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2

ñAl despertar todos mis músculos duelen, siento que la espalda me cruje, cada parte de mí está lacerada. Solo deseo salir de aquí, pero sigo siendo una cautiva. El dolor se extiende cruelmente mientras intento estirar mis extremidades todo lo que puedo. Me muevo a duras penas sobre la colcha. Jamás pensé en estar en una situación similar, miedo, siento mucho pavor de estar encerrada, en un momento en el que siento asfixian y terror absorbente. Que alguien me explique cómo se puede encontrar la paz de esta manera, esa que a toda costa busco, no importa cuánto me esfuerce, simplemente es algo imposible de conseguir, por todos los medios intento encontrarla y me deshace una fibrosa capa de pavor, todo es terrible, el panorama no se ve bien, aún así en el fondo de mi alma adolorida, quiero creer que existe un medio de salvación.

No se le desea esto a nadie, de verdad que no, porque esto parece estar agarrando tu cuello y apretando con demasiada fuerza, a tal punto de volverte una gelatina. No sabes que te depara el destino, y todo es más misterioso a sabiendas del mundo en el que te envuelves. O sea, mi marido es un mafioso. Esto no puede ser peor, de verdad que no, no podría ser más terrible que esto, así no se puede seguir viviendo, respirar es un acto difícil encontrar la forma de llevar aire a tus pulmones, una actividad de otro mundo. El perdido el conteo de los minutos, las horas pasan lentas, en mi opinión, no lo sé. Quizá esté equivocada, pero esto es terrible para mí, para cualquiera en una situación similar a la mía. No sé pero qué razón creo que hoy no es mi día, creo que no saldré ilesa de todo esto, aunque quiero creer que no es así, que en realidad si voy a salvarme y solo tengo que ser muy positiva, tener la plena confianza de que a toda oscuridad le llega su luz incluso con la tormenta siempre al pie. ¡Dios! Todo me parece una película de terror, de esas que no disfrutas de ver, pero hay un punto en el que sí lo haces, ya no te parece muy aterradora, sea como sea, esto es peor a eso, no es un cinta de horror. Va más allá y no sé si pueda soportarlo, la verdad me parece demasiado díficil poder seguir con vida estando tan al pendiente de eso.

Lloro, lo hago con todas mis fuerzas de una forma inconmensurable, de esa manera que cuando un ser lo comprende, es por la única razón de que lo ha vivido en carne propia, y sus lágrimas no son un líquido cristalino salado, sino sangre. Así yo lo experimento, así de fuerte e intenso es el dolor terrible. Me parte en dos, finalmente termina siendo el inicio de un destrozo en mi alma, todo se ve mal, nada bien. No parece que voy a salir viva de esta situación. Puede que debería de ser más positiva, sí, pero es sencillo decirlo, ahora, no importa cuántas veces lo repita en mi mente, el sabor de la derrota reina sobre todo y me envía al túnel del desconsuelo.

Mis sollozos cada vez se hacen más fuertes, el dolor me acribilla todas las capas de mi piel e invade la fosa de mi alma que está pérdida, lloro y lloro sin parar, con una fuerza que termina siendo de doble filo, porque me debilita. Derramar lágrimas no hace fuerte a nadie, incluso siendo una vía para el drenaje de todo eso que sientes y quieres expresar de alguna manera.

Es complicado detenerse y suspirar hondo. Es que en cada suspiro hay dolor, solo respiro la desesperante desazón que acorrala a un ser marchita. Me siento como esa flor calidad que deja de estar en el interior de una casa y es expuesta al más crudo de los inviernos, ese que te seca la piel y puede llegar a matarte, sí, soy una gota más del mar lanzada al suelo seco dejan terreno árido. Aunque parezca solo metáfora, el sabor, la forma en la que sientes todo eso, parece más una realidad, que solo un ejemplo. Realmente esto es malo, patético y por desgracia no hay nada que yo pueda hacer, solo apegarme a la espera, y a esa idea que me promete estar de nuevo a salvo. ¿Acaso es posible estar tranquila en lugar apartado del resto y vivir en paz dónde ya las turbulencias no sean un problema? Me da rabia que nada de eso esté a mi alcance, porque ya he perdido las esperanzas, con Aleksander nunca tendré esa estabilidad. Para muestra, esto que hubo ahora y de lo que no estoy segura poder salir.

Son numerosas ocasiones que puedo citar en la que ambos nos metemos visto expuesto al peligro, ese que llega por su culpa, de nadie más. Es solo culpa suya todo lo que acaece, incluso cuando ha prometido darnos protección. No es verdad, siempre alguien más astuto, más fuerte, más malvado y lleno de ansias o terror a qué el otro tenga más poder que tú, buscará la forma de hacerse más grande de vengar o simplemente hallar la manera de dar en dónde más duele. Eso ha pasado, es exactamente lo que siempre he tenido. Ya no es parte de una pesadillas de hecho, en la realidad el mal sueño es pero que nunca. Me arde mucho la verdad, me siento mal al pensarme atada a lo incierto, nada me asegura estar bien, todo lo contrario, lo que sucede es que Alek nunca me dará esa paz que busco. ¡Dios mío!

Miro a todos lados, de nuevo, apresada y pululando en la angustia, no puedo calmarme, logra entrar en paz. Mientras más la persigo, esta se escabullen de mis manos y me duele pensar que no saldré nunca de aquí, el temor que más me absorbe es que puede que si salgo de aquí, no será con vida. No puede ser, el dolor y la tensión dentro de mí arriban de forma poderosa y se instalan para agarrar mi corazón y arrancarlo de su lugar, después lo avienta a la nada y se me quiebra de golpe. Otra vez sucede un quiebre que me tira a un lugar inhóspito y quiero recuperarlo, pero no vuelve mí como quiero y pido encarecidamente. Respiro hondo, un ay otra vez, se siente feo el vacío, el miedo que te atrapan y te mantiene en cautiverio. Es un lugar que te pone los vellos de puntas, además de provocarte unas terribles ganas de vomitar.

Todo me da vueltas, busco la forma de ver un poco, pero sigo noqueada con la realidad. Este presente me atrapa, hace de las suyas. Suspiro hondo, me detengo, no voy a llorar. Sé que no ganaré nada con eso. Pero ya lo hice, y vuelvo a caer en lo mismo, corriendo al llanto que hace doler mucho mi garganta y atrapa el grito que no escapa, la rabia, el enojo que no se contiene pero que se queda ahí entre mis labios temblorosos. La verdad es que me siento mal, pensado en muchos desenlaces fatídicos, y sé que nada de eso ayuda, más bien recrudece la situación, tengo en el pecho los insectos alados ya muertos, las ansias por luchar se acaban tan pronto, no quiero seguir en esta situación, ¿y quién demonios sí? Pero no tengo otra alternativa.

Sigo atrapada, en estas cuatros paredes que a cada segundo parecen acercarse más a mí y quitarme el aire que tanto exigen mis adolecidos pulmones, estos se ubican muy apretados en su lugar y no me ayudan en el respirar. Sé que también se debe al lugar donde estoy, porque aquí el oxígeno es casi nulo. ¡Madre mía! Quiero salir de aquí, ver la luz y no está matadora oscuridad que empieza a carbonizar mi ser. Esto no podría ser más deprimente, de hecho no creo que exista cosa más adolorida que estar en mi situación.

No hay garantías.

No existen posibilidades. 

Todo es indescifrable. 

Pienso en mi hijo otra vez, en mis padres, en toda mi familia que debe de estar preocupada e imaginando lo peor. Siento tanto que deban pasar de nuevo por esta situación, me da rabia, furia de que vuelvan a temer por mí. Mi pequeño hijo no merece perder a su madre, ni yo dejarlo de ver en su crecimiento, todo esto me marchita más, es peor, porque hay un ser que aguarda por mí. Papá y mamá que deben de estar muertos del miedo y pensando que estoy muerta. Cómo los echo de menos, quisiera con fervor, volver a estar con ellos y abrazarlos, pido eso nada más, por el momento. En realidad no podría ser más hermoso que volver a darles un rodeo a ellos y sentir esa sensación maravillosa de estar bien, como siempre. Me escuece el alma saber que solo ese efusivo acto es parte de mi desesperado deseo metiendo en la cabeza no sucede, y no sé si pueda llegar a pasar. Es lo que más me asusta, perder la vida y no volver a verlos nunca más. Esta gente es mala, no tienen escrúpulos. Ya pasé por lo mismo una vez, entonces las cosas tomaron un curso distinto, ahora no creo, siendo sincera, correr la misma suerte.

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