Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 2

CAPÍTULO 2

ELENA

—¿Stai bene, piccola¹? —joder, ¿quién habría imaginado que el idioma italiano sonaría tan sexy viniendo de un hombre extremadamente guapo? ¿O solo soy yo y mi imaginación? (¿Te encuentras bien, pequeña¹?).

El hombre aún me mantiene agarrada; parecía que el tiempo se hubiera detenido o que habían transcurrido horas en lugar de segundos.

—Marco, no. Conosco quello sguardo, lascia andare la ragazza². —Un hombre vestido también de traje, pero más a la moda, se acerca a un lado de él, susurrándole. Como si pudiera entender algo más que ciertas palabras tomadas aquí y allá. (Marcus, no. Conozco esa mirada, deja ir a la chica²).

—Mi assicuro solo che la bambina stia bene³. —Eso estoy casi segura de que lo entendí, solo que aún no encuentro mi voz para pedirle que me suelte. (Solo me aseguro de que la pequeña esté bien³).

—È chiaro che lei non capisce quello che dici⁴. —Ellos continúan hablando como si nada. (Está claro que ella no entiende lo que dices⁴).

—No, claro, no hay apuros, ustedes sigan hablando. —Murmuro, molesta. El italiano número uno eleva una esquina de su boca convirtiéndola en una sonrisa retraída, luciendo así muy sexy. Estoy casi segura de que pudo escuchar la irritación en mi voz.

—Lasciala andare⁵. —El italiano número dos vuelve a decirle algo antes de girar hacia mí. Su mirada se paraliza en mi rostro; entonces recuerdo que ya no soy la misma chica de antes, había olvidado por completo mi cara. Corro mi cabello hacia adelante, cubriendo parte de mi rostro. Él espabila. (déjala ir⁵)—. We are very sorry for this unfortunate inconvenience, Miss.⁶. —Oh, bueno, por fin un idioma que puedo entender, ya que ellos parecen no entender el mío. El italiano número uno me suelta. Yo agarro mis maletas con fuerza antes de responder. (Sentimos mucho este desafortunado inconveniente, señorita⁶).

—Don't worry. I’m good⁷. —El italiano que creo se llama Marco o Marcus, no estoy segura, aprieta la mandíbula con fuerza; puedo ver un tic en ella moverse. (No se preocupen. Estoy bien⁷).

—¿Safe⁸? —Insiste un lindo italiano vestido a la moda y tan diferente al italiano número uno. (¿Segura⁸?).

—Yes⁹. —Le digo dándole una sonrisa. (Sí⁹).

—Buon pomeriggio, piccola¹. —(Que tengas una linda noche, pequeña¹).

—Anche tu². —(Tú también²) Susurro, moviéndome rápido al ver que Alejandro se aleja de su auto y comienza a cruzar el oscuro estacionamiento, acercándose a grandes pasos con el ceño fruncido.

Los dejo y salgo escopetada a los brazos de mi hermano menor antes de que tan siquiera tenga la oportunidad de llegar a nosotros. Y bueno, de menor nada más le quedaba la edad, porque de tamaño parece una puta montaña.

—Fea. —Me dice cuando me derrumbo en sus brazos—. ¿Todo bien por allá? —Señala con el mentón. Respiro con fuerza para calmar mi alocado corazón.

Giro un poco para ver si ya se fueron, solo para encontrarme con los ojos del italiano número uno mirando hacia acá con una intensidad ardiente.

Lo ignoro. Porque honestamente no sé quién coño es.

—Sí, solo un idiota con el que me tropecé. —Me encojo, quitándole importancia—. ¿Tú qué me cuentas?, ¿cómo has estado? —Le pregunto mientras lo inspecciono, como una mamá haría con su hijo. Pero él solo tiene ojos para el hombre con el que tropecé. Me niego a seguir dándole importancia a alguien que no conozco por muy atractivo que se vea. Una mirada de reconocimiento cruza la cara de mi hermano antes de apartarla con rapidez.

—Ven. Salgamos de aquí, quiero presentarte a alguien. —Agarra mis maletas y cruzamos la calle hasta su Mustang rojo—. Desde ahorita te digo que no vas a vivir conmigo.

—¡¿Qué?! —Lo miro incrédula.

—¿No son como muy pesadas para tan poco tiempo, fea? —Me dice, metiendo las maletas en el maletero.

—Tal vez sí, tal vez no. Nunca lo sabremos. Además, vine preparada para secuestrar a mi BF para que me lleve a conocer Milán. —Sonrío al entrar a su lujoso auto.

—Sí, bueno… Con respecto a eso… Tengo una reunión importante de última hora a la que asistir hoy. —Mi estado decae por completo—. No, pero no te preocupes. Ya tengo todo un itinerario programado para ti. —Sonríe con malicia al tiempo que enciende el auto y lo hace ronronear, me guiña el ojo con su característica sonrisa tonta y dientes blancos.

Hacía tanto tiempo que no lo veía que apenas ahora me daba cuenta de cuánto lo extrañaba. Extrañaba al niño hiperactivo que llenó mis días de adolescente de frustración. A ese niño que solía creerse Superman o Spiderman. Al que le encantaba ver una y otra vez los Power Rangers.

Pero viéndolo hoy, después de todos estos tres años sin verlo, no quedan dudas de que no había nada de ese chico con el que solía poder ser yo misma. Este chico sentado a mi lado, conduciendo un puto Mustang Premium Review, se ha convertido en todo un hombre de anchos hombros y brazos musculosos; estaba segura de que el resto de su cuerpo estaba igual de cuidado y en forma. Cargaba un aura que, sin lugar a dudas, exigía autoridad sin siquiera hablar. Solo que a mí me vale madre lo que él quiera representar o no. Vine lista para sacarlo por unos días de su apretado trabajo.

—¿Dime que ese plan te incluye a ti? Porque tan seguro como que Popeye come espinacas para obtener su fuerza, no pienso pasar mis vacaciones sin ti.

Alejandro me mira con las cejas elevadas antes de volver la vista a la carretera y soltar una carcajada.

—Carajos.

—Sí, creo que fue una analogía bastante peculiar… pero divertida.

—Sí. —Reímos a medida que pasábamos por las calles oscuras. Algunas calles eran empedradas y antiguas por lo que alcanzaba a ver a la luz de los faroles. Según lo que me ha ido contando Alejandro, a la mayoría de las personas les gusta conservar sus diseños originales.

Verdaderamente fascinante.

No podía dejar de mirar por la ventanilla como una niña pequeña, impresionada por todo lo que se movía. Pasamos por un viejo teatro que mantenía su clásico aspecto.

—¿Me llevas al teatro? —Pregunto emocionada. Ale ríe.

—Fea, eso no es un teatro… lo era, ya no. El dueño que lo adquirió quiso conservar la estructura. Ahora es una agencia de modelaje.

—Oh. —Continúo mirando el edificio antes de que pueda desaparecer de mi vista, justo a tiempo para ver a una hermosa rubia salir del lugar con su enorme barriga de embarazada y un guapo chico rodeando su cintura antes de besarla. Aparto la mirada sintiéndome una intrusa incluso a esta distancia.

—Borges.

—¿Qué? —Entonces me doy cuenta de que Alejandro no está hablando conmigo y su postura relajada ha cambiado. Aprieta el volante con una mano hasta que sus nudillos se vuelven blancos.

—Estoy en eso. Tuve un pequeño contratiempo… —No sabía si sentirme herida por sus palabras o molesta—. Ya casi estoy ahí. —Luego cambia al italiano y parte de su conversación fue en ese idioma. No sé si es bueno saber que algunos hablan inglés.

Cruzo los brazos sobre mi pecho y sigo viendo por la ventanilla, esperando que termine. Lo escucho colgar y luego hablar otra vez.

—Lena, no tengo tiempo de llevarte a casa, me están esperando en la oficina. Lamento tener que hacer esto, pero…

—Lo entiendo, Ale. Sé que tienes que trabajar. No puedo pedir que paralices tu vida por mí. Haz lo que tengas que hacer. —Lo decía con total honestidad. Él mira hacia mí antes de volver la vista al frente.

—Prometo recompensarte.

—Por supuesto que lo harás.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.