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Capítulo 6 El lobo plateado en sueños

Maggie abrió de un empujón la puerta del hospital, con los pasos lastrados por el reciente encuentro con Aldrich. Encontró el despacho de Alisa, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Alisa percibió el estado emocional de Maggie y levantó la cabeza de su escritorio, con el rostro marcado por la preocupación.

"Maggie", dijo Alisa suavemente, con la voz llena de preocupación. "¿Qué ha pasado? Pareces tan abatida".

Cuando Maggie se desplomó en una silla cercana, los ojos se le llenaron de lágrimas. Alisa corrió a su lado y se arrodilló para mirarla.

"Aldrich... él... se negó a verme", se atragantó Maggie, con la voz temblorosa por la emoción. "Intenté pedirle ayuda, pero me ignoró, como si yo no estuviera allí. Era tan frío y despiadado...".

Alisa agarró las manos temblorosas de Maggie, con las cejas fruncidas por la ira. "No deberían tratarte así. Lo siento mucho, Maggie".

Maggie se enjugó las lágrimas, con la voz llena de abatimiento. "Pensé que mostraría algo de compasión, algo de comprensión. Pero sólo se preocupa de sus propios asuntos. Le juzgué mal, pensando que era una persona amable".

Alisa estaba de pie ante Maggie, con los ojos brillantes de gratitud y seguridad. No encontraba palabras para expresar lo profundamente que se sentía.

"Maggie", dijo, con la voz temblorosa por la emoción, "no puedo creer que hayas hecho todo esto por mí. Fuiste a buscar a Aldrich y suplicaste por mi trabajo".

Maggie extendió la mano, cogiendo con suavidad las temblorosas manos de Alisa. "Alisa, eres mi familia. No soporto verte sufrir, sobre todo cuando todo es un malentendido. Deberías estar aquí, prosperando en tu trabajo".

Alisa se dio cuenta de que tal vez no le quedara mucho tiempo en el hospital y necesitaba ocuparse cuanto antes de los asuntos relacionados con el embarazo de Maggie.

El agarre de Alisa se tensó y su voz transmitió determinación. "Escúchame, Maggie. Tu bienestar es lo más importante en este momento. Asegúrate de proceder con el proceso de inseminación artificial. En cuanto a mi situación, encontraremos la manera".

La voz de Alisa irradiaba esperanza.

Maggie, con el cuerpo agotado, regresó a casa, con la mente agobiada por los acontecimientos recientes. La somnolencia la envolvió, llevándola a un reino donde la realidad y la fantasía se fundían, y Maggie fue cayendo poco a poco en el sueño.

En su sueño, Maggie se encontraba en un bosque cautivador. La luna bañaba los alrededores con una luz etérea, proyectando un resplandor luminoso. Árboles imponentes y orgullosos extendían sus ramas hacia el cielo, como invitándola a entrar en su santuario.

Sin embargo, en medio de este hermoso bosque, una presencia inquietante flotaba en el aire. Cuando Maggie sintió que unos ojos invisibles la observaban, su corazón se aceleró y un escalofrío recorrió su cuerpo, como si una brisa fría le susurrara precaución. Y entonces lo vio: un lobo plateado, poderoso y majestuoso, emergiendo de las sombras.

Los ojos del lobo brillaban con una luz de otro mundo, fijos en Maggie. Merodeaba hacia ella, moviéndose con elegancia pero exudando una amenaza silenciosa. Pero lo que más le llamó la atención fue el asombroso parecido entre su rostro y el de Aldrich: la misma mirada penetrante, la fuerte mandíbula y el cautivador pero inquietante aire de misterio.

El miedo se apoderó del corazón de Maggie, desencadenando su instinto de huida. Sus piernas la impulsaron hacia delante, corriendo frenéticamente por el bosque, desesperada por escapar de la implacable persecución del lobo. Cada paso que daba parecía llevar una mezcla de determinación y vulnerabilidad, aterrorizada de ser atrapada pero con la esperanza de escapar ilesa. El lobo no tuvo piedad, sino que se abalanzó sobre Maggie como si estuviera cazando un cordero indefenso.

Su respiración se aceleró y su cuerpo llegó al límite. El bosque parecía interminable, con árboles altísimos y peligros ocultos que formaban un laberinto sin fin. El lobo se acercó a Maggie, con los ojos llenos de sorpresa y el olfato aguzado por su aroma.

De repente, el lobo se acercó a Maggie paso a paso, con una pata colocada entre las suyas, atrapándola contra un árbol. Su pelaje la rozó y el lobo sintió una oleada de excitación, sus afiladas garras casi rasgaban la ropa de Maggie, amenazando con arañar su delicada piel. Se deleitó con su miedo, excitándose cada vez más.

Maggie palideció y se estremeció. Pero el lobo sólo mostró sus afilados colmillos y su lengua le lamió ligeramente el bajo vientre. Maggie sintió el cosquilleo de la lengua del lobo rozando su suave piel, una sensación de hormigueo inundó su cerebro. Estaba casi abrumada por esta repentina estimulación, e involuntariamente dejó escapar un suave jadeo.

Maggie se protegió instintivamente el vientre, sintiendo un flujo cálido que emanaba de su abdomen, como si se estuviera formando una fuerte conexión con la presencia del lobo.

La luna proyectaba sombras fugaces que agudizaban sus sentidos. Era como si la estructura de la realidad se distorsionara bajo el peso de su confusión.

Maggie se desplomó, su cuerpo se debilitó y sus manos acunaron la enorme cabeza del lobo. Se recostó en el suave pelaje, sintiendo que el lobo no tenía intención de hacerle daño. Incluso podía sentir el afecto que había entre ellos, una sutil reacción química.

Entonces, justo cuando sus fuerzas flaqueaban y el deseo amenazaba con consumirla, los ojos de Maggie se abrieron de repente, devolviéndola al reino de su dormitorio. El sudor brillaba en su frente, atestiguando la intensidad de su sueño.

Se quedó tumbada, con el pecho subiendo y bajando con cada respiración dificultosa, intentando aferrarse al calor persistente. El sueño había fusionado fantasía y realidad de un modo que no podía comprender. Apartó las mantas y se tocó el bajo vientre, como si le hubieran inyectado una fuerza inusitada.

Pero la imagen del lobo y el rostro de Aldrich en su mente no se desvanecían, superponiéndose y ensombreciendo sus pensamientos.

El lobo de su sueño le había parecido tan real, que al principio la asustó y más tarde encendió su deseo. ¿Habría un significado más profundo? Sólo el tiempo revelaría la respuesta. Pero por el momento, Maggie no podía deshacerse de la sensación de que su camino estaba entrelazado con la misteriosa figura que rondaba sus sueños, una figura a la vez peligrosa e inexplicablemente tentadora.

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