Preludio: El olor del destino
La noche de luna llena vibra con música y risas. La plaza está llena de jóvenes bailando, riendo, celebrando… encontrando a sus mates.
Todos menos Dylan.
Se aleja del bullicio, fastidiado, con el corazón lleno de rabia.
Ya no espera nada. Ni de Clara. Ni de nadie.
“Tal vez no tengo una compañera”, piensa con decepción, mientras se adentra en el bosque buscando paz.
O desahogo.
Su cuerpo cambia. Su lobo negro toma el control y corre libre entre los árboles. Aúlla con furia. Con impotencia. Con dolor.
Y entonces… la huele.
Un perfume dulce, salvaje. Frambuesa.
Su lobo se agita.
“¡Mate!”
El corazón le late con fuerza. Su cuerpo se tensa. Corre como si su vida dependiera de ello, buscando a la dueña de ese aroma.
Hasta que la ve.
Y se queda sin aire.
Ella está ahí. Después de cuatro años.
Pelirroja. Poderosa. Irresistible.
Legna.
Él recupera su forma humana. Ella lo observa, atónita.
Ha cambiado. Está más fuerte, más varonil. Y sin embargo, sigue siendo Dylan.
El idiota. El arrogante. El lobo que no soporta.
—Tú… —dice ella, con voz cortante.
Él sonríe, burlón, como si el mundo acabara de jugarle la peor broma.
—Vaya, vaya… Miren quién regresó. Qué mala suerte la mía.
—¡Querrás decir la mía! —revira Legna—. Jamás me uniría a ti. ¡Qué asco!
—¿Asco? Ya quisieras tú, loba insoportable.
El aire chispea entre ellos. Se acercan. Se desafían con la mirada.
—No quiero que seas tú —escupe él.
—Lo sé. Tú prefieres a Clara —responde ella, fingiendo indiferencia—. Pero será divertido ver tu cara cuando se entere de que tú y yo somos mates.
—No te atrevas…
—¿Me estás retando?
—Te rechazo aquí mismo. Quiero ser libre de este maldito lazo.
Legna se ríe, y su risa es una daga.
—No aceptaré tu rechazo, Dylan. Porque esta será mi venganza.
—¿Qué venganza?
—La que me debes por todos los desprecios que me hiciste. Prepárate, porque te haré pagar.
—¡Estás loca!
—Más loca de lo que imaginas —susurra ella. Sus ojos brillan en verde, las plantas responden a su poder y la elevan por el aire—. Buenas noches, amorcito.
Y se marcha como un torbellino de flores y fuego, dejándolo solo en medio del bosque.
Dylan mira el cielo, tenso, frustrado… y excitado por la guerra que acaba de empezar.
—Veremos quién se venga de quién, loba insoportable —murmura con una sonrisa torcida.
***
Legna se esconde bajo las sábanas, el corazón latiendo como un tambor.
Acaba de sellar un lazo con su enemigo.
Y no lo rechaza.
“El abuelo va a matarme…”, piensa, pero en su interior sonríe.
Porque antes de romper el vínculo, planea algo mejor:
vengarse… y divertirse.
