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Capitulo 4

Daniel pide dos porciones de ese pastel y dos jugos. Tuve que bajarme de su espalda para poder tomar mi pedido.

Nos sentamos en una mesa al lado de la ventana, me olvidé de comer unos minutos solo para poder mirar hacia la calle.

— Pareces un niño.

— ¿Eh?

Tomo un trozo de la tarta y me lo meto en la boca, Daniel tiene buen gusto a la hora de elegir la comida.

—Dije que pareces un niño.

—¿Por qué me veo como un niño?—

—No sé, la forma en que actúas.— Se encoge de hombros.

No me conoces. Me cruzo de brazos.

— Conosco sí.

— No me conoces fuera del trabajo, no soy una mujer que habla lindo y anda en tacones... Eso cansa.

— Me gusta verte con tacones y también me gusta la ropa que usas cuando vas a trabajar... Tu trasero se ve más grande de lo que ya es.

Pongo los ojos en blanco y bebo un poco de mi jugo.

— Puedo fingir ser lo que no soy para tu familia, solo estoy aquí para ser tu —novia— Hago comillas.

—No, por mucho que me guste la maldita mujer grande Demetria, prefiero a la bebé grande Demi.

Hago una mueca de confusión pero termino riéndome cuando entiendo lo que quiere decir.

—Eso es porque aún no has visto cómo soy en la cama—.

¿Qué hay de malo en hacer el viaje un poco interesante? Daniel está dispuesto a jugar conmigo y no creo que sea tan mala idea jugar a sus bromas, pero antes que nada debo recordar que él es mi jefe.

Y nunca tendría sexo con mi jefe. Daniel no es el tipo de hombre que merece estar en la cama conmigo, los tipos con un gran ego no me llaman la atención.

— Creo que ya nos podemos ir — Dice después de un momento mirándome y se levanta yendo a pagar la cuenta.

Por un momento pienso en cómo ha cambiado su comportamiento conmigo pero quizás Daniel en el trabajo no es el mismo Daniel de todos los días, imagina lo aburrido que sería pasar cuatro días con un hombre aburrido y aburrido.

Me levanto de la mesa cuando regresa y salimos del lugar, Daniel mira a su alrededor como si estuviera perdido y termino riéndome.

—¿Te perdiste, jefe?—digo en tono de burla.

— No, es que necesito estar seguro para no terminar perdiéndome — Se encoge de hombros.

—Bueno, creo que está perdido—.

—Y creo que deberías callarte y caminar—, se queja Daniel y comienza a caminar hacia una calle directamente frente a nosotros.

—¡Cállate, vamos!— Hablo alto para que me escuche a pesar de que estaba a unos pasos de distancia.

—Te voy a callar de una manera que te va a gustar mucho—.

El empujón hizo que Daniel casi cayera boca abajo en la nieve, pero por suerte apoyó las manos en el suelo, puse mi mano sobre mi boca y me quedé quieto esperando lo que haría a continuación.

Bien, acabo de empujar a mi jefe y estoy tan jodido.

—¿Estás loco? Viene hacia mí prácticamente gritando.

—Yo—yo... lo siento, yo...—

Daniel pone sus manos sobre mis hombros y me empuja ligeramente, mis pies resbalan y aterrizo sobre mi trasero en la nieve.

Helado, helado, helado, helado.

Trato de sostener mis manos y levantarme pero era imposible ya que mis manos se estaban hundiendo en la nieve.

— Daniel... — gimoteo y él se cruza de brazos mirándome con una expresión divertida — ¡Mi trasero se está congelando!

Levanto las manos esperando que me ayude a ponerme de pie, pero Daniel no se mueve.

—¿Casi noqueas a tu jefe y esperas que te ayude?—

—¡Me disculpé!—

—No es suficiente.

—¡Deja de ser molesto!— Estabas hablando mal.

— No estaba hablando mal tú que pensaste mal y no es mi culpa si tienes la mente contaminada.

El tiene razón.

—¡Soy de la iglesia!— Guardado para ti: le muestro el dedo medio.

—¿Está guardado?— Él ríe.

—¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡!

— Está loca — le dice Daniel a la señora que estaba frente a nosotros — Esa es la única manera de bajar el fuego que tienes en ella.

— ¡MANTÉN EL RESPETO! — Vuelvo a gritar.

Empiezo a tirarle nieve mientras lo maldigo en voz baja, Daniel trata de proteger su rostro con sus manos pero seguí tirando hasta que dijo que me ayudaría.

— ¡DE ACUERDO! Te sacaré de ahí.

No puedo sentir mi culo YA NO SIENTO MI CULO.

Extiende sus manos y me ayuda a ponerme de pie. Me pongo las manos en el culo y hago una mueca.

—¿Todo bien allí?—

—No me hables idiota.— Empiezo a caminar.

— Me empujaste, solo te di cambio.

—¡Soy una dama!

— Saber...

—Si sigues molestándome, me iré a casa y buena suerte para explicarles a mamá y papá por qué mentiste.

—Niña, sabes cómo ser vengativa...—

— ¡Saber!

—Me gustan las mujeres así—.

— El problema es tuyo.

Siento su mano en mi brazo, casi le estaba gritando que me soltara cuando señala mi costado.

— Llegamos Demetria subrayó Lovato.

Miro hacia donde Daniel estaba señalando y me muerdo el labio tratando de contener mi sonrisa.

— ¿Sabes patinar?

Ignoro su pregunta y corro hacia allí casi rebotando de felicidad, los niños corrían, las parejas patinaban de la mano y algunas personas simplemente se divertían con sus amigos.

Daniel aparece a mi lado y aprieta mi mejilla — Más fuerte de lo que debería — diciéndome de nuevo que parecía un niño.

—Vamos a patinar sobre hielo ooooooooooooooooooooooooooooooo—.

—¿Pero no eras tú el que estaba enojado?—

—¡Cállate y vámonos!—

— ¿Tu sabes?

— ¿Yo se que? — Lo miro confundida.

— ¿Patinaje sobre hielo?

— No...

— Voy a hablar con ese hombre de allá — Señala a un tipo que estaba ayudando a unos niños — Voy a buscar tus patines y le pagaré para que te enseñe.

—¿Por qué no lo haces tú mismo? Quiero decir... sé que estoy aquí haciéndote un favor pero no quiero que gastes dinero en mí.

— El dinero no es un problema para mí y veo esto como una forma de agradecerte el favor — dice sonriendo.

—¡Puedo pagar, créeme!— El dinero tampoco es un problema para mí.

—¿Llevaste dinero allí contigo?—

— No.

—Entonces haré eso, luego te dejaré comprarme un helado—.

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