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Capítulo 4

Luego Mike entra en un armario, toma una caja y me la entrega. — Toma, ponte esto. No puedes quedarte descalzo por donde vamos .

¿A dónde vamos? ¿Adónde me llevan y qué quieren hacerme ya que me vistieron así?

Abro la caja, todavía confundida, y dentro encuentro un hermoso par de tacones de treinta centímetros. Son de color negro con una fina línea plateada.

Miro hacia arriba y miro a Mike a los ojos. Me mira sin apartar la mirada. Entonces decido ponerme zapatos y por suerte ahora parezco un poco más alta.

— Bueno, ya podemos irnos. — Dice Mike mirando fijamente a Ronny.

— Sí, señor. Te espero abajo con el coche — responde. Luego se aleja y en unos segundos ya ha abandonado la habitación.

Me preparo y trato de hablar con Mike — ¿A—dónde vamos? — pregunto con voz temblorosa.

Se gira para mirarme de pies a cabeza. — Eres muy hermosa — me dice guiñándome un ojo.

Siento mis mejillas calentarse. — En fin, nos vamos a una fiesta — responde con una sonrisa pícara.

Sólo un — Oh — sale de mi boca.

Aún del mismo armario, toma un abrigo negro como el vestido, me lo entrega y me hace un gesto para que me lo ponga. — Hace frío afuera — me susurra al oído. Casi puedo sentir sus labios tocándolo.

Me lo pongo y cierro los botones.

Salimos de la habitación. Guau. Es realmente hermoso, el pasillo parece interminable. Admiro cada detalle mientras trato de seguir el ritmo de Mike en estos trampolines. Llegamos a la entrada y salimos.

Me vuelvo. Odiar. Esta es una mansión gigantesca. Me quedo sin palabras por unos momentos hasta que una mano apoyada en mi espalda me despierta, y cuando me giro encuentro a Mike mirándome.

Pero espera. ¿Por qué hace tanto frío? ¿Por qué hay nieve?

— Si te preguntas dónde estás, debes saber que estamos en Rusia, cariño – escucho decir a Mike con una sonrisa maliciosa en el rostro.

¿En Rusia? ¿Pero cuándo diablos me trajeron a Rusia? ¿Qué diablos había dentro de esa jeringa que me pusieron en el cuello?

Un ruido me hace darme vuelta.

Para mi sorpresa, Mike resultó ser un caballero porque me abrió la puerta de la... limusina. Una limusina. Guau.

Me subo al auto todavía confundido por todo lo que ha pasado y está pasando.

Voy y me siento cerca de la ventana, luego entra Mike y se sienta a mi derecha.

Siento sus ojos en mi cuerpo. No me gusta que me miren, pero no puedo decir nada porque me da mucha vergüenza.

— Vamos Ronny. — Y tras estas palabras se marcha la limusina. Mike mira por la ventana y yo hago lo mismo.

_____

Todavía estamos dentro de la limusina y estoy sumido en mis pensamientos cuando por el rabillo del ojo veo a Mike girarse hacia mí. Esta vez me giro para mirarlo también.

— Ese idiota de Serghei realmente no sabe controlarse — afirma pensativamente mientras se pone una mano en la mejilla donde el hombre de ojos color pez me dio dos bofetadas.

¿Entonces su nombre es Serghei? Bastardo. Espero que muera pronto.

Aunque no sé qué decir, Mike continúa : Simplemente no sabe cómo tratar a una mujer. Nunca ha sido un tipo paciente y delicado... — es interrumpido por el sonido del auto deteniéndose.

— Señor ya llegamos. — Nos informa Ronny.

— Óptimo. — Responde Mike sonriendo muy feliz.

Abre la puerta y sale. Lo sigo por turno, extendiendo su mano, la agarro, pero con estos tacones resbalo y caigo sobre su pecho, que siento que es muy duro.

Me pongo rojo por enésima vez. Por el rabillo del ojo noto que comienza a reírse a carcajadas.

— Lo siento — susurro con las mejillas rojas mientras mantengo la vista baja. Me hace seguir recto de nuevo y luego nos encontramos en la entrada de una enorme villa. Éste es definitivamente más grande que el que tenía antes.

Las escaleras que conducen a la entrada parecen interminables y se funden con la blanca nieve.

Los subo con cuidado intentando no resbalar y romper algo.

Me pregunto cómo diablos terminé en una situación como esta.

Llegamos a una gran puerta de roble oscuro muy bonita. En un instante las puertas se abren y entramos, seguidos por Ronny.

Llega un camarero y nos hace quitarnos los abrigos y nos los quita para luego ir a guardarlos en un armario.

Sigo a Mike en silencio. Entramos en una gran sala con gente vestida toda elegantemente. Todos los hombres llevan esmoquin muy caro, al menos eso creo. Todas las mujeres llevan vestidos largos con joyas brillantes y muy valiosas.

Los camareros sirven champán. También hay un buffet con miles de millones de entrantes y entrantes.

Dejo de mirar a mi alrededor cuando Mike pone una mano en mi hombro y me hace un gesto para que lo siga. Caminamos hacia un grupo, un poco alejado del resto de personas, de hombres que hablan y ríen mientras beben champán. Todos se giran para mirarnos.

O mejor dicho, mirándome. ¿Qué me pasa? Creo que es culpa del vestido. Aún así me gusta pero creo que está fuera de lugar en este tipo de fiesta.

Todos los demás hombres se van, mientras algunos me miran con miradas traviesas. Qué asco. Siento escalofríos aterradores recorriendo toda mi columna.

Finalmente estamos solo yo, Mike, Ronny y otro hombre.

Es muy alto y robusto. Viste una camisa blanca con las mangas dobladas hasta los codos. Los botones del cuello están desabrochados para que puedas ver un poco sus pectorales.

Cuando llego a su rostro con la mirada quedo encantada. Es muy guapo, tiene una mandíbula cuadrada con una ligera barba. Sus ojos son azules, fríos como el océano invernal, casi escalofriantes y tiene el cabello oscuro recogido hacia atrás, con algunos mechones rebeldes cayendo sobre su frente.

Cuando hace que nuestros ojos choquen me dan escalofríos. Él comienza a mirarme fijamente, trato de mantener la mirada pero me asusta mucho así que bajo la mirada avergonzada.

— Tsk. ¿Conseguiste una nueva perra? — Le pregunta a Mike el hombre de los ojos fríos. ¿Y entonces cómo se atreve a llamarme puta?

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