Capítulo 9 Confirmando que no es una mujer lobo otra vez
Hoy, por casualidad, Aldrich estaba inspeccionando uno de sus muchos negocios, la tienda "Baile del Lobo". Tras concluir una reunión en su despacho, Aldrich bajó en ascensor hasta la octava planta, donde vio inmediatamente a Maggie entre la bulliciosa multitud.
Recordó a aquella chica, cuyo aroma le había cautivado profundamente en otro tiempo. Hoy llevaba un vestido azul marino que acentuaba su esbelta y grácil figura, haciéndola destacar en la opulenta tienda. Se le hacía la boca agua.
Aldrich había sentido un impulso primario de protegerla, tanto que había utilizado sus habilidades de hombre lobo para salvarla dos veces: un instinto incontrolable de proteger a los suyos. Tenía la vaga sensación de una misteriosa y profunda conexión con aquella chica.
En medio de los curiosos, Aldrich se acercó a Maggie, con la mirada fija en ella. Luego, con calma y curiosidad, preguntó al personal de ventas: "¿Hay algún problema aquí?".
Los ojos de Maggie se abrieron de sorpresa cuando se dio cuenta de que estaba cara a cara con él de nuevo. Su rostro familiar le trajo recuerdos del apuesto desconocido que la había salvado dos veces. Sin embargo, su reciente encuentro había empañado sus recuerdos, ya que Aldrich se había mostrado frío e indiferente ante su petición de ayuda dentro de la empresa. Un torbellino de emociones contradictorias se apoderó de Maggie: su esperanza de que él la ayudara se entrelazaba con su indiferencia pasada.
La dependienta se enderezó y respondió a la pregunta del jefe. "Esta señora compró un bolso en nuestra tienda y ahora desea devolverlo. Por desgracia, no cumple nuestra política de devoluciones".
Maggie respiró hondo, con las manos temblorosas fuertemente juntas mientras intentaba calmar su acelerado corazón. "Sr. Barrett, necesito que me devuelva el dinero. Este bolso no es lo que esperaba, y es una carga financiera que no puedo soportar".
Aldrich observó el estado de angustia de Maggie con sus agudos ojos. Aunque no quería preocuparse por aquella humana, sus instintos de lobo le traicionaron al mostrar una sincera preocupación en su mirada. Sentía verdadera curiosidad por su historia y, a pesar de su comportamiento sereno y distante, su naturaleza sensible no podía protegerlo de las fluctuaciones emocionales que emanaban de Maggie. Asintió levemente y habló con sorprendente suavidad.
"Puedo sentir tu angustia y comprendo tu situación", admitió, y sus palabras transmitían una sensación de comprensión. "Déjeme ver qué puedo hacer para resolver esto. Sígame, por favor".
El corazón de Maggie reavivó un atisbo de esperanza y siguió a Aldrich con cautela. Exudaba un aura innegable de poder y autoridad. Sin embargo, bajo su apariencia, sintió un toque de amabilidad y compasión, comprendiendo que aquel hombre le había tendido una vez más una mano amiga.
Aldrich condujo a Maggie al despacho del presidente, que le causó una profunda impresión por su elegante decoración y su exquisito mobiliario. El despacho desprendía un aire de sofisticación, con lujosos detalles que mostraban el refinado gusto de Aldrich.
Aldrich se acomodó en el sillón de su gran despacho y clavó la mirada en Maggie. Sus ojos parecían penetrar en el alma de ella cuando empezó a preguntar, con voz autoritaria pero inquisitiva.
"Maggie Nelson, ¿verdad?" preguntó Aldrich, escrutando a Maggie. Su mirada recorrió sus ojos llorosos, su delicada nariz y finalmente se detuvo en sus sensuales labios. Llevaba una blusa de volantes rosa pálido que le daba un aspecto apacible. Su falda de cuero blanco mostraba sus largas piernas, combinando delicadeza y encanto. ¿Por qué siempre sentía algo especial por esta chica? Nunca antes había sentido algo así por una mujer; debía de ser la influencia de su lobo.
Maggie se sintió un poco abrumada por su intensa mirada, pero se recompuso y contestó: "Señor Barrett, debo aclararle que este bolso no es mío". Su voz transmitía una sensación de urgencia y determinación.
Aldrich frunció las cejas. El bolso no era su principal preocupación, pero necesitaba extraer de sus palabras la información que buscaba. Se inclinó hacia delante, se cernió sobre aquella mujer menuda y un impulso surgió en su interior. Sin embargo, logró contenerse y clavó los ojos en Maggie, instándola a continuar.
"Estoy a punto de ser madre y quiero minimizar los gastos innecesarios para apoyar la vida futura de mi hijo. Por eso debo devolver este bolso tan caro", continuó Maggie. Su voz estaba llena de frustración y vergüenza. "Sr. Barrett, por favor, se lo ruego..."
Al escuchar las palabras de impotencia y desesperación de Maggie, Aldrich se sintió sorprendido por una repentina oleada de compasión. Teniendo en cuenta que sólo había visto a la chica unas pocas veces, la profunda atracción que sentía por ella era una emoción inusual y poco común.
"Lo comprendo", respondió Aldrich, con un tono ligeramente más suave. "Sra. Nelson, su situación es lamentable. Sin embargo, debo insistir en que este bolso no cumple nuestros requisitos de devolución. Lo siento de veras; es una cuestión de política de empresa, y no puedo hacer una excepción con usted."
La frustración de Maggie iba en aumento, y su voz temblaba mientras imploraba a Aldrich una vez más. "Pero, Sr. Barrett, estoy desesperada. Nunca he querido beneficiarme de esta compra. Sólo quiero cancelar algunos gastos suntuarios que no me pertenecen. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarme?".
Aldrich se acercó a Maggie y la estudió. La miró a los ojos y, en una fracción de segundo, sintió una profunda empatía por sus circunstancias. ¿Qué le había ocurrido?
Aldrich percibió intensamente las emociones de Maggie, algo que sólo los de su especie podían experimentar. Pero no detectó en ella ningún rastro de hombre lobo.
Aldrich fijó su mirada en Maggie y preguntó: "Sra. Nelson, ¿puedo preguntarle por la situación de sus padres?".
Maggie dudó un momento. "¿Y eso qué importa? No tengo padres".
Aldrich frunció el ceño y presionó: "¿Vive actualmente con familiares o amigos?".
Maggie respiró hondo. "Sr. Barrett, tal vez no me oyó claramente antes. Soy huérfana..."
Maggie no quería exponer su lado más doloroso a Aldrich. Su última pizca de orgullo no se lo permitía. Luchó contra el deseo de desahogarse, tragándose el nudo que tenía en la garganta.
Aldrich asintió, confirmando una vez más que no era una mujer lobo y que desconocía el mundo de los hombres lobo. Parecía que este asunto requería más investigación.
"Sra. Nelson, comprendo la terrible situación en la que se encuentra", reconoció Aldrich. "Por favor, déjeme su dirección e información de contacto. Aunque no puedo garantizarle una solución inmediata, profundizaré personalmente en su caso y exploraré cualquier vía en la que pueda prestarle ayuda."
Los ojos de Maggie se abrieron de par en par y la esperanza brilló en su rostro lleno de lágrimas. Anotó rápidamente su dirección y número de teléfono y se los dejó a Aldrich. Sintió una renovada sensación de posibilidad y alivio.
En cuanto Maggie salió del despacho, Aldrich pulsó el botón del interfono. "Adelante."
Entró un hombre vestido de negro. Charlie era el Beta de mayor confianza de Aldrich, que había estado a su lado todo el tiempo.
Aldrich señaló el papel que había sobre la mesa, indicando a Charlie que lo cogiera. Contenía la dirección y los datos de contacto que Maggie acababa de escribir.
"Investiguen los antecedentes de esta chica, vean si tiene alguna conexión potencial con los hombres lobo", ordenó Aldrich.
"Por supuesto", respondió Charlie mientras aceptaba la tarea.
