Un Amor Hecho en Cama

Temblaba la pobre niña acurrucada en una cama anónima. En parte por las frías mantas en contacto con su cuerpo huesudo, en parte por el miedo de tener que afrontar algo inesperado.

“ Son dólares ”, dijo la voz afuera, y la niña comenzó a temblar como una hoja de otoño al viento. Sin saber si ese fue su final o no.

— Llévame con la hija del jefe — reconoció de inmediato esa voz fina pero estable, dándole el calor necesario para levantar los brazos de sus rodillas y sentarse en el borde de la cama.

Una mano pesada golpeó fuertemente la puerta a modo de señal de advertencia y la abrió, dejando entrar a un chico muy rubio con ojos color cielo tan brillantes que iluminaban la habitación, dejando al descubierto pequeños detalles ocultos: una ventana con cortinas gastadas que alguna vez fueron blanco, una alfombra sucia y un pequeño armario de madera oscura.

Una habitación vacía como el corazón de Samantha antes de verlo.

—¡Tommy ! — Ella corre a abrazarlo con lágrimas en los ojos.

- Sam, cariño. No te preocupes, ya estoy aquí. No dejaré que te lastimen .

— Por favor, llévame lejos de aquí, dime que es solo una pesadilla — lloró ríos de lágrimas, esperando que inundaran aquel cuchitril de habitación, haciéndolos naufragar a lo lejos.

Él enmarcó su rostro entre sus manos, moviendo las líneas húmedas de sus mejillas sonrojadas con sus pulgares. ¿Era posible que fuera tan hermosa incluso si estaba aterrorizada? Pero esa no era la belleza que quería ver en ella.

Con la esperanza de que esto pudiera consolarla, comenzó a besarla con una pasión y desesperación que nunca antes había tenido.

Sus escalofríos de miedo se transformaron en pequeños escalofríos de placer que regresaron de su cuerpo a su corazón, calentando su sangre y sus extremidades. Hasta que el calor se hizo insoportable y los dos chicos empezaron a quitarse capas de ropa, sorprendiéndose, centímetro tras centímetro de piel, de su belleza y del poder de su amor.

Le acarició el pelo mientras ella dormía con la frente contra su delgado pecho.

Le hubiera gustado seguir protegiéndola a costa de quedarse atrapado para siempre en esa noche de horrores, pero no sería así como sería su vida.

Él lo sabía.

— Lo siento, pero no puedo sacarte de aquí. Quisiera hacerlo, quisiera empezar de nuevo contigo en otro lugar, quisiera hacerte olvidar todo esto. Sé que querías que tu primera vez fuera con alguien que amas y que te ame... y yo también. — Admitió con un poco de vergüenza — Estoy aquí ahora, pero no estaré aquí para siempre. No estoy listo para dejarte ir, pero tengo que hacerlo. Te amo. —

Dicho esto se levantó de la cama con suma precaución para no despertarla. Lo que sea que estaba soñando debía haber sido hermoso dada la leve sonrisa en sus labios y estaba feliz de haber contribuido con algo de esa felicidad. La dejaría soñar un poco más antes de regresar a su infierno en la tierra.

Ella nunca habría escuchado esas palabras sumida en el sueño como estaba, pero poco después habría tomado la misma decisión que su novio: dejarlo todo pasar.

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