Capítulo 1 (II)
Varios años después...
En el continente de belleza natural y criaturas cambiaformas, de arroyos cristalinos, imponentes montañas, flora longeva y abundante, con el aire puro y animales libres en su hábitat, allí, donde se escuchan aullidos en luna llena y donde los jóvenes se reúnen cada cierto tiempo en diferentes manadas para encontrar a sus compañeros destinados, también nace una nueva especie: los híbridos.
—¡Espérame! —vocifera el niño de unos diez años, quien trata de alcanzar a su hermana mayor. Las hebras onduladas y negras son levantadas por la brisa juguetona, que le refresca la piel mestiza.
Sus ojos avellanados se fruncen con frustración, debido a que su hermana se aprovecha de que él aún no domina sus habilidades.
—¡Eres muy lento, Ryan! —le responde ella mientras flota en el aire a gran velocidad.
—¡Legna, todavía no he aprendido a flotar! —le reclama molesto.
—¡Ay! ¡Pero qué llorón! —Ella baja al suelo con rapidez.
—Eres una presumida. —Él hace un mohín y se cruza de brazos.
—Es que a tu ritmo nunca llegaremos...
Después de una hora, los dos hermanos se encuentran en un campo un poco lejano para ambas manadas, pero que es un punto medio entre ellas, donde se suelen reunir.
Allí se encuentran Clara, Leandro y André, quienes son trillizos y pertenecen a la misma manada que Legna y Ryan. También están Dylan y Miha, de la manada Rayo Dorado.
Ryan, quien es el más joven de todos y el único niño, se pone a jugar solo. Su objetivo principal de estar allí es vigilar a su hermana y recibir el premio de su padre por contarle cualquier acontecimiento extraño que ocurra con ella.
—Los dos tortolitos ya aburren... —profiere Legna con hastío al vislumbrar a Dylan y Clara conversar apartados. Él le platica acerca de algo con gestos emotivos, mientras que la rubia hace coronas de flores silvestres y le sonríe interesada en lo que sea que él le está contando.
Dylan entorna los ojos cuando la escucha, mientras que Clara la regaña por hablar tonterías.
—¿Para qué lo niegas, Clara? Todos sabemos que ustedes son novios. Me pregunto qué dirá tu padre cuando se entere de que te ves a escondidas con este idiota —espeta Legna con tono pícaro.
—Eso no es cierto —refuta Dylan, levantándose de un respingo. Se dirige en dirección a Legna con porte amenazante y le apunta con el dedo—. Deja de inventar estupideces, niña insoportable. Te lo advierto, si Clara llega a tener problemas por tu culpa, te la verás conmigo.
Legna sonríe maliciosa y lo mira con diversión.
—¡Ay, qué miedo! —se burla—. ¿Qué? ¿Te asusta que el Gamma se entere de lo que hace la santurrona de su hija?
—¡Ya basta! —interviene Clara, quien también se coloca frente a Legna—. Yo no me veo a escondidas con Dylan. Nosotros vamos a esperar a que nuestra conversión suceda para empezar nuestra relación; por ahora, solo somos amigos —aclara asustada.
—Bueno, pronto será, ¿no? Para mi suerte, yo no estaré aquí para verlos con su cursilería. Qué asco. Tienes un gran estómago, Clara. No entiendo cómo es que una chica tan linda como tú quiere unirse a un 'cara de culo' como Dylan. —Ella se ríe de su propio chiste con grandes carcajadas, acción que irrita al aludido.
—Ojalá tú que un 'cara de culo' como yo siquiera te mire —contraataca él con una sonrisa maliciosa.
—¡Ja! Pero ni en tus más fantasiosos sueños. Tú no estás a mi nivel, así que un perdedor como tú no tiene el derecho de siquiera mirarme. ¡Tonto!
—¡Insoportable, creída!
—¡Cara de culo!
—¡Arrogante, fastidiosa!
—¡Aburrido, retardado!
—¡Ya, por favor! —exclama Miha—. ¿Acabamos de llegar y ya se están peleando? ¡Parecen esposos en crisis!
—¿Esposos? ¡Ja! —profiere Legna con cara de disgusto. Su reacción le hierve la sangre a Dylan, quien no soporta lo prepotente que ella es.
—¿Te crees la gran cosa porque eres híbrida? Tener unas tontas habilidades no te hace mejor que nosotros —espeta él, ofendido.
—Mejor que tú sí, envidioso.
—¿Para qué pierdo mi tiempo con una chiquilla inmadura, creída y maleducada como tú?
—¡No soy ninguna chiquilla!
—Confirmo —interviene André con expresión pervertida mientras le mira los pechos redondos, cuyas protuberancias la hacen lucir más desarrollada que las demás féminas, pese a que es la menor entre las tres chicas.
—¡Deja de mirarme las tetas! —Ella lo cachetea de imprevisto.
—¡Qué mal hablada! —escupe Dylan molesto y mira a André con ganas de arrancarle los ojos—. Y tú, respeta —se dirige a su amigo, quien se está sobando la mejilla debido al ardor del golpe—. ¿Saben qué? Ustedes dos harían una pareja perfecta. ¡Cuál de los dos más inculto!
—Tú eres más inculto que yo, infeliz. —Legna lo agarra por el cuello de la camiseta y levanta su puño, dispuesta a golpearlo.
—Eres tan agresiva e impulsiva. Deberías aprender de Clara, quien se comporta como una dama y no como una busca pleitos corriente.
Los ojos de Legna se tornan rojos, mas ella controla la rabia que la embarga y finge una sonrisa desinteresada.
—¿Ser como Clara? ¡Qué aburrimiento! Yo soy fuego, cariño, y donde llego dejo huellas; sin embargo, tu damisela perfecta pasa desapercibida porque es tan insípida como tú.
—¡Oye! A mí no me involucren en sus discusiones sin sentido —se queja la rubia. Sus ojos azules observan a Dylan con sospecha, puesto que le es curioso que él siempre actúa tan raro cuando se encuentra delante de Legna.
—Oye, Legna, cambiando este tema tonto. ¿Por qué no vas a estar en la fiesta de transformación de Dylan? Él será el primero del grupo en convertirse en lobo, así que no puedes faltar a su cumpleaños —interpela Miha.
—Mañana mi abuelo vendrá por mí para entrenarme —responde ella, y suelta al chico, quien se arregla la ropa con una mueca de desaprobación. Pese a que finge no estar interesado en la conversación, su mirada de soslayo evidencia su interés.
—Pero la fiesta es dentro de un mes, Legna, no mañana —refuta Miha.
—Me iré por cuatro años. —Legna se muerde el labio inferior.
—¡¿Qué?! —espeta un sorprendido André—. Pero vendrás cada cierto tiempo, ¿verdad?
Ella niega con la cabeza y se abraza a sí misma.
—Será un entrenamiento exhaustivo. Según el abuelo, debo desconectarme de mi parte lobuna durante ese tiempo. Mis papás y hermanos podrán ir a visitarme, pero yo no podré salir del territorio de los zollebs.
—Vaya... —masculla Miha con tristeza—. Qué mal. Hubiera sido lindo que todo el grupo estuviera con Dylan. Además, te voy a extrañar mucho. ¡Serán cuatro largos años!
Dylan mira a Legna de una manera que a ella le intriga y que la pone muy nerviosa.
—Ni que esta insoportable vaya a hacer falta... —dice entre dientes y de mal humor.
Como respuesta, Legna entrecierra los ojos y se cruza de brazos, luego añade:
—Exacto. No tengo nada que ver contigo, como tampoco me interesa tu estúpida transformación. Supongo que cuando regrese, ya tendrás muchos cachorros con tu amada Clara. Eso si ustedes de verdad son mates. ¿Se imaginan que no sea así? Sería todo un drama gracioso —Ella ríe maliciosa.
Dylan aprieta los labios con incomodidad, mientras que Clara baja el rostro, temerosa, puesto que esa es una posibilidad con la cual ella no quiere lidiar. En su corazón, Dylan es el indicado, así que él tiene que ser su mate, sí o sí.
