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30 noches sin Marie(Parte uno)

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Rodion Chijack
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Sinopsis

James acaba de terminar su relación con Marie (Quien no lo está pasando nada de mal), asunto que lo tiene bastante afectado, puesto que tendrá que lidiar con ella en la agencia de publicidad dónde son colegas, lo cual significa que tendrá que verla todos los días. La única opción que el considera para dejar de estar tan deprimido es recuperar su relación, para lo cual se dejará asesorar por Alexa, su mejor amiga, quien ha tenido bastante éxito en su carrera de escritora de best sellers, cuya obra consiste en dar consejos sentimentales a las mujeres para que recuperen a sus ex novios. Según ella, si James hace las cosas bien, en treinta días Marie debería estar rogándole para que regresen. Problemas en el trabajo, celos post ruptura y uno que otro personaje que disfruta con la desagradable situación de James, quien producto de una baja en su rendimiento laboral ve peligrando un ascenso del cual se ha estado hablando mucho durante el último tiempo en su oficina. ¿Será James capaz de sortear sus obstáculos y cumplir su objetivo mediante el plan trazado por Alexa?

Chico BuenoRománticoChica MalaDramaJefeCastigoUna noche de pasiónSEXORival en amor

Capítulo uno Ansiado ascenso

Marie

La verdad es que esa noche no quería nada con James.

Sí, es cierto, la discusión que tuvimos no había sido grave, pero también ocurría que al mismo tiempo no tenía ningún deseo de despedirme de Michael, con quién nos habíamos tenido que quedar trabajando hasta más tarde producto de nuestras altas responsabilidades en la empresa.

Dudaba en si definitivamente apagar o no el teléfono para que a mi novio no se le ocurriera molestarme y en eso veo por el espejo que Michael estaba mirando mi escote sin hacer ningún esfuerzo por disimular, mientras conducía muy tranquilo y muy triunfante y muy poderoso bajo aquel cielo en el corazón de California.

Michael seguía dándome a entender que me deseaba y dejé de pensar automáticamente en James.

— Yo creo que nos va a ir bien mañana —Dijo Michael, sin quitar sus ojos de mis senos— De ser así vas a tener que prepararte, Marie ¡Se viene tu primer viaje de negocios! ¿Qué te parece?

Oir aquello no me sorprendió un tanto, puesto que yo sabía que él esperaba algo a cambio de gestionar mi ascenso.

— Tú sabes que para que tú obtengas ese ascenso el asunto depende de tí. Todo depende del desempeño que tú tengas conmigo —Dijo, riéndose.

Solía bromear con aquello pero yo ya sabía que no era tan broma. Estar tan cerca de concretar aquello me ponía bastante nerviosa.

— ¿Que pasa? —Me preguntó, posando una de sus manos en mis rodillas.

Hacía una noche bastante fría, pese a ser primavera. Esperaba decirle que no quería dormir sola una vez que llegáramos a mi departamento, tal como lo hacía cada vez que quería llevarme un hombre a la cama. Miré una vez más a Michael y no podía, simplemente no iba a poder evitarlo porque yo deseaba con ansias ese ascenso y solo por el hecho de tener ese tipo de expectativas hacía que me pusiese muy cachonda.

— Me agradan bastante tus gustos musicales —Le dije, con el afán de cambiar de tema de conversación, sin atreverme a retirar sus manos de mis rodillas, las cuales lucían bastante inquietas.

En ese entonces fue el quien me miró, con una sonrisa que confirmaba que mis deseos eran ampliamente correspondidos.

— ¿No te gustaría ir a mi casa? —Me miró ardientemente— Tengo muchísimos discos.

Sentí que aquella mano estaba subiendo y...

— ¿Cuando? —Pregunté, casi temblando, no solo mis muslos— ¿Ahora?

— Sí es que quieres —Dijo, deslizando su mano con mucho más énfasis—. Hay otra cosa además de los discos que me gustaría mostrarte, pero esa cosa la ando trayendo aquí mismo. No es necesario ir a mi casa si quieres verla.

Recordé que James también tenía muchísimos discos. Lo que no tenía eran esos brazos y esas piernas de Michael, quien coronaba todo aquello con un bello rostro y un olor exquisito que me tenía más que loca, además de su puesto de encargado de área.

Me moría de ganas por mirar con mis propios ojos esa cosa que andaba trayendo.

— Me encantaría, pero tú sabes que no puedo —Respondí, haciéndome la inocente.

— ¿Y por qué no puedes? —Me preguntó, acariciándome el rostro— ¿Es que acaso James no entiende que tú y yo tenemos que pasar mucho tiempo juntos por lo del trabajo? Trabajar en publicidad es algo que quita mucho tiempo y él debería saberlo, sobre todo tú, que estás teniendo una carrera bastante ascendente. Lo que ocurre aquí siempre va a quedar entre tú y yo, así es que no te preocupes por nada, preciosa, aunque de todos modos ese James me incomoda, no sé por qué.

Me imaginaba ahí mismo sentada sobre sus piernas buscando algo duro con uno que otro movimiento de caderas para que él así pudiese evaluar mi desempeño de una puta y buena vez. La discusión con James amplificaba enormemente aquel deseo. Sin embargo dejaba automáticamente de sentir culpa cuándo pensaba en que lo que me podía dar Michael, mi novio jamás me lo podría llegar a dar.

De pronto sonó su celular. No tardé en captar que hablaba con otra chica y aquello fue lo peor y esa sensación no cambió en nada cuando lo oía hablarle más y más cochinadas, mirándome directamente a mí, como si el quisiese que yo supiese todas esas cosas que el sabía hacer. Simplemente no podía resistirme.

Para no hacer caso revisé mi propio celular y tenía muchísimas llamadas perdidas de James. Menos ganas me dieron de verlo porque cuando me insistió a la salida de la oficina le dije que no quería saber nada de él y eso significaba lisa y llámamente que a él no le importaba respetar mis deseos.

Pero James seguía insistiendo y aquello me alejaba aún más de él, puesto que me apestaba que me rogaran.

— Mi amor —Me escribió casi en el acto— ¿Dónde estás?

Al parecer había estado conectado toda la tarde esperando a recibir noticias mías. Ya lo conocía y sabía que él no iba a estar tranquilo hasta que le respondiera. No sabía que escribir y el continúo:

— Por favor respóndeme —Había escrito— Sé que estás en línea. ¿Podemos solucionar esto, por favor?

No hay nada que solucionar, pensaba, mientras seguía observando a Michael, deseando con todas mis fuerzas que fuese yo la destinataria de aquellas palabras pronunciadas por teléfono que incitaban poderosamente a algo prohibido.

— Hablemos mañana en la agencia —Le contesté rápidamente—. Tengo que seguir trabajando ahora y te pedí que no me molestaras.

Aquella respuesta no tardó en aparecer. En realidad no era una respuesta, sino una pregunta.

— ¿Aún estás con Michael?

Me había tratado de interesada y mientras más me rogaba más rabia me daba.

— Estoy molesta contigo, James —Le escribí—. Déjame en paz por hoy. Mañana hablamos.

Vi que me respondía inmediatamente y en eso Michael colgó y yo me concentré en su mirada inmediatamente.

— ¿Todo bien? —Me preguntó.

— Sí —Le dije, no muy convencida de mi afirmación.

Luego eché el teléfono a la cartera, desactivando la señal de internet, mal que mal estaba con mi jefe y eso lo ameritaba. Después apoyé mi rostro en el vidrio y al mismo tiempo miraba el movimiento urbano de la noche por la ventana y así estuve hasta que llegamos al estacionamiento de mi edificio.

Se puso de pie y me siguió hasta el ascensor. El no decía nada. Subió conmigo hasta el piso 7. Yo tampoco decía nada.

— ¿Qué pasa Marie? —Me preguntó— ¿Te sientes bien?

Salimos hacia el pasillo y me senté en el suelo cabizbajamente . James, el bueno de James. ¿Que había hecho de malo él como para merecer una perra como yo?

Michael no tardó en acompañarme  y en acariciarme el cabello mientras al mismo tiempo yo me entregaba con ansias a aquel ofrecimiento.

— ¿Problemas con James? —Me preguntó.

Siempre se burlaba de él a sus espaldas y a mí no me gustaba, puesto que para mí James era como perfecto y el problema consistía en otro y no en él, precisamente.

— No quiero pensar en él —Le respondí, dejando que se me acercara aún más.

— En el fondo es porque sabes que no es para tí y que no te conviene.

No tenía muchos deseos de mentir.

— Yo quiero lograr cosas —Le dije sollozando, tras asentir—. Mi prioridad es un ascenso, y el sabe que para lograr eso voy a hacer lo que sea.

— ¿De verdad que piensas hacer lo que sea? —Preguntó, olvidándose casi en el acto de mis lágrimas—. Tu sabes que para ese ascenso se ejecute dependes nada más que de tí, de tu desempeño conmigo.

— ¿Y qué es lo que tengo que hacer?

— Tú sabes lo que tienes que hacer —Me respondió, acariciándome la barbilla— ¿Estás segura de que ese ascenso es lo que más deseas ahora?

De pronto sonreí. Comprendí que todo aquello era por una buena causa y que al mismo tiempo no dependía nada más que de mí.

— Por supuesto que sí —Respondí, con voz firme—. Voy a hacer lo que sea.

En eso me da un beso en la mejilla, muy cerca de la boca.

— ¿Me podrías prestar el baño? —Me preguntó, tras tomarme de las manos.

— Por supuesto que sí —Le dije, bastante satisfecha de que haya tomado el mismo la iniciativa.

Entramos a casa y ahí quedé, pensando en cómo tenía que proceder de ahí en adelante.

Lo seguí hasta el baño e ingresé con él.

— ¡Marie!

Me acerqué lo que más pude y le aflojé la corbata.

— ¿Qué desempeño vas a evaluar para que yo obtenga ese ascenso?

Michael no dijo nada y a cambio de eso intentó agarrarme los senos. Se lo impedí.

— Respóndeme primero —Ordené—. ¿Es cierto que la decisión final depende de tí?

— Sí, sí.

Le desabroché lentamente el cuello de la camisa y comencé a acariciarle la espalda., mientras el se inclinaba a buscar mi boca.

— Por supuesto que depende de mí —Respondió, deshaciéndose el mismo de su cinturón.

Decidí arrodillarme y mirarlo directamente a los ojos.

Y ahí tenía su verga enfrente de mí.

— ¿Estás segura de que quieres hacerlo? —Me preguntó.

— Por supuesto que sí —Le respondí, atrayéndola hacia mis senos.

— No basta simplemente con lo que hagas ahora.

— ¿Por qué? —Pregunté, deslizando mi lengua tímidamente por el glande.

— Porque fue tu novio quien te llevó a trabajar a la oficina.

Sin más preámbulos me la eché por completa a la boca. No pude evitar estremecerme mientras al mismo tiempo observaba su rostro de placer.

Me tiraba el pelo mientras yo succionaba, con fuerza y ganas e impaciente por seguir saboreando no solo ese ascenso.

— Métemela —Le dije, con voz suplicante y deseosa— Por favor métemela.

Michael me miraba, con un rostro enfermo de placer.

— Con una condición.

Aquello me dió bastante risa. Apoyé mi cuerpo en el lavabo y alcé mi culo. Solo era cosa de que él me levantará el vestido y procediera a su antojo.

— Tienes que romper con James —Dijo de pronto, al mismo tiempo que jugaba con mis bragas—. Habrá mucho viaje y mucha reunión y no creo que él esté muy contento de vernos todo el tiempo juntos en la agencia.

Tomé su verga y la puse directamente en mi agujero.

— Todo sea por ese ascenso —Respondí—. Lo haré cuántas veces sea necesario.

Acto seguido me dejé poseer por él mientras me miraba por el espejo, por ese mismo espejo por el cual tanto le gustaba mirarse a James mientras yo se la chupaba de rodillas.