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Capítulo 8 ¿Otra vez él?

Maggie apretó con fuerza el bolso al llegar a la exclusiva zona comercial del centro de la ciudad. Había descubierto el nombre "Danza del Lobo" al buscar en Internet. Sin embargo, la realidad que tenía delante superaba sus expectativas. Majestuosos edificios de moda se alzaban grandiosos, ocupando un vasto espacio, dejando a Maggie maravillada.

El corazón de Maggie se aceleró en su pecho al entrar en la tienda, una mezcla de nerviosismo e incertidumbre. El aire cálido la envolvió mientras la opulenta decoración llamaba su atención. Dependientas bien vestidas se movían con gracia entre clientes elegantemente ataviados, satisfaciendo todos sus caprichos.

Maggie tiró nerviosamente de su chaqueta de plumón, un poco desgastada, y sintió que se le formaba sudor en la frente, sin saber si se debía al calor o a su propia ansiedad. Justo cuando intentaba calmarse, se le acercó una vendedora despampanante y bien proporcionada, que observó detenidamente el atuendo de Maggie. En la cara de la vendedora apareció un destello de sorpresa, pero desapareció rápidamente tras una sonrisa profesional.

"Buenas tardes", saluda amablemente la dependienta, con voz suave y refinada. "Bienvenido a Wolf's Dance. ¿En qué puedo ayudarle hoy?"

Maggie respiró hondo, armándose de valor, y explicó con un tono de esperanza y urgencia: "Hola, compré un bolso aquí hace aproximadamente un mes y me gustaría devolverlo".

La expresión de la dependienta se congeló momentáneamente, un atisbo de comprensión se dibujó en su rostro, pero mantuvo la sonrisa. "Por supuesto, sígame", dijo.

Nerviosa, Maggie siguió a la dependienta mientras sus pasos la conducían a un ascensor. La cabeza aún le daba vueltas: ¿era una tienda normal y corriente? Parecía más bien un centro comercial de alta gama, de grandes dimensiones, ¡y todo de la misma marca! Por el camino, se cruzó con mujeres bien vestidas e incluso reconoció a algunos famosos que había visto en la televisión. ¿Cómo se habían atrevido Max y Linda, dos vagabundos en paro, a comprar aquí? Maggie no pudo evitar admirar su audacia.

"Hola, señora. ¿Qué artículo desea devolver?", preguntó el representante del servicio de atención al cliente, volviendo a centrar la atención de Maggie en el presente.

Maggie abrió rápidamente la caja bien cerrada y sacó el bolso. "Hola, me gustaría devolver este bolso", dijo.

La representante sonrió al aceptar el bolso. "¿Tiene el recibo de compra?".

Maggie parecía arrepentida. "Lo siento, he extraviado el recibo. Sin embargo, este bolso tiene un número de serie que debería estar registrado en su sistema para confirmar mi compra."

La representante echó un vistazo al sencillo atuendo de Maggie, su expresión se frunció ligeramente, mostrando vacilación. "Señora, sin el recibo de compra es difícil verificar la autenticidad de este bolso...".

Maggie se había anticipado y le devolvió la tarjeta de crédito. "Esta es la tarjeta de crédito que utilicé para la compra; es mía. Puedes verificarla para asegurarte de que el bolso no ha sido robado".

El representante dudó un momento, ligeramente sorprendido por la franqueza de Maggie, luego sonrió y aceptó la tarjeta de crédito. "Lo siento, por favor espere un momento".

Maggie respiró aliviada y vio cómo la representante bajaba la cabeza y empezaba a trabajar en el ordenador.

La representante levantó la mirada y preguntó: "Señora, ¿podría decirme su nombre completo?".

"Soy Maggie Nelson", contestó, recordando la imitación burlona que Linda había hecho de su firma, lo que encendió una oleada de ira en su interior.

El estómago se le revolvió con ardiente acidez y un dolor agudo contorsionó el rostro de Maggie. No pudo evitar acariciarse el vientre. "Está bien, cariño. Recuerda que mamá prometió no enfadarse".

El representante asintió. "Muy bien, todo ha sido verificado, Sra. Nelson. Por favor, espere; todavía tenemos que inspeccionar el bolso".

Maggie observó cómo la representante del servicio de atención al cliente examinaba meticulosamente cada centímetro del bolso.

Al cabo de un rato, el representante levantó por fin la vista hacia Maggie y ésta intuyó que algo iba mal. "¿Qué ocurre? ¿Hay algún problema?", preguntó.

La representante frunció ligeramente el ceño, enarcando una ceja mientras hablaba en tono serio: "Señora Nelson, hay un arañazo profundo en el compartimento interior del bolso, así como una mancha importante de base. Según nuestra política, no podemos aceptar una devolución en estas circunstancias".

Los ojos de Maggie se oscurecieron y rápidamente cogió el bolso, registrando minuciosamente cada centímetro del mismo. Justo como sospechaba.

Maggie murmuró en voz baja: "Linda, tú... Realmente has estropeado las cosas".

Maggie miró al representante y suplicó: "¿Hay alguna forma de hacer una excepción? Realmente necesito devolverlo. No puedo permitirme este bolso con mi situación económica actual".

El tono de la representante se volvió más comprensivo. "Lo siento mucho, podemos reparar gratuitamente el bolso, pero no podemos tramitar una devolución. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle?"

Maggie se negó a rendirse. "¿No hay ninguna manera? ¿Quizás una devolución parcial? Al menos aliviaría un poco mi carga".

El tono del representante se volvió menos complaciente. "Lo siento mucho, pero no tenemos disposiciones de ese tipo".

Maggie bajó los hombros, derrotada, y los ojos se le llenaron de lágrimas incontrolables. Traicionada por su novio y cargada con la deuda de éste con otra mujer, ¿cuándo acabaría esta vida de desesperación?

Maggie permaneció en silencio, con el ánimo pesado y abatido.

De repente, la representante del servicio de atención al cliente se enderezó en su asiento y una sonrisa nerviosa apareció en su rostro. "¡Jefe, hola!"

Antes de que Maggie pudiera reaccionar, oyó una voz grave pero familiar por detrás.

"¿Hay algún problema?", preguntó la voz.

Maggie se dio la vuelta y, para su sorpresa, sus ojos se abrieron de par en par.

¿Él? ¿Él es el jefe aquí?

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