Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capitulo 2

Ángela fue hacia la caverna, y allí ató a su caballo, en la valla frente a la terraza del bar. Al instante un joven que trabaja allí le puso agua y paja al caballo, que estaba hambriento.

Ella se sorprendió, y cuando fue hacia él a la entrada, junto a él estaban Raza, su jefe, y James. Al entender que fue obra de ellos, ella se rió con ironía, apoyando las manos en la cintura.

- Cuanto tiempo sin verte hija. - saludo Raza.

- Hola Raza, James. - saludo ella, girándose después a su prometido.

- ¿Has ido a ver a tu hermana? Las chicas han pasado y me lo han dicho. - dijo James, caminando hacia ella.

- Sí, ha mejorado un poco, pero aún no despierta. - informó ella.

- Bueno, todo a su tiempo. - consoló él con una sonrisa.

Eso hizo sonreír a Ángela. James estuvo frente a ella, entonces la abrazo por detrás de la cintura y la pegó mas a él, ella se sonrojo pero sonrió, viendo que él siempre hacia eso cuando estaban juntos. Raza decidió dejarlos solos y se llevó al joven camarero. Cuando estuvieron solos, James la cogió de la mano y la hizo caminar, yendo a la parte trasera de la caverna. Siempre iban allí para estar a solas con intimidad.

Cuando estuvieron allí solos, James la hizo apoyarse en la pared, con él enfrente con las manos apoyadas en cada lado de ella en la pared.

- Me alegra que estés aquí, estaba preocupado. - dijo él con sinceridad. - Todos deseábamos que salieras de casa, tomar el aire y divertirte.

- Necesitaba tiempo, aún no me hacia a la idea. - dijo ella con una pequeña sonrisa y la mirada baja.

- Debes estar aliviada de que tu hermana se salvará.

- Sí mucho, aunque desearía que despertará.

James vio la tristeza reflejada en el rostro de Ángela, a pesar que mostrar una sonrisa. Entonces, él cogió la barbilla de ella para que lo mirará fijamente, después con lentitud, se fue inclinando poco a poco, hasta que rozó los labios de ella con un beso, ambos cerraron los ojos y empezaron a besarse con dulzura, y después él la abrazo por la espalda y la nuca, enredando los dedos en la melena negra. Ella simplemente puso las manos en los costados de él, mientras el beso se hacia mas apasionado.

- Te quiero Ángela, desde niños que te amo. - confesó él, dejando de besarla un momento para después seguir.

- Lo se James, lo se. - aseguro ella en susurro.

Ambos estuvieron besándose durante un rato, sin que nadie los viera.

Ángela, a pesar de todo lo ocurrido, seguía amando a ese joven, que también la amaba. Jame dejo de besarla y bajo a su cuello, besándolo con deseo. Ella le dejo hacer, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, y cuando hizo eso, de repente, sintió algo extraño que la hizo sobresaltarse y hacer que James se apartará de ella.

- ¿Ángela? - llamó él confuso y parpadeando un par de veces.

Vio como Ángela se mostraba pálida y algo asustada, pero también confusa por ello. Ella no entendió esa reacción de peligro, y mas con James. Se tocó la frente y notó que estaba mojado por el sudor. Desde hacia algún tiempo que estaba así, como si algo malo estuviera pasando a su alrededor, e iba a peor.

- ¿Ángela, estas bien? - pregunto James preocupado.

Ella alzó el rostro confusa, y cuando vio la preocupación de James, intento parecer calmada y tranquila.

- Sí, estoy bien perdona. De repente he tenido dolor de cabeza y era insoportable, pero ya paso. - se excuso ella con naturalidad.

- ¿Seguro qué estas bien? - pregunto él acercándose a ella.

- Si si. - aseguro ella con los brazos estirados hacia él para detenerlo. - Lo siento pero, creo que me iré a casa a descansar, lo siento.

Con eso, ella se fue del callejón hacia su caballo, dejando plantado a James, que estaba confuso. Antes de que pudiera pararla, ella ya cabalgaba lejos.

James se resignó, dejando caer rendidos los brazos, y apoyó el hombro en la esquina del local, mirando hacia donde ella se alejo. Mientras, alguien se acercaba a él por detrás, y James se dio cuenta pero ni se giro. Los pasos cesaron, el sujeto estaba a un metro de James en las sombras.

- Espero que no vayas a abrir la boca hijo, sobretodo a ella. - dijo el sujeto a sus espaldas.

- Tarde o temprano ella se dará cuenta por si sola padre, deberíamos decirle la verdad. - aconsejo él sin girarse.

Entonces, por decir eso, Raza coge del cuello de la camisa a su hijo y lo empotra contra la pared con fuerza, sin dejar de cogerle de esa forma, lo mira fijamente, ambos se miraron cara a cara. James no se molesto en quitárselo de encima, solo puso las manos sobre cada brazo de él, mirando directo y serio, sin mostrar miedo.

- Pobre de ti que hagas eso. - advirtió Raza. - Te recuerdo que tu también estuviste en ello, te lo recuerdo.

- Pero fuiste tu quién insistió en hacerlo, diciendo que debíamos hacerlo para así conseguirlo. - corrigió James con enfado.

- Tu la amas James, y querías casarte con ella, por eso querías hacer lo que fuera para que cumplieras ese deseo, yo te ayude en eso, así que eres responsable también.

Ante eso James no dijo nada, y giro la mirada bajándola. Raza vio con eso de que había ganado el duelo, y lo soltó vacilante.

- Por fin escuchas, me alegro. Por tu bien y por el mío, deberás tener la boca cerrada, y cuando ustedes dos estén casados, podrás contárselo si quieres, entonces no podrá hacer nada.

Cuando acabo de hablar, Raza volvió por donde había venido, dejando solo a James, sin moverse del lugar durante un rato.

Él odiaba las maneras que tenía su padre de hacer las cosas, que nadie sabía. James nunca lo ayudo en esas ocasiones, pero aquella vez lo hizo, y ahora se arrepentía de ello, sobretodo por su amada Ángela. Entonces, él se derrumbo al suelo sin despegarse de la pared, y con las manos en la cara, ocultando su rostro lleno de lagrimas, sintiendo dolor y culpabilidad por Ángela sobretodo.

Sin que James se diera cuenta, estaba siendo observado por un hombre vestido de negro, sonriendo contento. Rato después, la figura de negro se alejo entre la gente yendo a un lado y a otro, sin parecer importarles quien era ese hombre de negro y pálido.

Faltaban pocas horas para el anochecer, y Ángela estaba en casa, encerrada en su habitación, inquieta e insegura. Cuando estuvo con James intimando, sintió peligro y miedo, y eso nunca le paso con él. También sintió otra cosa en ese momento, como si algo los observará, mejor dicho, que la observaban a ella fijamente.

Desde hacia tiempo sentía una presencia cerca de ella, acechándola y observándola. En ese momento, seguía sintiendo la presencia, e iba asustándola poco a poco, pero se mantenía firme a todo. Desde que volvió de la plaza, los criados querían animarla para que comiera algo, pero nada, y les preocupaba, ya que, solo había desayunado. Todos los criados estaban a lo suyo en silencio, hasta que, se oye a una de ellas corriendo por las escaleras al segundo piso, yendo a la habitación de su señora.

Está pica nerviosa y con prisa la puerta y la abre después de tener el permiso. Al ver a la criada jadeante y cansada por su carrera, Ángela se puso en pie y fue hacia ella.

- ¿Qué pasa porque tanta prisa? - pregunto ella preocupada por la criada.

- Señorita, es algo urgente, del hospital. - informó la criada sin aire. - Tiene que ir allí enseguida.

Al oír eso, Ángela sale corriendo de allí, pide a algún criado que atienda a la criada antes de irse a caballo hacia el hospital. Mientras iba hacia allá, iba pensando que quizás su hermana estaba despierta, deseaba que fuera eso, con todo su corazón. Gracias a que e caballo fue rápido, llegó en poco tiempo y sin hacer daño a nadie por el camino. Dentro del hospital fue recibida por una enfermera que la guió rápidamente hacia la habitación de su hermana, aunque no hiciera falta.

Corriendo llegaron a la habitación con rapidez, y dentro, Ángela vio al doctor de pie frente a la cama de su hermana, serio y con los brazos cruzados. Ella no entendió nada, el doctor estaba allí parado sin hacer nada, entonces giro la mirada hacia Ana, y vio que era atendida por dos enfermeras.

- ¿Doctor, qué esta pasando? ¿Qué le ocurre a mi hermana? - pregunto Ángela mirando al doctor exigiendo respuestas. Viendo que él no se giraba a ella ni le decía nada, ella molesta y nerviosa se puso frente a él. - ¡Dígame algo!

- Señorita Ángela por favor, cálmese. - pidió la enfermera que la acompaño.

- ¡No me diga que me calme en un momento así! - exclamó ella enfadada. - ¡Quiero saber que le pasa a mi hermana y por qué él esta aquí parado!

El doctor no dijo nada a pesar de las palabras de Ángela, y al verlo aún así, la enfureció tanto que lo cogió de las ropas y lo alzó un poco hecha una furia. La enfermera intento detenerla, pero para ella la chica morena era demasiado fuerte, y el doctor parecía no querer defenderse, eso las dejo confusas a las dos, pero Ángela seguía queriendo una explicación rápida.

- ¡Diga algo doctor! - exigió ella, empezando a llorar un poco. - ¡Por favor dígame que le pasa a mi hermana pequeña!

Entonces, él bajo la mirada con los ojos cerrados, y en ese momento las enfermeras dejaron de atender a Ana, y con la otra enfermera se retiraron de allí, dejando solos a Ángela y el doctor. Preocupada, Ángela dejo al doctor y rápidamente fue hacia su hermana dormida, viendo que físicamente estaba bien, por eso no entendía el aviso que le dieron.

- Ángela… debes saber algo, y también saber entenderlo. - dijo el doctor desde donde estaba.

- ¿Qué cosa? - pregunto ella, girando la cabeza sobre su hombro confusa. - ¿Qué le ocurre doctor? Por favor dígamelo.

Él no dijo nada, primero camino hacia ella, y entonces con cuidado se sentó con ella en el borde de la cama, a los pies de la paciente dormida. Al verlo tan serio, Ángela empezó a inquietarse, deseaba que no fuera nada terrible sobre su hermana.

- Tu hermana… ha empeorado. - dijo él con pesar.

Al oír eso, Ángela sintió con una corazonada fuerte y dolorosa, con si su corazón se hubiera parado en ese momento.

Los ojos los abrió como platos, se le irritaron pero ella no quiso parpadear aún, ya que deseaba ver en el doctor algún signo que dijera que estaba mintiendo o diciendo una broma pesada. El rostro del doctor no cambio, y ni siquiera quiso mirar a Ángela para no ver su rostro de confusión y sorpresa.

- ¿Qué esta… diciendo? - pregunto ella casi sin voz.

- Antes cuando viniste a verla, no había signos de que hubiera problemas… pero de repente, su estado de subconciencia ha dejado de mostrar signos de querer salir del coma, como si no deseará volver… físicamente esta curada, pero mentalmente a empeorado, y con eso es imposible que despierte. - explicó él sin mirarla, cerrando los ojos con pesar al final de la frase.

- No… esto no puede ser cierto… - negó ella, mostrando una sonrisa de burla. - Déjese de bromas doctor.

- No estoy bromeando Ángela. - aseguro él con seriedad.

- ¡Esta mintiendo! - exclamó ella con lagrimas en los ojos. - ¡Miente, ella no puede haber dejado de luchar!

Ante ese dolor y sufrimiento, el doctor la miró y vio como lloraba a brotes, dejando que las lagrimas deslizaran por su cuello y goteando por su barbilla y mandíbula. Entonces, ella frustrada dejo de mirarlo para girarse de nuevo a su hermana, y dolida la sujeto por los hombros y empezó a agitarla, como si así pudiera despertarla de su largo sueño.

- ¡Ana, por favor Ana, dime que no es verdad lo que él dice! ¡Tienes que estar luchando, debes luchar para así volver conmigo! - gritaba ella entre lagrimas. - ¡Por favor despierta, abre los ojos, ábrelos!

A pesar de los gritos y suplicas, la chica de pelo castaño oscuro no mostraba signos de reaccionar a su llamado, seguía estando dormida profundamente sin parecer querer despertar. Viendo que lo que dijo el doctor al final era cierto, dolida, se derrumbo sobre el pecho de su hermana con los brazos alrededor del cuello de ella, llorando en voz alta y con los hombros moviéndose por los sollozos.

El doctor quiso consolarla, pero sabia que sería imposible, por lo que, frustrado y apenado, se puso en pie y se retiro de allí cerrando la puerta tras de si. Al salir vio a las enfermeras esperarlo fuera, al parecer habían oído la conversación y los sollozos de Ángela. Con la mirada les dijo que la dejaran sola con su hermana, y ellas apenadas le hicieron caso y volvieron a sus tareas.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.