Capítulo 4
-¿Por qué estás aquí?- —le preguntó bruscamente a la muchacha.
Ella la miró y estaba a punto de comenzar a hablar, responder de la misma manera, como solía hacer cuando la gente la molestaba, pero Alec se le adelantó.
-Yo fui quien le dijo que podía venir-. respondió mirando a su madre.
Estaba Alec defendiéndola?
Oliva no estaba segura de si esto era normal, según entendía, Alec no era muy amigable ni extrovertido.
Al contrario, era más bien introvertido y gruñón, acostumbrado a seguir las reglas, aunque eso significara reprimir sus emociones y lo que sentía.
-Alexander, sabes que primero miras la herida, formulas la hipótesis del motivo de la muerte y el tipo de demonio. Sólo después de estos procedimientos se te puede ver visitando a los difuntos-. la mujer lo regañó.
-Lo sé. - continuó Alec. - Pero mírala. Está claro que necesita estar con su madre.-
Se sintió observada y, apartando los ojos de su difunta madre, vio a Alec señalándola, hablando con Maryse.
Jace, por su parte, aún no había abierto la boca.
Maryse resopló molesta, pero cedió ante la insistencia de su hijo y los ojos suplicantes de Oliva.
-No más de quince minutos.- ella cedió y luego caminó rígida y autoritariamente hacia la puerta.
Salió de la morgue y en ese momento Oliva se desplomó.
Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, sus pequeños hombros se hundieron y los sollozos la sacudieron.
-Mamá. - susurró. Extendió la mano y colocó su mano en su frente, moviendo su cabello. Sintió su piel fría - Mamá...-
Movió la mano y se sintió temblar.
Se cruzó de brazos para intentar calentarse, pero fue en vano.
De repente sintió un brazo rodear sus delgados hombros.
-¿Tienes frío?- Jace le preguntó.
Sin esperar una respuesta de la chica, que dudaba que llegara dadas las circunstancias, Jace se quitó la chaqueta de cuero y se la dejó a ella.
Oliva ni siquiera pudo negarse y decirle que no se molestara, no tenía fuerzas.
-Gracias.- susurró entre sollozos, luego se lo puso, revelando que era muy grande.
Jace asintió hacia Alec.
-Te dejaremos en paz si lo deseas-. propuso el rubio.
Oliva no respondió, no podía, lloraba en silencio y temblaba y sollozaba.
-Vete tú, Jace. Yo me quedaré con ella-. él decidió.
Jace asintió y le dio una palmada en el hombro, luego miró por última vez a Oliva y se dirigió hacia la salida.
Alec se acercó a la niña, quien no podía dejar de llorar.
Había experimentado lo que significaba perder a un familiar tan cercano y le había tomado mucho tiempo recuperarse.
Podía imaginar el dolor y el corazón roto que había dentro de Oliva, quien, doblada en dos con la cabeza junto a la cabeza de su madre, ni siquiera había sentido la presencia de Alec a su lado.
Él puso una mano sobre su hombro.
-Está bien. - le dijo, sintiéndose inmediatamente tan estúpido - Estoy aquí.-
Oliva se sacudió, se levantó y se apoyó contra el pecho de Alec, quien no pudo hacer nada más que pasarle el brazo por los hombros.
Miró al vacío, inmóvil, como si estuviera en un aprieto fatal, tratando de no recordar lo que había sentido cuando Max murió.
Sentía la camisa mojada en el pecho y no necesitaba ver el rostro de Oliva para saber que ella todavía estaba llorando y que las de su camisa descolorida eran lágrimas .
Las pequeñas manos de la niña estaban en la espalda de Alec, abrazándolo como si sólo el contacto físico pudiera deshacer lo que le había sucedido a su madre.
Estuvieron así durante unos buenos cinco minutos, Alec quería darle tiempo a la joven para desahogarse, todo lo que necesitaba.
Fue ella quien de repente se alejó, como si de pronto se hubiera dado cuenta de que estaba siendo abrazada por un -casi- completo desconocido.
Rápidamente se secó los ojos con el dorso de las manos, luego miró fijamente a Alec, buscando una manera de disculparse por su momento de debilidad, pero el chico parecía molesto y casi arrepentido por la interrupción del contacto, a diferencia de lo que Oliva había pensado.
Se había preparado para una cara de sorpresa e indescifrable por tal cercanía con otro ser humano que no era su hermana.
Y en cambio Alec tenía un rostro casi herido.
Pero tal vez fue sólo una impresión, porque recuperó la compostura demasiado rápido.
-Disculpe.- Oliva logró decir con voz ahogada, luego caminó hacia la puerta de la morgue, sin mirar a Alec otra vez.
Ya estaba bastante avergonzado.
Cuando salió, vio a Maryse Lightwood caminando de un lado a otro con las manos entrelazadas detrás de la espalda.
Al verla se detuvo.
-¿Finalizado?- -le preguntó, sin prestar atención ni tacto alguno a esos ojos rojos que habían derramado varias lágrimas.
Oliva pensó que no lo hacía por malicia, sino porque tenía que mostrarse autoritaria ante los cazadores de sombras del Instituto, incluso a costa de herirlos internamente.
Él solo asintió y Maryse abrió la boca para volver a hablar, pero vio a su hijo salir de la morgue, así que la cerró sin decir nada.
-Libre para estudiar el cuerpo-. Dijo Alec, gesticulando dramáticamente, solo recibiendo una mirada furiosa de su madre, quien entró con un par de otros adultos que Oliva no conocía, y cerró la puerta detrás de ellos.
Oliva suspiró y, sin esperar las palabras de Alec, que seguramente estaban a punto de salir de su boca, caminó hacia el corazón del Instituto.
Alec no tuvo más remedio que suspirar con resignación y seguirla.
Al llegar al gran salón, encontró a Isabelle decidida a mirar videos en las cámaras de video.
Al ver a Oliva en camisón en medio de la habitación, Isabelle se levantó de su silla giratoria y corrió hacia ella.
-¡Por el Ángel! - exclamó - ¿Qué haces aquí vestida así?-
Él la miró desconcertado, como si acabara de cometer un pecado capital, a pesar de que la chaqueta de cuero de Jace todavía estaba sobre sus hombros.
Corriendo, Alec también llegó junto a Oliva y su hermana, viniendo de la misma dirección de donde había venido Oliva.
-¿Y ustedes? ¿Estaban juntos? - Preguntó Isabelle aún más incrédula, sin siquiera un poco de compostura - ¿Pero por qué...?-
-Izzy, ahora no es el momento.- Amonestó Alec, tratando de calmar la curiosidad de su hermana.
-Mira Alec, tengo derecho a saber por qué nuestro recién llegado anda por el Instituto en un camisón blanco como un trapo. - se volvió hacia Oliva - Si estás sonámbulo, dilo inmediatamente, nos encargaremos de ello. -.
Alec le dio un codazo.
-¡ Izzy! -, siseó de nuevo.
-¿Qué sucede contigo?- preguntó cada vez más estridentemente, incapaz de mantener la calma.
-Es para su madre. - Cedió Alec, exasperado - La llevaron al Instituto. Y acaba de estar con ella.-
Isabelle se quedó sin aliento. Se dio cuenta de que había ido demasiado lejos con esas preguntas.
Puso una mano sobre el hombro de Oliva.
-Perdóname, Sha. Realmente no sabía sobre la transferencia del cuerpo, no me dijeron. Si lo hubiera sabido, habría tenido más tacto. Lamento tu pérdida-. dijo seriamente.
Oliva se obligó a sonreír.
-No te preocupes, no te culparé si no lo sabes. Gracias, pero lo siento, necesito estar solo ahora-.
Y entonces le dio una especie de sonrisa también a Alec, luego subió las escaleras para regresar a la habitación, segura de que los dos Lightwood la estaban mirando.
-Realmente no lo sabía, Alec, no estuve despierto en toda la noche, a pesar de los asesinatos.
Probablemente trajeron aquí a la madre de Oliva mientras yo estaba tomando una siesta-. él explicó.
-Llamé a Oliva tan pronto como llegó el cuerpo de su madre. Ella me lo había pedido, así que llamé a su puerta y fuimos a la morgue. Cuando nos fuimos, mi madre entró
con otros superiores para estudiar sus heridas y las causas de su muerte. muerte.- Alec le dijo a su hermana, mientras esta última se sentaba en la silla giratoria para ver los videos del último muerto.
-Pero... ¡¿por qué no me lo dijiste antes?! - dijo entonces Isabelle - ¡Hubiera evitado quedar como una idiota!-
Alec cerró los ojos para mantener la paciencia, que su hermana extrañamente estaba usando con él.
-Si me hubiera callado y no hubiera interrumpido ni despotricado, habríamos abordado el tema con más tacto-. comentó el niño, luego se despidió de su hermana y subió las escaleras, con la intención de ir al dormitorio a dormir.
Abrió la puerta del dormitorio pero, por desgracia, antes de que pudiera entrar, Clary salió de la suya.
Ella le sonrió y se paró frente a él.
-¿Alguna noticia sobre los asesinatos?-
-No lo sé, pregúntale a Izzy quién se encarga de eso, para la próxima vez... - miró el reloj de pared de su habitación - ahora, no me molestes, por favor. Necesito descansar. Y. ..
Creo que -Es mejor dejarle un poco de paz también a Oliva. - añadió - Ella acaba de visitar a su madre. Está en un estado terrible-.
Clary asintió.
-Entiendo. Nos vemos luego.-
La chica se dirigió hacia las escaleras y Alec no pudo hacer nada más que cerrar la puerta detrás de él.
Se dejó caer en la cama, puso la alarma una hora más tarde y sin siquiera poder pensar en nada más se quedó dormido.
