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Au revoir (SAGA FRANCÉS 2)

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Freddy
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Sinopsis

Mi corazón late con fuerza en mi pecho cuando todo parece suspendido, mis sentimientos, mis emociones. Entonces Adrien me agarra por la cintura y sonrío, feliz como siempre de haber sido atrapada. Nos reímos tambaleándonos, recuperando el aliento, uno pegado al otro. En un arrebato de coraje me pongo de puntillas y lo beso, respirando el aroma de su piel. Adrien prueba mis labios como si fueran azúcar, chupando, mordiendo y lamiendo. Desliza su lengua en mi boca mientras me inclino hacia atrás, luego me acerca con sus brazos alrededor de mi cintura. Enrosco mis dedos en su cabello, empujándolo con fuerza dentro de mi boca. Cuando deja mis labios los suyos están rojos y su cabello ya no tiene sentido. Y me gusta aún más así.

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Capítulo 1

Pero la idea de acudir a él con celulitis me derribó inmediatamente.

Sin embargo, cuando salimos del centro de belleza, no puedo evitar volver a la pregunta.

- No puedo sentir mi piel. Y las piernas. Y la ingle - grita Grace mientras subimos juntas por Via Merulana. Pongo los ojos en blanco y le doy una palmada en el hombro.

- Vamos, dentro de un rato mejorará - la tranquilizo, intentando distraerla del dolor. - ¿ Puedo preguntarte algo? - Sigo entonces, con la palabra celulitis impresa en mis párpados.

- Dime -

- ¿ Estabas bromeando con lo de la celulitis? - , giramos a la izquierda, acercándonos a nuestro edificio.

- ¿ Por qué? -

- ¡ Porque es serio! Hablemos de celulitis – respondo resoplando. Ella se ríe y hace clic en la cerradura de la puerta principal.

- Vamos Amy, esto es una mierda – me consuela antes de entrar y cerrar la puerta detrás de él. Me doy la vuelta, desconsolada, y empiezo a caminar hacia la casa de Adrien. Mi móvil empieza a sonar en mitad de Via Bonghi, así que lo saco del bolsillo y suspiro al ver el nombre de mi madre en la pantalla.

A pesar de todo, respondo, porque hace dos semanas que ni siquiera sé de ella.

- ¿ Listo? -

- Sandria, cariño - comienza en tono sensiblero.

- ¿ Me llamas para pedirme que te ayude a elegir el vestido? - le pregunto con sarcasmo. Suspira ruidosamente, tal vez buscando las palabras adecuadas.

- Perdón por ser tan impetuoso contigo. No debí haberlo hecho y me equivoqué, de hecho, realmente la cagué. Para compensarte, me gustaría presentarte a Riccardo ... -

¿ Riccardo? - Mira, realmente sabes cómo hacer las paces.

- Sí. Sabes, él realmente quiere conocerte a ti y a Edoardo -

- ¿Y debería perdonarte? - le pregunto sin piedad.

- No dejes que la ira se apodere de ti, Amy. Tenemos la oportunidad de estar juntos y ser felices. ¿Lo pensarás? - me pregunta entonces, casi implorante.

- Lo pensaré - murmuro sin poder rechazarla.

- Oh, conozco tu corazón de oro. Ya os dejo, seguro que tendréis muchas cosas que hacer. Te amo cariño. HOLA - .

Y luego cierra la llamada, eufórica. Guardo mi teléfono en mi bolso y me encojo de hombros, comenzando a caminar de nuevo.

Sólo tengo que aceptar la realidad. Nada más y nada menos.

Cuando llego a casa de Adrien, llamo al intercomunicador y me apoyo contra la pared clara mientras observo el cielo nublado de octubre. Es la voz de Asia la que me saluda, y ni siquiera me pregunto por qué es ella quien abre la puerta. Subo las escaleras lentamente y llego al último piso con dificultad para respirar y mirada angustiada.

- ¿ Hola, cómo estás? - me saluda abriendo la puerta con el señor Sammy en una mano y un salero en la otra.

- Malo, ¿tú? -

- Bien - sonríe, haciéndose a un lado para dejarme entrar. - ¿ Lo que le pasó? -

- Me temo que tengo celulitis – espeto quitándome el abrigo para colgarlo en el perchero. Mientras tanto, no hay ni una sombra de Adrien.

- Ay - comenta, mientras la sigo hasta la cocina. - ¿ Está seguro? -

- No - Respondo cruzando los brazos sobre el pecho. - Ese es el problema -

- Entonces comprobemos más tarde, vamos. Estaba tomando un poco de sal, mi novio la derramó toda al suelo - me explica, colocando el gato pelirrojo en el suelo. - Agradece que esté aquí, de lo contrario te habrías quedado afuera de la puerta -

- ¿Dónde está Adrien? -

- En la ducha - responde encogiéndose de hombros, mientras abre otro salero. - Para variar -

- ¿Qué haces, acosándolo? - Me río, mientras Asia saca una cuchara de un cajón.

- Por la mañana prácticamente te quedas dormido en la ducha. Cuando regresa a las cinco de la mañana duerme en la ducha. Es un genio - comenta irónicamente, echando sal de un trueque a otro. Y decido investigar más.

- ¿ Sabes adónde va? -

- No tengo ni idea. Algunas noches sale hacia las once y regresa a las cinco, si no más tarde. Y lo sé porque mi habitación tiene una pared compartida con su baño. Se mete a la ducha a las seis y deja correr el agua hasta las siete menos cuarto, y luego- -

- Viene a trabajar - concluyo sin poder imaginar lo que hace hasta las cinco de la mañana. El cabello de Adrien siempre está húmedo por la ducha y llega tarde la mayor parte del tiempo. No puede involucrarse en los asuntos de mi hermano porque nunca regresó después de las tres, pero tal vez tuvo algo que ver de todos modos.

O tal vez simplemente estoy siendo paranoica y él simplemente se está acostando con Anita.

- Entonces, ¿esta celulitis? - Asia cierra los saleros, con una sonrisa divertida.

Al poco rato estamos frente a la ventana, yo con los pantalones por debajo de las rodillas, y ella escudriñándome con ojo crítico.

- Mira, no veo nada. Podemos intentarlo con la lupa -

- Aún había visto algunas en el estudio - respondo moviendo la pierna.

- Ya sabes, a veces las luces de neón juegan una mala pasada. ¿Has hecho la depilación? -

- Recién hecho – le digo apoyándome en la pared.

- ¿ Qué cera usaste? -

- El azul para pieles sensibles -

- Ah, sí, mi hermana también lo usa. ¿Fuiste a ver a la chica de la esquina de via Bonghi? - se mueve un poco, para cambiar el ángulo.

- No, cuando llamé estaba lleno. Fui a Viale Manzoni, ¿conoces la tienda de mascotas? -

- Sí -

- Aquí, cerca. Ahora no puedo pensar en el nombre, pero común- -

- ¿Qué me perdí? - La voz ronca de Adrien me hace saltar, mientras me subo los pantalones a la velocidad del flash. Está apoyado contra el marco de la puerta, con el pelo mojado y sólo con pantalones deportivos.

- Estábamos revisando celulitis – Le explico mientras Asia se levanta, recuperando el tarro de sal.

- Le eché un poco de sal, gracias eh. Luego comprobamos con la lente : pasa junto a Adrien y sale, desapareciendo de mi vista. Me mira divertido, mientras yo sonrío.

- ¿ La lente? - me pregunta perplejo.

- Para la celulitis -

- ¿Asia tiene celulitis? - me pregunta acercándose lentamente a mí.

- Tengo celulitis. Creo – respondo levantando la barbilla para mirarle a la cara.

- ¿Tú? - me pregunta conteniendo una risa.

- No te rías – le advierto señalándolo con el dedo. - Es un asunto serio -

- Mh - solo responde, atrayéndome hacia él. - Puedo comprobarlo, entonces - murmura con voz ronca, mientras mis piernas tiemblan un poco, cuando aparecen en mi cabeza imágenes que definitivamente no tienen nada que ver con la celulitis.

- Si quieres – susurro bajo su mirada atenta.

- Tendrás que quitarte los pantalones – murmura, deslizando sus manos desde mis caderas hasta mis nalgas, inclinándose para besar mi cuello. El aroma de su baño de burbujas invade mis fosas nasales mientras inclino la cabeza hacia un lado. Cada vez que me toca siento que estoy perdiendo la cabeza, estoy tan abrumada por las sensaciones.

- Cuenta con ello - susurro con una sonrisa divertida, cuando deja un rastro de besos calientes en mi piel, antes de morder con avidez el lóbulo de mi oreja, inyectando pura libido en mi sangre. Paso mis manos sobre sus definidos y duros bíceps, luego paso a acariciar sus musculosos hombros. Es delgado y musculoso, pero no musculoso, con un físico delgado y divino . La piel ámbar brilla, cálida bajo mi tacto. Paso mis manos por su cabello húmedo, luego saboreo el momento con calma, suspirando bajo el peso de su boca sobre mi piel.

Y entonces algo hace clic, porque sus labios sobre los míos de repente me prenden más fuego que antes. Es diferente, es poderoso, es decisivo.

Ya ni siquiera puedo respirar, estoy tan abrumada por las sensaciones. Me lo meto en la boca, exigiendo más y más.

Adrien desliza sus manos por mi espalda; uno sube por mi columna, el otro usa un dedo para pasar dentro de mi cintura, acariciando la piel de mi vientre. Me estremezco bajo su toque, deseando no volver a ponerme los pantalones, así que me empujo hacia él, sacándole un suspiro. Enreda una mano en mi cabello en la nuca, presionando sus dedos necesitadamente para acercarme aún más. Envuelve su brazo alrededor de mi cintura, eliminando cualquier tipo de espacio entre nosotros. Nuestros pechos se blindan, mis manos tiran del cabello claro, su lengua se desliza entre mis labios, haciéndome gemir. Y luego, de repente, se desprende.

- Joder - suspira, apoyando su frente en la mía. - Joder , soy un idiota - murmura poniendo los ojos en blanco.

- ¿ Todo está bien? - le pregunto moviendo delicadamente mis dedos enterrados en su espeso cabello.

- Noveno. Se me olvidó decirte algo – me dice mordiéndose el labio.

- ¿ Tengo que preocuparme? -

- No, sólo soy un imbécil . Tengo que vestirme – se aleja de mí, prácticamente arrastrándome fuera de la cocina.

- ¿ Qué sucede contigo? - pregunto frunciendo el ceño. Entra corriendo a su habitación y me suelta la mano para abrir el armario.

- Chiara llamó primero - me dice, abriendo al azar un cajón antes de cerrarlo con una maldición. - Dijo que pasado mañana es la inauguración de la nueva tienda y que teníamos que ir a preparar los pasteles para exhibir - continúa hurgando en cajones al azar, buscando algo que obviamente no encuentra.

- ¿ Cuando? -

- Ahora - me dice, tirando un par de jeans y una sudadera sobre la cama.

- ¿Qué quieres decir con - oh Dios! - Me tapo los ojos con las manos, alejándome cuando se desnuda, permaneciendo en sus boxers.

Cristo.

No había calculado esto .

-Jesús , ¿qué pasa ahora? -

- Avisar antes de desvestirse - Sí, iré entonces.

- ¿ Viste como un vestido, Amà? - se ríe, mientras me presiono los ojos con las manos. - Puedes abrir los ojos, eh - me dice entonces, riendo de nuevo.

Por supuesto, trato de preservar la cordura y tú te ríes.

Extendí un par de dedos para verlo subirse la cremallera de los pantalones.

- ¿ Entonces llegamos terriblemente tarde? - Le pregunto retirando definitivamente las manos de delante de mis ojos. Él, todavía con el torso desnudo, juguetea con su cinturón y asiente.

- Le dije que te avisaría, pero luego viniste, te quitaste los pantalones y perdí de vista la portería - se le escapa otra risa, mientras yo me abandono a una sonrisa divertida. Se pone apresuradamente una camiseta y una sudadera y luego se inclina para mirar debajo de la cama.

- Cette femme doit apprendre à laisser les choses en dèsordre - murmura, extendiendo una mano. - Nunca encuentro mis zapatos por su culpa. Tiene la mala costumbre de volver a guardarlos : resopla ruidosamente y se levanta. - Pero digo, ¿se tarda tanto en limpiar sin ordenar? Ahora ve a descubrir dónde carajo los puso -

- Quién sabe por qué, pero verte decir malas palabras es gracioso - comento siguiéndolo hacia el pasillo.

- Esta escena se repite todas las mañanas, la grabaré si quieres - espeta, abriendo una puerta al azar. - Ah, claro, los zapatos no están en el zapatero - cierra la puerta con un ruido sordo, abriendo la siguiente. - Ah ah – dice entonces, levantando victoriosamente sus converse negras. Me río, sacudiendo la cabeza. Se los pone rápidamente y luego saca las llaves y la billetera de un recipiente cerca de la entrada. Entonces su móvil empieza a sonar, justo cuando él cierra la puerta y yo me pongo el abrigo.