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Una Loba para el CEO

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Sunflowerfield
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Sinopsis

Alisha es la última descendiente directa del gran lobo, por lo tanto, la poseedora de una receta secreta de café milenaria, que pasa de generación en generación. Pero no solo es el mejor café del mundo, sino también, tiene propiedades mágicas. Cuando era pequeña su manada sufrió un ataque por el que casi todos los miembros fallecieron, incluidos los padres de Alisha, ella tiene una horrenda cicatriz en la cara que afea la mitad de su rostro, aun así posee un hermoso cuerpo y una todavía más hermosa personalidad. El abuelo vive desde hace décadas en los estados unidos e hizo fortuna con esta gran receta, pero cuando ve su final cerca vuelve a la india para pasarle su legado a su nieta. Eso es algo que a Aaron, el nieto político del abuelo, no le gustará, al ser humano y no saber el secreto real que oculta esa familia, cree que todo son supersticiones sin sentido. Y aun así se ve abocado a un compromiso que no desea con una mujer que considera fea solo para mantener ese secreto en su poder. ¿Conseguirán enamorarse o su relación seguirá siendo un simple negocio para siempre?

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1. Mi pequeña nieta Alisha

Una joven loba estaba agazapada tras unos matorrales que cubrían su presencia de aquel enorme venado que estaba totalmente convencida en cazar, por el momento tenía el viento a su favor y, si nada cambiaba, terminaría con el animal en un rápido y magistral movimiento.

Solo tenía que saltarle encima y enterrar los colmillos en su cuello, justo en la yugular, para que el enorme ciervo pasara a ser parte de su despensa para el invierno.

«Tres… dos… Uno…»

Y justo cuando estaba por saltar sobre el animal un fuerte e inesperado ruido rompía la armonía del bosque, irrumpiendo sin ningún tipo de respeto la tranquilidad de los habitantes del lugar y haciendo que la joven loba gruñera molesta al perder a su presa que huyó despavorida por aquel extraño ruido.

La loba corrió en busca de ese ruido y se sorprendió al ver aquel helicóptero aterrizando en el plano del bosque, no le gustaba ver gente desconocida en sus tierras, su manada vivía en armonía con los humanos de ese lugar, pero otra cosa era aceptar la llegada de desconocidos.

Alisha corría por el bosque en dirección a la casa, atravesando una enorme plantación de café hasta llegar a una casita, justo ahí, el cuerpo de una loba dejó paso al hermoso cuerpo de una joven de piel suave y canela, una joven que no era consciente de la mirada masculina clavada en ella.

Aquella mirada recorrió su hermosa espalda, las curvas de su cintura y ese redondeado trasero, ese hermoso cuerpo que no le había dado tiempo a esconder mientras buscaba sus ropas.

—¿Dónde demonios está mi vestido?— preguntaba para sí misma al no encontrar su ropa en el lugar que la dejó — juraría que lo dejé aquí.

El chico no podía dejar de observar a la joven, no es que él fuera un maldito voyeur o tuviera ese fetiche; sin embargo, como privarse de tan magnífico espectáculo.

Sería un tonto si lo hiciera y él era todo menos un tonto. Sin embargo, su diversión fue interrumpida por la voz de uno de los hombres que había llegado junto a él en el helicóptero, lo que hizo que se moviera rápidamente.

De pronto, que otro hombre viera a la joven desnuda hizo que algo en él se despertara, haciéndolo casi gruñir como lo haría una bestia. Lo cual no tenía sentido, era un humano, no un maldito animal como para comportarse de esa manera.

—Aquí estoy, parece que no hay nadie, así que porque no esperamos aquí— dijo frenando el avance de su hombre; sin embargo, su mirada seguía fija en el cuerpo de la joven, quien en ese momento volteó hacia atrás, por lo que pudo observar su rostro.

Alisha encontró su vestido justo en el instante en el que escuchaba la voz de aquel hombre, una voz que la hizo estremecer por completo, aun así, no tardó nada en deslizar el vestido por su cuerpo y girarse para toparse con unos ojos azules que la dejaron sin habla por unos segundos.

El impacto que tuvo al ver el rostro de la chica hizo que todo ese morbo que había tenido por su desnudez, desapareciera de golpe al ver la horrenda cicatriz que atravesaba su rostro.

No podía ser, Alisha había encontrado a su luna, a su pareja, a su soul mate, estaba segura de ello, jamás se había enamorado, pero cuando algún lobo o loba emparejados hablaban de ese momento, siempre decían que era imposible dudarlo y ella lo sabía, su loba estaba de acuerdo.

— Yo… — se dispuso a hablar ella apartando la mirada al percatarse del gesto que hizo el hombre, estaba claro el cambio en su expresión y se llevó una mano al cabello para echarlo sobre la parte fea de su rostro, tapando instintivamente parte de la cicatriz que le cruzaba el ojo izquierdo y bajaba hasta su boca haciendo que esta se viera rota y algo levantada, por un lado.

Aaron supo que su expresión había mostrado su desagrado por el rostro de la joven, lo que lo llevó a sentirse incómodo. No solo por no tener empatía y dejarse llevar por lo superficial, sino algo en su interior hizo que él se sintiera mal por poner en la mirada de la joven esa nube gris de tristeza que, aunque quiso tapar con su cabello, no pudo evitar que él notara.

— ¿Qué hacen aquí? En las tierras de mi familia?— preguntó a la defensiva, pero eso terminó en el instante en que pudo oler un aroma muy característico, uno que no podría olvidar jamás porque sería imposible para ella hacerlo — Abuelo— dijo feliz y olvidando su vergüenza de segundos atrás para correr y abrazar al hombre mayor que llegaba tras el guapo desconocido.

—Bueno… nosotros

Aaron, por un momento, no supo cómo reaccionar, sobre todo al escuchar que ella decía la palabra abuelo y luego ver a la persona que él sentía como parte de su familia abrirse paso, para abrirle los brazos y rodearla con ellos.

—Mi pequeña nieta Alisha… Ven a los brazos de tu abuelo.

Ella se refugió en los brazos de su abuelo mientras una extraña sensación de angustia inundaba su pecho, algo le decía que aquello no era una visita común y corriente.

— Abuelo, te extrañaba tanto…

Hacía varios años que Alisha no veía a su abuelo, desde la última viaje que hizo a la India, ocho años atrás, donde ella apenas tenía 10 años.

Miró de nuevo al hombre que acompañaba a su abuelo y desvió la mirada, era demasiado guapo. ¿Qué pensaría de ella un hombre así? Jamás había visto a ninguno tan guapo, ni en el pueblo, entre los humanos, ni en las montañas, entre las distintas manadas de lobos, giró el rostro intentando ocultar el perfil desfigurado y caminó en dirección a la casa.

El anciano se sintió culpable ante las palabras de su nieta. Era cierto que hacía mucho que no iba a visitarlas. Desde que perdió a su hijo, el padre de Alisha, para ser exactos y había una razón muy clara para ello, se prometió que solo volvería el día que decidiera unirse a sus ancestros, por lo que tuvo que aclararse la garganta ante la declaración de la joven.

Su nieta era hermosa, a pesar de esa cicatriz, él mismo había intentado curarla con su magia, pero no había nada capaz de hacerlo, sin embargo, ella no pensaba de esa manera lo supo en el instante que ocultó su rostro.

Estaba por decirle que no tenía que ocultar su rostro; sin embargo, no podía anteponer sus ideas ante los demás y efectivamente una cicatriz como la de ella hacía que la gente se concentrara en esa imperfección de la cual la joven no era culpable. Más bien una víctima.

Por lo que solo suspiro volteando a ver a Aaron, el joven nieto de su esposa y que había llevado a conocer, no solo las plantaciones de café de la que extraían gran parte del café que ellos luego vendían, sino también a su nieta.

— Vengan, les haré café mientras esperamos a que mis tíos lleguen de los campos de café.

—Aaron por favor acompáñame junto con los demás. Les advierto que no toleraré ningún tipo de comentario o desaire hacia mi nieta.

Los hombres no entendían el por qué su jefe diría algo así. Sin embargo, Aaron sí que lo sabía. Había visto el rostro de la joven.

«¿Qué podría haberle pasado a la joven?»

Fue la pregunta que él se hizo mientras caminaba tras el esposo de su difunta abuela. El hombre que él consideraba su abuelo.

—¿Por qué no habías venido a visitar a tu nieta?— le preguntó Aaron al anciano.

Alisha podía sentir su corazón palpitar muy fuerte, aún era muy joven, demasiado para haber experimentado el amor o sus consecuencias, alguna vez, a sus 18 años, era apenas la salida de la adolescencia.

Pero eso no impedía que la joven loba estuviera completamente segura de que aquel hombre que acompañaba a su abuelo era su luna.