Capitulo 11
Daniel
— ¡Ay Dios mío! Demi grita.
Abro solo un ojo y hago una mueca, la habitación estaba tenuemente iluminada debido a las cortinas cerradas.
—¿Por qué diablos estás gritando? Me senté en la cama frotándome los ojos.
¿Por qué diablos te estaba abrazando?
La miro un poco confundido pero me vuelvo a acostar resoplando de ira.
— ¡Vaya a dormir!
— Pero...
—¡ Qué demonios, vete a dormir!— dije impaciente.
—Es el amanecer, idiota.
Le lanzo una almohada sin siquiera verla, no dudo que me equivoque. Siento un peso en mi espalda, Demi comienza a saltar allí pidiéndome que me despierte.
— Por favor por favor.
—¡Aléjate de mí!—
—Despertar.
—¿Por qué no saltas a otro lado?— Déjame darme la vuelta para ayudar un poco. Pongo los ojos en blanco.
—Idiota, este no es el momento para hacer este tipo de propuestas—, se queja Demi alejándose de mí.
Escuché una puerta cerrarse, en ese momento pensé que Demi se había ido pero cuando escuché correr la ducha estaba seguro de que acababa de entrar al baño. Me senté en la cama con un poco de sueño y miré hacia la puerta del baño preguntándome si debería preguntarle si estaba bien o no considerando que algunas personas no recuerdan los sueños.
Demetria finalmente salió del baño secándose el cabello con una toalla y me mira con una linda sonrisita, se sienta en la cama y comienza a ponerse las zapatillas.
—También podría cambiarse de ropa frente a mí, lo he visto todo—.
—Sigue soñando, Daniel—.
— Oye... — Toco su hombro haciendo que se gire — ¿Está todo bien?
La expresión de la morena cambió rápidamente y me arrepentí de haber preguntado. ¿Qué carajo me está pasando de todos modos? ¡Demetria no es mi amiga, es mi empleada! No puedo mezclar una cosa con otra, solo me está haciendo un favor al estar aquí fingiendo ser mi novia.
— ¿Porque quieres saber?
—¿Estás bien o no?—
—No, y deja de fingir que te importa—.
—¿Y quién dijo que estoy preocupada?—
Demi se encoge de hombros y hace un último nudo en sus tenis.
—¿Por qué me besaste ayer?— Se pone de pie y se cruza de brazos, mirándome.
— Porque yo quise.
— No vuelvas a hacer eso...
—Si quiero, lo haré.— Me levanté y caminé hacia el baño.
— ¡No! ¡No lo harás!
Miro en la dirección que estaba la morena, me acerco a ella con largas zancadas y la tiro sobre la cama, subiendo encima de ella rápidamente. Demi intenta apartarme, pero la agarro de las muñecas y le levanto los brazos por encima de la cabeza.
—M—déjame ir...—
Pronto noté el nerviosismo en su voz lo que me hizo sonreír de lado.
— ¿Y si yo no quisiera? — Demi intenta salir pero yo estaba prácticamente sentado encima de ella — Déjame repetir, si quiero besarte, te beso y ¿sabes por qué? — Acerco mi rostro al de ella, esparciendo besos a lo largo de su mandíbula y cuello.
La respiración de la morena se hizo dificultosa gracias a mis besos y ligeros mordiscos en su cuello.
— Porque me deseas mucho más de lo que yo te deseo a ti... Solo tienes miedo de acercarte demasiado — Muevo mis besos hacia arriba, deteniéndome en tus labios — Admítelo...
—Será mejor que me dejes ir antes de que te mate—.
—Intenta — digo riéndome pero vuelvo a ponerme seria — ¿Por qué haces como si te besara a la fuerza?
—¡Porque eso es lo que pasó!—
— No, no... — Entrecierro los ojos — ¿No te cansas de hacerte la dura?
—Sí—. Demi dejó escapar un suspiro dramático.
—Bien, porque a veces me molesta.— Rodé los ojos.
Me senté al otro lado de la cama y resoplé.
— Quiero oírte rogar — La morena se sienta en mi regazo — Es simple...
—¿Suplicar qué?— ' Hago una cara confusa.
Pero luego recordé nuestra conversación en la bañera, le dije que me iba a rogar que la follara y ahora aquí estoy entreteniéndome la idea de rogárselo.
— Ya sabes — Demi se muerde el labio dejándome completamente perdido en ese simple acto.
— No lo lograrás si esperas a que te pida, ¿y adónde va mi dignidad?
—En el mismo lugar donde estará mi lado duro—.
—No soporto tus cambios de humor.— Solté una risa nasal.
Ella pone los ojos en blanco y se baja de mi regazo.
— ¡Yo dije!
— ¿Sabes lo que pienso? Creo que eres malo en la cama y por eso tu ex te engañó con su amiga.
Herir una herida.
—¿Por qué no vienes aquí y te haces la prueba?—
—No sé si vale la pena—, me observa Demi.
—Te garantizo que valdrá la pena—.
— Tal vez.
Levanto las cejas ansiosamente esperando lo que sea que vaya a hacer. Demi se acerca a mí sentándose en mi regazo de nuevo. Abro la boca para decirle que deje de jugar pero la morena no me dio la oportunidad de hablar porque unieron nuestros labios en un beso cálido y sincero lleno de segundas intenciones.
