Tercer Mes: Primera Semana — Mariposa de Acero
ADRIK
—¡A trabajar, mariposas! — los hombres aceleran sus flexiones —. Ya se acabó el tiempo para holgazanear, así que muevan sus lamentables culos.
Algunos me tiran miradas asesinas y puedo notar que se contienen en responderme. Pero honestamente: Me importa una mierda. Aquí el jefe soy yo y si alguno de estos Alfas tiene algún problema con tener a un Omega al mando, dándoles órdenes que tienen que cumplir, no tendré ningún inconveniente en demostrarles mis capacidades.
No llegué a este puesto por ser exactamente una delicada flor. Me costó mucho escalar a la posición en la que me encuentro hoy y dejarle saber a Magnus que no importa cual es mi naturaleza, puedo ser tan o hasta más fuerte que cualquiera de estos hijos de puta. Afortunadamente, él se percató de mi valía al poco tiempo de llegar a La Mansión, pero eso no quiso decir que iba a dejar las cosas fáciles para mí.
Se encargó personalmente de que mi entrenamiento físico y mental fuera dos veces más duro y exigente que el de los demás, pero le demostré a él y a todos que me sostengo sobre mis pies y la frente en alto, no importa lo difícil que sea la situación.
Así que aquí estoy ahora, pasándole mis conocimientos a este montón de desagradecidos que están más preocupados por mierdas de orgullo Alfa que por tratar de ganarse un lugar en la organización. Pues que equivocados están y yo soy el hombre indicado para que lo entiendan de una jodida vez.
—Adrik — hablando del rey de Roma. Alekséi entra en el gimnasio, saturando el aire con su presencia —. Necesito que armes un grupo de diez hombres y los mandes de nuevo a la base de Oriol.
—¿Para? — él hace una mueca pero aún así me ignora, se acostumbró desde hace tiempo a mis respuestas cortas. Aunque eso no quiere decir que le gusten.
—Hay unas cuantas cajas de armamentos que quedaron allá y las necesito — le hace una seña a Nikon para que se acerque a nosotros.
—¿Cuándo?
—Si es hoy mismo, perfecto — Nikon se acerca algo jadeante por haber estado boxeando con uno de los esbirros, una toalla colgando de su cuello —. Tengo que salir por tres días — le dice pasando una mano por su cabello, se ve agotado —. Necesito que le dejes protección a Xander y a Fredek, ya que Derek y Angelo se van conmigo.
—Claro, jefecito — Nikon asiente, unas cuantas gotas resbalan por su cuello e inconscientemente mis ojos persiguen el recorrido —. Imagino que Xander no se tomó muy bien la noticia — agrega burlón y su dedo apunta hacia el rostro de Alek. No es hasta ese momento que me doy cuenta del chichón inflamado en su frente.
—Ni lo menciones — Alek le advierte y Nikon hace como si cerrara un cierre sobre sus labios —. Solo haz lo que te digo.
—¿Cuándo te vas? — uno de los hombres se detiene, pero comienza de nuevo rápidamente por la mirada asesina que le doy.
—Mañana temprano. ¿Saben dónde está Yaakov? — se cruza de brazos y observa a los hombres ejercitarse —. Desde esta mañana que no lo veo y el idiota no responde mis mensajes.
—Un ruidoso pavo real lo está manteniendo ocupado — Nikon se ríe, acercándose por mi espalda, rodeando con un brazo mi cintura.
—¡Más te vale que no te vuelvas a detener o patearé tu culo llorón! — le advierto al mismo idiota que se detuvo hace unos instantes atrás y refunfuñando procede a ejercitarse de nuevo. La risita de Nikon en mi oído me causa escalofríos.
—¿A qué te refieres? — Alekséi le pregunta a Nikon, ignorando mi rabieta temporal.
—¿No lo sabes?
—Si lo supiera, no estaría preguntando, ‘Capitán Inteligencia’ — Alek ironiza y Nikon rueda los ojos con fastidio.
—Está en celo, ‘Capitán Soy El Todopoderoso Y Todos Deben Sucumbir Ante Mi Increíble Superioridad’ — me río, aunque de inmediato me arrepiento.
—Joder, ¿en serio? — Alek frunce el ceño, irritación tomando poder en su rostro —. Necesitaba que me acompañara mañana.
—Pues ya ves que eso no pasará — resoplo —. No hay nadie en toda La Mansión, ni en el país, ni en el continente, ni en el jodido planeta que soportaría a Lev si tuviera que pasar solo su celo.
—Por favor, dulce. Ni siquiera lo menciones — Nikon gime, fingiendo suplicar —. Harás que tenga pesadillas.
—El que tendrá pesadillas soy yo si lo vuelves a llamar “dulce” en mi presencia — Alek rueda los ojos y saca el teléfono del bolsillo de su saco —. Debo irme o me ganaré otro golpe del Arma Milenaria.
—¿Arma Milenaria? — Nikon pregunta extrañado y curioso.
—Deja de hacer preguntas cuya respuesta no quieres conocer, Nikon — Alek gruñe y se aleja de nosotros para abandonar el gimnasio.
—¿Cómo crees que funcione todo eso del celo de Lev? — Nikon deja un beso caliente en mi cuello y yo contengo la respiración —. Si llega a quedar embarazado, ¿pondrá huevos acaso?
—Deberías de hacerte la misma pregunta sobre mí — una pequeña risita se me escapa, aunque rápidamente se extingue cuando veo al mismo jodido tipo detenerse —. ¡Te lo advertí, saco de mierda! — intento apartarme de Nikon, pero me detiene.
—Yo me encargo, dulce — besa el mismo punto en mi cuello y la réplica muere en mi garganta.
—Está bien — murmuro —. Solo asegúrate de que no vuelva a ocurrir.
—No tendrás que volverlo a repetir — sonríe con malicia, se quita la toalla del cuello y me la entrega.
Sus pasos son lentos y confiados cuando se dirige al esbirro, cuya mirada insegura y cautelosa cae entre Nikon y yo. Obviamente no se esperaba que él fuese el que castigara su indisciplina, pero estoy completamente seguro de que no volverá a ocurrir después de esto.
Nikon se detiene en frente de los otros hombres, quienes también detuvieron sus movimientos, expectantes a la escena que estará a punto de desarrollarse. Bien, quiero que vean.
—Ven aquí — Nikon apunta el suelo frente a su posición y el hombre avanza con la mandíbula en alto, desafiante —. ¿Cuál es tu nombre?
—Oleg, señor — trata de disimularlo con desafío, pero su nerviosismo es notable.
—Ya veo. Ahora escúchame bien, Oleg. Ese hombre de allí... — apunta hacia mí con su pulgar por sobre su hombro —. Es tu jefe, por lo tanto es tu deber obedecer en todas las órdenes que te de. Sin rechistar, sin quejarte y sin titubear. ¿Entiendes eso?
—Pero, señor... — se detiene, inseguro de continuar, intercalando su mirada entre Nikon y yo en repetidas ocasiones.
—¿Sí?
—Es un Omega — susurra, aunque puedo escucharlo perfectamente. Al igual que puedo sentir la creciente ira burbujeando dentro de mi pareja a través de nuestro vínculo.
—¿Eso es un problema para ti, Oleg? — el tono de Nikon es presuntamente calmado, pero cuando menciona su nombre, parte de su furia se ve reflejada.
Mi polla está comenzando a cobrar vida. Siempre me ha excitado ver las demostraciones de poder de Nikon, aunque moriré antes de admitirlo frente a él.
—Yo... No sé.
—Te diré algo — anuncia en voz lo suficientemente alta para que todos los demás lo escuchen —. Te daré una oportunidad única, nunca antes realizada en la organización.
—«Querrás decir: cada vez que algún hijo de puta duda de mis habilidades al descubrir que soy un Omega.»
—«Mantengamos eso entre nosotros, dulce», su tono ligeramente burlón. Sonrío porque sé exactamente lo que pasará.
—Intenta golpearlo — los ojos del hombre se abren grandes, Nikon se aparta de él y vuelve a mi lado —. Un golpe, en cualquier parte de su cuerpo, el rostro incluído, eres libre de escoger.
—Pero señor, no creo que eso sea...
—Oh, vamos — Nikon resopla —. Es un simple Omega, ¿verdad? — sonríe y pasa un brazo por encima de mis hombros. Yo me preocupo por mantener mi rostro sin expresión —. Además es muy gruñón, dando órdenes a diestra y siniestra sin dar la talla al puesto. ¿No te parece? — se dirige hacia el resto de los hombres, pero todos se quedan callados —. Estoy seguro de que no tendrás problemas.
—Señor, no creo que sea lo más adecuado — creo que el saco de mierda podría estar a punto de vomitar.
—¿Estás dudando de mi palabra, Oleg? — Nikon gruñe, su rostro de repente serio, con un tono bajo amenazante.
—No señor, yo solo...
—¿Estás rechazando una orden?
—No, señor.
—¡Entonces muévete de una jodida vez e intenta golpearlo, maldita sea! — con un fuerte grito que me saca una mueca, el tal Oleg se abalanza hacia nosotros con su puño en alto y la mirada clavada en la mía.
—«Me debes esos cien dólares,dulce», puedo ver a través del rabillo del ojo el atisbo de una sonrisa.
—«No es justo, prácticamente lo obligaste».
—«El orden de factor no altera el producto. Ahora dale una lección al infeliz».
—«Esta me la debes».
Siento un azote en mi nalga derecha justo antes de agacharme y propinarle un golpe con mi puño izquierdo en el centro del estómago a Oleg. El aire se escapa abruptamente de sus pulmones, delgados hilos de saliva escurriéndose a través de sus dientes apretados y sus brazos sosteniendo el área afectada.
—Bien hecho, dulce — me susurra al oído cuando me enderezo de nuevo.
—Si vuelves a azotarme en frente de los hombres, el próximo en estar así... — señalo al hombre que ahora está sobre sus rodillas, lloriqueando —. Serás tú — le advierto entre dientes.
—Oye, no te enojes. — abulta el labio inferior y tengo que hacer esfuerzos para no reírme —. Además, en el ángulo en que lo hice, te aseguro que ninguno de ellos lo vio.
—Pues más te vale — le gruño y él coloca la mano sobre su corazón, con una mirada lejana hacia el horizonte.
—Lo prometo por mi honor, Adrik Utkin.
—Eres un idiota — sonríe y me guiña un ojo.
—Así me prefieres — ¿Para qué negarlo? —. Ahora haz tu discurso de "Yo soy el amo y ustedes mis jodidos esclavos" de siempre para que podamos ir a las duchas — no le respondo, en cambio me giro encarando a los demás hombres.
Puedo darme cuenta en sus rostros ahora que la percepción que antes tenían de mí ya no está. No me sorprende, siempre pasa cuando Nikon hace todo su show.
—Como podrán ver... — vuelvo a señalar al saco de mierda, quien ahora está acostado en posición fetal. Creo que se desmayó —. No soy alguien que deben subestimar ni denigrar por mi naturaleza Omega. No llegué hasta aquí alabando culos ni pasando encima de nadie. Lo hice mediante esfuerzo, dedicación y disciplina, sudando la gota gorda y llorando lágrimas de sangre — camino lentamente, con las manos sujetas a mi espalda y viéndolos a todos directamente a los ojos —. Así que les aconsejo, que si quieren llegar a tener un puesto dentro de esta organización, se dejen de mierdas de orgullo Alfa y se coloquen bien las pelotas, porque no estoy dispuesto a tolerar semejante ridiculez cada vez que les de una orden. ¡¿Entendido!?
—¡Sí, señor! — responden todos al unísono.
—¡Pues a trabajar, joder! — rápidamente retoman sus ejercicios —. Y que alguien se lleve esto de aquí — refiriéndome al cuerpo inconsciente de Oleg. Me giro y los dejo ejercitándose.
Si son inteligentes y saben lo que les conviene, para cuando regrese estarán todavía en lo mismo. Ya fue suficiente espectáculo por hoy.
Veinte minutos después, estoy desnudo y bajo el chorro de agua caliente de mi baño personal dentro del gimnasio. Mis manos apoyadas sobre la pared de lozas, mi cabeza colgando entre mis hombros y sintiendo como mis músculos poco a poco pierden tensión. No sé cuánto tiempo paso así, hasta que unos brazos rodean mi cintura y una polla dura y caliente queda prisionera entre mis glúteos.
Ni siquiera me muevo. Sé perfectamente de quien se trata. Su delicioso aroma a césped recién cortado y melocotón es inconfundible.
—Siempre me impresiona lo caliente que te ves cuando les enseñas quien es el que manda — susurra en mi oído, mordiendo suavemente el lóbulo de mi oreja —. Me dan ganas de inclinarte sobre una de las mesas y tomarte ahí mismo en frente de todos, Adrik.
Quisiera decir que sus palabras no causan efecto en mí, que no logran que mi cuerpo comience a hervir en necesidad, que mi verga no se pone erecta tan rápido que me deja sin aliento. Pero todo sería mentira.
—¿Quieres que te diga cómo lo haría? — sintiéndome incapaz de hablar, muerdo fuerte mi lengua y me limito asentir —. Primero te arrancaría la ropa, pieza por pieza, hasta dejarte completamente desnudo — murmura, su voz ronca y profunda —. Me deleitaría tocando cada pequeña partícula de tu deliciosa piel.
Sus manos suben hasta mi pecho, muy lentamente, envolviendo sus dedos en mis pezones. Un pequeño jadeo escapa a través de mis labios entreabiertos y cierro los ojos.
—Gozaría al ver como respondes a mi toque, como tus vellos se erizan por donde mis manos pasan, como tu cuerpo se estremece — su aliento caliente me causa escalofríos —. Sí, exactamente así — siento, más que oír, su sonrisa. El calor en mi pecho y en mi bajo vientre aumenta —. ¿Quieres saber que más?
De repente el agua deja de correr, él cerrando el grifo. Sus dedos dejan mis pezones, estos queden sensibles y palpitantes y se entierran ahora en mi cintura, guiándome fuera de la ducha hasta un mueble en una de las paredes del enorme baño.
—Te inclinaría sobre cualquier superficie a mi alcance... — murmura y con su mano apoyada justo en el centro de mi espalda, me incita a que me acueste en el mueble. Yo obedezco —. Y te demostraría el placer de entregarte a mí, Adrik — lentamente se acuesta contra mi espalda, quedando en cucharita. Rodea mi cintura con sus fuertes brazos, pegándome más hacia él —. De someterte... Dejarte dominar.
Su mano se cierra en mi polla y mi cabeza cae hacia atrás, apoyándome en uno de sus hombros. Mis ojos se cierran y un alto gemido es liberado desde lo profundo de mi garganta.
—Así es — murmura y su deliciosa voz solo contribuye a que el calor amenace con consumirme —. Disfruta, Adrik — su otra mano se entierra en mi cabello e inclina aún más mi cabeza, dejando mi cuello expuesto, en donde una larga lengua realiza un lento, húmedo y tortuoso camino hasta mi oreja, acompañando al ritmo de su mano en mi verga —. Entrégate a mí.
Su erección se roza sin estupor contra mi entrada una y otra vez, la resbalosa cabeza burlándose y yo estoy a segundos de mendigar. Pero para mi suerte, no llego a la necesidad de hacerlo.
Con un ágil y certero desliz hacia mi punto dulce, Nikon se abre camino, estando profundamente alojado hasta las bolas en mi interior. Casi grito, sin poder contenerme por el explosivo placer que su movimiento le causa a mi cuerpo, acercándome más rápido al borde del éxtasis.
Sin darme chance para retomar el aliento, empuja con rudeza. Impacta sin piedad dentro de ese dulce punto en mi interior que me hace delirar y que logra que gima constantemente por el increíble placer.
—Nikon... Joder, no te detengas — trato de mover mis caderas para corresponderle, pero sus empujes son tan rápidos y potentes que fallo en el intento.
—No lo haré — gruñe, sus ojos brillantes y amarillos me roban el aliento —. No hasta que te haga gritar de placer, Adrik — el fuego y la determinación arden en su mirada, mientras que yo solo puedo seguir gimiendo en respuesta.
Su mano se aleja de mi palpitante erección para sostener en alto una de mis piernas, modificando el ángulo de sus penetraciones. En ningún momento se detiene. Sigue embistiendo continuamente dentro de mí, llenándome hasta el límite con su gran polla y clavando sus dedos en mi piel.
Estoy seguro de que quedarán marcas, pero me importa una mierda en este momento. Ahora solo existe él y el increíble y delicioso placer que tiene para ofrecerme.
—Eres mío — una fuerte estocada justo en mi próstata —. Solo te puedes someter a mí — otra estocada —. Solo yo puedo hacerte sentir así — y otra —. Mío. Dilo ahora, Adrik — gruñe y ya estoy sintiendo el orgasmo formarse en mi vientre y en lo bajo de mi espalda.
Más. Quiero más.
—Sí — gimo y jadeo por falta de aire —. Tuyo, Nikon. Soy tuyo, maldición — respondo como puedo, gritando cuando acelera todavía más sus movimientos.
—Oh, joder — ruge y su poder de impacto crece y crece.
—Estoy cerca... — le aviso, gotas gruesas de sudor mezcladas con el agua de la ducha que estaba tomando antes se deslizan por toda mi piel.
—Yo también, dulce — sonríe, pero entonces se detiene solo el tiempo suficiente para levantarse y apoyarse en sus rodillas.
Su verga se sale en el proceso, pero manteniendo mi pierna levantada, no tarda en volver a penetrarme. Me mira con cargada de lujuria, sus ojos amarillos cristalinos y su cabello mojado adhiriéndose a la piel de su frente. Entonces se mueve.
Su cadera impacta contra la mía, la piel de mi muslo se vuelve rojiza por la fuerte presión de sus dedos, pero no podría interesarme menos. Con mi mano rodeando mi propia erección, me masturbo a su ritmo.
—Ya... No puedo, Nikon — mi garganta se siente rasposa y mis labios resecos.
—Córrete, entonces — gruñe e impacta con más fuerza mi punto dulce, mi cabeza cae hacia atrás, un fuerte grito anuncia mi inminente placer —. Déjalo salir, Adrik — mi polla palpita, mi mano ordeña continuamente mi orgasmo.
Largas, calientes y espesas gotas de mi esencia manchando mi estómago, mi mano y mi pecho en el proceso. Los afilados colmillos de Nikon quedan expuestos al rugir su propia liberación, inundando mi interior con su semilla caliente.
Navega con lentitud los estragos de su clímax, hasta que cae desplomado encima de mi cuerpo poco después. Y me besa.
Su lengua ágil, caliente y húmeda barre mi interior, probando todo a su paso. La mía responde a su dominio con total sumisión y gimo hacia su boca abierta. Su sabor me embriaga, me hace sentir como si mi cabeza girara y solo a través de sus labios pudiese obtener el sustento para seguir viviendo.
Es maravilloso y aterrador al mismo tiempo, pero no me importa. Lo disfruto tanto como me es posible. Para cuando se aleja, su aliento caliente en mi boca la hace hormiguear al estar sensible por la intensidad del beso.
—¿Cómo te encuentras, dulce? — sonríe y me quedo un largo rato cautivado por su belleza masculina.
—Mucho mejor ahora — admito y siento mis mejillas calientes, seguro de que un rubor me esta jodiendo la existencia.
—Ya somos dos — besa la punta de mi nariz —. ¿Listo para una segunda ducha? — se burla y yo pellizco su costado.
—Tan pronto como te quites de encima — vuelve a reírse, hago una mueca cuando su ahora flácida polla se libera de mi cuerpo.
—Vamos — extiende su mano y la tomo.
—«Te amo, dulce», me susurra a través del enlace. En los años que llevo con él, nunca nos hemos dicho esas palabras en voz alta, demasiado avergonzados entre nosotros o tal vez cautelosos de que alguien más pueda escucharnos.
Pero me gusta. Es mucho más íntimo así para mí y aunque él nunca lo hubiera admitido, a través de nuestro vínculo puedo sentir su amor a plenitud. Sin filtros, sin barreras o impedimentos.
Completamente mío.
«Sí... Yo también».
