ANGEL CAIDO
Llegaron al estacionamiento de la universidad, Luggina miró a lo lejos al profesor.
"¡Joder! Ahí viene, como lo voy a mirar, si supiera lo que me hizo en sueños, el infeliz estaría muy contento"
— Pero que carajos estoy pensando.
Se cuestionó en voz alta.
— ¿La princesa ahora habla sola? Deja a ese hombre pasar muñequita. No le tomes importancia.
— No puedo Mig. Lo detesto. — Expresó con los dientes apretados.
Tomó su mochila, se despidió de su amigo, y caminó por los pasillos que la llevan al salón de clase.
En el salón de clases ya están sus amigos y hermano. Caminó a su lugar de sentarse y lo vió entrar.
Sus miradas se encontraron, el rostro de Luggina se tornó rojo como una cereza, se miraron por largo rato. El mundo se detuvo en esa mirada. Todo en aquel lugar desapareció. Solo existían ellos dos.
— Si supieras lo que me hiciste.
Sus pensamientos eran los mismos a la ves. Ella pensando lo que le hizo en sueños, y el lo que ella le hizo en su imaginación.
Sintieron sus cuerpos estremecerse mientras sus mirada se cruzaban.
— ¡Buenas días! Señores estudiantes. Saludó sin quitar la mirada de ella. Caminó al escritorio.
— Por favor señores, hoy revisaré los trabajos enviados.
El murmullo no se hizo esperar.
— ¿Por qué no nos avisó con tiempo, profesor? — Le contradijo Francesca.
— Si tienen todo al días no tienen por qué temer.
— Es que no todos trajimos esos apuntes Profesor. — Está vez fue Nicoleta.
— Bien señores, empiezo según el orden de lista.
El escándalo se hizo más fuerte.
Empezó a nombrar a lo estudiantes.
Le llegó el turno a Luggina.
— Señorita Luggina Antonella Pierre.
La miró, por fin sabía su nombre.
Lugg se levanta con su libreta electrónica en mano, caminó muy despacio y se acercó a él.-
Dejó la libreta en sus manos.
— Mis apuntes. Profesor. — Dijo en tono dudoso, se sentía descubierta. Eso era lo que ella creía.
Lucciano miró fijamente esos ojos y recordó por enésima vez el sueño que tuvo con su estudiante.
Luggina lo miró y nuevamente sus pensamientos eran ese sueño.
" Si supiera lo que me hizo en sueños" — Se dijo mentalmente mirándolo fijo a los ojos.
" Pervertido, te metiste en mis sueños y me hiciste lo que quisiste." — Luggina tenía el rostro teñido de rojo.
— ¿Le sucede algo? Señorita Pierre.
Luggina tragó el nudo formado en su garganta.
— ¡No! ¿Que tendría que pasarme?.
Su voz trató de ser la más fría, e indiferente.
Tomó la libreta de su mano y un sutil roce entre sus dedos les encendió una llama de deseo que ni el sabía lo que provocaba en ella y ella no sabía lo que le provocaba a él.
Entregó la libreta y volvió a su lugar.
Las horas pasaron con una tensión sexual entre ellos que nadie percibía más que ellos dos y sin saberlo.
La noche llegó, esa noche era la presentación de el Ángel del deseo.
Miró como siempre que todos durmieran al menos eso era lo que ella creía, sin darse cuenta de que cada vez que se escapaba su hermano Xander Dominick la espiaba.
Bajó por las escaleras de la terraza de su habitación, y llegó al lugar donde la esperaba Miguel Ángel.
Salieron de casa para ir a preparar la presentación que daría esa noche.
Muy lejos de imaginar que en el IMPERIAL CLUB, estaría el tormento de sus pensamientos.
Todo fue preparado según el orden de la noche, siempre era la última en dar su presentación.
— ¿Nerviosa, mi ángel caído? — Preguntó Miguel Ángel.
Pues la vio con un comportamiento que no era usual en ella.
— Nada Mig. No me pasa nada, nada.
Expresó muy pensativa y distante.
— Luggina Antonella. Si no te conociera te creería, pero te conozco desde que tienes diez años, desde que tu padre Alessandro me puso como tu custodio personal y a tu cuidado.
Técnicamente te he visto crecer y convertirte en la mujer que eres. Y algo está cruzando por esa cabeza y me lo vas a decir ya.
Indagó y persuadió para que luggina pudiera confiarle aquello que la inquietaba a él y poder ayudarla
— Miguel Ángel Larusso. Como dices que me conoces, deberías ver qué no me pasa nada. — Dijo pasándose las manos por sí misma. Señalando que no tenía nada físicamente.
— No me refiero a tu físico me refiero a esto que tienes aquí en la cabecita. — Le dijo poniendo su dedo en la cien.
— Mig. Me estoy volviendo loca. Ese hombre me está volviendo loca
Expresó caminando de un lado a otro.
— Dime, puedo ayudarte. Para eso estoy.
Lo miró fijamente, lo veía como su hermano mayor, ese que siempre estaba cuando lo necesitaba.
— Ya va, ya entendí, No me lo digas, ¿el profesor?
— Si Mig, si, es él, y se mete en mis Jodidos sueños.
¿Ves, entiendes ahora mi comportamiento?
Una enorme carcajada se escuchó en el camerino.
Miguel Ángel no pudo aguantarse.
— ¿Te estás burlando de mi?— Preguntó en tono serio Luggina y fulminando lo con la mirada.
— No mi pequeña, perdóname pero nunca me imaginé que me dijeras eso, no lo haría, solo que veo que es la primera vez que alguien te llama la atención. Y de que manera. Eso significa que mi peque si tiene corazón. Que esa fría y arrogante mujer es solo una fachada.
— Mig, no me llama la atención, es mucho mayor que Yo. Y nos odiamos.
— ¿Sabías que del odio al amor hay un abismo que lo puedes cruzar en un paso. Verdad?
— Mig, eso jamás, ¿Me oyes? Jamás.
Miguel Ángel Levantó las mano a modo de redención.
— Aquí estaré como siempre, mi hermanita. Cuando me necesites siempre estaré. ¿Sabes que te quiero verdad ?
— Gracias Mig, eso eres para mí, mi hermano, mi protector, mi confidente. Y también te quiero mucho.
Se unieron en un abrazo fraternal.
Era la hora de su presentación.
Subió al escenario detrás de los telones ya se escuchaba la algarabía y los aplausos al escuchar su nombre.
Arregló su peluca roja, combinada con la lencería, a juego su máscara de encaje de seda rojo y ascendió por donde empezaría, los telones se abrieron. El anfitrión la anunció.
Y CON USTEDES, EL ÁNGEL QUE DESCENDIÓ DEL CIELO.PARA CUMPLIR SUS MAS CAROS DESEOS.
EL ÁNGEL CAÍDO.
Suena la melodía con la que Luggina empieza a danzar en el aire, y es un espectáculo único, de los que solo ella sabe dar.
Miró al público y ahí estaba mirándola fijamente.
Luggina por un momento sintió su cuerpo estremecer por la mirada penetrante del hombre.
Siguió dando su espectáculo sin quitar la mirada del hombre frente a ella, la melodía invitaba a dar rienda suelta a la imaginación.
Era la última función terminó su presentación y fue directo al camerino.
Seguía con su cuerpo temblado como una hoja batida por el viento, respiró profundamente se miró al espejo y unos golpes en la puerta la sacaron de sus cavilaciones.
" ¿Que hace aquí será que siempre estará donde estoy yo.?" Pensó al recordar esa mirada penetrante.
— Ya voy, espérame un momento. — Responde creyendo que era Miguel Ángel quien tocaba.
Colocándose un camisón camina hacia la puerta y la sorpresa fue tan grande que le provocaba dar un salto atras, pero ahí está nuevamente.
" ¿Qué carajos hace aquí"
— ¡Hola! — Saludó Lucciano mirándola. "¿Será posible? ¿Será ella? ¡No no lo creo!" Sus pensamientos eran muy acertados pero no confirmado por esa sensual mujer.
" Je suis désolé mais je ne sers pas les clients, ce n'est pas mon travail"
— Lo siento pero no atiendo clientes, ese no es mi trabajo.
Le habló en francés y eso lo sacó de sus pensamientos.
"Je ne suis pas un client qui recherche ce genre de plaisirs."
— No soy un cliente que busca ese tipo de placeres.
"Alors, qu'est ce que tu fais ici?"
— Entonces ¿Que hace aquí?
Interrogó algo intrigada, asustada sin demostrárselo .
"Cela me semblait juste familier."
— Solo me pareció conocida.
Respondió, algo en el le decía que no estaba equivocado .
" El mismo tatuaje no puede ser coincidencia entre dos mujeres"
"Connu?"
— ¿Conocida?
" ¿Será que me descubrió ? ¡No! No lo creo."
"Ouais."
— ¡Si!
Respondió sin demostrar la confusión que tenía.
"Eh bien, tu as vu que je ne le suis pas, je ne te connais pas et tu ne me connais pas, alors je te remercie d'avoir quitté ma loge."
— Pues ya vio no lo soy, yo no lo conozco, ni usted a mi, así que le agradezco el favor de retirarse de mi camerino.
Lucciano salió del lugar, con una duda sembrada en su interior.
— ¿Acaso era esa pequeña bruja?
— ¡Joder! Pequeña niña mala, me estás jodiendo la vida.
Cierto los ojos y ahí estás, en .Is sueños,en mis pensamientos y en este lugar también te veo en una exótica bailarina.
Te estás metiendo en mi sistema, y eso no te lo voy a permitir.
Lucciano subió a su auto, y condujo din rumbo fijo, y muy metido en sus pensamientos.
Pensamientos que tenía nombre y apellido.
