Capítulo 5. Hablando de nuestras relaciones y chismes
En hora del almuerzo, decidí llamar a mi novio Henry, era otro día y quizás no estaba desconcertado como él día siguiente. Estábamos de a balazos, pero muy mal, en una situación complicada. Yo solía ser una persona que necesitaba usar de cierta libertad, él se divertía a su modo y yo también. Entonces yo llamaba y llamaba, no veía que él me tomaba la llamada. Al parecer no quería conversar conmigo. Eso ameritaba tiempo y dejarlo tranquilo.
—Tendré que ir a su casa para hablar con él —desistí finalmente de realizar llamadas y dejé el móvil a un lado.
Me moví de mi asiento y bajé a la cafetería, vaya ahí estaba Gilbert y su novia con sus demostraciones de amor. Me aproximé hacia donde la cajera para comprar, decidí comprar papas salcochadas con pollo asado y de bebiba una botella de agua, después de eso me senté con Ludmilla y Fernanda mis amigas de trabajo. No sólo amigas de trabajo, amigas mía de toda la vida.
—Chicas, vamos a ver. ¡Anímense! ¿Qué haremos este fin de semana? ¿Eh? —insistió Fernanda, después Ludmilla miró a Fernanda.
—Yo soy casada no puedo estar saliendo con ustedes cada vez que se les antoje —respondió Ludmilla. Miré a Ludmilla con curiosidad.
—¿A caso eso te ha impedido ser infiel a tu esposo? —le pregunté. Me miró con sus ojos desafiantes.
—Tú eres una cornuda empedernida e incluyo a Fernanda —me respondió seriamente—. Además recuerda que tú tienes problemas con Henry, debes de tratar de arreglar las cosas con él.
—En cuanto a Henry tú tienes razón, tenemos muchos problemas, lo llamé hace rato he pensado ir a su casa a hablar con él —le comenté. Ludmilla sonrió, le había agradado lo que yo había emitido.
—Muy bien eso es lo que tienes que hacer —aprobó mis palabras.
—Esperen chicas, está bien que ustedes quieran pasar tiempo con sus respectivas parejas pero... Nosotras necesitamos tiempo para nosotras, un día a la semana que salgamos no es nada malo —comentó Fernanda un poco ofendida.
—Fernanda no lo tomes a mal, no estamos hablando de que no vamos a salir, sólo que necesito arreglar un asunto con Henry y Ludmilla quiere estar más tiempo con su esposo es sólo eso, sólo que queremos reducir un poco los días que salimos, Henry me ha cuestionado mucho salgo más con ustedes que con él y supongo que a Ludmilla también —le expliqué a Fernanda.
—Es que ustedes andan con unos tipos... —contestó Fernanda.
Resopló frustrada, ella la soltera de las tres.
—Fernanda ven a mi casa este domingo y cállate la boca aburrida —le invitó Ludmilla a su hogar, durantes unos segundos no dijo nada.
Yo veía a Fernanda pensativa como que dudaba si ir a casa de Fernanda o no.
—Está bien Ludmilla —aceptó la invitación Fernanda de ir a casa de Ludmilla.
—Tú también puedes venir Ashley —me comentó Ludmilla.
—Tal vez —contesté insegura—. Todo depende de cómo esté el transcurso de la semana.
—¿Oigan se enteraron del chisme? —preguntó Ludmilla de repente cambiando de tema.
Me vino el sentimiento de curiosidad, noté que a Fernanda también. Había un chisme de que comentar.
—Habla, di qué sucede —insistió Fernanda a Ludmilla para que hable.
—Al parecer nuestro jefe le coquetea a Teresa —dijo Ludmilla de golpe—. ¿Saben lo que eso significa?
Fernanda y yo nos sorprendimos al escuchar aquello que era una explosión.
—Que —contestamos Fernanda y yo al mismo tiempo.
—Pero no sólo es eso chicas... —realizó silencio Ludmilla por unos segundos—. Al parecer tienen algo, unos dicen que sí otros dicen que no, la verdad que no se podría descartar ninguna posibilidad —prosiguió Ludmilla contando el chisme que estaba bien interesante—. También se dice que alguien de aquí los vio a ellos salir de un hotel, si es así se están quemando con fuego.
—Uf así que a Gilbert le están poniendo cuernos —comenté yo.
No pude evitar reír un poco de la situación, que irónica era la vida.
—A quien no le gusta quemarse Ludmilla —comentó Fernanda con un tono pícaro.
—Chicas dejen de hablar se aproxima con su novio —alerté a las chicas de que no prosiguieran hablando del chisme para evitar problemas.
—Vamos a vernos después del trabajo chicas, por favor —suplicó Fernanda emocionada.
—Mañana, tengo algo que resolver con Henry urgentemente, estoy al rojo vivo con mi novio y no puedo pasar de hoy —le respondí rápidamente.
Ludmilla no dijo nada, se quedó callada. Fernanda puso una cara de asesina.
—Fernanda eres mi amiga, yo te quiero, no lo dudes corazón —le comenté a Fernanda para aquietarla.
—Está bien chicas cuando tengan deseos de salir conmigo me invitan —comentó Fernanda desconcertada.
—Fernanda deja que Ashley resuelva su problema con su novio tenemos mucho tiempo del mundo para salir juntas —le aclaró Ludmilla a Fernanda—. Me retiro chicas, voy a adelantar cosas de mi trabajo, hasta luego —dijo Ludmilla parándose de la silla.
—Adiós, te escribo en la noche—se despidió Fernanda de Ludmilla.
—Cuídate —me despedí de Ludmilla.
—Fernanda se paciente con Ludmilla ella es muy cariñosa y romántica, recuerda que es recién casada, obviamente quiere pasar más tiempo con su esposo que con nosotras —le expliqué a Fernanda amablemente.
—¡Ya no me digas nada! Estoy harta de escuchar lo mismo, cuando tengan tiempo entonces me avisan —me dijo Fernanda agobiada.
—Siento agobiarte, yo también me retiro, te escribo más tarde Fer —me despedí con un beso en la mejilla de Fernanda.
Caminé hacia mi puesto de trabajo, no me había percatado de que había dejado mi móvil en mi escritorio. Tomé mi móvil y le envié un mensaje a Henry luego de eso dejé mi móvil en el escritorio. Uf pero con lo que me encontré. Escuché a mi jefe y a Teresa conversando. Los nuevos amantes.
—¿Estás segura de qué todos tus compañeros no están aquí? —le preguntó mi jefe a Teresa.
—Déjame chequear —le respondió Teresa.
Yo alcé mis pies hacia mi silla y cerré con seguro mi ubicación de trabajo. Al parecer ella observaba por abajo si veía algunas piernas de alguien por ahí.
—No veo a nadie Robert, pero por favor no me persigas, mi novio trabaja aquí también, me meterías en problemas —escuché a Teresa decirle a mi jefe.
—Mi amor es urgente, alguien de aquí nos vio salir del hotel ayer, se armó un chisme aquí en la empresa, ya han regado esa información —le dijo Robert a Teresa.
—¡¿Qué?! —exclamó Teresa.
—Tendrás que pensar que le dirás a tu novio al respecto —continuó Robert.
—Es mejor que te vayas entonces, no nos pueden ver juntos —dijo Teresa.
—De acuerdo es lo correcto, llámame cuando puedas —dijo Robert.
Escuché un silencio después de esa conversación.
