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Cuarta Semana (Extra)

FREDEK

—¡Vaya, Fred! — Xander chilla emocionado —. ¡Alekséi era adorable! — bueno, debo darle crédito porque se acordó de llamarlo por su nombre esta vez —. ¿Qué edad tenía aquí? — apunta a la foto del álbum en donde aparecemos mi hermano y yo posando a la orilla del río Moscova.

—Creo que tenía diecinueve, más o menos.

—¿Tenías tú entonces catorce? — cuestiona curioso.

—Sí, papá nos tomó esa foto a pesar de lo mucho que se quejó Alek — sonrío con nostalgia, ese fue un gran verano.

—Te ves adorable — apuntando al gorro de pescador que aparece cubriendo mi cabeza —. Y Alekséi no era tan musculoso todavía.

—Pero aún así era intimidante. Todavía a esa edad era perfectamente capaz de lidiar solo con un cambiaformas oso.

—Cielos, ¿de verdad? — abriendo grande los ojos en asombro.

—Oh, sí — asiento —. Alek siempre ha sido muy fuerte.

—Eso siempre me ha gustado de él — admite, un ligero rubor pintando sus mejillas —. Puede cargarme sin ningún esfuerzo.

—Xander, ni siquiera yo tendría que poner esfuerzo para cargarte — niego burlón —. Eres pequeñito y no pesas casi nada.

—No soy tan chiquito — cruza los brazos sobre su pecho, haciendo un puchero —. Adrik es casi de mi tamaño.

—¿Y quién de los dos es más alto?

—Bueno, él. Pero...

—Exacto — lo interrumpo y su rubor se intensifica —. Sin pretender ofenderte, creo que eres el más pequeño de toda La Mansión.

—Eso no es malo — alza la barbilla orgulloso, frunciendo el ceño —. Eso no quiere decir que sea menos hombre.

—Claro que no — concuerdo rápidamente —. Jamás pensaría eso de ti. Además de mi hermano y mi papá, eres el hombre más valiente que jamás he conocido.

—¿De verdad? — asombro tomando poder en sus palabras.

—Por supuesto. Muy pocos podrían soportar muchas de las cosas que tú has enfrentado con tanta fortaleza — él desvía la mirada a sus manos, un poco avergonzado —. Incluyéndome. Estoy seguro de que fue muy difícil para ti, pero realmente admiro como has lidiado con todo, sin dejar que tu espíritu desapareciera y sin doblegarte ante nadie. Ni siquiera ante Angelo.

—¿Qué? — su mirada vuelve a conectarse con la mía, ahora con una expresión confusa —. ¿Por qué dices eso?

—Angelo me contó lo enojado que estabas cuando, por culpa de los medicamentos que te dieron después que te rescató, impidieron tu conexión al vínculo con Alek — una sonrisa aparece en sus labios y yo le sonrío de vuelta —. Habló de ti con bastante admiración, ya que tuviste el valor para enfrentarte a un Alfa que no conocías, estando en un lugar extraño y en deplorables condiciones físicas.

—No sabía que te lo había contado... — susurra.

—Sí, Angelo realmente te aprecia — sostengo una de sus manos entre las mías —. Al igual que Derek y yo. Y con seguridad todos los demás miembros de la organización.

—Gracias, Fred — susurra, ahogado con emoción.

—No agradezcas — sonrío y enjugo las gotas de las comisuras de sus ojos —. Solo digo la verdad — la puerta de la habitación se abre y Alekséi aparece, su corbata floja y algunos de los botones de su camisa abiertos. Parece un poco agotado.

Xander inmediatamente salta de la cama, con total gracia y elegancia, para recibirlo con un beso y un abrazo. El aliento se queda momentáneamente atorado en mi garganta al presenciar la mirada que le devuelve Alekséi, totalmente cargada de amor y ternura hacia su pareja.

La imagen no podría hacerme más feliz. Supe desde el momento en que Xander llegó, que lograría realizar muchos cambios a nuestro alrededor. Aunque nunca me imaginé que sería capaz de recoger las piezas rotas del corazón de mi hermano y volver a unirlas, logrando al mismo tiempo fortalecerlo y llenarlo de enormes cantidades de calidez y de amor.

No mentía. Realmente admiro a Xander.

—Hola, gatito — mi hermano lo abraza por la cintura y besa su frente —. ¿Cómo te has sentido?

—Mucho mejor, cariño — Xander sonríe y frota su mejilla contra el pecho de Alek —. Hoy no he sufrido náuseas y tengo más apetito.

—¿De verdad? — Xander asiente sin dejar de frotarse, Alek sonríe también —. Realmente es un alivio. Ya no tengo nada más que hacer por hoy, ¿quieres que salgamos a comer?

—¿En serio? — levanta su rostro para verlo, Alek asiente y Xander da saltitos de emoción —. Sí, por fin.

—Bueno, pero no saltes tanto — mi hermano se ríe y posa las manos en sus hombros, tratando de controlarlo —. No queremos que tus náuseas vuelvan.

—Que emoción — Xander le da un último abrazo y un beso en la boca —. Iré a darme una rápida ducha — sale disparado hacia el baño, cerrando la puerta. Los dos nos reímos por su entusiasmo y yo lentamente me levanto de la cama, colocando mis sandalias.

—Bueno, esa es mi señal para irme — me acerco a mi hermano y pellizco su mejilla en broma —. ¿Has liberado a mi pareja de su contrato de esclavitud? — él se ríe y niega divertido.

—Aún no, pero le he dado un tiempo limitado de libertad — posa una de sus grandes manos en mi estómago —. ¿Te han seguido causando malestar estos traviesos?

—No desde ayer — deslizo mi mano sobre la suya y sonrío —. Hoy se están portando muy bien.

—Es un alivio — suspira —. Xander y tú se ven mucho mejor.

—Los malestares eran temporales después de todo.

—Sí, pero igual no me gusta verlos sintiéndose mal — señala la puerta del baño —. Sobretodo Xander, realmente no tolera el dolor.

—Para eso estás tú, para darle mucho amor y mimos — él sonríe.

—Jamás se los negaría, yo mismo me ofrezco a dárselos — se gira y se quita el saco —. Angelo me dijo que iría a verte, ya debe estar esperándote en tu habitación.

—Bien. Tomaré eso como otra señal para retirarme — dejo un beso en su mejilla, eso parece sorprenderlo —. Nos vemos luego, despídeme de Xander — sin querer retrasar más el encuentro con Angelo, me marcho.

Camino a pasos lentos por los pasillos, observando el hermoso paisaje colándose a través de los grandes ventanales. La restauración ha ido muy bien, me atrevo a admitir que algunos lugares han quedado aún mejor que como estaban antes.

Giro en una de las esquinas y puedo divisar a lo lejos a Derek hablando con uno de los esbirros, así que acelero el paso para encontrarme con él. Su delicioso olor inunda mis fosas nasales a medida que me aproximo y él parece percibirme también, ya que se voltea a verme y sonríe.

Despide al hombre con el que estaba hablando y me espera con los brazos abiertos. Salto felizmente a su encuentro cuando al fin la distancia es reducida, enterrando mi rostro en su cuello y disfrutando de su delicioso aroma. Suspira y rodea mi cuerpo, apretándome más al suyo.

—Quiero cariños, Derek — hago un puchero y él se ríe —. Dame muchos, muchos besos.

—Oh, no. Que terrible tortura — ironiza y deja tiernos besos en mi cuello que me causan escalofríos —. ¿Te sientes bien? — susurra en mi oído.

—Sí. Parece que ya la partida de Ping Pong se acabó y ahora es tiempo de descansar.

—Aprovecha esos gloriosos minutos, entonces — yo ruedo los ojos, aunque no lo puede ver porque aún tengo mi cara en su cuello —. ¿Ya comiste?

—Hace media hora más o menos. Estaba con Xander y la señora Ewa nos envió una barbacoa que estaba muy sabrosa.

—Hablé con Angelo, dice que está en tu habitación.

—Nuestra habitación — lo corrijo, levantando mi rostro para poder ver el suyo —. Es nuestra, Derek.

—De acuerdo — asiente con una sonrisa —. Nuestra habitación. ¿Quieres ir ahora?

—Sí — me separo y tomo su mano con la mía —. Vamos — los dos caminamos en silencio, dándonos miradas furtivas y él dándome besos cada vez que se le presenta la oportunidad.

Derek siempre ha sido un poco menos cariñoso que Angelo, pero últimamente ha estado demostrando mucho más su afecto por mi y me encanta. Cuando llegamos a nuestro destino, debo admitir que tengo una media erección. Y cuando veo a Angelo acostado en la cama, usando nada más que un pantalón y un brazo cruzado por debajo de su cabeza, mi pene despierta por completo tan rápido que deberían darme un premio.

—Hola, zorrito — sonríe y yo siento que me ruborizo —. Hola, precioso — dirige su atención a Derek y él le sonríe, pero puedo percatarme de la mirada depredadora iluminando peligrosamente sus iris.

—Si vas a estar así todo el tiempo, no querré irme nunca de aquí — Derek pasa lentamente la lengua por sus labios y Angelo le devuelve la mirada con mayor intensidad.

—Parece una buena oferta — palmea el lugar vacío de la gran cama —. Vengan aquí — Derek me ofrece su mano y la tomo sin dudar ni titubear. Lentamente me dirige hacia la cama, en donde los dos nos sentamos enfrentando a Angelo —. Tengo entendido que la doctora nos dio luz verde, ¿verdad zorrito? — sonríe con malicia y el aura cambia completamente a una cargada de lujuria.

Y sí, la doctora nos dijo a Xander y a mi que estaba permitido tener sexo, con las precauciones adecuadas, por supuesto. Advirtiéndonos que al mínimo dolor, la actividad debería de ser cancelada inmediatamente.

Con suerte, eso no pasará hoy. Así que en respuesta a la pregunta de Angelo, asiento y percibo la pesada mirada de los dos sobre mí, causando que me estremezca y anticipe lo que está por venir.

—Quítate la ropa — Derek me indica, él se va desprendiendo del saco y su camisa, sentándose al lado de Angelo una vez termina —. Déjanos verte, pequeño — por primera vez no me quejo que me haya llamado así y me enfoco en obedecer. Llevo mis temblorosos dedos a los botones de mi camisa y los voy soltando lentamente.

Mis respiración ya se está agitando y mi zorro está inquieto, deseando ser reclamado. Deslizo la tela por mis hombros, dejando mi torso expuesto. Mis manos ahora caen en el borde de mi pantalón, abriendo el botón y bajando la cremallera.

Los ojos de mis dos Alfas cambian de su color habitual a un intenso y penetrante amarillo para cuando mi pantalón cae al suelo, solo mi bóxer impidiendo mi completa desnudez.

—Hermoso — Angelo me alaba y mi corazón truena en mi interior.

—Apetecible — Derek agrega con un gruñido, acariciando el notable bulto de la entrepierna cubierta de mi otro Alfa.

—Termina, zorrito — Angelo gime, señalando mi ropa interior.

Yo asiento de nuevo y mis dedos se enganchan al borde del elástico y tiran hacia abajo. Mi pene sale erguido hacia mi vientre, una gota perlada adornando la cabeza. Termino de desnudarme y cuando alzo mi vista de nuevo, ellos están despojándose también de las últimas prendas que impedían su desnudez.

—Ven aquí — Derek apunta hacia el centro de la cama y yo gateo hasta el punto indicado, apoyándome en mis rodillas. Angelo toma a Derek por la nuca y lo acerca a mí para que lo bese.

Un gemido se me escapa, disfrutando de los expertos movimientos de su lengua acariciando la mía.

—Sí, zorrito... — Angelo susurra en mi oído en mitad del beso —. Disfruta, deja que te domine.

Derek me sujeta con firmeza por la cadera y roza nuestras pollas. Inhalo bruscamente por el delicioso placer y me separo del beso, permitiendo que mi boca exhale en un pesado jadeo mientras que mi cabeza cae hacia atrás, exponiendo mi cuello.

Siento dos lenguas húmedas en mi piel cuando de inmediato ambos Alfas proceden a probarme. Atacan los lóbulos de mis orejas, mi barbilla, los costados de mi cuello, mis clavículas, para sellar finalmente cada uno sus labios en mis erectos pezones.

Gimo y me retuerzo sin control, disfrutando a plenitud sus placenteros asaltos. En un acto de valentía, llevo mis manos a cada polla y las sostengo. Derek gruñe y Angelo gime y sin perder el tiempo: bombeo. Duro, rápido y firme como sé que le gusta a Derek. Lento, sensual pero potente como lo prefiere Angelo.

—Así es, zorrito — Angelo cubre mi puño con el suyo y me incita a seguir —. Siente mi placer — gime y mete su lengua en mi boca.

Derek mueve su cadera, encontrándose con cada movimiento de mi mano, siguiendo con la succión, mordiendo y lamiendo mis pezones. Grito, separándome abruptamente de los labios de Angelo, cuando su mano se cierra en mi polla palpitante.

Todo mi cuerpo tiembla y responde al tacto, un calor tan arrollador expandiéndose rápidamente, amenazando con consumirme. Derek cierra la suya en el saco pesado de mis bolas, masajeándolas al mismo ritmo de la de Angelo.

—Sí — Derek sisea y muerde mi cuello, jodiendo mi mano con más rapidez —. Me vuelve loco lo sensible que eres.

—Tu cuerpo responde perfectamente a nosotros — Angelo lame mi labio inferior, viéndome directamente a los ojos —. Tan sensual, tan provocador, tan erótico.

—Por favor... — jadeo, empujando sin poder retenerme, moviendo las manos con mayor velocidad —. Los necesito.

—Estamos a tu disposición, zorrito — Angelo sonríe y su mirada cae en Derek —. ¿Quieres ir primero? — Derek no responde, simplemente se separa y tomándome por los hombros me gira para que apoye mi caliente mejilla en las sábanas, dejando mi culo al aire.

—Como me encanta verte así — ruge y con las manos en las mejillas de mi culo, las separa, dejando mi entrada expuesta —. Tan caliente... — la cabeza de su polla empieza a presionar —. A mi merced — empuja, lentamente abriendo su camino.

Siento como mis paredes van cediendo a su control y rápidamente el ligero dolor es reemplazado por un increíble placer. Cierro los ojos y me aferro fuertemente a las sábanas cuando ingresa completamente, sus bolas pegadas a mi piel.

Solo me da unos segundos para adaptarme antes de moverse, pero son más que suficientes. Su cadera impacta contra mí, en movimientos firmes y constantes, gruñendo y jadeando, mientras que yo gimo sin control.

Angelo nos observa a un costado, con los ojos cristalinos por la lujuria y masturbándose lentamente, concentrado en el movimiento de la polla de Derek entrando y saliendo de mi cuerpo con increíble habilidad. Sus dedos aprietan la piel de mi cintura, aferrándose a mis costados para poder impulsar sus estocadas.

—Joder, Derek... — mis piernas flaquean y termino por extender completamente mi cuerpo en la cama, incapaz de seguir sosteniéndome.

Él no permite que eso le impida seguir, así que aprovechándose de la fuerza de sus piernas se apoya en una de sus rodillas, levantando la otra para continuar follándome, alcanzando mi llorosa polla con una de sus manos, bombeando al mismo ritmo de sus penetraciones.

—No puedo... — tengo que luchar para poder formar las palabras —. Aguantar mucho más.

—Aún no — me ordena y a través de su impresionante poder y un fluido movimiento, nos gira a ambos hasta que estoy sentado en su polla con las piernas abiertas y flexionadas sobre mi pecho.

—Espérame, zorrito — Angelo sonríe y sosteniendo su pene, se posiciona entre mis piernas y lo alinea en mi llena entrada.

Derek permanece totalmente quieto, esperando a que Angelo realice su camino. Aprieto la mandíbula y obligo a mi cuerpo a relajarse cuando una segunda polla es lentamente empujada, extendiendo mis paredes al límite hasta llenarme a plenitud.

Jadeo y me agito hasta que siento finalmente como toca fondo, su cadera firmemente unida a mi piel, sosteniendo abiertas mis piernas para él.

—Como extrañé esto, zorrito — refiriéndose a los días en los que me sentía mal y no podíamos estar juntos. No así —. Te ves tan perfecto así — su mirada cae en mi repleta entrada, contemplando ambas erecciones rígidas en mi interior.

—Muévete, Angelo — Derek insiste y con una risita, mi otro Alfa obedece.

Realiza largas y profundas penetraciones, con una marcada expresión de placer y deseo, sus manos tocando tanta piel como tiene a su paso. Derek se mueve también, tratando de coincidir con los movimientos contrarios, subiendo las palmas por mi torso hasta que sus dedos se cierran en mis pezones, apretando ligeramente.

Mi cabeza da vueltas, el intenso placer me aborda por completo. Gimo sin parar y me muevo, tratando de encontrarme con sus movimientos, que poco a poco van aumentando el ritmo. No pasa mucho tiempo hasta que ambos Alfas me joden más rápido y con más potencia, impactando el dulce punto dentro de mí que me hace enloquecer.

Grito y jadeo, largas y gruesas gotas de sudor se deslizan por mi piel, los mechones de cabello se quedan adheridos a mi frente.

—Quiero... — balbuceo a través de la laguna de placer y la agitación de mi cuerpo en llamas —. Necesito...

—Espera, Angelo — Derek se detiene, Angelo hace lo mismo —. Quiero verlo.

—De acuerdo, precioso — Angelo sonríe y ambos se salen con delicadeza, mi entrada palpitando a la nada.

Fuertes manos hacen que me gire hasta quedar sentado ahora a horcajadas sobre Derek, quien se encuentra tan agitado como yo. Acaricia dulcemente mi mejilla antes de volver a penetrarme, seguido poco tiempo después por Angelo.

—Esta es la primera vez que te veré correrte, Fred — me anuncia y a pesar de que mi mente no está completamente lúcida, me doy cuenta que tiene razón —. Y disfrutaré cada maldito segundo — sus palabras vienen acompañadas de un fuerte impulso de su cadera, haciéndolo rugir extasiado, a mi gritar de nuevo y a Angelo gemir.

—Derek... — Angelo le avisa, y ya estoy anticipando lo que está por venir.

—Me falta poco — le responde de vuelta y su ritmo vuelve a incrementarse.

—¡Ah! — cierro los ojos con fuerza y mis manos se aferran al fuerte pecho de mi Alfa.

—No, abre tus ojos — con gran esfuerzo lo hago y Derek sonríe —. Eso es, déjame ver.

El calor y el placer son tan intensos, que soy incapaz de poder contenerlo más. Con un fuerte grito que me escuece la garganta y tratando de mantener mi mirada en la de Derek, me corro.

Mancho con largas y brillantes tiras de mi esencia el vientre contraído y el agitado pecho de mi Alfa, mis paredes asfixiando las dos pollas en mi culo, que ahora impactan con un ritmo y poder implacable.

—Estoy listo, Angelo — Derek gruñe, exponiendo sus largos y afilados colmillos ante mi aturdida mirada.

—Llenemos este hermoso cuerpo, entonces — Angelo jadea y su aliento le hace cosquillas a la piel de mi cuello y espalda.

Mis oídos registran como ecos lejanos sus gritos y rugidos, sus orgasmos liberándose dentro de mí. El placer es tan intenso y potente que una segunda ola se apodera de mí, vaciando de nuevo el resultado de mi clímax sobre Derek.

Poco a poco van reduciendo la velocidad, disfrutando de los finales estragos del orgasmo.

—¿Estás bien? — Derek acaricia mi húmedo cabello, esforzándose por recuperar el aliento.

—¿Te lastimamos de alguna manera, zorrito? — Angelo besa dulcemente mi oreja y sonrío.

—No... — mi pecho sube y baja rápidamente —. Estoy... Muy bien.

—¿Seguro? — Derek insiste.

—Sí, seguro — levanto mi rostro y beso suavemente sus labios —. En ningún momento sentí dolor, se los hubiese hecho saber.

—Más te vale, zorrito — Angelo sonríe e inclina mi rostro para poder besarme también —. Tenemos tres bebés que necesitan terminar de crecer — hago una mueca cuando los dos se retiran, parte de sus esencias se escurren por mis muslos.

—Creo que necesitamos un baño — Derek se ríe.

—Oh, sí — Angelo asiente en acuerdo —. Vamos, zorrito.

—Van a tener que cargarme, estoy muy agotado para moverme — los dos se ríen y niegan divertidos con la cabeza.

Me toman entre sus brazos y no puedo evitar reírme también por lo tontos que son. Después de una larga y relajante ducha, los tres nos acurrucarnos debajo de las sábanas, formando un gran bulto de piernas y brazos entrelazados.

Las luces se apagan y es ahí cuando finalmente nos quedamos dormidos, disfrutando de la calidez que comparten nuestros cuerpos.

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