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Capitulo 4

Una semana después de la operación de Jonathan, había sido dado de alta. Durante esa semana había tenido que soportar los cruces entre Jurlyn y Damián, y aunque al principio parecía divertido, a su hija realmente le disgustaba la presencia de su amigo. Jonathan debía seguir en reposo para no forzar las heridas y controlar su evolución. Estaba fuera de peligro, pero debía continuar con antibióticos y descanso desde su casa.

Jurlyn había decidido quedarse al lado de su padre hasta que estuviese totalmente recuperado, y así también, relajarse, ya que últimamente sus nervios la estaban sacando de quicio. Vivía alterada por cosas insignificantes, acelerada por terminar con urgencias, cosas que no necesariamente debían hacerse con rapidez. Así con muchas cosas más, y su familia lo había notado en menos de dos minutos.

-¿Te quedarás un tiempo en casa?- Preguntó uno de sus hermanos.

- Así es, pero les prohíbo que me molesten o estén encima mío porque no los soporto.- Ambos hermanos se miraron con complicidad y gritaron al unísono festejando aquel comentario. Adoraban molestar y sacar de sus casillas a Jurlyn, se divertían cuando ésta se enojaba y les tiraba por la cabeza lo que encontrara a su paso.- Y por favor... Que éste tipo no aparezca lo que reste de mis vacaciones porque tampoco lo soporto.- Dijo señalando con la mirada y con un gesto de desagrado a Damián.

-Lo siento, pero soy como de la familia. Por lo tanto me verás al menos dos veces al día.- Respondió Damián, aún sabiendo que Jurlyn hablaba con sus padres.

- Pues no me interesa. Si puedes evitar el acercarte, mejor.-

-¿Qué te he hecho para que me trates así? Ni siquiera me conoces.-

-Por eso mismo. No te conozco y odio que seas tan confianzudo conmigo. Que a mi familia le hayas caído bien es una cosa, conmigo es otra...- Exclamó Jurlyn y salió por la puerta, rozando torpemente el brazo de Damián quién se encontraba medio bloqueando el paso.

-¿Qué le sucede?- Preguntó él, señalando hacia atrás con su pulgar.- Juro que no hice nada que la molestara...-Se defendió.

-No le hagas caso, así es ella. Tiene un carácter que pocos podrían tolerar. Puede que ahora esté así, pero luego hará como que no pasó nada y volverá a estar tranquila.- Añadió Cecilia.

- Es una muchacha caprichosa. Dudo que tenga amigos y al parecer el novio ese que tenía, ya la habrá votado por ser como es.- Respondió Jonathan, mientras recibía una mirada reprobatoria de Cecilia.- Es la verdad... Nadie querría una mujer tan arisca y malhumorada. Le molesta hasta el sonido de una llamada en su celular. Incluso si lo pone en silencio, detesta la vibración de éste.-

-Tus días aquí, serán un infierno con esa mujer.- Aseguró Damián en tono de burla, mientras se acercaba al lado de su amigo.

-No la juzguen, ella es así. Déjenla en paz.- Defendió Cecilia a Jurlyn una vez más. Y luego de una caricia a su esposo salió de la habitación.- Prepararé el almuerzo ¿Te quedarás a comer Damián?-

-No lo creo Cecilia, no debería buscarme una discusión con Jurlyn. Es obvio que me odia, y aún no entiendo el porqué.-Respondió Damián.- De igual manera ya me iba, sólo vine a ver si necesitabas una ayuda con mi amigo, pero ya me voy.-

Mientras Jonathan, veía un programa deportivo, sin darle la menor importancia, en su cabeza comenzó a dar vueltas infinidades de ideas como para calmar la histeria de su hija, de otro modo, Damián tenía razón, sus días en su casa serían insoportables.

Podría decirle simplemente que volviera a Buenos Aires, que no necesitaba que se quedara tanto tiempo, pero eso era lo mismo que echarla y el no quería hacerlo. Podía pagarle un viaje a la playa, pero estaría haciendo exactamente lo mismo. Podría hacerle un regalo, pero él no podía ni moverse. Pedirle un favor a sus hijos que estaban en una etapa de adolescencia en la cuál irradiaban inseguridad era casi imposible con sus propias preocupaciones sobre su aspecto y su atractivo. Tomó aire y suspiró fuertemente. De repente un mensaje en su celular lo sacó de sus pensamientos.

- ¿Una cerveza? Avísame cuando la cacatúa se haya ido a dormir.-

-¿Cacatúa?-

-Tu hija...-

Ése fue el preciso instante en que a Jonathan se le aclararon las ideas.

- Te espero. Ven cuando quieras. Que mi hija no te intimide. No deberías dejarte dominar por su mal carácter.-

-Tienes razón. Que cacaree lo que quiera. Yo no le hice nada, es mas, no voy a molestarla a ella, solo beberé una cerveza contigo y me iré a dormir. Nos vemos en un rato.-

Jonathan sonrió por lo bajo con un brillo de malicia. Y sin decir más nada, como por arte de magia su mente se relajó...

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