Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 3 La crisis del decano del hospital resuelta

Al salir del quirófano, Alisa se acercó agarrando con fuerza la mano de Maggie mientras expresaba su gratitud al cirujano.

En ese momento apareció el ayudante del decano, con una alegre sonrisa en la cara. "Enhorabuena por el éxito de la operación, Maggie. ¿Por qué no te tomas un tiempo para descansar y tumbarte? Puede aumentar las posibilidades de un resultado positivo".

Considerando el impacto financiero, Maggie dudó. La estancia en la cama del hospital conllevaba costes adicionales debido a su carácter de lujo.

Para su sorpresa, el asistente del decano dispuso una lujosa suite VIP para Maggie, completa con una serie de instalaciones diseñadas para maximizar la comodidad de la paciente.

Alisa sintió una sensación de malestar. El coste de la habitación se había disparado hasta límites asombrosos, superando varios miles de dólares al día. Nunca antes había visto que el hospital ofreciera prestaciones tan suntuosas. Sin embargo, cuando vio el rostro apacible de Maggie entrando lentamente en un sueño tranquilo, Alisa prefirió mantener sus reservas.

Al ver a Maggie en buen estado, el ayudante del decano que estaba en un rincón de la sala respiró aliviado.

Se apresuró a informar al decano.

Mientras tanto, en el despacho del decano, éste se secaba el sudor de la frente, con las manos temblándole ligeramente, luchando por mantener la compostura ante Aldrich, un hombre formidable. El futuro del hospital y su propia reputación pesaban mucho sobre sus hombros.

Aldrich desprendía un aura de poder y autoridad mientras se reclinaba en su silla, con la mirada fija en el decano. Los profundos surcos de su frente revelaban impaciencia.

"Walliams", empezó Aldrich, con la voz teñida de urgencia, "me aseguraste que resolverías el asunto de mi descendencia lo antes posible, y por eso te di esta oportunidad".

El decano respondió con voz temblorosa, muy consciente de las expectativas ocultas de Aldrich. "Me temo que no hemos hecho ningún avance, señor Barrett. A pesar de nuestros esfuerzos, con nuestros medios actuales, no hemos encontrado un candidato adecuado."

Aldrich entrecerró los ojos, con una actitud controlada que denotaba decepción.

"Esto es inaceptable", replicó con voz entre decepcionada y decidida. "He invertido muchos recursos en esta institución. No quiero perder más tiempo".

Aldrich era el alfa de la manada BlueMoon, una de las dos tribus de hombres lobo del continente Norte, la otra era la manada FrostMoon. En ese momento, Aldrich y el príncipe de la manada FrostMoon, Ethan Frostbourne, competían por el trono del continente Norte. Para prepararse para las elecciones de un año después, Aldrich necesitaba urgentemente descendencia. El Comité Electoral se negó a votar a Alfas sin hijos para convertirse en el nuevo rey. Sin embargo, el hecho de que Aldrich no tuviera hijos era sólo la mitad del problema; tampoco tenía pareja ni Luna... al menos, todavía no.

"Walliams, si no encuentra un receptor adecuado para mi esperma, retiraré inmediatamente todas las inversiones del hospital y buscaré una institución más reputada". El decano se dio cuenta de que en ese momento tenía que dar una respuesta precisa. El sudor resbalaba por su frente, y casi suplicaba: "Sr. Barrett, ya hemos emparejado más de cinco mil muestras genéticas, como sabe, sus genes son bastante únicos. Aunque aún no hemos encontrado una coincidencia, por favor confíe en nosotros..."

Justo cuando la tensión alcanzaba su punto álgido, el ayudante del decano llamó a la puerta del despacho, lleno de excitación, y rápidamente le susurró algo al decano.

El decano respiró hondo y aceptó el informe de las pruebas genéticas que le entregaron. Una sensación de alivio le invadió cuando sus manos temblorosas se estabilizaron y sintió como si se hubiera quitado un gran peso de encima.

"¡Increíble, Sr. Aldrich, gracias al cielo! Hace un momento hemos encontrado la pareja perfecta para usted".

Aldrich entornó los ojos, una leve sonrisa se dibujó en sus labios y su actitud se relajó. "Bueno, esas son las buenas noticias que esperaba".

Al observar la expresión satisfecha de Aldrich, el decano no pudo evitar soltar un largo suspiro, aferrándose a la esperanza de preservar las inversiones del hospital.

Tres horas después, Maggie se despertó llena de vitalidad. Alisa cogió a Maggie de la mano y le dijo: "Todo ha ido perfectamente. Dentro de diez días podrás volver para hacerte una prueba de embarazo, un paso esencial para determinar el éxito de la inseminación artificial."

Fuera del quirófano, el ayudante del decano vio a Maggie y sus ojos se iluminaron al instante al comprender la situación.

Sin embargo, el estado de ánimo de Maggie era pesado. Se había gastado todos los ahorros que le quedaban en la fecundación in vitro y cargaba con el peso de la deuda pendiente de su ex novio con la tarjeta de crédito para compras de lujo.

Maggie salió del hospital, paseando por las bulliciosas calles de la ciudad, cuando el pánico la invadió de repente. Al agachar la cabeza, descubrió que le faltaba la cartera, robada por un carterista ágil y escurridizo que había desaparecido entre la multitud.

El miedo y la desesperación corrían por las venas de Maggie mientras perseguía instintivamente al ladrón. El corazón le latía con fuerza en el pecho.

"¡Alto, ladrón!", gritó con determinación. Su cartera contenía todo el dinero que llevaba encima. Perderla significaba no poder permitirse ni siquiera un día de transporte y comida.

Los espectadores giraron la cabeza, curiosos por la conmoción, pero el ladrón había dado varios pasos y desaparecido en las laberínticas callejuelas.

Maggie persiguió a la fugaz figura, sorteando obstáculos y esforzándose al máximo. Su respiración se aceleró.

"¡Cuidado!", le gritó un transeúnte preocupado, pero ella no le hizo caso.

Lo único que importaba era atrapar al ladrón y recuperar sus pertenencias. Maggie dobló la esquina y vio al ladrón desaparecer por un estrecho callejón.

Aceleró el paso.

"¡Devuélvemelo!" La voz de Maggie temblaba, entrecortada por la ira y la desesperación.

El ladrón soltó una carcajada que reflejaba arrogancia en sus ojos. "Tendrás que atraparme a mí primero", se burló, y echó a correr de nuevo, con su risa resonando en el estrecho callejón.

De repente, el pie de Maggie chocó contra un adoquín irregular, casi haciéndola tropezar. Mientras luchaba por recuperar el equilibrio, se le encogió el corazón.

En ese momento crucial, un hombre parece surgir de la nada. Sus fuertes brazos la envolvieron rápidamente, impidiendo que cayera. Su contacto le produjo escalofríos.

Con sus rasgos llamativos y su carisma puro, su corazón se aceleró. Era el mismo hombre que la había salvado antes.

"¿Estás bien?" La profunda voz de Aldrich rezumaba preocupación, interrumpiendo sus pensamientos.

Mirando su rostro cautivador y apuesto, Maggie asintió involuntariamente. "¿Quién es usted? ¿Cómo has acabado aquí?"

La curiosidad y la gratitud llenaron el corazón de Maggie.

¿Quién era el hombre que había venido a rescatarla?

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.