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Prólogo

El amor, aunque es el más hermoso de los sentimientos, nunca ha sido un largo río tranquilo. Nos encontramos. Nos enamoramos. Y luchamos por ese amor. Así es como se supone que deben ser las cosas. Pero, ¿qué pasa cuando te enamoras cuando no deberías? Pero todavía, de la persona no es necesario. No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo. Así está escrito en la Biblia (Éxodo 20:17).

A veces pienso que si no hubiera aceptado hacerme pasar por mi hermana en su familia, podría haber evitado todo esto. Seguramente nunca lo hubiera conocido. Tal vez hubiera sido mejor así. No habría cometido el error de enamorarme tanto de él como para no poder contenerme.

Todo comenzó a partir de ahí, en realidad. Si tan solo pudiera rebobinar todo y retroceder en el tiempo. Hubiera hecho todo diferente. Nada de lo que sucede hubiera sido. Y sobre todo, no habría tenido por qué odiarme tanto porque según él, soy el único responsable de todo lo que pasó. Lo peor, no puedo decir nada. Me quedé atrapado en la vida de mi hermana.

- Sal de mi casa. Y nunca vuelvas a poner un pie aquí, grita. Si supieras cuánto me disgustas. Maldigo el día que llegaste a nuestras vidas. Eres tan...

Aprieta los puños.

-Siempre pensé que ibas a arruinarnos la vida. Pero no sabía que tendría un papel que desempeñar allí.

- ¿Quieres que me vaya? Estás bien. Dices que soy el único responsable de lo que pasó. Puede que tengas razón, sonrío nerviosamente. Pero las cosas no son como crees. Si al menos me dejaras explicarte.

-Callarse la boca ! Cierra la maldita boca. Usted es un...

Apretó los dientes y chasqueó la mandíbula.

-No quiero escuchar nada que venga de ti. Solo veneno y mentiras salen de tu boca cuando la abres.

La rabia con la que se dirigió a mí envió escalofríos por mi espalda. Y sus brillantes ojos rojos que acompañaban sus palabras no dejaban lugar a dudas sobre sus intenciones de sacarme de su vida y el disgusto que le inspiraba. Lucho contra mis lágrimas porque no quiero burlarme de él. No iba a influir en sus decisiones de todos modos.

Dicho esto, ha pasado mucho tiempo desde que quería levantar los pies y salir de su casa. Pero no puedo. Mis miembros inferiores están cada vez más pesados. Habrías pensado que pesaban dos toneladas.

- Si mañana muere mi padre, que sepas que será por tu culpa. Si supieras cuánto te odio, me lanza una mirada llena de disgusto. Eres lo peor que me ha pasado en mi vida.

-Me voy, digo con dolor. salgo de tu casa. Voy a volver a casa. Ya no me tendrás cerca diciéndote cada vez que para mí nunca fue un juego y que te quería de verdad. No quieres oír nada de eso, lo sé. Incluso si es la verdad.

-Callarse la boca.

- Deseo que encuentres una mujer que nunca se equivoque... que nunca se equivoque... que sepa amarte como yo...

-Cállate, dice un poco más fuerte que antes.

-No es porque crea que no existe o que no lo mereces. Te lo mereces muy bien.

- Cállate, está gritando.

-Excepto eso, estoy seguro. No encontrarás a nadie que sepa amarte más que yo. Pero siempre puedes intentarlo.

- Pero cállate... Cállate Myréna. No quiero oírte más, se tapa los oídos con los dedos. Te juro que si lo abres de nuevo, te haré daño, pequeño mentiroso.

-Te amo, lo sabes.

-Y te odio como si no tuvieras idea.

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