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Capítulo 2

me pusieron esos monstruos.

Soy una persona.

Me llamo Lia.

¡ Dilo! —Lia , Lia —jadea al instante—.

Lo siento.

Lo siento.

Por favor .

Miro a mi hermano, que ladea la cabeza, un gesto silencioso que me dice que acabe con ese hijo de puta.

Pero quiero que sufra, igual que él me hizo sufrir cuando me pasaban de un club a otro como un puto objeto que a nadie parecía importarle.

Para ellos no era nada.

Propiedad.

¡Malditos sean ellos y sus fantasías enfermizas! Me abalanzo sobre él con el cuchillo y se lo clavo en el hombro.

El grito que sale de su boca es ensordecedor mientras la sangre le corre por el pecho y mancha mi cuchillo.

—¡Ohhhh , cabrón! —ruge .

Aprieto el puño alrededor del mango y lo empujo más adentro, cortando el hueso.

Antonio echa la cabeza hacia atrás y grita de dolor como un maldito cobarde.

- ¡ Maldita seas, maldita seas ! Saco el cuchillo tan rápido como lo apuñalé.

Jadea, empapado en un sudor que impregna la habitación de un hedor insoportable.

Casi vomito al oler su sangre y su propio cuerpo.

—Eres un maldito enfermo —murmuro mientras limpio mi cuchillo en su redondo estómago—.

¿ Y no sientes remordimiento alguno, verdad ? —Sí , sí —jadea— .

Lo siento .

Por favor.

No hagas esto.

Lo haré mejor .

—Dilo .

​ - ¿ Qué? - parpadea mirándome.

—Dime que eres un maldito enfermo —digo entre dientes.

Los ojos de Antonio oscilan entre los míos con vacilación, pero antes de que pueda hablar, levanto el cuchillo y se lo clavo en el otro hombro.

El rugido que sale de su garganta resuena a nuestro alrededor.

—Deberías haberlo dicho antes —digo entre risas—.

¿ Por qué dudaste, Antonio ? —Lo siento —su voz tiembla mientras se muerde la mandíbula.

Retiro el cuchillo una vez más y él gime y se desploma hacia adelante— .

Dilo .

Me observa un instante, con el cuerpo estremeciéndose.

—Soy un maldito enfermo .

¡ Más fuerte! - ¡ Soy un maldito enfermo! - Me grita con una ira profundamente arraigada.

Me río de nuevo y empiezo a caminar de un lado a otro frente a él.

Intento no recordar el tiempo que pasé a solas con ese cerdo inútil; solo quiero pensar en el futuro y en las consecuencias de sus actos.

Como este pobre hombre.

—Por favor, por favor —jadea— .

Si vas a hacerlo, hazlo rápido .

Mi cuerpo se gira hacia él y le doy un puñetazo en la cara; la sangre le corre por la nariz y le cae en los labios mientras gime de dolor.

—¿Rápido ? Como cuando me violaste a mí, a pesar de que te supliqué que pararas.

Antonio escupe la sangre que tiene en la boca y me mira con ojos entrecerrados.

—De eso se trata este mundo —dice entre dientes—.

Mujeres como tú siempre serán vistas solo como objetos sexuales.

Es la industria, no odies al jugador, odia el maldito juego.

—Te equivocas —escupí antes de volver a golpearlo—.

Las mujeres somos mucho más que tus fantasías sexuales.

Somos hijas, hermanas, madres, tías.

Seguimos siendo seres humanos, y aun así nos subestimas siempre .

Le tiembla el ojo, pero permanece en silencio.

—Creías que te ibas a salir con la tuya —gruño— .

Pero ninguno de ustedes lo hará.

No hasta que los tenga a todos colgados por el dolor y la miseria que le han causado a las mujeres por sus propias tendencias egoístas.

Me pregunto qué tienen las mujeres que te hace odiarlas tanto. . .

probablemente sea porque piensas que son débiles y merecen ser dominadas.

Pues conmigo no.

No volverás a mirarme como si fuera débil, porque soy fuerte.

Soy más de lo que tú jamás serás, Antonio.

No eres más que un viejo arrugado con un pene diminuto .

Su cabeza cae hacia atrás con violencia y me lanza una sarta de insultos.

—¡Que te jodan ! Aprieto la mandíbula y miro a Killian.

- ¿ Qué quieres, hermana? - ¡ Córtale la lengua ! No quiero oír hablar a este cabrón ni un segundo más.

Antonio nos mira con miedo en los ojos.

—Espera , espera … —Se acabó el tiempo —dijo Killian , rodeándolo mientras tomaba un afilado bisturí y lo giraba entre sus manos—.

Es hora de cortarte esa lengua, y créeme, no va a ser agradable .

Se retuerce contra sus ataduras y yo me siento a observar cómo mi hermano lo despedaza.

Oigo sus gritos de auxilio, pero nadie acude en su ayuda.

Sonrío al ver cómo la sangre salpica el suelo y sus ojos se abren desmesuradamente cada vez que Killian levanta una nueva herramienta.

Estoy demasiado entretenido como para participar.

Prefiero tener un asiento en primera fila y observar.

Especialmente cuando disfruto viendo cómo la luz abandona sus ojos al exhalar su último aliento.

Killian se retira cuando Antonio muere una hora y media después.

Una hora y media de pura tortura donde cada grito y llanto me hacían sonreír ferozmente.

Ayudo a mi hermano a limpiar y nos vamos sin que nadie nos vea.

Killian ya ha hackeado el sistema de su casa, ha desmontado las cámaras y ha borrado todas las grabaciones, así que no habrá nada que rastrear, nada que intentar desenterrar.

Cuando llegamos a nuestra pequeña casa, ambos nos duchamos antes de sentarnos alrededor de la mesa de la cocina para hacer un breve repaso de la jornada.

—Ya terminamos con Antonio —dice Killian mientras baja la mirada por la lista—.

Todavía nos quedan Wes, Henry y Jainy .

La sola mención de Jainy me hace enfurecer.

—El siguiente es Jainy —dice aclarando la garganta.

Puede que sea el siguiente en la lista, pero mi hermano no tiene ni idea de que llevo semanas fastidiando a Jainy a sus espaldas.

No pude evitarlo.

Normalmente no juego con mis víctimas, pero él me lo puso demasiado fácil.

Me he colado en su círculo íntimo incontables veces.

Lo he estado vigilando.

He entrado y salido de su oficina, tocando y moviendo cosas.

Sé que lo está volviendo loco, pero no puedo parar.

Verlo entrar en pánico es mi cosa favorita.

—Dejémoslo para el final —digo mientras me recuesto en mi silla.

Sus ojos marrones se entrecierran al mirarme.

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