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Capítulo 5

- Da igual. Cállate y jódeme. - Julia le ordenó, apartándose para dejar caer su bata.

Inesperadamente, sintió unas manos enormes aferrándose a las suyas, deteniéndola. Volviendo la vista hacia Leonardo , él negó con la cabeza, apartándola con agresividad.

—Esto no está bien, lo siento —su voz coincidía con su expresión facial; absoluto arrepentimiento.

Al llegar a su puerta, la miró de reojo antes de salir y dirigirse a la habitación de al lado. Julia quedó en shock, solo para susurrar para sí misma.

- ¿ Por qué eso dolió más de lo debido? -

Sin reservas, la boca de Leonardo se abrió levemente mientras Julia entraba a la cocina, vestida solo con lencería. Era de un rosa transparente, cubriendo solo sus pezones y la zona inferior con un rosa más intenso, con un estampado floral incrustado.

- ¿De verdad vas a andar así? - Levantó una ceja hacia la modelo.

-Sí , es mi casa - le dijo, como si fuera lo más obvio del mundo.

Riéndose suavemente, respondió : « Vas a tener que cubrirte, cariño. Vienen algunas personas pronto » .

La joven morena fingió pensar un rato antes de responder: « No creo que lo haga. Pero gracias por la oferta » .

Leonardo la fulminó con la mirada, se levantó y se acercó a ella para sujetarla por la cintura con fuerza. —Te vas a cubrir, ¿vale? —le exigió, en un susurro al oído.

Apretando el agarre al ver que Julia no respondía, gruñó : « No me ignores, puttana. Si te digo que te cubras, te cubres », repitió con más agresividad.

Cuando no escuchó respuesta por segunda vez, se inclinó más cerca. - Si quieres vestirte como una zorra con tus atuendos diminutos, te mostraré cómo trato a una zorra sucia como tú más tarde. - Hizo una pausa y bajó la voz. - Por ahora, ve y ponte ropa adecuada. -

—Claro —la oyó decir en voz baja. Quiso reírse de su voz tímida, desvanecida en un instante toda su confianza .

-Buena chica.-​

Eso fue todo lo que dijo mientras la soltaba. Dejó el tazón en el fregadero y salió de la habitación, sabiendo que había dejado a Julia atónita.

—————

Parecía que habían pasado horas antes de que llegara el momento que tanto esperaba. Con una sonrisa burlona, Julia saltó de su sitio al oír el timbre. En los cuarenta y cinco minutos que le dieron para prepararse, había declarado que no iba a permitir que Leonardo la dominara, sobre todo después de que la hubiera dejado frustrada sexualmente la noche anterior.

Al enterarse de que sus compañeros llegarían pronto, subió corriendo a ponerse uno de sus vestidos cortos de día. Era un vestido color crema, con un corsé ajustado y mangas ligeramente abullonadas. Atrevidamente, le llegaba justo debajo del trasero, dejando entrever su tanga rosa chillón.

Los vestidos cortos eran su especialidad.

Abrió la puerta antes de que Leonardo pudiera llegar, con una sonrisa de lado, miró hacia atrás, notando que había 'dejado caer' su teléfono, - Ups, un momento, - les dijo con un ligero ronroneo exagerado en su voz.

Se giró y se inclinó, ofreciendo a los tres hombres una vista perfecta de su redondo trasero; se veía un pequeño trozo de su coño, provocándolos aún más. Justo cuando agarró su teléfono, oyó al rubio soltar un silbido mientras ella les mostraba su trasero. Al incorporarse, tomándose su tiempo, le guiñó un ojo a Leonardo , quien la miró fijamente.

—¡Rayos , nena! —La mirada fija del rubio no se apartó de Julia y se acercó a ella mientras soltaba la frase más tonta de la historia—. ¿ Te han arrestado alguna vez? Debe ser ilegal verse tan bien.

Julia ocultó su expresión de ojos en blanco y en su lugar le lanzó una sonrisa coqueta, acercándose al recién llegado. —No , pero puedes esposarme cuando quieras. —Se rió entre dientes, mientras su dedo índice bien cuidado recorría su pecho.

Leonardo suspiró ante sus payasadas. —Bueno , basta. Deja de coquetear con una niña, Romeo. Vamos .

Los hombres se alejaron, Romeo se quedó atrás y le dirigió un guiño sugerente, ante lo cual Julia finalmente cedió y puso los ojos en blanco.

Ese hombre era ridículo.

—Vayan a jugar con las Barbies —exclamó mientras pasaba, invitando a sus amigas a entrar a la casa.

—Ve a buscar una esposa —le espetó ella, haciendo alusión a su desastrosa vida amorosa.

-La estoy mirando.- replicó .

Al llevar a sus amigos a la sala, Julia se dio cuenta de que los había reconocido, pues había visto a la gran mayoría de unos pocos antes. Sabía que el moreno era Dante y que el rubio era Romeo.

El último caballero que no conocía; lo había visto por ahí, pero parecía estar en todas partes. Rara vez hablaba y era un poco misterioso. Sin embargo, por cómo Romeo acababa de llamarlo, solo podía suponer que se llamaba Zayn.

Julia pensó que Zayn era hermoso.

Jodidamente hermosa.

Llevaba el pelo negro ligeramente peinado hacia atrás con gel, con pequeños mechones colgando en la frente, lo que le daba un aire desaliñado, como si hubiera salido del baño. Sus ojos eran de un azul tan claro que casi parecían incoloros. Por sus rasgos, Julia notó que parecía griego.

Afortunadamente para Julia , la comida griega siempre había sido su favorita.

Conectando miradas con el hombre griego, ella le lanzó una de sus sonrisas de 'niña inocente, perfecta e ingenua'.

Sonriéndole a Leonardo , ella había pensado en la forma perfecta de vengarse de él.

Fingiendo su característico puchero, Julia adoptó su clásica mirada de niña pequeña al ver que ya no había espacio en el sofá principal. Suspirando, se giró hacia la puerta dramáticamente. Leonardo la observó, negando con la cabeza, sabiendo ya lo que hacía. No iba a ceder ante su actuación.

—Parece que no hay espacio. Bueno, chicos, diviértanse —exclamó decepcionada.

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