Librería
Español
Capítulos
Ajuste

La apuesta

La apuesta

Clarisa

-Permítame su carné caballero- ¿Qué se estaba creyendo ese tipo? Me estaba dejando con la mano estirada como si fuera muy importante

-Señorita, yo no estudio aquí, yo ya soy egresado de la universidad, soy administrador de empresas, solamente estamos haciendo un trabajo informativo, y pues hemos decidido buscar dicha información- su amigo lo codea, y por poco suelta una carcajada, ¡estupidos mentirosos! Solamente nos estaban tomando del pelo.

-Veo que me están tomando del pelo, está bien, saben que, la biblioteca es libre, en su criterio está dejar los libros en buen estado, allí, en esa hilera, encuentran todo lo que necesitan- solo puedo decirles en tono sarcástico, odiaba los guiris que pensaban así.

Él se queda mirándome, trata de intimidarme con la mirada, pero no lo dejo, soy imponente y nunca ningún hombre ha podido ligar conmigo sin que yo se lo permita, así que simplemente muevo mi cabeza en señal de negación. Y lo desafío.

- ¿Qué? ¿No necesitan el bendito libro?, vayan hacia allá, que tenemos mucho que hacer- le doy la espalda, simplemente lo ignoro.

-Mucho gusto señoritas, soy David y él es mi amigo Jonás, ¿ustedes son?

-Aquí tenemos nuestro nombre, justamente aquí en nuestra escarapela- le señalo mi nombre justamente en mi pecho, cuando lo hago, David inevitablemente se queda viéndolo.

-Clarisa, que lindo nombre, ah y Clement, muy lindos nombres así como ustedes dos.

-Gracias- sigo haciendo lo que hacía antes de que llegaran, simplemente me parecía el tipo más patético que habia llegado a la biblioteca, pero él sigue insistente con su mirada, me está haciendo poner nerviosa, y eso casi ningún hombre lo lograba, no recordaba el ultimo que hubiera hecho eso.

- ¿Clarisa? ¿quisieras acompañarme por favor?, me gustaría mucho que me guiaras, si eres tan amable. - él muy descarado me pide ser su guía, mi amiga Clement ya habia caído rendida ante los encantos de Jonás y sin que yo me diera cuenta ya habían salido del mostrador directo a una de las hileras de libros que estaban al fondo, ¿era en serio?, que fácil y débil era esa mujer ante un chico guapo.

-Como ves, mi amiga se ha ido, no puedo dejar el vestíbulo solo, tendrás que darte el tour, tú mismo, no creo que me necesites- agarro un libro y de los nervios lo dejo caer, tengo que agacharme y justamente hoy me traje una falda más corta que mi sueldo, inevitablemente ante sus ojos devoradores tengo que agacharme, que si quería una vista de mi trasero, ya la habia tenido toda y sin pedirlo.

David suspira mientras me mira, no se quita de enfrente mío.

- ¡¿Qué?!, ¿qué me miras? Tienes deseo de invitarme un café o que, ¿crees que soy de esas chicas que se rinden fácilmente ante un hombre guapo como tú? - le soy directa, estaba teniendo un día de mier** y él era el candidato perfecto para desquitarme.

-No pienso que seas ese tipo de mujeres, pero si quiero invitarte a un café ¿irías a tomar un café conmigo? Me has dado la idea perfecta para poder entablar una conversación contigo.

- ¡Claro que no!, ¿acaso no ves que estoy trabajando guiri? - cuando le digo esas palabras su rostro ser palidece, ¿guiri? Creería yo que jamás había escuchado eso, en el tiempo de antes se le llamaba así a los ricachones fastidiosos, y él era uno de esos, estaba segura por su porte fanfarrón.

Pensamiento de David

Guiri ¿Qué se está creyendo esta muchachita?, así que no te gustan los hombres ricos, por eso es por lo que no te fías de mí, perfecto, aquí también sabemos de actuación.

- ¿Por qué crees que soy un guiri? ¿tengo cara de tener dinero? - la miro frente a frente tratando de intimidarla más de lo que esta.

-Es obvio, si ya estas graduado, debes tener dinero, además mírate, tu pinta no dice nada más, imagino que debes ser ese típico CEO de una de las compañías más grandes de la ciudad, el soltero más cotizado por todas las jet set del mundo y te equivocaste cuando entraste aquí blah blah- ella no dejaba de hablar en son de burla, definitivamente no le gustaban los hombres ricos, asi que opte por no pasar por uno de ellos.

-Te equivocas, no soy un ricachón de los que crees que salen en la tv, ya quisiera yo, soy administrador, porque me gane una beca para estudiar, y pues esta ropa es regalada por el hijo del jefe de mi padre, ya sabes ¿quién diría que no a semejante marca? - trato de mentir, pero en estos casos hacerme pasar por pobre no se me da nada bien.

-¿Ah si?, no te creo que seas pobre, sin embargo, acepto el café, pero será otro día, porque hoy estoy colapsada de trabajo- apenas medio sonríe, era tan hermosa, para ser una chica tan humilde, tenía un cuerpo hermoso, sus piernas eran curvas, sus senos eran grandes, aunque su abdomen no era del todo marcado, sus caderas sacaban la cara por ella, y ni hablar de su rostro, a pesar de que tenía unas ojeras bastante plasmadas , era blanca como la nieve, sus ojos color miel, eran sencillos pero brillantes, definitivamente ella tenía que salir conmigo.

-Perfecto, dime ¿Cuando paso por ti?

-Pasa cuando quieras, y en una de esas me coges con tiempo- eso fue como un balde de agua fría.

Estaba tratando de concebir lo que me estaba diciendo, pero las risas que venían del pasillo me interrumpen, allí venia Jonás con la amiga de Clarisa, a ellos sí que les habia ido bien, porque mi amigo tenía sus labios rojos, como si se hubiera aplicado el labial de Clement, pero directo desde su boca, no era necesario preguntar para saber lo obvio.

-Amigo ¿nos vamos? - me dice él sonriente y encantado, a diferencia de mi

-Si claro, vámonos – dirijo la mirada hacia ellas dos- señoritas fue un placer., Clarisa volveré, espero que cuando eso pase salgas a tomar un café conmigo.

Ella apenas y me sonríe, se burla de mí y lo puedo notar, eso hace que se vuelva más interesante para mí, en todos estos años de conquista ninguna mujer se había resistido ante mis encantos, ella tenía que estar conmigo, ella seria mi desafío, además de ser mi despedida de soltero, estaba pronto a casarme con una verdadera guiri por dinero, y era posible que la diversión se me acabara, y no iba a perder esta oportunidad de tener a esa mujer bajo mis caderas, era algo que ya había declarado.

- ¿Y qué amigo? ¿Cómo te fue? - le preguntó a Jonás, que está bastante contento.

-Pues la chica resultó siendo toda una provocación, pero, de un pico, es que me dio un pico, no lo puedo creer, de un simple beso no pasó- Jonás sonríe, tampoco estaba acostumbrado a los desplantes de una mujer

-Al menos tú obtuviste un beso, yo que ni siquiera una invitación a un simple café- solo puedo torcer los ojos, era increíble que mi amigo y yo, dos jóvenes tan apuestos, adinerados y sobre todo conquistadores, hubiéramos recibido el rechazo de dos mujeres del perfil de Clarisa y Clement.

- ¡Bueno! - Jonás da un suspiro resignado- esta vez no fue mi amigo, vamos por unas cervezas, de seguro en el bar vamos a encontrar compañía para esta noche- él me da un golpe sobre el hombro

- ¿Sabes? No quiero ir al bar, prefiero irme a casa, estoy cansado, y la verdad no me place estar con nadie, eso ya se volvió tan básico- mi amigo me mira sorprendido no podía creer lo que yo estaba diciendo

-¿Tanto te afecto el desprecio de la bibliotecaria?- él se burla de mí

-Mas que desprecio, es hermosa, y quiero hacerla mía, creo que se va a volver una obsesión, pero ya ves, odia a los chicos ricos, tuve que mentir que soy pobre como ella, asi que, si quiero encontrar algo con ella, no debo revelarle mi procedencia.

-Por fortuna para ti aun no te casas, si no la modelito de tu novia ya hubiera hecho el escándalo mediático y serias el pan de cada día para los medios- en eso mi amigo tenía razón, pero esto nada tenía que ver con mi matrimonio, se trataba más de mi orgullo herido por esa mujer.

-Solo puedo decirte que Clarisa será mía, cueste lo que me cueste, ninguna mujer me rechaza- saco un cigarrillo de mi bolsillo y lo enciendo, mi amigo se queda viéndome, conocía esa cara, ya sabía que iba a salir con uno de sus disparates

-Hagamos una apuesta, yo digo que no te vas a acostar con ella, si lo haces, te daré un millón de dólares, y si no lo haces, me los darás tu a mí.

-Es mucho dinero Jonás, eso es pan comido, ve alistándoles, no me caerían nada mal, aunque el dinero no es importante, a decir verdad, pero mi orgullo si- le doy una bocanada más al cigarrillo, y lo apago con mi zapato.

Ambos salimos de allí, mi conductor llega en el hermoso Ferrari que mi padre me había regalado de grado, aunque el dinero todo lo podía comprar, los más lujosos autos, la ropa más costosa, las mansiones y los viajes más caros, todo lo que yo quisiera, la mujer que había dejado allá con esos ojos color miel, no hacía querido acceder, y eso sí que me estaba acabando la cabeza, porque por más dinero que tuviera, por lo visto su atención no la podría comprar.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.