Amando una mentira

La puerta del cuarto se abre de un gran golpe, siento como me retumba la cabeza, ahí está de nuevo, mi madre con su particular forma de despertarme.

- ¡¿Acaso no piensas ir a trabajar?!, aquí no podemos alimentarnos si sigues con esa flojera, ¡Clarisa levántate! - mi madre se acerca y me arranca las sábanas con las que plácidamente estaba durmiendo, dejando mi cuerpo al descubierto, expuesto al helado frío de esa mañana.

-Mamá, llegue a las 2 de la mañana de la cafetería, aun puedo dormir una hora más antes de entrar a la biblioteca- recojo de nuevo las cobijas, son las 6 am, aun las piernas me duelen por el largo turno de la noche anterior.

- ¿Biblioteca? ¿estas loca?, en ese lugar te pagan la mitad del sueldo que te ganas en la cafetería, ya hablé con tu tía Iris, comienzas turno completo- la voz de mi mamá me retumba como si fuera un par de tambores.

- ¡Ni de fundas mamá!, sabes que estoy haciendo las prácticas de la universidad, si quiero recibir mi título el próximo año tendré que terminarlas, para eso ya trabajo en la noche- me arropo de nuevo ignorándola totalmente, mi madre se había convertido en una alcohólica después de la muerte de mi padre, yo era la mayor de 4 hermanos, en total debía alimentar 4 pequeños, a mi madre y como si fuera poco al gañan de su novio, ambos se la pasaban bebiendo, mi hermana Loren, tenía 18 años y era quien se hacía prácticamente cargo de los cuidados de la casa, y yo con 22, me hacía cargo de todos los gastos, así que no la teníamos nada fácil.

Mi madre siguió alegando por todo el lugar, los gritos de mis hermanos más pequeños, mi migraña y mi vida de mierda, hicieron que me levantara de inmediato, prefería estar fuera, que seguir soportando la presencia de lo que me había tocado por familia.

- ¿Ya te vas Clarisa? - Loren me pregunta mientras prepara el desayuno para los más pequeños.

-Si nena, espero que puedas soportar el día, ahí está el dinero donde las dos sabemos compra lo necesario, solo lo necesario para la cena, guarda lo que puedas, no permitas que mamá coja nada de ese dinero, lo necesitamos.

-Está bien hermanita- me acerco y le doy un beso, me despido de los 3 pequeños terremotos y salgo de allí para la biblioteca, debía hacer mínimo 5 horas de prácticas para poderme graduar como maestra en literatura.

Soy Clarisa Maxwell, a mis cortos 22 años he tenido que lidiar con la esquizofrenia de una madre alcohólica, y la responsabilidad de 4 hermanos pequeños, me gané una beca para estudiar en una reconocida universidad de la ciudad, donde solo estamos los más inteligentes, digo yo, y claro los más ricos y pudientes, ya es mi último semestre, estoy próxima a graduarme, es el único aliciente que hace que mi vida tenga sentido.

Después de ese abrupto inicio de mañana, solo me queda esperar que al menos mi día vaya bien.

- ¡Clarisa! Amiga, tienes un rostro de espanto ¿Qué? ¿de nuevo la loca de tu madre no te ha dejado dormir? - Clement, mi mejor amiga de la vida y de la universidad me recibe como siempre, sin una gota de prudencia, y con todo el sarcasmo del mundo.

- ¿Qué comes que siempre lo adivinas? ¡como si fuera un secreto!, en cambio tú, estás radiante y reluciente- eso si se lo había dicho con toda la sinceridad del mundo, aunque ella no era hija de un banquero de la ciudad, adoraba mi amistad, no le gustaba la gente de su clase, pensaba que eran aburridos y básicos, yo pensaba lo mismo, la gente con dinero simplemente me daba asco, a excepción de ella, era todo lo que yo quería.

-Nena algún día encontraras la felicidad, y un hombre que te ame por como eres, pero que te ame de verdad, y tendrás tu propia familia, serás una maestra exitosa, una casa grande, y un perro- la miró con gracia, evidentemente esos planes no eran para mí, solo me quería graduar para conseguir un mejor trabajo y poder darles mejor calidad de vida a mi hermanos.

Sin embargo, las esperanzas son lo último que se pierde, las dos estamos entretenidas ubicando los libros, recogiendo el desorden de los pocos lectores de la universidad, que a menudo vienen a buscar algo, muchos optan por encontrarlo todo en internet y muy pocos frecuentaban los libros, en la universidad central de Manhattan, todos tenían dinero, menos yo.

Nuestra paz se ve interrumpida por dos apuestos y por supuesto adinerados jóvenes, lo sabíamos por sus ropas, y claro por lo guapos que eran, otros niños de papi y mami más.

-Buenas, ¿Qué están buscando? - Clement le pregunta a uno de ellos, al pelinegro alto, sus ojos son tan claros como el agua, su piel es tan perfecta y la forma de su rostro es de los ángeles, ella se queda babeando cuando lo ve.

-Buenas señoritas, estoy buscando un libro con información acerca de la mitología griega y todo ese tema, me dijeron que aquí había los mejores asi que, pues aquí estamos- la voz de ese joven inmediatamente borro el ángel de su rostro, muy seguramente era de esos tipos que pensaban que con solo hablar todas las mujeres caían rendidas a sus pies.

- ¡Esa es mi especialidad!, permítanme el carné de la universidad inmediato registramos su acceso- dejo a mi amiga por fuera de esto, no iba a permitir que un guiri como este la fuera a humillar por creerse que tenía belleza.

El se queda mirando a su amigo, y le suelta una sonrisa con la comisura de la boca, ellos estaban seguros de que todas las mujeres que se cruzaban con ellos caían rendidas a sus pies.

David Ferguson, un atlético joven de 25 años, administrador de empresas, hijo de uno de los mas grandes empresarios de autos de la ciudad, estaba esperando a ser nombrado como el CEO de la compañía de su padre, Orlando Ferguson, quien le exigió un matrimonio para que eso fuera posible, por supuesto ese matrimonio ya estaba arreglado, en seis meses se casaría con una bella modelo, pero mientras tanto buscaban junto a su amigo Jonás las más excitantes y atrevidas aventuras, y allí estaban, detrás de un par de universitarias, unas muy hermosas de hecho, hasta ese momento nunca ninguna mujer se había resistido a sus encantos, así que ellas no serían la excepción.

A partir de ese momento la vida de estos personajes se cruzan, no solo para ser algo pasajero, sino que sus rutinas tendrán unos cambios extremos, llegando a líos pasionales, mentiras, lujuria, y sobre todo engaño.