Librería
Español

Un amor perfecto para los dos

96.0K · Completado
Aligam
64
Capítulos
44
Leídos
8.0
Calificaciones

Sinopsis

Hay amores que parecen perdurar en el tiempo, son eternos, nacen para no dividirse nunca; Así eran Alejandro y Cartarina: un amor que dura para siempre, pero que terminó sin motivo aparente. Pero ya sabes, las apariencias siempre engañan y ¡Alejandro fue el mayor engaño creado por él mismo!

RománticorománticasDulceSEXOAmor a primera vista AventuraHistoria PicanteCelosoArroganteAmor-Odio

Capítulo 1

Estoy frente a mi novio, quien me mira con esa mirada soñadora que siempre tiene, pero hoy hay algo diferente. Sigue siendo él, su rostro, sus ojos no han cambiado, siempre me miran con amor y anhelo, pero estoy seguro que algo ha cambiado en esos ojos. Empiezo a preocuparme, mi corazón no deja de latir sin cesar en mi caja torácica ni por un instante, trato de calmarme, pero sé que así es. Lo conozco de toda la vida, desde que éramos niños, sé cuando algo le molesta. No dice nada, sigue sonriendo, pero tiene una sonrisa circunstancial que enmarca sus labios.

Estamos cenando con mi familia que no hacen más que tonterías. Son bastante cercanos, se pelean como cualquier pareja, pero aún se aman a pesar de que ya han pasado años desde su unión. Mi padre sigue mirando a mi madre como si fuera la mujer más bella del mundo y ella hace lo mismo. Mi novio, en cambio, siempre los mira con ojos melancólicos. Sé que no está acostumbrado a ver este tipo de amor, pero en realidad es el mismo que me ha estado brindando durante los últimos cuatro años. Siempre me ha demostrado todo lo que siente por mí y, efectivamente, si tengo que ser sincera, al principio no estaba convencida de que me gustara. Entonces yo era sólo una chica de dieciocho años, mientras que él ya sabía lo que quería, yo todavía no. Él seguía siguiéndome, contándome lo que sentía por mí, pero yo no era de la misma opinión, no sabía si realmente me gustaba. Me parecía extraño poder enamorarme de un chico al que prácticamente conocía desde que nací. Él y yo tenemos la misma edad, pero nos conocemos de toda la vida porque nuestros padres son viejos amigos. Mi padre es el mejor amigo de su padre y mi madre era amiga de la escuela de su madre. Nos hicieron crecer juntos, pero no pensé que algún día estaría a su lado y no pensé que podría amarlo tanto como lo amo ahora. Aún así, estamos aquí y no puedo evitar estar feliz porque sé que él es la única persona que alguna vez me decepcionará, aunque a veces es raro, tiene cambios de humor y no aparece durante una semana. Mientras tanto, sin embargo, me llama y me asegura que es sólo un momento. No sé qué pasa por su mente en ese momento, pero también he aprendido a aceptarlo, porque conozco su situación familiar.

Alejandro y yo dejamos a mi familia en la mesa después de terminar y subimos a la habitación. Tomo su mano, pero su tacto es extraño, no me da el calor que suele dar. Es frío, antipático; Conozco bien a la persona que está a mi lado, por eso puedo sentir su estado de ánimo incluso a través de su tacto.

Entramos a mi habitación, y apenas lo hacemos, me giro hacia él, ni siquiera lo dejo hablar mientras me arrojo a sus brazos y lo beso en los labios. Sólo sucede algo extraño: sus labios no se mueven con los míos, a pesar de que mantiene sus brazos apretados en mi cintura como si tuviera miedo de perderte en cualquier momento.

-¿Estás bien amor?-, le pregunto sin entender por qué tiene tanto frío, cuando normalmente está abrigado.

-Cartarina, tengo que hablarte de algo-. Por su mirada comprendo inmediatamente que se trata de algo sumamente serio, pues tiene el ceño fruncido y sus ojos parecen más oscuros de lo habitual.

Sus ojos negros me miran intensamente, profundos como siempre, donde mi corazón late sólo por él.

-Amor-, me acerco a él y acaricio su rostro con dulzura y delicadeza, pasando las yemas de mis dedos por su barba incipiente. -Háblame, estoy aquí-, susurro cerca de sus labios y los acaricio con el pulgar.

Baja los ojos, no puede mirarme, algo le inquieta y empiezo a asustarme. ¿Lo que podría haber ocurrido?

-Cartarina, no sé cómo decírtelo-. Su voz se tambalea, sale casi ahogada.

-¿Cómo decírmelo?-, pregunto, pero no lo dejo terminar. -¿Qué tienes que decirme?-, le pregunto con voz temblorosa. Sé que está a punto de decir algo que me devastará por dentro y no sé si quiero escucharlo, no ahora, sin saber que tenemos que casarnos en unos meses y no después de lo que recién me enteré. esta mañana.

-Cartarina, yo...-, ella no puede hablar, pero nunca ha tenido esta dificultad. Es una persona bastante espontánea, aunque se guarda las cosas dentro, siempre me lo ha contado todo. Por eso me preocupo, sé que no soportaré el peso de ninguna palabra que salga de sus labios.

-Te tengo…te tengo…-, tartamudea de nuevo.

-¡Habla, carajo, me estás poniendo ansiosa, Alejandro!-, levanto la voz, atrapada por la demasiada ansiedad que me embarga.

-Te engañé-, grita también. Me quedo quieto, petrificado ante esta afirmación. Lo miro, busco su mirada para escucharme decir que no es así, que miente, que no es la verdad. No puede ser verdad, él me ama, yo lo amo, tenemos que casarnos. Hemos estado enamorados toda nuestra vida ¿cómo es posible algo así?

-¿Estás bromeando?-, se me quiebra la voz, busco algún tipo de estratagema para justificar lo que dijo, pero sus ojos dicen mucho más que las palabras mismas. Me está lastimando y lo hace mirándome directamente a los ojos.

"¿Crees que bromearía sobre algo así?", solloza. -Lo siento, es tan…-, suspira fuertemente, tanto que ya ni siquiera puede percibir mi respiración.

-No-, sacudo la cabeza y me dejo llorar. -No es verdad, no es posible, ¡nunca me harías tal cosa! ¡Te conozco!-, grito con desesperación y siento que mis piernas casi se dan por vencidas.

-Tienes demasiada fe en mí, tenías que entender lo que soy. Lamento haberte decepcionado, pero no estoy hecho para estar contigo, ¡eres demasiado para alguien como yo!-, murmura, mientras yo me dejo deslizar entre mis piernas y él se agacha frente a mí. , tomando mis brazos con sus manos. Miro a los de ella, que tiemblan como si tuviera un gran miedo que quisiera ocultar.

-¿Por qué me hiciste esto?- Pregunto entre sollozos.

-¡Porque así soy yo!-

Años después

Cartarina :

Me despierto junto al hombre que amo mientras me abraza fuerte.

-Buenos días-, murmura al darse cuenta de que acabo de despertar. Le doy una pequeña sonrisa que él me devuelve, como siempre.

-Buenos días-, susurro y me acerco a sus carnosos labios, tocando su cabello rubio.

Me levanto de la cama de mala gana porque tengo que ir a trabajar. Hace un par de semanas comencé a trabajar en el estudio de mi padre, regresé a mi ciudad natal después de largos años de ausencia y, debo decir, no me importa volver a este lugar. Extrañaba mi ciudad, el mar del sur, el olor de mi ciudad. Aquí todo tiene un sabor diferente, aunque a mi prometido aún no le han dado un traslado y por eso sigue yendo y viniendo entre su ciudad y la mía.

Voy a darme una ducha pero, sin siquiera llegar al momento de poner un pie en el baño, siento sus grandes brazos rodeando mi pelvis y su cabeza apoyada en el hueco de mi cuello, soltando pequeños besos húmedos.

-Cariño, si me mimas así no podré ir a trabajar. ¿Quieres que me encuentre en paro durante años?-, le digo, girándome hacia él, cruzando sus ojos marrones.

-¡No nunca! Entonces tu padre que lo escucha-, se ríe y me besa en la mejilla.

Me libero de su agarre, pero él no se da por vencido y entra al baño conmigo.

-¡Stefano!-, respondo, pero de buen humor.