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Capítulo 2.

Conociendo a Jonathan.

Katherine

Unos golpes en la puerta me saca de mi ensoñación.

—Adelante —digo con una voz que no reconozco como la mía.

Observo entrar a un hombre bastante alto de ojos claros, cejas anchas y pestañas largas, una barba de 3 días estilo wollywoodian, que le dan un aire misterioso, con unos labios carnosos, en conjunto dan la apariencia perfecta y una figura imponente que da miedo..

¡Un ángel, con un cuerpo de diablo!

Y por su cara de fastidio se puede ver que hoy no ha tenido un buen día.

No se molesta en saludar, arrastra una silla dejando a su paso un sonido ensordecedor.

Me pregunto ¿Dónde están sus modales?

Se acerca a la cama y comienza a hacer preguntas sin darme tiempo a responder.

—Tu nombre es... Katherine —afirma. —¿sabes qué pasó? ¿Porque estaban ahí?, ¿Tu apellido? ¿Tu edad, estado civil? ¿Alguien a quien podamos contactar, algún familiar o el número de algún amigo? —dice sin respirar mirando su tablet.

No sé por dónde empezar a responder, tantas preguntas y tantos vacíos.

El levanta la mirada al no obtener respuesta y pregunta de mala manera.

—¿Sabes hablar?            

Me quedo sorprendida ante semejante desfachatez, entorno mis ojos, en mi mente lo insulto mil veces “majadero, idiota, arrogante, estúpido”

Es bueno saber que aún conservo la memoria de un extenso vocabulario para un majadero como este.

—Buenos días, hablo español, inglés y alemán, también conozco las normas de conductas y educación, las cuales seguro usted carece —el me observa sorprendido.

—Por educación debió haber entrado, saludado, alzado esa silla por consideración a los oídos y hacer las preguntas de forma pausada, ¿cómo voy a contestar? si no me da tiempo para hacerlo.

La mirada de él en minutos paso de arrepentimiento a fastidio.

 —Buenos días, soy el oficial Jonathan Duran, lamento mi comportamiento, empecemos de nuevo Srta.…... ¿Recuerda su apellido?

—No —intento no mirarlo a los ojos

—¿Recuerda lo que sucedió?  —su voz es suave y profunda.                                                          

—No —dirijo mi mirada a la ventana

—¿Sabe por qué esta aquí?—su voz suena más a una reprimenda.

—No—me siento como una niña que está siendo castigada.    

—¿Recuerda a algún familiar, algo que nos pueda ayudar a encontrar a su familia?—ahora habla con fastidio acompañado de un gruñido.

 —¡No!...antes que digas algo, no conocía mi nombre hasta hace unos instantes.    

— Bien empecemos Katherine —mirándola a los ojos.

—Ese es el nombre que tenías grabado en la pulsera, que estaba en tu muñeca derecha, en el momento del accidente—me habla pausadamente como si tuviera algún problema mental.

—Está siendo examinada, para encontrar huellas.

Deja escapar una exhalación.

—Según el informe policial el vehículo perdió la dirección, por las marcas en el asfalto iban a una velocidad no permitida, el vehículo salió del carril y cayó al barranco, una explosión posterior a la caída —en todo momento mueve sus manos mostrándome con gestos los hechos.

—Fue un milagro que fuera expulsada del vehículo, antes que este cayera, se presume que había una persona más con usted, pero son solo hipótesis ,es difícil  tener una conclusión, sin tener nada que lo respalde —su mirada es de pena.

—Lo que si sabemos con certeza, es que no es de la isla, quizás estaban de viaje o excursión, pero no hemos encontrado nada aun.

Jonathan

Es terrible tener que dar esta noticia a una chica, que cuenta con la fragilidad de una niña, se desarma cuando se percata de las lágrimas que surcan su níveo rostro.

Me siento extraño, es una sensación nueva para mí, ver a una mujer llorar de verdad, mi vasta experiencia está limitada a las mujeres que lloran como locas, con el único objetivo de pegarse a mi tonificado cuerpo.

Sus lágrimas se deslizan en silencio, no esperaba que ella diera saltos de alegría, pero admiraba su templanza ante semejante noticia.

Estiro mi mano, para tocar su brazo y poder dar un apretón como signo de consuelo, pero grande es mi sorpresa cuando mi cuerpo recibe una descarga de energía, dejándome en estado de shock.

Levanto la mirada para examinar a la diminuta mujer que hace reaccionar a mí cuerpo de esa manera, dejándome duro como una piedra.

Maldigo el momento en que deje olvidado mi campera en el auto, me sería tan útil para tapar a mi Hult despierto y así evitar este vergonzoso momento.

Observo con mayor atención a la mujer y solo veo una más del montón, nada que explique de cómo me siento.

Claro que para estar un mes en coma, con los ojos rojos de tanto llorar y su rostro hinchado por la medicación, no está nada mal.

—Lamento darte esta noticia, pero en vista que no sabemos nada, ni a quién llamar y como la investigación está en proceso, podríamos conseguirte una casa de acogida —a medida que hablo sostengo su mano temblorosa.

—Tu situación económica no te da otra opción, como para alquilar un hotel…. — la puerta se abre, interrumpiendo mi trabajo, la enfermera nos sonríe.  

                         

—¡Por fin despertaste! qué bonitos ojos tienes—dice observándola detenidamente.

Hasta reparar en mí —Hola Jonathan.

—Hola hermanita —contesto levantándome y abrasando a la recién llegada, siento un gran alivio al soltar la mano de esta mujer, por la inseguridad que me hace sentir.

—Estaba diciéndole a la Srta .Karen—digo señalando a la mujer.                 

— Katherine—me corrige de una manera muy agresiva.

—Katherine perdón —corrijo con una sonrisa.

¿Por qué se enoja? Jamás me acuerdo de un nombre y menos si la susodicha ni siquiera me ha dado una mamada.

—Tenemos que verle una casa de acogida, hasta que podamos descifrar quien es, o encontrar algo que nos ayude a recuperar sus recuerdos. —lo digo dirigiéndome a la enfermera.

                                  

—Tengo lugar de sobra en casa y puede quedarse conmigo —dice Estefani observando a Katherine con una mirada protectora en sus ojos.

Me estremezco solo de pensar en que mi hermana lleve a una desconocida a su casa, ¿Dónde está el sentido común de ella? no puedo creer y en mi mente solo tengo mil maneras de cortar su hermosa cabeza.

                                

—ESTEFI —la arrastro fuera de la habitación, con mi rostro enfurecido.

—Quiero hablar contigo ¡ahora!—no puedo esconder mi enojo.

Al salir al pasillo trato de calmarme, para intercambiar algunas palabras con mi descarrilada hermana.

Pero demonios no lo consigo.

—¡Que mierda te pasa! Estefi, no la conoces como puedes invitarla a tú casa, mil cosas se me ocurren que podría ser, como asesina, ladrona, distribuidora, no sabemos nada de ella—le enumero con los nervios a flor de piel.

—Y tú vas y le invitas a quedarse contigo, de verdad ¡estás loca!—le grito exasperado.

Ella me observa y seguro se pregunta cuando me volví tan sínico y paranoico. Pero si hay a alguien a quien culpar es a mi profesión.

Me jala del brazo, alejándome de la puerta.

Me fijo que estamos siendo la comidilla del hospital.

—Cálmate no es una asesina es una sobreviviente, de milagro se salvó de no morir, no voy a dejarla a su suerte, acaso no te fijaste, parece una niña perdida y sola, esta sin familia sin hogar, muy parecido a lo que me tocó vivir.

—No es lo mismo Estefi —digo abrazando a mi hermana  — no es lo mismo…….. Lo sabes, no sabemos nada de ella y ni ella sabe quién es. 

Pero en vano son mis argumentos, conozco a mi hermana y en sus ojos veo su determinación.

—Estefany por favor prométeme que te cuidarás, que me llamarás si ves algo que está mal, dejaras que los guardias estén cerca y si sales iras en el auto y no bloquearas el GPS, como lo andas haciendo, recuerda él aún te está buscando, ojalá nunca te encuentre, pero si lo hace tenemos que estar preparados. Voy a confiar en tu intuición con respecto a ella, pero debemos tener cuidado no sabemos si fue un accidente o un intento de homicidio —le digo mientras beso su frente.

Ella se separa con una sonrisa en sus labios — Gracias hermanito verás que no tienes de que preocuparte, ella será una hermana para mí, no olvides que la medio bruja en esta familia soy yo.

Coloco mis brazos en jarras y niego con la cabeza, suplicó al cielo que ella tenga razón y no tener que lamentar esta decisión

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