Capítulo 4
Leonardo reflexionó un momento, imaginando una fiesta abajo llena de jóvenes hormonales. Mientras él tiene a la anfitriona arriba, con sus labios carnosos chupándole la polla, mientras su semen gotea de su boca.
, suspiró. —No —susurró mientras entraba en la sala de estar.
—Deja de ser tan aburrido —imitó ella sus palabras de ese mismo día, a lo que solo recibió una risita de su parte.
—Cariño , confía en mí, te demostraré que no soy aburrido —sonrió , guiñándole un ojo—. ¿ Por qué estás tan desesperada por uno de todos modos? —le preguntó, haciendo referencia a la charla de la fiesta.
—¿En serio me preguntas eso? ¡Tengo una reputación que mantener! Tengo esta casa enorme y no le estoy sacando todo el provecho. —Se dejó caer en el sofá de cuero junto a él.
-Sólo hay dos cosas que quiero completar en esta casa desesperadamente.-
-¿Qué son eso? - Leonardo preguntó con curiosidad.
- ¡ Organizar una fiesta a todo volumen como en la película 'Proyecto X' y tener sexo en todas las habitaciones excepto en la de mis padres! - Le admitió emocionada, poniéndose de rodillas mientras se giraba para mirarlo.
Sonriendo, se giró hacia ella. - Eso segundo es un poco extremo... ¿Quieres hacer todo eso con una sola persona? - La interrogó.
—Bueno , obviamente tienen que ser buenos. Odio tener que fingir que me quejo para no quebrantar la confianza de alguien —exclamó , poniendo los pies en su regazo.
- Seguramente pueda ayudar con el segundo, - Leonardo se lo dijo a sí mismo en un susurro, algo que Julia no percibió.
Puso las manos sobre sus piernas para que descansaran, y la acarició de arriba abajo, acercándose cada vez más a su coño. —¿A qué hora sueles acostarte? Como a las once .
—Siempre que me canso, generalmente alrededor de la una, supongo —respondió ella.
Asintiendo, hubo un silencio cómodo por un rato hasta que Julia sonrió al leer un mensaje. Se levantó y caminó hacia las escaleras de caracol. Leonardo la observó atentamente mientras subía las escaleras saltando, con el trasero temblando, visible bajo los pantalones cortos de pijama que llevaba puestos.
- ¿ A dónde crees que vas? - Le levantó una ceja.
-Sexo telefónico- fue todo lo que respondió, antes de subir las escaleras.
- Vaya idiota con suerte. - Leonardo murmuró.
Leonardo estaba acostado en la cama de la habitación de invitados mientras se erguía con rapidez; había elegido la habitación de invitados justo al lado de la de Julia , por supuesto. La joven de dieciocho años había dejado la puerta entreabierta, lo cual supuso que era a propósito, así que escuchaba sus órdenes.
En ese momento, seguía lo que Julia le decía al chico al otro lado del teléfono mientras ella controlaba sus acciones. De vez en cuando, él mismo la oía gemir; era música para sus oídos. Lo que le dificultaba no correrse en ese preciso instante.
- Vamos nena, córrete para mí. - Cerró los ojos mientras ella prácticamente ronroneaba eso en su teléfono, gruñidos escapando de su boca cuando sintió su propio líquido cubriendo su mano, mientras trataba de relajar su respiración.
Al mismo tiempo, oyó a Julia gritar suavemente de placer, antes de que una sarta de maldiciones saliera de su boca. Se dio cuenta de que debía de estar dándose placer a sí misma al mismo tiempo que controlaba a alguien.
Leonardo ya sabía que era un dominador; lo había sido durante casi toda su vida. Pero eso no significaba que no le atrajera el lado dominante de Julia , la severidad con la que sus exigencias salían de su boca.
Estaba seguro de que todo un ejército se inclinaría ante ella.
Tras lavarse las manos, se abrochó los pantalones de nuevo, salpicándose la cara ligeramente para acallar cualquier suspiro de nerviosismo. Llamó a la puerta de Julia y la abrió. La vio envuelta en una bata de seda. Le quedaba suelta, dejando al descubierto un poco de escote.
—¿Estás bien, Bellezza? Oí un grito. —Afirmó , fingiendo no darse cuenta de lo que acababa de ocurrir.
—Estoy bien. Solo me follé demasiado —dijo sin rodeos. Julia no era tonta, sabía que él lo había oído todo.
Sus ojos observaron cuidadosamente la forma en que ella frotaba sus piernas, una parte de su bata de seda rosa polvorienta se deslizó para revelar una pequeña cantidad de su coño.
Él saboreó ese momento.
Frunciendo el ceño mientras Leonardo seguía de pie en la puerta, observó cómo la observaba detenidamente. Cuando decidió hablar de nuevo, "¿ Puedo ayudarle? "
Saliendo de su trance, contactó miradas con la joven belleza. - Joder, lo siento. - Leonardo se disculpó y caminó hacia ella.
- Para qué- - Julia empezó a decir, confundida, hasta que la interrumpieron unos labios ligeramente agrietados que se encontraron con los suyos. Sus grandes manos la agarraron por la barbilla, atrayéndola hacia él.
Agresivo. Así describiría Julia el beso. No es que Leonardo fuera malo; era perfecto. Tomó todo el control durante el beso, su lengua guiando la de ella. A Julia no le importó, le pareció excitante, deseaba desesperadamente que la dominara por completo.
Quería someterse a él. Entregarse, permitirle que le hiciera cosas que nunca había experimentado en sus dieciocho años de vida.
Igualando su energía, lo agarró del cuello de la camisa, acercándolo aún más, acortando la distancia que los separaba. Lo atrajo con entusiasmo hacia la cama y se subió a su regazo. A horcajadas sobre él, le rodeó la cintura con las piernas.
Colocándole las manos firmemente sobre las caderas, las elevó, permitiéndoles conectar con las suyas. Apretando sus partes inferiores, sonrió con satisfacción al recibir un gemido entrecortado de ella.
—Bueno , veo que eres más de las que gritan sin aliento —le sonrió, bajando para mordisquearle suavemente el cuello, siguiendo hasta sus pechos, dejando marcas donde los había tocado.
