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Tu destino

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LaSirenita
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Sinopsis

Libro 1 : La promesa que nadie sabe Libro 2: Tu destino Una fuga insólita y un pequeño accidente transformaron por completo la vida de dos personas, o de todo un país. Daisy Wright, una Mexicana de élite, huye de su país dejándolo todo atrás, herencia, universidad, familia perfecta... Sin dejar rastro. Y al otro lado del Océano Atlántico, una chica desconocida y sin dónde dormir, aparece en el Hospital de Liverpool, angustiada y con su vida a punto de dar un vuelco. "Me hiciste sentir las cosas más impuras que he visto..."

DulceFelicidadAdolescentesSecretosCrushContratoSociedadVenganza Segunda Chance Traicón

1

-¿Quieres ir a casa ahora?- — pregunté y ella negó con la cabeza, una sensación de satisfacción me invadió y las puertas se cerraron, subiendo al techo. Muevo mis dedos adelante y atrás, gemidos repetitivos con perfecta sonificación, lleno el ascensor. Llevo mi mano a la de ella en la pared, entrelazando nuestros dedos, inclinando la cabeza y deteniendo los movimientos, recibiendo una mirada de enfado por parte de ella. Continué lentamente y repartí besos por su cuello, escuchándola gemir más fuerte. -Silencio o me detendré-. - Dijo con autoridad y ella obedeció sin pestañear.

-¿Por qué... por qué me torturas así?- - Ella preguntó.

-Consecuencias de los malos hábitos, mi niña. — le susurré, aceleré los movimientos de mi dedo, sosteniendo su cuello y ella apoyó su cabeza en mi hombro, dejándome ver todas sus expresiones de completo placer. Me apretaba más los dedos, sus increíbles pechos subían y bajaban cada vez más, estaba casi allí, casi en su vértice. Cuando inserté un tercer dedo, ella no pudo soportarlo y se relajó sobre mi cuerpo, rodando lentamente entre mis dedos, sus piernas temblaban y la mesa extrañaba poner los ojos en blanco.

Las puertas del ascensor se abrieron, revelando la habitación oscura, Clarissa no estaba allí. Le bajé el vestido con cuidado, pasándome los dedos húmedos por los labios y ella no me quitaba los ojos de encima. Sus manos tocaron mis hombros y juntó nuestros labios, muy diferente de los otros besos que hemos tenido, era caliente y codicioso pero aún diferente a cualquier otro. Entramos tambaleándonos al apartamento y sus manos ya se estaban quitando el traje, tirando todo al suelo. Me quité los zapatos y caminamos hasta la pared más cercana, la sostuve sobre ella y desabroché salvajemente mi camisa de vestir, ella me la quitó de los brazos con determinación y la puse en mi regazo, sus piernas entrelazadas alrededor de mi cintura. Bajé los tirantes de su vestido, besando todo su busto y sujetando su cabello, llegamos al sofá y nos sentamos con ella en mi regazo.

Te quiero, Adán. - Dijo cuando nuestras miradas se encontraron y la ingenuidad que eso me transmitió, me hizo sonreír llevando una de mis manos a su rostro, besándolo lentamente.

Soy tuyo, Daisy, haz lo que quieras. — susurré y ella me miró a los ojos, dejando caer sus manos en mi cinturón, la ayudé a quitárselo y no pude quitarle los ojos de encima. Parecía brillar ante mis ojos.

Ahhh, estos dos...

No sé cómo pude, cómo llegué a donde estoy ahora, pero no quiero irme.

Adam me hizo tener uno de los mejores sentimientos de mi vida, ni siquiera puedo explicar lo aturdida y abrumada que estoy por eso.

Le quité el cinturón lanzándolo en cualquier dirección opuesta, le desabotoné el pantalón y con su ayuda se lo quitamos, junto con su ropa interior y quedamos frente a su miembro, completamente erecto. Apoyé mis rodillas en el sofá, levanté mi vestido hasta mi vientre y me lo acomodé, sentándome en su regazo lentamente, viéndolo apoyar su cabeza en la mía, abriendo su boca dejando escapar un suspiro y sonriendo. Mis manos estaban apoyadas en el respaldo del sofá detrás de él, una de sus manos encontró mi trasero y la otra ahuecó mi cuello manteniendo nuestras frentes juntas. Empiezo a subir y bajar en él, sintiendo cada fibra dentro de mí, aumentando la velocidad poco a poco.

-Ohhh Daisy, eres tan sexy. - Dijo y de pronto sus manos se posicionan sobre mi vestido, rasgándolo por la mitad y los harapos caen de mi cuerpo. Se aferró a mi cintura, besando mis pechos mientras mi cabeza se echaba hacia atrás mientras gemía por él. Mi cuerpo parecía explotar con cada toque de placer que se extendía por todas mis terminaciones nerviosas. Adam me sostuvo en su regazo, instalándolo completamente dentro de mí y yo quería gritar con el inmenso placer que me hacía sentir. Mi espalda se encontró con el sofá y este se elevó por encima de mí, sujetando mis muslos mientras se movía con fuertes y lentos empujones dentro de mí, mis manos abrazaban el -brazo- del sofá, donde estaba recostado y nuestras miradas se cruzan, aunque aunque fuera un un poco avergonzado, su mirada profunda y sus expresiones de placer me tranquilizaron. Con cada embestida, mi cintura rodaba en él y él parecía enloquecer conmigo, mis piernas se debilitaban con la explosión de placer en mi cuerpo y lo sostuve entre mis piernas, entrelazándolas sobre su espalda y abrió una sonrisa. Sus labios se encuentran con los míos en un beso y sus manos buscan las mías mientras se adentra en mí, más rápido y más fuerte cada vez.

-No vengas ahora, aguanta bebé-. - me susurró al oído con su voz ronca y me mordí el labio, cerrando los ojos con fuerza tratando de contenerlo. — Ohh.. Eso. gimió. — Vira linda, déjame ver ese maravilloso culo tuyo. - Me selló el labio, le di la espalda con su ayuda y me levantó un poco la cintura, entrando en mí rápidamente.

-Adam…- gemí mordiéndome el labio inferior.

-Me encanta cuando gimes mi nombre-. - susurró, sus manos encontraron las mías, entrelazándose y se movió con tanta fuerza, el sofá se movió hacia el piso, nuestros gemidos resonaron en el vacío de la casa y la única luz era la luna. Cuando todo mi cuerpo quería explotar, él era fuerte, profundo y rápido, haciendo que mi cuerpo ardiera en la llama del placer, llevé mi mano a la parte posterior de su cuello y el sonido de nuestros cuerpos chocando rápidamente fue tan emocionante, es como eso es todo lo que queria.me hace sentir,no tenia fin. Pierdo sensibilidad total en mis piernas, apretando sus manos y contoneándose en ellas, sintiendo que todo estalla y pronto, su chorro caliente me llena, nuestras respiraciones desiguales y reímos juntos, sin romper nuestros cuerpos. Abrazó mi cuerpo, acostándose debajo de mí y su corazón latía muy fuerte, como el mío. Juntó nuestras manos, acariciando mi brazo con la otra. Si hubiera sabido que siempre fue así, no te habría odiado tanto. Nos reímos y miramos hacia arriba.

- ¿Qué? Soy una puta, tengo que serlo. Se rio cuando me senté encima de él. Adam se sentó, llevándose las manos a la cara, apartándome el pelo sudoroso de la cara.

- Lo siento, por... lo que te dije, por patearte bajo la lluvia, por...- Lo interrumpí con un sello lento y él pareció sorprendido por eso.

— Este Adam responsable y cariñoso no te conviene, detente. Lo miré a los ojos y tomó mi rostro entre sus manos, juntando nuestros labios en un beso lento. Cuando el beso dio paso a la llama que pronto se encendió y nos preparábamos para otra ronda, escuchamos el sonido del ascensor y nos miramos asustados.

— Corre, es Clarissa. - Dijo en voz baja, me bajé de su regazo y comencé a recoger la ropa. — No, Daisy... Vamos. Me puso de pie, haciéndome reír mientras corría hacia el vasto pasillo. Entramos en la habitación y él entró, cerró la puerta con llave y me colocó suavemente donde lo dejó. Vemos un rayo de luz debajo de la puerta y el sonido de llaves que se colocan en alguna superficie. Abrí la boca y él la cubrió con una sonrisa. -Shhh bebé…- susurró.

- Señor. Edwards, eh... estoy en casa, ¿quieres... quieres algo de comer? - Parecía nerviosa, la misma me miraba esperando mi respuesta a esa pregunta.

- ¿Qué es lo qué quieres? - susurré preguntando, cuando una de sus manos deja el frente de mi boca y acaricia mi ceja.

— Lo que quiero comer está justo frente a mí, no necesito pedírselo. Mi cuerpo se estremeció y sonreí tímidamente.

-Quiero pizza, pizza de pepperoni con mucho queso-. Se me hizo la boca agua.

-Pide una pizza de pepperoni con queso...-

- Mucho queso. Susurré.

-Mucho queso, y avísanos cuando llegue-. — Me pasó el mensaje y me alejé, sentada en la cama, mirando al hombre desnudo frente a mí, con un cuerpo espectacular, apenas podía concentrarme para contar las secciones de su abdomen. Pasó una mano por su cabello, viniendo hacia mí y mi cuerpo se iluminó.