Capitulo 3
Me cambié de ropa y no escuché nada proveniente de la habitación, tal vez fue a esperarme a otro lado.
Recordar que él es mi jefe y no puedo tratar mal a mi jefe porque es él quien paga mi salario.
Terminé de arreglarme en el baño y cuando salí ya encontré encima de la cama la ropa que Daniel había ido a buscar con su cuñada. Me puse el sombrero en la cabeza y agarré el resto para ponérmelo cuando nos fuéramos, el zapato que estaba ahí era enorme así que opté por usar mis tenis.
Abrí la puerta del dormitorio y miré alrededor, estaba completamente perdido. Por suerte, Daniel ya estaba doblando la esquina y se dirigía hacia mí.
—Sé una buena novia.— Daniel toma mi mano y me arrastra por el pasillo.
—Estoy bien.
—Si haces algo que nos delata, no verás la nieve afuera.
Suena como mi mamá hablando.
Termino riéndome de mi pensamiento dejándolo confundido, cuando entramos a la cocina una mujer —Tal vez su madre— Me abraza fuerte.
— Hola querida —
—H—hola. Tartamudeo, sintiendo mi cara calentarse.
—Soy Denise y soy una buena suegra.
— Demi y yo somos una buena... ¿Cómo se llama? — Miro a Daniel que se ríe.
— Olvídalo — Dice dirigiéndose a la nevera.
En la mesa estaban los hermanos de Daniel. Joe, Kevin y Frankie junto con Sophie, Danielle y el otro Kevin —quien en este caso era el padre— saludé a todos en la cocina con una hermosa sonrisa en mi rostro.
—¿A dónde van ustedes dos?— pregunta papá Tim.
— Ver la nieve — La felicidad todavía estaba grabada en mi rostro.
—Vamos a comer y— lo interrumpí.
—No, vámonos ahora... Por favor.—
—Pero tengo hambre.
Me cruzo de brazos y pisoteo el suelo con el pie haciendo una mueca de mal humor, escucho a Joe reír y a Daniel decirle que se calle.
—¿Qué no puedo hacer por ti, mi amor?— Daniel pasa junto a mí dándome un beso en la mejilla y bajando el sombrero sobre mi cabeza cubriendo mis ojos.
— Está enamorado — dice Denise haciéndome sonrojar y prácticamente salir corriendo de la cocina.
— Gracias mi amor — le digo suavemente cuando llego a su lado.
—Soy un gran novio.
Pongo los ojos en blanco riéndome.
—Los novios no se besan en la mejilla...—
Daniel se inclina con un puchero pero esquivo la risa.
Pero eso no significa que nos vamos a besar.
Eres demasiado difícil para una secretaria caliente.
Risa.
— Tu risa es graciosa, me gusta.
Le muestro el dedo medio y me pongo la chaqueta.
— Déjame arreglar esto, no queremos que mi esclavo pase frío en la calle.
— A ver neeeeveee — Salto un poco.
Daniel pone sus manos sobre mis hombros para mantenerme callada y pone la bufanda alrededor de mi cuello, cerrando la chaqueta a continuación.
— Obligada momolado — La beso en la mejilla sonriendo.
— No hables así, es taaan gay — Nos reímos y Daniel me saca la lengua.
Me pongo los guantes y estaba a punto de abrir la puerta cuando me detiene.
—¿Por qué no te pusiste los zapatos que dejé en la habitación?—
Eran enormes. Me encojo de hombros.
—Te vas a resbalar con eso y te vas a dar con tu culito en el suelo—.
Miro mis zapatillas y luego a Daniel.
— Me abrazas — abro la puerta tirando de él conmigo.
Me detuve un momento solo para admirar la calle que estaba cubierta de nieve, miro al cielo y sonrío aún más.
— Es tan lindo...
— Yo se.
Miré a Daniel que me miraba con una sonrisa en el rostro, tomó mi mano y caminamos por la calle.
—¡Es nieve, Dios mío!— – digo riendo pisando lo que sería el césped de su casa que era una montaña de nieve.
— Tranquilo, la nieve seguirá ahí por mucho tiempo — Dice riendo.
Pero lo ignoro por completo, ya estaba saltando en la nieve con tanta felicidad mientras Daniel me miraba con los brazos cruzados y riéndose.
— Te vas a mojar toda — Daniel me tiende la mano para ayudarme a salir de ahí.
Cuando volví al suelo y di el primer paso, mis zapatillas resbalaron en el asfalto casi haciéndome caer, por suerte Daniel me atrapó antes de que golpeara mi hermoso trasero contra el suelo.
— Gracias.
— De nada — Antes de darme cuenta, me sorprende con un beso y él se aleja.
Mi jefe me besó.
Para aquellos que querían pasar la lengua por su cuerpo, esto no fue sorprendente.
Caminé lentamente tratando de seguirle el paso y de vez en cuando terminaba deslizándome. Cuando ya estaba justo detrás de él salto sobre su espalda abrazándome fuerte, Daniel pone sus manos en mis piernas para que no me caiga.
— Mira... — Extiendo mi mano y sonrío cuando veo que lentamente se llena de nieve — Está cayendo del cielo.
—¿De dónde crees que viene la nieve?—
—Es solo que nunca lo había visto antes—.
Apoyo la barbilla en su hombro y miro hacia adelante, recordando cada detalle de esa calle.
— ¿A dónde vamos?
—Vamos a conseguir algo de comer y luego te llevaré a un lugar realmente agradable—.
— ¿Qué lugar?
— Sorpresa...
Sonrío preguntándome de qué estaba hablando.
—¿No estás cansado de llevarme?—pregunto después de unos minutos.
—No pesas mucho.— Se encoge de hombros.
Cuando llegamos al establecimiento algunas personas nos miraban fijamente y escondí mi rostro en el cuello de Daniel cuando mi rostro se calienta por milésima vez ese día.
—Tu trasero se destaca, Demetria —susurra haciendo que le golpee el brazo.
— ¡Bájame!
— Primero elijamos algo para comer, ¿qué quieres?
Miro los varios pasteles frente a mí y sonrío.
—Ese de allá…— Señalo el pastel más bonito.
— No te lo recomiendo, es muy malo... Elige el de chocolate.
—Podría ser.— Me encogí de hombros.
