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Sinopsis

Guzmán es un joven que tiene sus propias convicciones y prejuicios sobre el mundo LGBT, pero termina descubriendo que todos sus prejuicios no son más que una máscara barata de lo que realmente es. Guzmán se enamora de su compañero de trabajo y empeora cuando camina por la delgada línea entre asumir el romance o asumir prejuicios y tener el trabajo que tanto ama y amenazado con perder. En esta confusión, Guzmán decide escribir cartas a su difunta madre, de la que nunca logró despedirse.

DulceRománticoAventuraDramaUna noche de pasión18+Chico BuenoChico Malo

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Tenía una vida perfectamente estable antes de que llegara Maicol. Es un nombre bastante bonito, y tiene un significado bonito, pero en mi caso su llegada fue una tremenda desgracia. ¿O fui yo quien llegó a su vida? No sé.

En primer lugar, Maicol, o mejor dicho Nael, como le apodaban cariñosamente, es nada más y nada menos que el empleado marica del cuerpo de bomberos de Santa Lucía.

No, no escatimaré palabras para retratarlo: Maricón, marica, amasador de salchichas, chupatroncos, glotón culito, maricón, botonazo, botoncito abierto, marica, chupa tragadera... Por último, apodos derivados que pongo , y ciertamente no me arrepiento, ni me arrepiento... Cada vez que lo miro ahora, me pregunto qué tipo de brujería usó para hacerme sentir atraída por él. Oh, ese es el equipo al que le temen los hombres, lo quería lejos, si iba al baño tenía un poco de miedo de encontrarlo allí, y cuando me miraba tenía miedo de mirar hacia atrás. Provocaba tal inseguridad e inestabilidad que todo en él me irritaba, sus modales, su ropa ajustada, su trasero respingón dentro de su pantalón de vestir gris cuando llegaba. Sus risitas, su cabello castaño desordenado, su barba incipiente, sus brillantes ojos marrones. Maicol era un gran marica de mierda. Me encantaba burlarme de él... Pero no puedo empezar esta historia al revés, primero vamos al punto de partida.

Y empieza dentro de un consultorio, debo decir que mi terapeuta no es mi terapeuta, sino mi tía, la única que aún me tenía paciencia.

-Guzmán, no eres mi paciente-, dijo.

-Por favor, Tia-, dije, sentándome.

Ella respiró hondo.

— Maldito el día que tu madre te trajo al mundo, lo peor es que te cuidó muy bien pero me dejó con la gran bucha porque aunque ya tienes casi treinta soy casi tu niñera.

-Sabes, mi vida está tan desordenada-, comencé con desdén.

-Me imagino que estás tomando el lugar de mis pacientes-. — murmuró, arreglándose el cabello

— Y luego ya no sé ni a dónde ir — Hice una pausa — ¿Soy ninfómana o loca?

-Por descargar tus frustraciones en el sexo, o convertirte en bombero después de que tu madre muriera en un incendio.

Por eso me gusta ella. Doña Dalva es el tipo de mujer que habla en la lata. Agarró un cuaderno que estaba en su cajón y un bolígrafo y se acercó a mí.

— No sé por qué me pides ayuda, apenas sigues mis consejos como tía... Imagínate el de una profesional.

— Pero eres psicóloga

— Pero no tu psicóloga Guzmán, y mi próximo paciente ya está en la puerta. Toma… —le tendió la libreta y el bolígrafo —Trata de anotar todo lo que sientes, si no te gustan los diarios escríbelo como si fuera una carta, a tu madre oa quien sea.

Tomé el cuaderno y la pluma pensativamente.

-Te amo, aunque te cueste decir que me amas o que amas cualquier otra cosa. dijo y me levanté.

No era lo que yo quería, pero no quería robarle más tiempo.

- Gracias tia.

Ella sonrió y pasó su mano por mi barba.

— Ahora vete…

Salí de la oficina, salí del edificio y me senté en una banca de concreto afuera, el sol estaba un poco abrasador, miré el cuaderno pensativo, lo abrí y taché.

-Querida Dina, ojalá estuvieras aquí, no sé ni qué escribir en esta mierda, no sé ni por dónde empezar, lo intentaré desde el principio... hoy es junio y hace unos meses. todo ha cambiado y me ha hecho dudar de quién soy, besé a un hombre, a otro hombre y me está matando...-

Miré el reloj en mi muñeca. Llegué tarde, no tuve tiempo ni para un café, me despedí de Anna y corrí al trabajo. Literalmente corrí, sin ni siquiera cambiar de recto, sin coche, un coche sería peor, el tráfico es intenso en las calles del centro de Santa Lusia por la mañana. No trabajé tan lejos y no conduje más después de mudarme al centro, a dos cuadras de mi lugar de trabajo.

Después de ir al vestuario, donde me arreglé el conjunto rojiblanco y el pantalón negro, además de atarme las botas. Entré a la cafetería y ya estaban todos, pero en mi mesa de desayuno, el lugar donde siempre me sentaba, había un joven ocupándolo. Me quedé desconcertado, volví a mirar al extraño, vacilé y me acerqué a Christina, apoyándome en el mostrador.

-¡Beee! - Ella exclamo

- ¿Quién es el tonto en mi mesa?

- Ah, ahora tenemos un nuevo integrante, todo indica que está en B

- Mierda, ¿mi nuevo equipo?

- Oh, tuviste mucha suerte. Carol es tu líder, te llevarás bien sin preocuparte.

- ¿Grave? Mierda, me gustaba mi equipo... pero espera, ¿es Carol da Noite? ¿El caliente?

-Vete a la mierda, a ella no le gustan los hombres-, murmuró.

Arrugué la nariz.

- Es que aún no lo he rastreado - dijo ella, rodando los ojos - ¿Tú también estás en otro equipo?

-A- respondió

- Mierda, al menos Carol es bonita... es bueno trabajar mirando cosas bonitas como tú. - Hablé

- Cualquiera que sea la fruta que te guste, apesta hasta la médula.

- Mierda, ¿este departamento de bomberos se convirtió en qué gallina? - le dije dándome la vuelta y saliendo del mostrador después de robarle su manzana - Te debo una manzana. No comí nada hoy.

- Y voy a cobrar.

Pueden apostar que sí, salí de la habitación, no había nada que hacer, el cuerpo de bomberos de Arco & Fogo estaba en mantenimiento, cambio de equipos, equipo nuevo, aire fresco. Espero que este sea el último cambio de este año, fueron muchos, sufríamos cierta inestabilidad. Cada semana había nuevos empleados para completar el equipo, por eso se abrió un nuevo sector en la mañana, antes no había un nuevo turno, solo tarde y noche y ahora un turno de mañana del cual yo formaba parte.

Estuvo apretado, incluso en el último minuto cuando todos ya estaban saliendo de la cafetería fui al baño.

Todos los miembros del equipo B estaban dentro de una habitación, y yo era el único que faltaba, cuando llegué tarde noté que la capitana Carol estaba explicando algo importante.

Eran tres equipos, cada uno coordinado por un capitán, estos equipos tenían tareas divididas para atender cada zona de la ciudad.

- Sargento Guzmán, bienvenido, esta es su nueva familia - dijo y yo le di una leve sonrisa entrando a la sala sumamente avergonzado por mi retraso - Puede sentarse...

-Bien-, dije débilmente y en voz baja.

- Entonces como te decía, aunque estemos divididos en equipos, esta división es solo para tareas, no quiere decir que no podamos atender llamadas del otro lado de la ciudad, sino que debemos darle prioridad al otro equipo primero, de lo contrario podemos integrar cualquier equipo por aquí. Todos somos socios, espero que lo hayas entendido muy bien.

Hubo un silencio, recogió una hoja con la división de tareas.

- Guzmán, te quedarás con el vehículo - hizo una pausa - Y tus nuevos compañeros en el campo serán Bruno, Caio y el nuevo paramédico Maicol, además de las personas que estaban allí antes.

Ahí estaba, la gran broma de Arco & Fogo, Maicol, comenzando con el nombre que tenía un apodo llamado Nael que luego se convirtió en un juego de palabras para Anal, entre los otros hombres y yo. Maicol se convirtió en nuestro hazmerreír, lo odiaba, ya los otros chicos tampoco les gustaba. En el fondo le agradecimos a Dios que fuera un maricón, si fuera hetero sería un gran competidor. El tipo era guapo, pero un maricón. Oh, claro, me hice amigo de los chicos rápidos, y las bromas mejoraron cada vez más, a veces Maicol nos miraba, sabía que en el fondo era una broma. No era ruidoso, no, era muy introvertido, callado y tímido. Una víctima perfecta, sus miradas enamoradas no sacudieron la burla.

Debe haber tenido miedo de nosotros, y de mí, fue genial que al menos se mantuviera alejado. Casi nunca me preguntaba o aclaraba dudas sobre cosas relacionadas con el trabajo. Para mí fue genial después de todo, cuanto menos contacto mejor. Las otras chicas eran imparciales, a veces estaban con nosotros los hombres mientras esperábamos una llamada y a veces con el maricón de Nael que nunca estuvo cerca a pesar de que estaba en el equipo, después de todo cuando estaban cerca no hacíamos bromas, las mujeres en cuestión eran del tipo que defendía a gente como Nael, y por supuesto, era amigo o besaba el culo de la capitana Carol.

Carol a veces estaba atenta, pensando si nuestra risa era por Nael, pero siempre fingíamos que no entendíamos, o lo disimulamos bien, pero cuando nadie nos veía, cuando estaban ausentes u ocupados, cuando solo Nael estaba cerca, reíamos, mirándolo fijamente, entre susurros y otros como chicos de cuarto grado. Gemíamos a veces burlándonos de su rostro mientras pasaba junto a nosotros. Pero él no parecía estar conmocionado, y pronto se volvió más sutil, perdiendo la diversión y la incomodidad se estaba apoderando de mí, porque quería ver a Nael ponerse nervioso. Quería que me diera razones para que yo tuviera razones para al menos atacarlo verbalmente.