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Capítulo 4

- ¿ Quién eres? - Mi voz temblaba pero intenté ocultarlo lo mejor que pude.

—¿Dónde está? —gruñó . Su voz grave me hizo darme cuenta de que hablaba en serio.

—Ya no está. —Me tembló la voz al comprender por qué estaba allí ese hombre. Por su dinero, claro. ¿Pero cómo encontró mi casa? ¿Me seguirían hombres?

—¡Necesito mi dinero ya! —gritó , con el pecho agitado. No sabía qué hacer. Estaba completamente solo en ese lugar, nadie estaría ahí para ayudarme. Y no podía confiar lo suficiente en esa persona como para que me dejara ileso.

—Oye , te devolveré tu dinero. Pronto. Pero no ahora. Por favor ... —No me dejó terminar la frase mientras sus dos manos azotaban la puerta que sostenía, metiéndose en mi pequeño surco. Caí al suelo, pero fui lo suficientemente rápido como para ponerme de pie. Dios mío, Ria, ¿dónde estás?

Sus ojos recorrieron mi pequeña casa, seguramente buscando algo que me permitiera pagar su deuda. Pero lo que no sabía era que no tenía nada más que un colchón, un armario viejo y un espejo, incluyendo un pequeño sofá en mi casa.

—Te dije que te daría dinero. ¡Ahora vete! —grité , intentando hacerme la fuerte para que no me hiciera daño. O quizá eso pensé.

—¡Eso es lo que he estado oyendo durante los últimos años! —Sus ojos se posaron en mí mientras se precipitaba hacia mí. Antes de que pudiera dar un paso, me agarró la mandíbula con fuerza, lo que seguramente me dejaría moretones después de unos minutos.

—O me das mi dinero o te mato. —Sabía que no mentía cuando dijo que me mataría sin pensarlo dos veces. Mis manos se aferraban a su brazo mientras clavaba las uñas en su piel. A cada segundo que pasaba, su agarre se hacía más fuerte. Parecía que estaba a punto de romperme la mandíbula. Pero entonces oí otro ruido en mi casa.

- ¡ Déjala, dije! - dijo Ria, su voz tenía poder, confianza, valentía, a diferencia de mí.

Jadeé en busca de aire cuando ese hombre dejó mi mandíbula y se giró para mirar a Ria. - Entonces, ¿quieres darme mi dinero ahora? - Le preguntó, dando pasos hacia ella.

- ¡ No, por favor no le hagas nada p-por favor! - grité, pensando que intentaría atacar a Ria también.

—No intentes dar otro paso. Mis hombres están afuera, esperándome. Si algo me pasa, te aseguro que nunca podrás ver la luz del sol y suplicar por tu propia muerte. —Apretó los dientes, segura de las amenazas.

El hombre se detuvo en seco. —¡Solo necesito mi dinero! —gruñó de nuevo.

—Dijo que recibirías tu dinero en un mes. No es como su padre. Ahora vete de aquí. Recibirás tu dinero muy pronto —dijo Ria con voz severa. Tenía la barbilla en alto y la mirada llena de audacia, demostrando que ese borracho no la había afectado en absoluto.

Sin mirarme de nuevo, el hombre salió furioso de mi casa. En cuanto se fue, corrí hacia Ria y la abracé fuerte mientras lloraba en su hombro.

—Shhh ... ya no llores... estás bien. Y lo estarás a partir de hoy. —Me pasó la mano por el pelo para tranquilizarme. Separándola, me secó las lágrimas mientras yo sollozaba como un bebé.

—Ahora sé la mujer fuerte que eres. Empiezas tu nuevo trabajo hoy, ¿recuerdas? —Me sonrió, poniendo su dedo bajo mi barbilla.

Le devolví la sonrisa.

- ¿ Lista? - Preguntó por última vez antes de salir de mi casa.

—¡Sí ! —dije con entusiasmo y confianza. Por fin, un nuevo comienzo.

- ¿ Les dijiste a tus gerentes de tus trabajos anteriores que ya no trabajarás más para ellos? - Preguntó mientras caminábamos hacia su auto.

—Sí , hablé con ellos por teléfono. La señora de la panadería tuvo la amabilidad de dejarme ir, pero el gerente de la cafetería fue grosero y tampoco me pagó el último mes —dije , bajando la mirada. Tampoco fue su culpa. Nadie podía dejar su trabajo en su cafetería de repente sin pedir permiso mucho antes. Ya lo había mencionado muchas veces.

—No te preocupes, de ahora en adelante te pagarán muy bien —dijo , empujándome ligeramente el hombro con el codo—. Incluso los guardaespaldas de su mansión son más ricos que el gerente de tu cafetería. —bromeó .

—Es de gran ayuda, Ria. Muchas gracias —dije , muy agradecido.

—No , gracias, señorita. Solo dame una fiesta cuando termines de pagar todas las deudas, ¿de acuerdo? ¿O quizás ir a un club nocturno conmigo una noche? —preguntó bromeando. No era la primera vez que me invitaba a un club nocturno. Pero esos no eran mi tipo.

Puse los ojos en blanco y me reí mientras estábamos sentados dentro del coche.

- ¡ Vamos! - dijo emocionada, pidiéndole a su chofer que arrancara el auto.

Miré por la ventana, esperando un buen comienzo. Esta era la última vez que intentaría ser feliz.

Ester

Al llegar a la casa, había muchos árboles de Pyrus, alineados en línea recta, que nos condujeron a la enorme puerta de entrada a la mansión. Tragué saliva al contemplar la belleza que me rodeaba.

El coche se detuvo al bajar. Fruncí el ceño al ver guardias por todas partes. Algunos llevaban armas en las manos, agarrándolas con fuerza. Parecían estar seguros de ser atacados en cualquier momento y listos para contraatacar en ese instante. ¿Por qué el multimillonario necesitaría tantos guardias? ¿Era un asesino o algo así?

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