Librería
Español
Capítulos
Ajuste

2

¡Vaya, estoy cansada!

Al llegar a casa, fui a limpiar el desorden que había allí, me duché, investigué un poco el contenido que tenía hoy y ahora estoy en la cocina, pensando en lo que voy a comer.

Abro la alacena en busca de algo apetitoso, pero todo lo que encuentro son paquetes de alimentos ricos en grasas.

Tampoco tengo ganas de descongelar nada en este momento, así que tomo una manzana y una papaya, las troceo, las pongo en un plato y las llevo a la habitación.

Me acuesto en la cama y enciendo la tele de la serie que ya casi termino.

¡Qué final de mierda!

Me pasé toda la tarde viendo esto para que al final el chico muriera.

Salgo de la habitación frustrada, llevo el plato a la cocina y entonces siento vibrar mi celular en mi bolsillo. Lo pillo preguntándose sobre el mensaje de un número desconocido, así que decido comprobarlo.

-¡Aquí Mica! Hoy hay una fiestita en casa de unas personas de la universidad, ¿vamos?- - Justo lo que necesitaba, creo.

Le contesto inmediatamente, hablamos y rápidamente me da la dirección de la fiesta. Sin dejar de hablar, Mica termina ofreciéndose a recogerme en casa, y como no soy tonta, acepto.

Por la noche, voy directo al armario, abro la puerta y durante un largo rato miro la ropa.

Cansada y sin saber qué me voy a poner, decido darme una ducha y, más relajada, vuelvo a buscar ropa.

Elijo un vestido de tirantes finos, escote exagerado pero que sigue siendo precioso. Bien pegado al cuerpo, en color negro, que realza el color de mi pelo.

Desde que lo compre estoy enamorada de el, lo uso poco porque tengo pocas oportunidades, pero me parece hermoso.

Voy al espejo, paso largos minutos mirándome, notando cada detalle, ¡y lo gorda que estoy! Este vestido marcó mi cuerpo y devaluó casi todo.

Decido no ir a esta fiesta. A lo mejor piensan que soy espantosa, gorda, fea y encima soy pelirroja, verdad, llamando poco la atención.

Le mando un mensaje a Mica, pidiendo disculpas, pero que hubo un -imprevisto- y no podré ir. Ella me maldice por todos lados, pero termina por entender.

Me siento en la cama mirando un punto fijo en la pared, cansada me tiro hacia atrás y respiro hondo.

_¡Niña, ayer la fiesta lo fue todo! - Mica y yo estamos sentados en la mesa de la cafetería. Ella contó algunas cosas que pasaron en la fiesta, y realmente parece haber sido increíble - ¿Por qué no fuiste ayer, perra? - Se ríe nasalmente - La próxima vez que vayas, aunque te arrastre por ese pelo rojo - Me mira de una forma amenazante que me hace temblar.

_ ¡Está bueno! - Levanto las manos en señal de rendición, riendo - Pero bueno, no fui ayer porque mi madre tuvo un imprevisto y tuve que ayudarla - Me encojo de hombros - La próxima vez, te juro que lo intentaré. tratar.

_ ¿Tratar? Mica me mira, levantando una ceja.

_ Hoy vuelvo a trabajar - digo ya exhausto de solo pensar que el único trabajo que conseguí, y que aún me da un buen sueldo, fue en un bar. Trabajo por las tardes - Y el bar siempre está lleno, así que tengo poco tiempo para salir.

Mica termina de comer, así que nos levantamos de la mesa y vamos al jardín de la universidad.

Hay varios árboles, un gran campo verde y algunos bancos blancos repartidos por la zona, pero normalmente preferimos sentarnos al pie de un árbol.

Me estoy riendo tanto con la historia que Mica estaba contando que me duele el estómago; pero de repente me callo, y parece que todo va en cámara lenta cuando mi mirada se encuentra con esos ojos azules, que aun desde lejos pude ver que eran del mismo color que el cielo.

El chico vestido todo de negro y con la capucha de la sudadera puesta, aún dejándome ver sus largos mechones negros formando un lindo moño, sus hombros anchos, mandíbula bien formada y totalmente serio.

Siento a Mica tirando de mis brazos a toda prisa, pero simplemente no me importa, solo me quedo ahí sin romper nuestro contacto visual, lo que conlleva mucha intensidad, hasta que él me mira de arriba abajo, como si me estuviera escrutando, y Siento mis mejillas sonrojarse por ser juzgado por esos ojos profundos.

De repente, levanta, en la punta de sus dedos, un porro. El chico se lleva el cigarrillo a la boca, lo arrastra mientras sigue mirándome, exhala el humo hacia arriba, devolviéndole la mirada con una pequeña sonrisa astuta, que si no hubiera prestado tanta atención a sus movimientos, no lo haría. Ni siquiera me he dado cuenta.

_ ¡Julia, despierta! - susurra Mica en mi oído, sacándome por fin de ese momento entre el chico y yo.

Internamente me siento un poco frustrado, sin siquiera saber el motivo de este repentino sentimiento.

_ ¡No! - Habla la chica rubia en cuanto nos sentamos al pie del árbol.

_ ¿No qué? Pregunto genuinamente confundido.

_ Por favor, él no. - Ella indica un punto detrás de mí, y me doy la vuelta, viendo al chico de los ojos azules. Antes de que pueda hacer preguntas, ella me atropella: Enriques Rizzo, ese misterioso chico universitario, y seamos sinceros, ¡más problemático! Nunca se le vio con amigos por aquí y tampoco nadie a su lado - da un largo suspiro - Muchos le tienen miedo aquí. He escuchado varios rumores de que siempre se mete en peleas, bebe y hasta se droga; Incluso le he notado algunos moretones en la cara, pero nunca le dije nada a nadie, no quería problemas a mi lado. Cada vez que tengo la oportunidad de hablar con él, siempre es grosero y sin educación. - cuando termina de hablar, siento un escalofrío por mi espalda.

_ Pero... - Hago una pausa - ¿No tiene algún problema, alguna razón para vivir así? - me pregunto más, y lentamente giro mi rostro para poder verlo.

Está quemando otro porro.

_ Ay Julie, te conozco desde hace muy poco tiempo pero he visto que eres de esas personas a las que les encanta buscarle una razón a todo, ¿no? Le encanta ser optimista - se ríe - a Enriques le gusta ser simplemente un adicto. Eso sí, no te acerques demasiado, tengo miedo de que ese buitre disfrazado de hombre me haga daño.

_ ¡No hables así Mica! - todavía mirando hacia él; Rápidamente me doy la vuelta y me enfrento a la rubia de nuevo.

_ ¡Está bien, está bien! Sólo aléjate, ¿me oyes? - Se pasa la mano por el cabello, arreglándolo - ¿Me lo prometes? Parece demasiado roto para que trates de arreglarlo.

¿Es realmente tan malo, que nadie puede acercarse?

En mi opinión, nadie merece vivir con un muro que bloquee cualquier contacto y sin alguien que lo apoye.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.