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El diario de Sara.

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Mimi
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Sinopsis

Eduardo, un médico que a pesar de haber sacado su carrera hace varios años con la mejor nota de su promoción, solo ha pasado de despacho en despacho sin destacar entre los mejores médicos. Hasta que un día y sin esperarlo, le llega una oportunidad que es incapaz de rechazar. Sara es una alegre adolescente, con la única meta de llegar a ser escritora algún día. Cerca de cumplir los dieciocho años, pierde a toda su familia en un accidente de coche. Debido al shock, es ingresada en un hospital psiquiátrico. Ese lugar tan serio, acaba convirtiéndose en su nuevo hogar, ya que pasa ahí más tiempo del esperado debido a la larga recuperación a la que debe someterse. Sara ya no es la misma chica, lleva sin hablar tanto tiempo como lleva en esa habitación. Varios especialistas lo intentan sin ningún éxito, hasta que, a punto de darse por vencidos, aparece Eduardo. Cuando sus caminos se cruzan, la vida de ambos cambia por completo.

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Capítulo 1

Sara

Un estruendo horroroso, el sonido de mil cristales rompiéndose, pinchazos al notar que más de uno se clava en mi piel; en mi mejilla, en mi brazo, alguno que otro en la espalda.

Solo cierro los ojos, quiero que pase esto de una vez, despertarme y comprobar que es un sueño, una maldita pesadilla que me horroriza de lo real que parece.

Todo mi cuerpo se mueve de un lado para otro, aunque el cinturón de seguridad sigue en el mismo sitio, intacto y abrochado sobre mí pecho.

Pasa tiempo, muchísimo tiempo, creo que ahora estoy boca abajo porque siento cómo la sangre sube a mi cabeza, aunque también hace varios minutos que noto su olor por todos lados, el asqueroso olor metálico lo inunda todo.

Oigo quejidos, gritos, y hasta creo que algunos son míos, pero estoy fuera de mí, como viéndolo todo desde la distancia.

Después una sirena, lejana al principio, después, cada vez más cerca hasta que deja de escucharse y la sustituyen nuevas voces, desconocidas para mí.

Me mueven de nuevo, pero ahora son muchas manos que me sacan con esfuerzo.

Luz, la siento aunque me es imposible abrir los ojos ahora que quiero.

No sé dónde estoy, ni dónde está toda mi familia, no sé qué demonios está pasando.

Tengo muchísimo sueño, todo mi cuerpo me pide dormir aunque mi cabeza me advierte de que no lo haga, de que me mantenga tan despierta como sea capaz.

Siguen moviéndome sin parar; escucho voces de nuevo, ruedas... creo que me llevan a algún lado pero enseguida se detienen y dos fuertes golpes hacen vibrar el sitio donde sea que ahora me encuentre.

Y de repente todo es silencio, absoluto silencio.

No sabría decir cuántas horas han pasado cuando mis párpados permiten que mis ojos vuelvan a abrirse, pero no estoy de viaje con mi familia, no estoy en mi coche.

Solo veo unas paredes blancas y vacías. Mi espalda dolorida se apoya sobre un mullido colchón y mi cabeza reposa sobre una blanda almohada, mis brazos llenos de vendas se acomodan a ambos lados de mi cuerpo.

Quiero que alguien venga, que me explique por qué estoy aquí, que me diga lo que ha pasado. Pero tienen que pasar muchas horas hasta que por fin un señor vestido de médico, con unas gafas minúsculas y que no me mira en ningún momento, me da la peor noticia posible.