Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 3

Después de un día bastante movido por la cantidad exagerada de personas que vino hoy, por fin estábamos cerrando. Esta vez mis tíos se quedaron conmigo en el restaurant, Jay tuvo que irse más temprano. No se me olvida el tema de la tarde, no voy a pasar por alto el hablarles de estos hombres. Aunque solo comieron y se fueron hay algo que no me da buena espina.

¿Quién tiene un trabajo así de movido? Además, la apariencia que llevan de; soy tipo rudo e idiota, no me termina de convencer.

—Stefano y Francesca Rinaldi, me pueden explicar, ¿por qué son amigos de unos pandilleros? —les pregunto bastante preocupada.

—¡Oh por Dios! No imaginé que mi principessa diría eso —añade, mi tío Stefano, ambos se miran a los ojos con diversión y sueltan una carcajada.

—¡No le veo ninguna gracia estoy hablando en serio! —los sermoneo exasperada—. De verdad me preocupo por ustedes. No quiero que les pase nada, de verdad estoy preocupada por ustedes —confieso en un hilo de voz.

—Hija, tranquila, nosotros estamos bien con ellos. Nathan es hijo del amigo que nos tendió la mano cuando no teníamos nada. ¿Recuerdas nuestra historia? Bueno, hace muchos años que somos amigos de sus padres. Esos chicos son buenos muchachos, aunque no lo parezca. Logan y Nathan siempre venían a casa mientras tú estabas pequeña, pero cuando entraste a la secundaria ellos ya se habían ido a otro lugar. Por eso no los recuerdas, mi vida.

Termina de hablar mi tía Francesca. Siempre con esa voz dulce intenta calmarme, casi lo logra, pero esta vez algo me dice que los problemas vendrán muy pronto.

Ambos se acercan a darme un beso en la mejilla. Agarran las cosas que había en la mesa para poder irnos a casa.

—Creo que lo entiendo, pero esto no se va a quedar así. No confió en ninguno de ellos. Los voy a estar vigilando, no descansaré hasta descubrir que traman —los miro de mala manera, y salimos al estacionamiento.

Nos subimos al auto y nos pusimos en marcha. Cuando llegamos a casa, no eran más de las diez y media de la noche. El restaurant queda relativamente cerca. Mi tío Stefano es muy meticuloso con los lugares donde hemos vivido. Son muy pocas personas las que saben la dirección exacta de la casa. Mientras crecía, mi tío jamás me dejó ir a lugares sola, según él, los hombres son excremento de vaca.

Es extraño que hable así porque él también es un hombre. Supongo yo, que él es igual o peor que esos excrementos de vaca que dice que son, o, puede que sea un adorable viejo de setenta años cascarrabias.

***

Mientras crecía nos mudamos muchísimas veces, después que salí de la secundaria mis tíos dejaron de cambiar de hogar y por primera vez, les dijeron a los amigos que los ayudaron a venir a California, la dirección de nuestra casa. Yo me mudaré también, primero porque soy lo suficientemente grande para vivir con ellos y segundo, necesito un lugar más cerca del hospital.

«A veces quisiera llamar a mis padres y decirles tantas cosas, pero han estado tan ausentes de mi vida, que siento que si lo hago los voy a molestar», suspiro, por las divagaciones de mis pensamientos, mientras me bajo del auto.

Después que llegamos del viaje familiar a Bélgica, han actuado más extraño de lo que ellos acostumbran. Tampoco he podido decirles acerca del hombre que me habló acerca de Sasha.

Desde pequeña me prohibieron decir su nombre y lo empecé a extrañar en silencio. Lo malo es que ese nombre y una escena atormenta mis sueños repetidas veces como en una película. Son esas noches donde el sueño es escaso y no quiere venir a mí.

Regresemos a mi realidad actual. La explicación que me dieron sobre los pandilleros estuvo bastante creíble, pero necesito conocer más a esa gente para poder intentar confiarles a mis tíos. El viaje de regreso a casa fue tranquilo. Hoy fue un día de mucho trabajo, lo reconozco, estábamos muy cansados. Me dieron un beso de buenas noches para después desaparecer por el pasillo que da a su habitación.

Nuestra casa es de tres pisos y solo usamos dos. En la primera planta, está la cocina, sala, comedor, una sala familiar donde los domingos por la tarde, nos sentamos en los sofás a ver películas de lo que sea. En el segundo piso se encuentran las habitaciones, los baños, un pasillo con una pequeña biblioteca y una escalera en el medio que da para el tercer piso. Ahí no sé qué hay, le pregunté varias veces a mi tía, pero sus respuestas seguían siendo las mismas.

—Nada importante, solo las cosas viejas que no usamos.

Muchas veces intenté subir para ver que había, pero los regaños de mi tío no eran nada normales cuando me descubría. Después de un tiempo, deje de intentar y deje de buscar. Viviendo con ellos aprendí a guardar mis emociones. Aprendí a sacar mis conclusiones antes de preguntar, aprendí a solo observar y callar.

Son pocas las veces que son amorosos conmigo, prácticamente los tengo que obligar a que me den cariño. La única manera de que lo hagan sin que yo lo pida es, cuando no vengo a casa porque estoy de guardia en el hospital, por algún congreso, o, por el simple hecho de hacerme callar por algún tema que ellos no quieren tocar.

Mis padres me abandonaron y vivo con unas personas donde el afecto es escaso. ¿Ahora entienden por qué no sé diferenciar las muestras de cariño y amor?

Me preocupo por mi familia, pero no siento un apego emocional fuerte hacia mis tíos. Los quiero, pero siento una especie de rencor, simplemente no los amo. Es más, sentí nostalgia y un dolor horrible en mi pecho, cuando el ruso me habló en Islandia y peor fue cuando me habló de la muerte de Sasha.

«Como quisiera recordar un poco mi niñez y saber qué fue lo que olvidé», sumida en mis pensamientos, camino como zombi a mi humilde habitación.

Escribirle a mi mejor amiga, es la opción perfecta cuando quiero despejarme del mundo. Necesito una dosis de locura. ¿Quién mejor que ella para terminar de olvidarme de lo que me está agobiando? Fui al baño, tomé una ducha bien fría para terminar de relajarme, me puse una blusa grande blanca, me cepillé los dientes y me metí a la cama.

»*Tenemos un código rojo de pandilleros. Son los nuevos amigos de mis tíos. Estoy preocupada y ellos lo único que hacen es reírse como si fuera un juego. Necesito verte, para que me ayudes con este pequeño inconveniente.

Me acomodo en mi sabrosa cama después de encender el aire acondicionado y enviar el mensaje.

»*¿Pandilleros? Oh, por Dios. ¿Dime que por lo menos están buenos? Masha, recuerda que el hospital no nos deja vida, pero te ayudaré igualmente. Nos vemos mañana por la tarde. Cuenta conmigo para lo que sea, o, nos cortamos la teta derecha si no lo logramos.

Me río por sus locuras. En serio me hacía falta hablar con ella.

»*En esta vida no se basa todo en el físico, Danielle. Pero sí, están buenísimos. ¿Por qué tenemos que cortarnos los senos? Ten moderación por como hablas. No es teta, Dani. Por favor, deja mis limones en paz y no pienses en violarte a esa gente. Nos vemos mañana.

No pasó mucho tiempo cuando llegó la respuesta de Dani.

»*Sí me los voy a violar. No a todos, pero mínimo uno cae ante mis encantos psicológicos. No debemos decir; de esta agua no beberé, porque en el camino nos puede dar sed. Descansa, te quiero.

Leí su mensaje y negué con la cabeza con una sonrisa. Di por terminada la conversación, ya que moría de sueño. Sabía que podía contar con ella. Estaba muy cansada, se me cerraban los ojos, y en lo único que podía pensar, era que mañana, fuera un día normal y no tener que lidiar con los pandilleros otra vez.

Solo espero que nada se complique y ruego a los cielos que algún día logre recordar lo que tanto me atormenta.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.