Librería
Español

El deseo de amar para siempre

60.0K · Completado
mari89_7
41
Capítulos
8
Leídos
9.0
Calificaciones

Sinopsis

Grace Timer tenía absolutamente todo lo que cualquiera podría desear en la vida. Un padre amoroso que la colmó de regalos, una floreciente carrera como patinadora artística, el amor incondicional de su novio y un mejor amigo que la apoyó incluso en sus ideas más locas. Pero también estaba su hermana gemela Greta, con quien mantuvo una relación llena de desencuentros, pues ambas estaban en constante competencia entre sí. Pero luego, en un abrir y cerrar de ojos, todo se derrumbó y se convirtió en una obra de teatro con el peor drama posible: la traición.

CaóticoHumorAmor-OdioCelosoArrogante18+Chico MaloTraicón

1

Cuando el joven pasó por la puerta de la floristería, con un jarrón de cactus en plena floración, camino de entregárselo a Pietro. No sé por qué sigo haciendo esto ya que ahora vivimos juntos y sé que se llevará el cactus a casa. Pero siempre aparece aquí después de que le envío algo. Como si solo necesitara la más simple de las razones para aparecer aquí. Y me encantó cuando eso sucedió.

Esta vez no fue diferente. Pasaron solo unos minutos antes de que saliera, caminando por la puerta con una gran sonrisa en su rostro. Pómulos y nariz rojos también. Y la gorra llena de puntitos blancos como la nieve. Me mordí el labio para no sonreír cuando vi que llevaba una especie de ramo.

-No puedes seguir enviándome cactus, Hermione. Si no, cada vez tendré que correr hasta aquí para colmarte de besos. -Dijo, tirando de mí por la cintura antes de unir nuestros labios en un beso apresurado y a la vez cariñoso. -¿Por qué tenías que ser tan lindo?-

-Yo no sé. Me encogí de hombros, haciéndolo reír.

-Te traje algo-. Había terminado de empacar cuando llegó el repartidor. Iba a enviárselo, pero pensé que sería mejor traerlo yo mismo. Besó la punta de mi nariz, trayendo el ramo frente a mí. Mis ojos se abrieron cuando vi que no eran flores lo que había allí, sino miles de galletas en forma de copos de nieve. -Acabe de hacer. Son todos para ti.

-Son demasiado lindos-. No tiene ganas de comer. -Dije, tomando el ramo de sus manos, mientras levantaba la vista para mirarlo, sonriendo. -Gracias, me encantó.

Pietro me atrajo para otro beso, abrazándome por la cintura. Dejé escapar un suspiro cuando se apartó, permitiéndome dejar caer el ramo sobre el mostrador antes de volver a sus brazos. Dejé que besara mis mejillas mientras mecía mi cuerpo lentamente contra el suyo, como si estuviéramos bailando con la música clásica que sonaba en ese momento. Una melodía lenta y tranquila.

-Me gusta eso. comenté, frotando mi mejilla contra su pecho. -Me gusta estar contigo así-.

-Yo también. -Él besó la parte superior de mi cabeza. -Si te pidiera que te casaras conmigo, ¿aceptarías?- Me reí, escondiendo mi rostro en su pecho. Eso hizo que Pietro también se riera, abrazándome aún más fuerte. -Sabes, estaba pensando en Navidad. Todavía se necesita. Pero quería hacer algo diferente este año.

-¿Como qué? Levanté la cara, apoyando la barbilla en su pecho mientras mi cabeza se inclinaba hacia atrás. Pietro ajustó mi propia gorra, mordiéndose el labio de una manera adorable.

-Yo no sé. Solo quiero que sea diferente. Es nuestra primera Navidad juntos. Dijo, tocando mi mejilla suavemente. -El primero de muchos. Siento que esta Navidad va a ser muy, muy especial.

-Yo también. Tal vez sea porque vamos a estar juntos. Me puse de puntillas, dándole un beso. -Podemos hacer lo que quieras para Navidad.

-¿Es cierto? ¿Cualquier cosa? Levantó las cejas, sus labios se curvaron en una sonrisa en la comisura de sus labios. Mis mejillas se calentaron, pero asentí, ganándome una sonrisa mucho más grande de él.

Miré al par de ojos color avellana frente a mí, nuestras narices se tocaban y nuestras respiraciones se mezclaban. Pietro deslizó su mano a la parte de atrás de mi cuello, tirando de mi cara hasta que nuestros labios se rozaron. Sostuve su rostro también, nuestras bocas finalmente se encontraron. Cada beso siempre se sintió más especial y más dulce que el anterior. Cada contacto que teníamos me aseguraba que me enamoraba cada vez más de él.

-Deberíamos irnos a casa-. murmuró, echándose hacia atrás para mirarme, un poco sin aliento. -A nuestra casa.

-Me gusta la idea. Mordí mi labio, asintiendo con la cabeza afirmativamente. -Deberíamos casarnos en Navidad-.

Se detuvo, su respiración saliendo en estremecimientos mientras sus brazos se apretaban a mi alrededor.

-¿Qué?

-Deberíamos casarnos en Navidad-. Tal vez sea un poco apresurado. Pero tu quieres. Yo también quiero. Ya estamos viviendo juntos y…- Me besó de nuevo, sin darme tiempo de terminar de hablar.

Me derretí por completo en sus brazos, sintiendo que ese beso era mucho más necesitado que los demás.

-No nos vamos a casar en Navidad, Hermione.- Por mucho que realmente quiera, no lo somos. -Lo miré fijamente, confundida. -Porque cuando te pida que te cases conmigo, será de rodillas, anillo en mano. Porque cuando nos casemos, será el mejor día de mi vida y quiero que tengas todo lo que quieras. -Me dio un beso. -Pasemos esta Navidad juntos-. Comenzando un nuevo año uno al lado del otro. Así que te voy a pedir que te cases conmigo. Seamos el uno del otro oficialmente. Quiero que seas la madre de mis hijos, Hermione. Quiero exactamente todo contigo.

Dejé escapar un suspiro tembloroso, cerrando los ojos durante unos segundos.

-Creo que me gustan tus planes para el futuro-. Asentí, sintiéndolo besar mis mejillas. -Me gusta mucho.-

-A mi también me gusta. Pero me gustas aún más, querida. —No tuve tiempo de sonreír, porque él ya me había acercado para otro beso, asegurándome que todas esas palabras eran muy reales.

Y no podía esperar a que cada uno de ellos se hiciera realidad.

Tres años antes...

Apreté mis manos dentro del bolsillo de mi abrigo, sintiendo la nieve caer en mi cabello. Mi aliento se empañaba al pasar por mis labios. No podía mirar nada más que mis pies, viendo cómo mis botas dejaban una huella en la nieve.

-¿No vas a mirarme?- Cameron preguntó, su voz apenas por encima de un susurro. -Por favor, Hermione. He estado intentando durante tanto tiempo. Habla conmigo. O al menos mírame mientras te hablo.

Dejé escapar un suspiro pesado, cerrando los ojos por unos segundos mientras mordía el interior de mi mejilla.

-Que tengas un buen viaje, Cameron-. Espero que consigas todo lo que quieras. -dije levantando un poco los ojos y mirándolo fijamente a través de mis pestañas llenas de nieve. -Pero no voy a volver contigo-. Nuestra relación ha terminado y no quiero volver a intentarlo.

-¿Porque no? ¿Por esos rumores? ¡Te juro que no tuve nada que ver con eso! - Dio un paso hacia mí y yo retrocedí, haciendo que se detuviera en el mismo instante.

-Yo creo en ti. Pero eso no significa que no haya hecho algo que me haya lastimado. Lo hiciste. Te enojaste y peleaste conmigo por algo totalmente sin sentido. No puedes obligarme a que me gusten las mismas cosas que a ti, y mucho menos salir con tus amigos a quienes claramente no les agrado. Murmuré, tratando de pensar con claridad. -Te perdono, si eso es lo que quieres-. No te odio y te deseo todo lo mejor para tu vida. Pero ya no quiero ser parte de eso y tampoco quiero que seas parte de la mía. Terminó.

-Por favor... solo una oportunidad, Hermione.- Eso es todo lo que te pido. suplicó, dando otro paso hacia mí y extendiendo la mano para tocarme. Me aparté al instante, levantando la cara y mirándolo fijamente, mientras negaba con la cabeza. -Por favor… solo una oportunidad.

-Que tengas un buen viaje, Cameron-. repetí, humedeciendo mis labios con mi lengua mientras me alejaba de él para caminar por la acera. -Me tengo que ir ahora. Pero fue bueno verte. Gracias por venir a despedirte. Pero realmente tengo que irme ahora.

-¿Hermione?- -Ya me estaba alejando cuando me llamó. -Por favor... ¿Hermione?-

No miré hacia atrás y no dejé de caminar. Estaba viendo la nieve caer por la calle. Gente con la ropa hasta el cuello. Y me sentí aliviado cuando no insistió y finalmente se fue, caminando en dirección opuesta a la mía. Sea lo que sea, significó mucho para mí. Hay que dejar algunas cosas atrás. Algunas cosas merecen ser olvidadas. Cameron desafortunadamente fue una de esas cosas.

Caminé sin rumbo por las calles, sintiendo el aire helado golpear mis mejillas. Me detuve frente a una ventana, viendo los animales que estaban cerca del vidrio, listos para ser adoptados por alguien. Esbocé una sonrisa cuando vi la caja donde estaban unos cachorros de labrador. Todos con pelaje negro y ropa de punto. El más pequeño de ellos, en silencio en la esquina, llevaba uno de color verde.

-Pareces una aceituna, ¿lo sabías? Me acerqué al vidrio, tocándolo con la punta de mis dedos para llamar la atención del cachorro. Movió la cola, lamiendo el cristal mientras tomaba mi mano. Solté una carcajada, viéndolo mirándome con ojos grandes y muy apasionados. -¿Quieres ir a casa conmigo, muchacho?-

Ladró desde el otro lado del cristal, como si lo confirmara. Sonreí mucho más grande antes de ser empujado por alguien que corría por la acera, haciéndome tropezar y resbalar en el suelo. Traté de aferrarme a la persona, tirando de ella conmigo mientras me estrellaba contra el suelo.

-¡Dios mío, lo siento!- Abrí los ojos, viendo un rostro muy cerca del mío. -¿Te lastimo?

No presté atención a lo que dijo. Estaba demasiado ocupado mirándolo a la cara. Mejillas rosadas, nariz roja, cabello oscuro lleno de copos de nieve y ojos muy abiertos mirándome fijamente. Sentí, por unos segundos, que mi corazón dejaba de latir.

-¿Hola, qué tal?- Se bajó de mí cuando sentí que mi cara se calentaba. -Estaba en un apuro. No lo vi. Lo siento mucho. Se arrodilló a mi lado mientras yo me sentaba en el suelo, apartándome el pelo de la cara. -¿Te lastimo?

-Estoy bien. No hay problema. Lo miré, evitando mis ojos cuando me di cuenta de que me estaba mirando. -Estaba distraido.

—Lo siento, no te vi... Ven, te ayudaré. Se puso de pie, extendiendo las manos para ayudarme. -¿Realmente no te lastimé?- Te cae encima.