Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 2

Al principio pensé que había oído mal, él no podía saber que había estado en Alaska, nadie lo sabía. Pero luego vi esa pequeña sonrisa aparecer en sus labios nuevamente y tuve la confirmación de que había oído bien.

Pesé sus palabras.

De repente, sin embargo, me di cuenta de que un extraño ceño había ocupado su rostro.

Sonreí esa vez, imaginando el por qué de esa expresión. No podía percibir ni mi olor, a pesar de que estábamos muy cerca, ni el latido acelerado de mi corazón. Agradecí mentalmente a mis escudos.

-¿Qué pasa?- Pregunté con intención de provocarlo.

Sacudió la cabeza, señal de que no iba a responderme.

-¿Entonces por qué me enviaste un boleto?-

-¿Viste quién te dejó la nota?-

¿Cual era la pregunta?

-Yo diría que sí.. – me invitó a continuar - ...un niño pequeño, de más o menos años, demasiado delgado para su edad y decididamente demasiado astuto...-

-Continúa... ¿no me digas que solo puedes decirme esto?- Se acercó a mí sin dejar de mirarme.

¡Pero quién se creía que era! -A juzgar por el reloj de oro que llevaba en la muñeca -continué con esa inútil descripción- Creo que es un pilluelo de la calle al que supongo que entrenaste como tu secuaz personal.-

Al ver que seguía sin contestar: -¿Fui lo suficientemente precisa?-

-Tendré que darle un buen regaño a Johnny… al parecer no es tan invisible como cree… aunque – dio otro paso más cerca – creo que la chica de hace un año no se habría fijado en él, mientras la de hoy es... - se quedó mirando mis labios - decididamente está más despierta.- Sus palabras llegaron a mis oídos cálidas y sensuales, pero no me dejé distraer por su voz y respondí a su provocación.

Yo también di un paso en su dirección: -¿Necesito recordarte cómo caíste en mi trampa, hace un año?-

Estábamos muy cerca: podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo envolviéndome. Nuestras respiraciones se habían mezclado inevitablemente y nuestros ojos estaban conectados por un extraño hilo invisible.

Y aquí viene esa maldita sonrisa arrogante de nuevo.

La tensión entre nosotros era palpable: como perdí el control con él, no lo hice con nadie; solo habíamos hablado dos veces, pero las dos veces estuve a punto de golpearlo para arruinar su hermosa sonrisa.

¡Tanto para el que nunca sonríe!

-Estuviste bastante lento hoy...– por el destello divertido de sus ojos, entendí que era otra de sus pequeñas excavaciones, ¡parecíamos dos niños en el jardín de infantes! –… un niño hubiera tardado menos en descifrar el truco de Alysia.-

Estoy seguro de que hace un año Riley definitivamente lo habría golpeado, pero aparentemente las enseñanzas de Sato habían valido la pena.

Me reí: -Caleb, no soy la misma chica que era hace un año, tus burlas ya no me tocan como antes – estaba mintiendo, pero él no podía sentirlo gracias a los escudos – en el pasado yo podría haberte golpeado, ahora realmente no tengo tiempo que perder...-

Empecé a irme, pero era necesario entender cómo sabía de mi viaje.

-¿Cómo sabes lo de Alaska?- Lo miré directo a los ojos, no quería que me mintiera.

-Tienes que saber todo sobre tus enemigos...-

Esa vez sonreí complacido, -¡Adiós Caleb Stone!- Di media vuelta y me alejé.

-¡Eres menos bueno mintiendo de lo que crees, Riley Davis!- Pronunció lo suficientemente alto para que yo lo escuchara.

Si tan solo supiera lo equivocado que estaba.

Traté de alejarme lo más posible de ese callejón y de Caleb, quería poner la mayor distancia posible entre nosotros. Tenía mucho en qué pensar y mucho que procesar: él sabía sobre Alaska, yo no sabía cómo, pero él sabía. También me había llamado enemigo; que tenía alguna idea de mi misión, de mi voluntad de acabar con la enemistad?

No sabía nada de él, lo había subestimado demasiado y había llegado el momento de buscar información sobre él, porque después de todo, necesitabas saber todo sobre tus enemigos...

*

Pasé la noche revisando toda la información que había reunido en mis pocos meses en FILOPUDA y llegué a la conclusión de que tenía más preguntas que respuestas.

En primer lugar, había una cosa a la que nunca le había prestado la debida atención. En la noche en el parque, cuando mis poderes se habían agotado, los Black habían montado todo ese drama para expulsar a los Green de su casa y robar algunas cartas inútiles. ¿Por qué? ¿Qué contenían que era tan precioso?

Sin embargo, en cuanto a Caleb, el único elemento digno de mención que pude recordar fue el tatuaje: no tenía el tatuaje que identificaba a la manada. Ese podría haber sido el punto de partida desde el cual habría comenzado mi investigación.

Bajé a la cocina para preparar el desayuno y encontré a Madeleine y Kora sentadas en la mesa hablando de esto y aquello.

-Riley, ¿te gustaría salir a caminar y conversar un poco?- me ofreció Kora.

-¡Cierto!-

Con Kora, las cosas aún no habían vuelto a la normalidad; ya no éramos las dos niñas sentadas en el sofá comiendo pastel para evitar sus problemas. Era como si nosotros dos como personas hubiéramos madurado y cambiado, pero nuestra relación no había evolucionado con nosotros. Esperaba que esa mañana juntos pudiera hacer que nos reencontráramos, porque ella era y siempre sería una de las personas más importantes de mi vida.

-Entonces cuéntame algo de cómo pasaste este año sin mí?- le pregunté mientras paseábamos por las calles de FILOPUDA mirando aquí y allá los escaparates.

-Que quieres que te diga, fue un año diferente a lo habitual… Tuve más responsabilidades, tuve que instalarme en el nuevo mundo y aprendí a ser más responsable…-

-Oh sí ?-

-Sé que te parecerá extraño – se rió – pero realmente he cambiado, ¡Blake me ha cambiado, los Verdes me han cambiado!-

Quería preguntarle si estaba feliz con ese cambio, pero no quería ser el primo molesto habitual, así que traté de aligerar la situación.

-Entonces, ¿cómo te va con Blake?-

-Sabía que tarde o temprano me lo preguntarías... – se rió – de todos modos, todo está bien, estamos bien juntos y lo amo, así que todo está más que bien...-

-Es espeluznante... usaste la palabra -bueno- ¡por veces en una oración!-

-¡Siempre eres el mismo!- Me dio un puñetazo en el brazo.

Estaba mirando un suéter en la ventana cuando, por el reflejo del vidrio, noté a un hombre en la acera de enfrente, un hombre que no dejaba de mirarnos a Kora ya mí. Era alto, muy alto, con cabello oscuro y los ojos más azules que jamás había visto.

Lentamente desvié la mirada porque no quería que ella notara que yo lo había visto y, tomando a Kora del brazo, continué nuestro camino, pero prestando mucha atención a los transeúntes que nos rodeaban.

-Todavía no me has dicho nada de mi tatuaje... ¡y pensé que sería lo primero que me preguntarías!-

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.