero mis oídos no la están escuchando.

—Iremos al bar por que esto es demasiado estrés para mi joven alma. -termina diciendo y es cuando salgo de mi shock.

—¿Qué dijiste?

—Que tú y yo nos vamos a un bar ahora mismo por que este estrés debe irse de una o de otra manera y por lo que veo no será con sexo. –asegura entrando a su habitación.

—No iré con el traje de enfermera, Bianca. Así que aquí te espero. –le digo acomodandome en el sofá.

—No lo creo cariño, tú vienes conmigo. Aquí tengo justo lo que necesitas. -asegura mostrando dos vestidos colgando de sus manos-. Y no aceptaré un no como respuesta.

Suspiro resignada.

—Bien, iremos pero solo a beber un par de copas, ¿hecho?

—Hecho.

****

Un par de copas, pff, esa fue una de las mentiras más grandes que he dicho en mi vida y la primera de la noche, la segunda es "no estoy ebria"

Bianca rellena mi vaso apenas termino el contenido y lo bebemos de golpe. No sé por que demonios me estuve privando de salidas como estas.

—¿Te estás divirtiendo? –grita Bianca por encima de la música.

—Mucho pero creo que es hora de irme.

—¿Estás segura?

—Sí, mañana debo trabajar.

—Te importa si te dejo ir sola? Es que por allá hay un chico que me ha gustado y no me despega la mirada.

—No hay problema, ¿puedo quedarme en tu casa?

—Claro que si, no creo que duema ahí por hoy. –asegura antes de dejar un beso en mi mejilla, las llaves en la mano e irse en busca de su presa... Tan típico de ella.

Camino hasta la salida pasando entre el mar de gente que a esta hora ya está demasiado sidada y ebria como para ponerme atención.

La música suena por todos lados y ese sexy sonido envolvente casi me da ganas de quedarme un poco más y sacudirme este estrés que llevo encima pero debo irme ya.

Siento la mano de alguien enredarse en mi brazo y trato de no entrar en pánico cuando me percato de que no es Bianca. Pero estoy demasiado aturdida para reaccionar rápidamente.

Soy arrastrada hasta la pista llena de gente mientras sus manos se envuelven en mi cuerpo y baila al ritmo de Like u de Rosenfeld, su mirada es capaz de hipnotizar a la más de las poderosas serpientes, es por eso que esta infeliz lombriz esta rendida ante ella.

Llevo mis manos hasta su cuello y bailo con él, su cuerpo se pega al mío y el calor que antes ya sentía aumenta considerablemente, me gira quedando con mi espalda pegada a su pecho y sube sus manos por mis costillas, el maldito vestido que Bianca me dio es apenas un papel, es tan delgado que puedo sentir la calidez de sus palmas.

Enreda una de sus manos en mi negro cabello y lo acaricia y tira de él con suavidad, luego su mano libre sube por encima de uno de mis pecho que para este momento reclama atenciones del tercer tipo, presiona con sus dedos mi cuello y yo no puedo evitar gemir pero agradezco que la música no deje que sea notable.

Acerca sus labios a mi oído y muerde mi oreja, me estoy haciendo pudin entre sus brazos, derritiendome como mantequilla sobre su cuerpo caliente.

Mis manos suben hasta su cuello o por lo menos lo intento mientras las suyas se mantienen en mi vientre, haciendo círculos sobre mi ombligo.

Mi cuerpo esta poseído por completo y ahora no hago ni el más mínimo intento por separarme sino todo lo contrario, quiero sentirlo cerca, arriba, abajo, dentro... Dios esto esta jodido.

Besa la piel de mi cuello y yo presiono las malditas piernas, a este paso inundaré el lugar solo con la gran imaginación que tengo y ese aroma tan delicioso que desprende este hombre, alcohol y perfume, llámenme loca pero es de mis combinaciones favoritas.

—¿Quieres irte de aquí? –murmura cerca de mi oído.

No respondo con palabras, solo siento con la cabeza y tomo su mano y dejo que me guíe. ¿A dónde? No lo sé, justo en este momento mis alarmas se han ido al carajo y todo ese estrés contenido esta tomando las riendas, mi alter ego le ha pateado el trasero a Emily y tomó su lugar, pero sólo por esta noche.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.