Capítulo 6
—¿No exploraremos los otros pasillos oscuros? No tuvimos mucha oportunidad de explorarlos antes de desviarnos —dije .
Sofía tenía una expresión tensa en el rostro.
—De verdad que no me gusta esa parte de la casa. Da miedo. Casi nunca voy. Solo Roberto y sus compañeros van allí .
Sentí un nudo en la garganta, pero me sacudí el miedo y le di un codazo en el hombro.
—Por favor. Por favorcito. No exploraremos mucho y estaré a tu lado por si aparece alguna bestia aterradora —bromeé .
Ella soltó una risita y asintió con la cabeza, cediendo a mi petición.
Nos dirigimos hacia los pasillos mal iluminados, Sofía y yo charlando mientras estirábamos las piernas al pasar junto a una puerta de madera vigilada por dos guardias de Roberto .
Me detuve en seco y me giré para mirar hacia la puerta. Los guardias permanecieron inmóviles, rígidos e inmóviles.
—¿Qué hay ahí y por qué hay guardias vigilando esa habitación? —le susurré al oído a Sofía.
—Esa es la habitación roja. Así la llama Roberto . Me da un miedo de la hostia. De verdad que no sé qué hay ahí dentro —respondió en voz baja mientras me sacaba de allí a rastras.
Retrocedimos sobre nuestros pasos y salimos de ese pasillo, bajando las escaleras.
Sabía que en esa habitación podían ocurrir cosas terribles y asesinatos atroces. El horror se apoderó de mí y de repente sentí náuseas. Salí corriendo de allí, incluso adelantándome a Sofía hasta llegar abajo.
—Elena , fuiste demasiado rápida. ¡Guau! Deberías participar en una maratón. Con tu velocidad, seguro que ganas —dijo con una sonrisa pícara.
- Sofia vieni ad aiutarmi- sofia come help me - la voz aguda de Aurora resonó desde la cocina.
-Mamá está llegando-ya viene mamá - respondió Sofía con un suspiro.
-Vuelvo enseguida -me dijo antes de dirigirse a la cocina.
Me estaba interesando mucho aprender italiano. El idioma me parecía tan fluido y fascinante.
Recorrí con la mirada el salón, pero no vi a Roberto por ninguna parte. ¿Dónde está?
Solo había varios trabajadores ocupados en sus tareas, pero ni rastro de Roberto . De repente me sentí muy solo e incómodo. Me senté en uno de los sofás, sintiéndome un poco fuera de lugar en este nuevo entorno desconocido.
—¡Cuñada ! —exclamó con entusiasmo un niño pelirrojo mientras se acercaba a mí. Se sentó a mi lado con una amplia sonrisa.
—Me llamo Emilio. No me reconocerás. Vine a Nigeria a visitar a Roberto una vez y los vi a ti y a él subiendo las escaleras —dijo .
—Oh —fue lo único que alcancé a decir. De verdad que no reconocí a la pelirroja. Roberto tenía tantos hombres vigilando su casa que incluso temí por mi seguridad.
—Soy el hermano mayor de Sofía. Les prometo que disfrutarán de su estancia en esta casa .
Asentí con una leve sonrisa.
—Ehm , ¿dónde está Roberto ? —Estuve tentado de preguntar.
—Salió con Leila. No se alejaron mucho. Solo charlaron por los alrededores .
Sentí un nudo en el estómago y se me revolvió el estómago.
No es que odiara a Leila, pero la forma en que le hablaba a mi marido me resultaba tan sensual y provocativa. Me intimidaba muchísimo.
¿De qué estaban hablando?
—Cuñada de Dontworry. Leila es guapa, sí, pero no te va a quitar a tu marido —dijo Emilio como si me leyera el pensamiento.
Probablemente debió de percibir mi expresión tensa.
La voz chillona de Aurora lo llamó desde la cocina.
Con un suspiro me saludó con la mano antes de levantarse y dirigirse a la cocina.
Una vez más me quedé sola.
¿Dónde diablos estaba Roberto ? Acabábamos de llegar a Italia, se suponía que él me iba a enseñar la casa y hacerme compañía, no dejarme sola en medio de trabajadores y guardias.
Resoplé y dejé caer la cabeza sobre el sofá, cerrando los ojos suavemente.
Estaba segura de que no había cerrado los ojos durante veinte minutos cuando sentí un ligero toque en el hombro.
Abrí los ojos lentamente y me encontré con los ojos azul océano de Roberto .
Me incorporé de golpe del sofá, con una mezcla de excitación y fastidio en mi interior.
Sentí ganas de darle un puñetazo en la entrepierna y también de abrazarlo.
- El almuerzo está listo, bella . Roberto señaló con los brazos extendidos hacia el comedor, que ya estaba repleto de platos deliciosos. Vi que Lorenzo, Marco, Luca y Thomas también estaban sentados allí, acompañados por Sofía y Emilio.
¿Cómo puede aparecer de la nada y simplemente avisarme del almuerzo?
—¿Dónde has estado? —dije entre dientes, dando un pisotón.
—Estaba con mi concubina —dijo inclinándose hacia mí y susurrándome al oído.
Retrocedí con un jadeo y la mirada llena de anhelo.
Roberto soltó una carcajada y negó con la cabeza, acariciándome el pelo oscuro como si yo fuera una niña.
—Tranquila , mi amor. Solo fui a hablar de asuntos de negocios con Leila .
Le lancé una mirada de desdén y controlé mi impulso de darle una patada en el lugar donde nunca da el sol.
Oí ese suave y familiar clic de tacones contra las baldosas y desvié la mirada para ver a Leila que venía detrás de él.
—Me retiro. Hasta luego, jefe, y felicidades por su matrimonio —dijo con tono formal antes de dedicarme una sonrisa y alejarse contoneándose.
Ella era verdaderamente muy hermosa.
—¿No queréis venir a comer, niños? —gritó Aurora desde el amplio comedor del salón.
Roberto entrelazó sus manos con las mías mientras yo lo miraba con una ira gélida.
-Vamos a almorzar - Dijo mientras me daba un beso en la mejilla.
Mi rostro se puso rojo carmesí ante su demostración de afecto frente a su familia.
