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Capítulo 3

La odio muchísimo.

No soporto cómo camina, cómo piensa, cómo habla, cómo se ríe.

Todo. Odio todo de ella.

Nadie es tan testaruda, valiente, imprudente y sobre todo irrespetuosa conmigo como esta mujer.

Cada fibra de mi cuerpo debe luchar contra el impulso de matar a Daniela Sanchez.

Los guardias abren la puerta de mi ático y entro corriendo, con los puños apretados y la sangre goteando de mi mano. Me duele muchísimo, pero mi rabia supera cualquier otro sentimiento. La ira siempre ha sido la emoción que he sentido con más intensidad y frecuencia, pero probablemente se deba a que mi padre no me permitió sentirme de otra manera. El único problema es que ahora debo controlarme y pensar en otra cosa antes de ser imprudente y hacer algo de lo que luego me arrepienta.

Al entrar en la sala de estar, veo algo más que una cara familiar.

Darius Martinelli está sentado en el sofá de cuero negro, jugueteando con su cuchillo favorito. Lleva un traje negro y su cabello oscuro y rizado está despeinado; algunos mechones le caen sobre la cara.

Él no levanta la vista, su mirada permanece fija en su arma y comienza a sonreír.

—Supongo que la cena no salió muy bien, jefe. ¿Quién lo iba a decir? —dice con un marcado acento italiano, sonriendo con suficiencia y mirándome.

Miro a mi mejor amiga y aprieto la mandíbula aún más fuerte al mencionar lo que pasó.

—¡Cállate la boca! —respondo .

—Vaya . Alguien está enojado. —dice , soltando una risita.

—Esto no es ninguna broma. Si vuelves a hablar de esta noche, te corto la lengua. —respondo en italiano para que vea que hablo en serio.

- No lo volveré a mencionar. - responde levantando las manos en señal de paz.

Le pongo los ojos en blanco y me siento en el sofá a su lado.

Conozco a Darius desde niños, porque su padre trabajó para el mío cuando aún vivía, y Alessandro lo ha entrenado desde que cumplió doce años. Es casi dos años menor que yo y uno de los mejores asesinos del mundo. Es como un hermano pequeño para mí, pero ni siquiera él se atrevería a faltarme al respeto, no como la rubia que me hierve la sangre. Por muy fuerte que sea la alianza, en cuanto Daniela y yo tomemos el control de las dos mafias, se romperá. No puedo imaginar cómo podría ser diferente, porque en este caso no creo que haya otra salida que la guerra.

Salgo de mis pensamientos cuando Darius habla de nuevo.

- Tengo una sorpresa para ti para que puedas aliviar un poco el estrés. - me dice sonriendo.

Eso me llamó la atención.

- ¿ Qué quieres decir? - pregunto confundida pero también emocionada.

—Un amigo mío abrió un club nuevo hoy, podemos ir a divertirnos. Si te acuestas con una desconocida, enseguida te vendrán otras ideas. ¿Qué te parece? —dice , levantando una ceja, pero con una sonrisa burlona, sabiendo que sin duda iré con él.

Le devuelvo la sonrisa y me levanto. - Ya sabes la respuesta. -

Él también se levanta del sofá y salimos del ático, sin decir otra palabra, sabiendo lo que la otra persona está pensando.

Al salir del edificio, decidimos tomar mi Ferrari rojo, con mis guardaespaldas siguiéndome. Nos subimos al coche y nos dirigimos al club del que me habló Darius. Durante el trayecto, hablamos de negocios y le cuento el próximo trabajo que me va a hacer. El asesino lo va a encontrar. Mi mafia es tan fuerte ahora que por fin puedo arriesgarme y no pararé hasta conseguir lo que quiero. Si tengo que armar un escándalo, lo haré.

Claro, no le dije quién era exactamente, no puede saberlo. Nadie sabrá jamás por qué quiero encontrarlo con tanta desesperación, porque van a usar mi pasado en mi contra. Darius jamás le contaría este secreto a nadie si se lo contara, y no creo que me juzgara, pero aun así, algo me impide contárselo todo.

Media hora después, entramos al club por la puerta trasera para no llamar demasiado la atención. Nos llevan inmediatamente a la zona VIP y, en cuanto entramos, todos los hombres y mujeres se giran hacia nosotros. Sin importar si están o no, las mujeres nos miran con lujuria, con una mirada descarada, como si nos estuvieran follando a Darius, a mí y a los chicos con los que estaban hablando, con enojo.

Nos sentamos en la barra y pedimos unas bebidas. Al cabo de unos instantes, dos morenas atractivas se nos acercaron.

Uno de ellos habla inmediatamente.

—Si te parece bien, mi amiga y yo queremos hacerte compañía. —dice , sonriéndome seductoramente, lamiéndose los labios al recorrer mi cuerpo con la mirada. Supongo que es a ella a quien follaré esta noche.

Los dos se sientan y la que mostró interés en mí empieza a coquetear de inmediato, mientras la otra se acerca a Darius. Es un completo prostituto como yo y no busca relaciones. Todas las mujeres se arrodillan ante él y no puedo juzgarlas porque sé que si yo fuera gay, también lo haría.

Después de unos minutos ambos se levantan y él me guiña un ojo antes de salir del área VIP con su brazo alrededor de la cintura de la chica.

Cuando su amiga se da cuenta de que los dos han desaparecido, también me deja claro que quiere irse.

- Realmente no quiero esperar hasta que estemos en mi casa o en la tuya, pero estamos en el área VIP y hay algunas habitaciones a las que podríamos ir. - , explica mientras se sienta a horcajadas sobre mi brazo.

Estoy de acuerdo porque quiero aliviar mi estrés lo antes posible, así que vamos a las habitaciones de las que hablaba. El dueño del club se lució al tener la idea de incluir espacios donde poder ligar cuando quieras echar un polvo rápido.

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