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Doncella inmortal 1

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Akeli_sam
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Sinopsis

El mundo está lleno de incertidumbre y la vida te da sorpresas que nunca hubiera imaginado porque quién me iba a decir que yo me convertiría en una vampira

RománticoHombre Lobo16+18+VampirosDominantePosesivoSEXOAmor-Odio

Capitulo 1

Año 1749. Transilvania, Rumania.

Era un día soleado a pesar de algunas nubes, en esa época del año hacia sol casi todos los días, y a los transilvanos les gustaba que hiciera sol. En esos tiempos, había mucha gente pobre y mucha gente rica, además de ladrones, asesinos, y sobretodo brujos. Los ricos vivían en el centro de Transilvania, y en esa época eran educados y formales, tanto hombres como mujeres, todos menos una.

En una de las familias mas conocidas y respetuosas del estado, había una chica joven de 18 años, de pelo negro largo hasta media espalda y liso, con ojos marrones. Su nombre era Ángela Valirius, y su familia era la mas antigua de Transilvania. Ahora, ella era la única de su familia con vida. Seis meses atrás, cuando volvió del extranjero, se entero de una trágica noticia, sus padres habían muerto por envenenamiento, y su hermana menor, Ana, estaba en coma en el hospital. Eso la destrozo completamente, tanto que dejo los estudios y todo, estaba siempre en casa encerrada en su cuarto.

A diferencia de las demás chicas de su edad y ricas, ella no se vestía como ellas, sino como los hombres, pero de forma mas femenina, camisa blanca con las mangas anchas, caquetá sin mangas de color rojo oscuro, medias de seda negras con botas negras. Ahora llevaba el pelo suelto. Pero también solía llevarlo recogido en varias ocasiones. A pesar de esas vestimentas, todos respetaban y simpatizaban con ella, sobretodo por lo que ocurrió con su familia.

Sus amigos y conocidos intentaban animarla para que saliera mas, pero el único que podía hacerla salir era un joven, su prometido, de nombre James. Ese día, Ángela estaba saliendo de su casa con su caballo preparado, cuando oyó que alguien la llamaba a sus espaldas. Ella se giro y vio que eran sus amigas que justo iban a verla. Mientras ellas corrían un poco con la falda cogida, Ángela ató su caballo negro a la puerta de hierro.

- Buenos tardes Ángela. - saludo la chica que estaba en medio, del vestido azul oscuro. - ¿Vas a salir?

- Buenos días chicas. -saludo ella. -Sí, voy a ir a ver a mi hermana pequeña al hospital. - contestó.

- OH, ¿Cómo se encuentra? - pregunto otra, vestida de color beiges.

- Sin cambios, pero creo que si voy visitándola ayuda en algo. - contestó ella.

- Me alegra esa forma de verlo. - dijo la del vestido azul. - ¿Luego querrás ir a la plaza con nosotras? - pregunto animada.

Ángela lo pensó un poco, bajando la mirada. La verdad es que no estaba de humor para pasear, pero no quería dejar plantadas a sus amigas otra vez, ellas se preocupaban por ella, por eso decidió ir.

- Quizás cuando vuelva del hospital pueda ir. - dijo ella con una pequeña sonrisa.

- ¿De verdad? ¡Bien! - se alegro la misma chica.

Con unas sonrisas simpáticas y alegres, las tres chicas se despidieron de ella y se marcharon por la dirección de donde habían venido. Cuando Ángela las perdió de vista por la esquina de la calle, cogió las riendas del caballo y se subió en el, entonces, cabalgó con calma hacia el hospital por la ciudad, que no estaba muy lejos.

Ángela confiaba que su hermana saldría del coma, a pesar de haber pasado ya seis meses. Su familia tenía un secreto, que solo los criados de la casa sabían, y ese secreto tenía que ver con ellas dos.

Desde nacimiento, Ángela y su hermana tenían un don, un poder cada una; Ángela poder mental, puede mover cualquier cosa con la mente y otras cosas, y su hermana Ana, podía leer el futuro, pero a causa de eso tuvo siempre el cuerpo débil.

Con el paso de los años, Ángela entendió que si seguía usando su don, podría acabar con ella, por eso decidió dejar de usarlo. Lamentablemente, Ana no tuvo tanta suerte, su don no podía dejarse, las visiones le veían sin avisar, por eso, misteriosamente, enfermaba o algo así, pero Ángela siempre la cuidaba.

Cuando su hermana fue envenenada como sus padres, Ángela quedo sorprendida al ver que ella no había muerto, pero también se alegro enormemente. Nadie sabía de ese secreto, solo lo supieron sus padres y algunos criados leales a la familia, ya que, ellas fueron cautas para que nadie lo supiera y les pasará algo malo.

Ángela finalmente llegó al hospital, ató a su caballo y cuando entró allí fue recibida por el médico encargado de su hermana.

- Bienvenida, Lady Valirius. - saludo el doctor.

- Buenas tarde doctor, ¿Cómo esta ella? ¿Ha mejorado? - pregunto ella impaciente pero educada.

- Sigue igual, pero poco a poco va cogiendo mas color, eso es que esta curándose del veneno. - informó el doctor mientras caminaban con calma hacia la habitación de su hermana.

- ¿Ha podido saber por qué sobrevivió al veneno? - pregunto ella algo inquieta.

- A mi también me sorprendió, lo investigue una y otra vez pero nada, viendo que ella se esta recuperando me hizo dejarlo de una vez.

Con eso Ángela quedo tranquila, deducía que ella se salvo gracias a que tenía un don sobrehumano o por otra cosa, y no por casualidad.

Enseguida llegaron a la habitación de Ana, donde se la veía tumbada completamente inmóvil boca arriba, tapada con mantas blancas y vestida con ropas blancas. Al acercarse, se pudo ver que Ana era muy parecida a su hermana Ángela, solo que ella tenía el pelo castaño oscuro y algo mas bronceada. Tenía las manos tumbadas sobre su vientre tapado por la manta, al estilo de los difuntos en un ataúd a simple vista, pero eso a Ángela no le importaba. Ángela fue con una sonrisa hacia su dormida hermana, y con lentitud se sentó al borde de la cama con la cintura girada un poco para estar de cara a ella, ignorando al doctor, que observaba todo con calma, dejando unos momentos para ambas.

- Hola hermanita, soy yo. - saludo ella, cogiendo de la mano a su hermana. - Me alegra verte con buena cara.

Y así estuvo un buen rato, el doctor decidió irse para dejarla sola. Ángela hacía lo que le dijo el doctor, hablarle hacia que quizás entendiera que estaba allí con ella, diciéndole que despertará, pero de momento no pasaba nada.

Durante seis meses Ángela fue día tras otro a verla y hablarle, para darle animo y despertará pronto, poco a poco Ana iba mostrando que mejoraba, pero Ángela deseaba que abriera los ojos y volviera con ella a casa. Le iba contando cosas, lo que hace, lo que hacen los demás, lo que pasa por la ciudad y cosas divertidas. Mientras hablaba, le iba tocando el pelo y la cara con ternura y tristeza, deseando que ocurriera algo bueno, pero nada pasaba, y eso la entristecía mas todavía.

Después de una hora y medía, Ángela decidió retirarse por ese día.

- Bueno hermanita, tengo que irme, las chicas esperan y ya las he dejado plantadas muchas veces, prometo volver mañana.

Después de decir eso, se inclino para besarle la frente con ternura y suavidad con los ojos cerrados. Estuvo así un rato, y de sus ojos salieron unas lagrimas de dolor y sufrimiento, después quito sus labios para apoyar la frente un momento.

- Disculpe Lady Valirius. - dijo una voz en la puerta de la habitación.

Ángela al oírla se giro sobresaltada, y vio que era la enfermera vigilante, asomándose por la puerta. Suspiró aliviada, con una mano sobre su pecho agitado, por su corazón acelerado por el susto.

- Las horas de visita ha terminado, debe irse por hoy. - le hizo recordar, después se marcho al instante.

- Claro… - dijo pero la enfermera ya se había marchado.

Entonces, Ángela se puso en pie, y puso bien la manta para taparla bien. La miró durante un momento con una sonrisa.

- Hasta mañana. - se despidió ella.

Con eso, Ángela se fue de allí por ese día. Cuando llegó a la salida se volvió a encontrar con el doctor, que revisaba unos informes médicos. El doctor la escuchó venir y giró la cabeza a ella, se saludaron y despidieron con una sonrisa. A esa hora ya solo había pacientes y médicos, sin visitas.

Ángela subió a su caballo negro y fue hacia la plaza donde estaban sus amigas. Frente al hospital había un camino que iba directo a la plaza, donde a esa hora estaba lleno de gente. En esa plaza había una caverna, que era propiedad del padre de James, llamado Raza, y también fue amigo de su padre, que le permitió el compromiso de su hijo con ella.

James y Ángela se conocían desde pequeños, se amaban desde entonces, por eso sus padres les permitieron el compromiso, pero ahora con lo ocurrido con su familia, dejaron que ella tomará su tiempo para estar preparada para casarse.