Capítulo 5.
LA CUEVA DE JONATHAN.
KATHERINE
Escucho unos sonidos a lo lejos, trato de aclarar mi mente antes de abrir mis ojos, un dolor ataca mi cabeza.
—NO NO… OTRA VEZ DIOS, NO POR FAVOR —es lo único que puedo pensar.
Es increíble con qué facilidad recurrimos a nuestro creador cuando nos encontramos en situaciones que nos superan mil a uno, comienzo a recordar trozos de mi nueva vida, solo pudo susurrar ¡GRACIAS!
Sería terrible no recordar de nuevo, me llevo un gran susto.
Hasta el dolor de cabeza parece insignificante, parpadeo pausadamente, trato de acostumbrarme a la claridad.
Me encuentro en un lugar totalmente desconocido, toda la habitación tiene una fragancia varonil.
Oh oh ¡Amanecí en la cama de un hombre! separo el edredón y me encuentro en paños menores, continuo con mi ropa interior y una remera negra tamaño “hombre extremadamente grande”
Podría ser peor y despertar totalmente desnuda.
Un sonido proveniente de una habitación cercana llama mi atención, levanto mi cabeza y observo el ventanal que tengo frente a la cama, la vista es magnífica, la piscina y un poquito más lejos la playa
La vista desde la habitación, podría considerarse una de las maravillas del mundo.
Y mientras observo el panorama, el hombre que compartió conmigo la cama esta de espalda, desde aquí puedo apreciar su ancho y tonificado cuerpo, músculos por todos lados, pero sin llegar a lo tosco, cada parte de su cuerpo tallado a la perfección.
¡Un dios en la tierra! ¡O un demonio encarnado en un hombre!
Me deja sin aliento, maldigo el no recordar lo que sucedió ayer, comienzo a sentir descargas de energía recorriendo y devastando todo a su paso, es imposible no reaccionar ante esta maravilla, después de todo soy ¡humana!
Se ejercita sin darse cuenta que lo estoy observando, me fijo en las gotas de agua recorriendo los tatuajes de sus enormes brazos.
Es impresionante cuando se impulsa hacia arriba, sosteniendo su cuerpo con las manos, dejando sus rodillas dobladas en su pecho y flexionando las pantorrillas.
¡ESTE HOMBRE QUIERE EXTERMINAR A LA POBLACION FEMENINA DE LA ISLA!
Gira su rostro y su mirada se une con la mía, me regla una sonrisa de moja bragas
¡Fui pillada!
Llegar al infierno es poco, comparado con el calor de mi cuerpo.
Con la poca dignidad que me queda, aparto mi mirada y me concentro en levantarme, no tardó en darme cuenta al ver sus tatuajes, que es el mismo hombre que ayer estuve espiando en la playa y al ver su rostro solo llego a una conclusión.
¡Estoy en casa de Jonathan!
No puedo dejar de sentirme horrorizada al darme cuenta que se trata de Jonathan, mil preguntas se avecinan en mi mente, todas sin respuesta.
¿Qué hago aquí? ¿Tuve sexo? ¿Por qué estoy en su cama? ¿Qué hago ahora? Trágame tierra ¡Por favor que haya usado condón!
—Nos diste un susto de muerte—exclama Estefi al pasar la puerta, con un vaso y unas pastillas.
—Tómalo—me ordena.
No replico, conservo la calma y hago exactamente lo que me ordena, mi garganta parece aserrín pero mi mente se calma al estar ella aquí, lo cual quiere decir que no pasamos la noche solos.
¡O si! ¿Sería capaz de tomarme con su hermana aquí?
Estefi me observa pensativa, ¿Por qué no me dice lo que piensa? ella espera que yo pregunte, pero no sé cómo reaccionar si la respuesta es afirmativa, me armo de valor.
—Estefi ¿sabes que ha pasado? —me quedo sacada de onda cuando sonríe, se sienta en el borde de la cama.
Los minutos que tarda en hablarme se vuelven horas para mí.
—Jonathan me llamo ayer, te encontró en la playa, tuviste un desmayo por el agotamiento —esas no son las noticias que esperaba.
No sé qué fue peor, el que me trajera desmayada o el saber que no tuvimos nada, por lo menos pude comprobar que fue un caballero. Me observa con una sonrisa pícara como si escondiera un secreto.
—Me asuste cuando me llamo, estaba de camino a casa después de mi guardia —me observa como debatiendo si me dice o no lo que lo que piensa.
—Cuando llegue un médico ya te había atendido —se levanta de la cama.
Es más que evidente que se guarda sus pensamientos.
Mueve su cabeza negando y sonriendo, me voy tras ella, la remera me cubre hasta las rodillas.
—No es normal desmayarse de la nada —no quería demostrar que estoy preocupada, pero no puedo evitar que en mi voz se sienta el nerviosismo.
Ella gira y me observa con los ojos abiertos de par en par, al ver la remera que traigo puesta, pero no dice nada, y yo no quiero entrar en detalles, así que lo dejo pasar.
—Son pequeñas secuelas de tu coma y la presión que estas ejerciendo a tu mente para recordar, sumado que estas en una playa donde el calor es infernal, más el agotamiento, la falta de sueño y la mala alimentación son componentes perfecto de un coctel de estrés.—me lo dice enumerando con sus dedos.
¡Guau! todo eso, le sigo a la cocina, pasando por la sala, todo el lugar esta ordenado, con esa fragancia tan varonil que lo caracteriza, en el centro de la sala un televisor que se adueña de casi toda la pared.
El lugar es lindo, limpio, ordenado, es increíble que viva un hombre solo aquí ¿o tendrá alguna mujer? la vez pasada recuerdo haber escuchado una voz femenina.
Estefi se sirve un vaso de jugo natural.
—No estoy mal alimentada y lo sabes Estefi—contesto indignada
La noto rara, sé que algo le está pasando por esa cabecita que tiene, no es la misma Estefi que conozco, algo le preocupa lo puedo ver en su rostro, pero trata de ocultarlo con una bella sonrisa que no llega a sus ojos .
—Creo que deberías calmarte y tus recuerdos llegaran cuando menos los esperes, además necesitas un celular veré de conseguirte uno de mi operadora —no puedo dejar de mirarla.
—Estefi no hace falta que gaste ya has hecho mucho por mí —me siento culpable. Una cosa es aceptar dinero y que me preste ropa y otra muy distinta que me compre un celular.
—No se hable más del asunto, cuando tú puedas me lo devuelves y si te gusta la idea podemos verte un trabajo para distraerte y así no te sientas mal cada que te falta algo.
—Ok —contesto ella me sorprende con un abrazo. No sabe lo mucho que necesitaba el abrazo y que nunca ni en mil años podre pagarle todo lo que ella hace por mí.
Se separa y toma el jugo en 3 tragos, se dirige a la puerta, la miro con mis ojos desorbitados ¿me va dejar aquí? se gira para mírame, de la misma forma como lo hizo con anterioridad.
—Katherine entiendo que es muy extraño todo, ni siquiera puedo imaginar tener que pasar algo similar, pero no te preocupes te vamos a cuidar y los recuerdos vendrán cuando tengan que venir —suspira.
La noto cansada—hoy tengo doble turno y como el médico receto que no se te dejara sola por un tiempo Jonathan se ofreció a cuidarte —me quedo cuadripléjica antes la noticia.
Jonathan como enfermero ahí sí que me llevan directo al hospital pero por un ataque al corazón.
—Estefi creo que es un poco exagerado.—me agarro fuerte de sus manos como para que no le ocurra dejarme aquí sola —me lanza una sonrisa pícara para soltarse.
Se despide con un beso en la mejilla dejándome con las palabras atascadas en la boca.
Me quedo parada frente a la puerta ¡no lo puedo creer! es que el universo está conspirando en mi contra.
Pasan unos minutos hasta que escucho un sonido detrás mío, no hace falta saber quién es, después de todo ¡esta es su casa!
Reconsidero mi situación, es mejor enfrentar lo inevitable, intento sonreír pero lo único que sale es la sonrisa de forzada.
Lo observo, como siempre tomo una mala decisión.
Yo sola con un hombre casi desnudo, con quien compartí un beso, y una noche en su casa ¡claro! y sin contar que llevo su remera.
Debo concentrarme, él tiene miles de preguntas que contestar.
—Jonathan hay algo que quieras decirme —observo esos hermosos ojos, que parece sacados del mar.
Jonathan
Habiendo hecho mi rutina unas 5 veces, no puedo aun calmar esta calentura que se adueñaba de mi cuerpo cada que ella está cerca.
Ayer casi muero cuando la veo inconsciente, el doctor de la jefatura tiene su casa pegada a la mía con una llamada lo tuve en minutos, cuando me informo que no la habían drogado, me quite un peso de encima, pero lo peor estaba por llegar.
Tenía que aligerar su atuendo, aún recuerdo mis manos temblorosas en sus piernas sacándole el short, mi verdadera muerte llego cuando tuve que desabrochar uno a uno los botones de su blusa, pero mi verdadero infierno fue dejarle con el brasier. Hasta este hijo de puta tiene honor.
La observe un rato largo, como un idiota castigando a mi hulk cada vez más duro, le acaricie las piernas, nada depravado, o eso es lo que me repito una y otra vez.
¡Esta mujer me va matar!
Lo peor fue dejarla dormir en mi cama.
En mi cama solo yo duermo, mis invitadas tiene prohibido dormir en ella, y las privilegiadas saben que no pegaran un ojo.
Pero el maldito que no pudo pegar ojo anoche fui yo, su cercanía me volvía loco, solo con unas varias idas y vueltas en la piscina pude enfriar mi cuerpo.
Y ahora la señorita me exige respuestas, después de haberme hecho pasar la noche más larga de mi vida y el susto más grande en menos de 10 horas.
La salve de un depravado, la traje a mi casa y no la toque, si Sac se entera toda la jefatura se reiría de mi acto caballeroso ¡qué asco!
Y aquí parada, está la pequeña descarada exigiéndome respuestas, en lugar de estar ofreciéndome mamadas de agradecimiento.
Ella es hermosa, su cabello despeinado, sin una gota de maquillaje, con mi remera que desde este momento pasa a ser mi favorita cubriendo su hermoso cuerpo esbelto que ya tuve el placer de acariciar.
Sus hermosos ojos grises tiene el poder de incendiar mi cuerpo.
Katherine
No contesta mi pregunta, solo me recorre con la mirada de arriba abajo.
¡Será ordinario!
Evito suspirar cuando la toalla seca sus brazos y parte de su espalda.
Se sienta en el sofá secarse las piernas.
Los sillones son de cuero negro, la pared blanca, 6 sillones una mesas, enumero todo lo que hay en la sala, así evito pensamiento morbosos.
En los minutos que pasan, no recibo una palabra de él, ni una sola mirada, es el momento de cambiar mi táctica, si quiero respuestas.
Me siento frente a él, respiro varias veces antes de hablar.
—Jonathan necesito saber que paso por favor —mi voz es suave y pongo una carita de niña inocente, frunzo mis labios haciendo un puchero.
Me observa y su cara refleja sorpresa, comienza a reír a carcajadas no puedo contenerme y me uno a él.
Unos minutos después cambia totalmente la expresión y se vuelve completamente serio ¡pero este hombre acaso no sabe de puntos intermedio!
—Primero que nada tú eres Yanet — me estudia con la mirada.
Me muevo incómoda —soy Katherine y los sabes—replico.
—Ah ah ah— dice con burla.
—Kate porque será que cada que nos encontramos tengo que darte un informe de "tus actos"—lo dice con mayor énfasis Y continua.
— Casi lo olvido también eres espía, ahora que recuerdo escuchas conversaciones ajena —termina con una sonrisa descarada y en sus ojos una chispa de diversión.
Quiero matarlo, estoy rabiosa, nerviosa, mi cuerpo esta exaltado por su presencia, mi deseo por él hace que me odie.
¡El enciende las dinamitas de mi carácter!
Me levanto del sillón determinada a gritarle sus verdades, él está sentado y mi supuesta superioridad momentánea de altura me daba mayor coraje.
—En primer lugar mi nombre es Katherine no Kate en segundo lugar no estaba espiando o pusiste un cartel en la playa donde decía zona privada —lo sorprendo con mi ataque.
—No claro el sr cree que es dueño de toda la playa y los simples mortales tenemos que adivinar dónde va estar paseando con sus conquistas y eso sin contar que me despierto en tu casa sin ropa ¿qué esperas que crea o que piense ?—siento mi cara caliente de rabia.
Se levanta lentamente, dejando en claro que es mucho más grande y que de un solo golpe me puede aplastar, pero no me dejo intimidar alzo mi rostro para fulminarlo con la mirada.
Jonathan
Me quedo sorprendido con esta pequeña guerrera, se enfrenta a mi sin medir las consecuencias, me causa gracia y asombro pero por nada del mundo dejo ver mis verdaderos sentimientos, porque si lo hago ella ganara y eso conmigo jamás. Esto no se trata de respuestas se trata de establecer límites y demostrar quien lleva la voz de mando.
En este terreno soy el ganador, bajo mi rostro para quedar a su altura y dejarle bien en claro las cosas.
—Ayer te encontré en los brazos de un hombre que te aseguro no lo conoces, eso sin contar que estabas bastante ligerita de cascos —…
Y ahí sin que lo pudiera evitar su mano impacta en mi rostro, es tan inesperado el golpe que me hace girar, pero no por la fuerza, por que un niño pega más fuerte, es la rapidez y el factor sorpresa, lo que evito que atajara su mano.
Mi vena policía sale a flote, la agarro de los brazos zarandeándola con una mirada asesina le digo —JAMAS .JAMAS vuelvas a lastimarme porque no lo voy a permitir .soy un hombre que no pega a las mujeres, pero si me agredes te cobro y te aseguro que no te gustaran mis métodos.
Katherine
Me siento mal, no soy una persona agresiva, los que me conocen dirían que soy más de la rama pacifista y mi reacción estuvo fuera de lugar, el me saca de quicio. Mi instinto me dice que no debo dejarme llevar por la ira, claro que mi instinto se va al garete cuando estoy cerca de él.
Tengo que manejar mis deseos y dejar de verlo como un súper hombre.
Algo realmente fácil en este momento, lo veo muy enojado y la marca de mi mano no hace más que recordarme lo mal que actué, después de todo estoy en su casa y a su merced, no me queda otra cosa que disculparme.
Pero me cuesta bastante concentrarme al observar que su entre pierna esta erecto.
Intento soltar mis brazos —lo siento no sé qué me paso, tienes razón debería estar agradecida contigo y no actuar de la forma que lo hice —espero que después de mis palabras me libere de su agarre.
Ocurre lo contrario, me pega más a su cuerpo, alzo mi mirada para exigirle que me suelte.
Nunca salen las palabras, su boca se estrella contra la mía, me besa salvajemente, .Nada parecido al beso de la playa.
Reclama cada parte de mi boca, sus dedos recorren mi mejilla y se enredan en mis cabellos, desde allí comienza el descenso hasta llegar a mis manos y con una orden silenciosa hacer que le rodee el cuello, me dejo llevar enganchando mis piernas en su espalda, dejando mi pelvis unida a su enorme erección.
Me descontrolo y lo beso salvajemente cuando siento su erección taladrándome, buscando su propio alivio, lo único que impide que me haga suya es el bañador y mi ropa interior.
Mi único pensamiento coherente es
¡ESTEFI ERES MUJER MUERTA¡
