Librería
Español

Soy la obsesión del mafioso.

82.0K · Completado
Lily Arzola
38
Capítulos
1.0K
Leídos
9.0
Calificaciones

Sinopsis

“¿De que serviría confesarme, si no me arrepiento de haberlo amado?” Eliana es una maestra de kínder con una vida regular y aburrida, hasta que de pronto llega a su vida un niño a su salón con un pasado preocupante, para después conocer al padre de aquel niño que llamo su atención. Leonardo es un mafioso que está oculto tras una famosa empresa de petróleo, teniendo miles de enemigos, que pagarían grades cantidades por tener su cabeza. El irradiante hombre de sangre caliente, encuentra su primera debilidad en el mundo; una hermosa maestra que lo hace volverse loco. Eliana y Leonardo se ven envueltos en un romance caliente y enloquecedor, lleno de problemas a su alrededor. Los dos tendrán que pelear contra el mundo y contra ellos mismo, para sobrevivir juntos. La sangre recorrerá por las manos de este par, pero el amor a veces lo vale. "El demonio perdido en el mundo, enloquece por una noble oveja"

RománticoSEXOSeductorrománticasmultimillonarioCEOMafiaDominantePosesivoMillonario

(1)

"El demonio perdido en el mundo, enloquece por una noble oveja"

La vida era tan extraña en ese momento. Mi vida era más que ordinaria al lado de la de él, ni siquiera puedo reconocer el momento en que nuestras vidas quedaron cruzadas, pero una maestra y un millonario mafioso se enamoraron por causas del destino. No se que destino pone tal prueba, pero estaba debajo de ella y era riquísima, con un sabor a sangre y lujuria.

Hay amores que te entran por los ojos, te revuelven hasta el estómago y te hacen palpitar el corazón; otros hasta despiertan tus bajas pasiones. Pero el más peligroso es cuando entra tu mente y de ahí, pareciera no querer salir jamás. Hay amores que son esa curva peligrosa en donde podemos matarnos y aún sabiéndolo, aceleremos el corazón.

–Querida Eliana. –Me llama la directora del kínder en el que estoy trabajando.

Soy maestra de preescolar desde hace tres años, y a pesar de que estudie bastante, fue difícil entrar a una escuela con prestigio, como en la que estoy hoy en la ciudad de New York. Atendiendo a hijos de celebridades, gente de la política y hasta hijos de la alta sociedad en la ciudad. Yo mire de inmediato a la directora, bajándome de una mesa de madera, ya que estaba quitando los adornos de navidad, ya que tendría que poner los adornos de año nuevo pronto.

–Ha llegado un nuevo niño y es de tu grupo.

En realidad, eso no era bueno, ya que a los niños nuevos les cuesta adaptarse cuando entran tarde a la escuela, incluso para los maestros es difícil, ya que tenemos que encargarnos de que el niño se acople a un lugar nuevo.

–Mala idea para entrar a la escuela. –Murmuré un poco molesta, mientras tomaba una mesa y una silla, para el pequeño que entraría. –Pero supongo que no es su culpa. –Suspire profundamente. –¿Y dónde está? –Pregunté curiosa.

La directora salió del salón, para después traer al niño de su mano.

El niño era precioso, tanto que por un momento lo confundí con un muñeco de porcelana. Tenía una cabellera negra muy pronunciada, mientras que su piel era tan pálida como la nieve y sus labios, eran tan rojos como el color de las cerezas. Sabía de ante mano, que esta escuela era para personas con mucho dinero, pero me sorprendió ver que el pequeño estaba usando ropa negra de marcas muy caras. Todo su look estaba tapizado de muchas marcas caras, lo cual me sorprendió bastante.

–Hola. –Me levanté para caminar un paso hacía él. –Mi nombre es Eliana y seré tu maestra. –Sonreí para después ofrecerle mi mano. El niño miró mi mano con algo de disgusto, para después darse la media vuelta sin decir más, saliendo al pateo a jugar. ¡Que niño tan grosero!

–Bueno, al parecer no es amigable. –Murmuré preocupada, ya que sabía lo difícil que pueden ser los niños a veces. Pero no lo culpaba, quizás era penoso.

–Eliana no te preocupes, tengo que decirte un poco del contexto familiar del pequeño. –La directora y yo vamos al salón de maestros, mientras una ayudante de la escuela se queda a cuidar del pequeño.

–Es importante que sepas que August y su padre vienen desde Londres.

–¿Cómo es posible que hayan venido hasta New York? –Comenté un poco asombrada. –¿Qué cosa los hizo moverse tan lejos de casa? –Volví a preguntar mientras tomaba un poco de café caliente, ya que estaba haciendo un poco de frio.

–Me comenta el padre que es para mejora del pequeño. Pero también me comentó que es por negocios. –Suspira profundamente la directora, para después darle un sorbo a su café caliente. –Debes tener mucho cuidado con August.

–¿De que habla? –Pregunté preocupada, quizás el niño era peligroso. En ese momento no sabía nada.

–August es hijo de Leonardo Walles. –La mujer abre sus ojos de par en par, para que me de cuenta de la magnitud de influencia del hombre, pero al parecer yo era lo suficientemente sencilla, para no saber de quién estaba hablando. –Eliana, ¿me dirás que no lo conoces? –Me pregunta con una ceja en alto, a lo cual yo solo tuve que negar con mi cabeza.

–En mi defensa puedo aceptar que mi vida son los niños, no me da más tiempo de hacer otra cosa. –Murmuré no tan apenada.

La directora se encontró molesta conmigo, por no conocer a el gran Leonardo Walles, así que se dedico a buscar en su teléfono información del susodicho. Tres minutos después la jefa me tenía algo de información. Tome entre mis manos su celular, para ver de inmediato a un hombre terriblemente guapo, con una cara realmente diferente a la que se acostumbra ver en un hombre común en New York.

Y a pesar de que esta ciudad estaba llena de hombres guapos, no pude evitar que mis ojos se abrieron de par en par, ya que nunca había visto a un hombre tan guapo como él. Su piel era tan pálida que podía confundirlo con un maniquí y la nieve. Sus ojos eran de un café verdoso, mientras que su nariz respingada lo hacía ver varonil, pero cuando mi dedo quiso ver más de él, me tope con una foto que tal vez los paparazis tomaron de él. Estaba en la playa en el atardecer con una tabla de surf, preparado para ir hacía las olas, pero lo único que mis ojos pudieron notar es que era realmente alto y musculoso, sus brazos eran anchos y fuertes, mientras que su estómago era plano, pero con mucho músculo. Su cabellera mojada y el agua cayendo sobre su cuerpo, me hacen sentir algo extraño dentro de mí.

–¿Ahora te puedes dar cuenta de la magnitud de aquel niño? –La directora me despertó, haciendo que de inmediato dejara de ver las fotos de aquel hombre, que parecía realmente interesante, para hundirme en la información de él. Al parecer el hombre tenía 38 años a pesar de lucir más joven, era dueño de una importante empresa de petróleo. Tenía una empresa de petróleo funcionando en todo Europa, mientras que parecía que también quería expandir su empresa a territorio americano.

–Debe tener mucho dinero. –Miré a la directora comentando lo primero, que venia a mi mente después de ver las influencias del hombre, ya que también pude ver fotos de él, con gente de la política y la socialite.

–Esta escuela de por si es una escuela para ricos, pero debo decirte que este será el primer billonario que tengamos. –Sonaba preocupada, pero al mismo tiempo halagada de que el hombre, haya elegido su escuela para tener a su pequeño en esta.

–Debemos tratarlo lo más normal posible. –Comenté esperando recibir una respuesta afirmativa, pero la directora realmente no quería eso.

–Ese niño es especial, así que quiero que le prestes más atención. –La directora se mantiene firme en lo que piensa, lo que hace que yo misma no pueda argumentar nada más, ella siempre tenía la última palabra.

Salí de la sala de maestros con un sentimiento en mi corazón, en realidad no se si había sido el shock de ver a un hombre tan guapo como Leonardo Walles, o que tendría que tener favoritismo en mi salón. Pero a pesar de que esos dos pensamientos me preocupaban, podía seguir con mi rutina como maestra.

August era un niño dulce, pero al parecer le costaba un poco confiar. A veces podía verlo mirando a sus compañeros con dudas y con una cara alargada, era como si no pudiera creer en alguien a la primera vez, pero cuando que encontraba en confianza era él mismo. Reía y le gustaba estar con sus compañeros, que se enamoraron de él desde el principio, ya que era “el nuevo de la clase” y al parecer su físico les llamaba la atención, era el niño más pálido del lugar.

Al igual que sus compañeros, yo también tuve que ser verificada por sus pequeños ojos cafés, ya que le di mi mano para que la tomara y fuéramos al comedor. Al principio me observo con sus grandes ojos, hasta que me agache hasta su altura para que pudiera verme más cerca.

–Puedes confiar en mí. –Y al último, le regale una sonrisa que mostraba amor y ternura.

El pequeño niño que parecía ser serio como una piedra, al ver mi sonrisa de inmediato me regala una sonrisa. Sus dientecitos pequeños y blancos, hacen que mi corazón se llene de felicidad. El pequeño tomó mi mano con fuerza, entrelazando sus dedos con los mío, para llevarme al comedor.

Al terminar las clases, parece que August a hecho demasiados amigos. Él es el primero en irse, así que no tuve que hablar con su padre por suerte, de inmediato pensé que era bueno que se comunicara con la directora, aunque sabía que tarde o temprano tendríamos que hablar, ya que mi trabajo también es darles a los padres los avances que los niños dan. Y cuando me vi sola en el salón, empecé a arreglar mis cosas, para así ya poder irme a casa a descansar un poco, pero una voz hace que me detengan.

–Señorita Eliana. –De inmediato puedo reconocer esa voz tan detestable.

Me doy la media vuelta, para darme cuenta que era el padre de una niña llamada Sara. El hombre desde que empecé a dar clases en esta escuela, se la ha pasado acosándome, a pesar de que tiene una esposa que es una famosa senadora.

–Señor Willis, ¿en que le puedo ayudar? –Le pregunté cansada de verlo tras de mi como un perro.

–Sabes que me puedes llamar Kevin, ¿verdad? –Yo no lo dejo entrar al salón, así que me mantengo en la puerta.

–Lo lamento señor, pero sabe que es mi deber llamarlo por su apellido. –Lo mire decidida y con pocas ganas de ser amigable.

–Pero usted sabe que es mi amiga. –Intenta poner una mano sobre mi hombro, pero yo lo miré con ganas de quererlo matar. El tipo era asqueroso, ya que es un hombre viejo, que tiene una cara grasosa y un cabello que es pegajoso. –Hoy se ve más bella que nunca. –Me mira desde los pies hasta la cabeza, ya que estoy usando un vestido pequeño, con mi bata de maestra encima.

–Le agradezco, pero Sara ya salió. –Intente meterme al salón, pero el hombre me tomo del brazo deteniendo mi caminar.

–Sí, mi Sara esta con el chofer, pero quería hacerle una propuesta…–Pero no deje que terminara de hablar, ya que me parecía inapropiado lo que estaba haciendo.

–¿Sabe usted que aquí está prohibido hacerles proposiciones a las maestras? –Alce una ceja mientras le hablaba con palabras fuertes. De pronto, puedo ver como alguien se acerca al salón, pero por la culpa del señor Willis, no me puedo dar cuenta de quién se trataba. De pronto cuando me ve voltear, pone su sudorosa mano sobre mi barbilla. Yo de inmediato la retiro bruscamente.

–¡No me vuelva a tocar! –Le grite molestas.

–Eliana, no te hagas más la difícil y sal conmigo. –Me dice el sin vergüenza. –Puedes ganar mucho dinero si sales conmigo. Dejarías de ser una muerta de hambre. –Claramente lo último fue más que ofensivo.

–¿Qué? ¿Acaso está usted loco? –Le grité realmente molesta por su insinuación y claramente, por el insulto que le había hecho a mi persona. –Usted tiene esposa y es una mujer respetable. ¡Su esposa debe estar decepcionada de usted!

Pero al parecer mis reclamos no le estaba causando molestia, sino que lo estaban excitando tanto, que tuvo la osadía de empujarme hacía dentro del salón, tratando de besarme mientras ponía una mano sobre mi cuello. Yo intente de todo para que nuestros labios jamás se juntaran, pero la fuerza de aquel hombre era bastante, tanto que me tiro al suelo, en donde los dos nos encontrábamos forcejeando. Cerré los ojos, ya que me estaba ahorcando y sentía que ya no podía respirar, pero de pronto en cuanto mis ojos se cerraron y buscaron un poco de paz, dejé de sentir esa presión en el cuello, que eran claramente sus manos.

En realidad, pensé muy seriamente en que ya había muerto, sino fuera porque empecé a escuchar gritos. Mis ojos estaban pesados, pero logre abrirlos, para darme cuenta como alguien vestido de negro estaba golpeando al señor Willis. De pronto puedo ver por la cabellera negra que era muy distintiva en él, que se trataba de Leonardo Walles, aquel billonario que había captado mi atención en el celular de la directora. Pero cuando vi que los nudillos de sus manos largas y pálidas, se empezaron a teñir de rojo sangre, me pude dar cuenta que no quería que matara a el señor Willis.

Me levanté con pesar y con alguna fuerza que jamás pensé tener, acerándome a estos dos hombres. Tome con fuerza la mano de Leonardo, para que su puño no golpeara la cara del señor Willis. Al detener su mano, el hombre de cabellera negra y porte de modelo, me mira con cara de pocos amigos, estaba molesto por el hecho de detenerlo.

–¡Deténgase, por favor! –Le suplique algo cansada y asustada al mismo tiempo, ya que nunca antes había visto tanta violencia.

El hombre al principio me mira molesto, pero al escucharme hablar con mi voz dulce, sus ojos se tornan en lo de un venado. Me miró por algunos segundos, mientras yo sostenía su mano pesada en el aire, para después mirar al hombre que me había atacado. El señor Willis estaba repleto de sangre, pero parecía merecerlo. Aún estaba vivo, así que eso era bueno, bueno en ese momento me alegraba, pero sé que lo lamentaría más adelante.

–¡Esta basura! –Leonardo le escupió como todo un matón, para después levantarse del suelo dejándome ver su altura que era realmente impresionante, mientras que su cuerpo era bastante ancho y llenos de músculos. Su cabellera era increíblemente tersa color negro, se peinaba por si sola mientras movía su cuerpo. –Lamento conocernos así… –Pero antes de decir algo más, la directora viene al salón con unos guardias detrás de ella.

–¿Qué demonios pasó aquí? –Pregunta mientras intenta ayudar al señor Willis, quien, a pesar de haber sido golpeado es el primero en hablar.

–¡Fue ese idiota! –Señalo a Leonardo, quien se veía con ganas de seguir golpeándolo, mientras se podía ver sus puños llenos de sangre. –¡Es un maldito animal!

–Di lo que quieras hermano. –Leonardo de pronto saco del bolsillo de su traje negro una cajetilla de cigarros, prendiendo el cigarro enfrente de todos, sin importarle que estuviera dentro de un preescolar. –Te volvería a romper la cara una y otra vez. –El hombre se ríe amargamente.

–Usted no puede hacerlo, ni tampoco puede fumar adentro del establecimiento. –La directora lo regaña impresionada al verlo fumar con mucha tranquilidad.

–Lo lamento. –Dejo caer su cigarro al suelo, para después apagarlo con su zapato lujoso.

–¡Demando que echen a este tipo! –Siguió gritando el señor Willis, como todo un cobarde. –¿No sabes quien es mi mujer? –Le pregunta con coraje, mientras Leonardo se ríe de él.

–No me importa un carajo quién es tu mujer, ni quien carajos seas tú. –De pronto, toda la habitación se lleno de sus gritos. El hombre tenía buenas cuerdas vocales. –Puedo meterte a la cárcel por el simple hecho, de que estabas acosando a una maestra y también por las marcas de la pobre joven. –Las miradas de todos se ubicaron en mi persona, ni yo misma en ese momento me consideraba importante, pero puedo ver que me miran el cuello. Había un espejo dentro del salón, así que de inmediato corrí hacía él, dándome cuenta que mi cuello estaba morado.

Pase mis manos por mi cuello algo avergonzada.

–¿A acosado a una de nuestras maestras? –La directora le pregunta al señor Willis, que ahora deja de actuar como la víctima. El hombre intento correr como el cobarde que es, pero los guardias fueron más rápidos que él, atrapándolo rápidamente.

–¿Saben quién es mi esposa? –Trata de atemorizar a todos con su esposa una vez más.

–Sí, yo sé quién es su esposa. –Afirma la directora. –Que pena que la senadora, este con un hombre que casi mata a una mujer.

El hombre termino sin sonrisa, ya que sabía que quizás la directora podía abrir la boca y echar a perder la carrera de la senadora. La mujer era bastante importante en las partes pobres de New York, así que, si esta noticia se hiciera saber en los medios, la carrera de la senadora estaría terminada por completo, quizás perdiéndolo todo por completo.

–En realidad, su esposa siempre me inspiro. –Abrí la boca por primera vez y a pesar de que me dolía el cuello, seguí hablando. –Ella esta creando una ley que permita que las mujeres salgamos en la noche con seguridad en esta ciudad, sin temer a que alguien nos haga daño. –Suspire decepcionada. –Que pena que la senadora, tenga a el problema que ella quiere solucionar, durmiendo al lado suyo.

El hombre no dijo nada más y fue retirado del salón, haciendo que solo Leonardo y yo nos quedáramos en el lugar.

–¿Esta bien? –Me pregunta el hombre preocupado, mirándome con esos ojos grandes que me hacían temblar un poco.

–Le agradezco mucho lo que hizo. –Intente sonreír un poco, puesto que no quería lucir tan lamentable, como realmente sabía que me veía.

–Lo haría las veces que fueran. –Su comentario me había gustado bastante, tanto que le regale otra sonrisa. –Lamento mucho haberme presentado así, pero yo soy el padre de August.

–Mucho gusto. –Él tomo mi mano con fuerza.

–Mi hijo me dijo que fue un buen día para él. –Claramente ese comentario me hizo feliz, ya que pude ver que le costo bastante sentirse cómodo. –Es por eso que me di el tiempo de hablar con usted, ya que nunca pensé que mi hijo me digiera algo así en su primer día.

–August es un niño especial. Lo único que necesita es que alguien lo motive.

–Es bueno, porque el pequeño ha tenido que pasar por mucho. –Parecía serio lo que decía. – Pensé que un cambio le vendría bien, pero no le gustan los cambios y realmente esta escuela es mi última opción. –Me comenta algo agobiado.

–No se preocupe, aquí trataremos a August como se merece y haremos que él se sienta cómodo. Lo que necesita es tiempo. –El hombre se me quedo viendo bastante tiempo, por un momento pensé en reírme, porque nadie me había mirado de la forma en la que él lo hacía, era como si cada movimiento en mi cara le hiciera reaccionar o pensar. Podría decir que su mirada era algo halagadora, puesto que era más que guapo, era claramente una obra de arte andado.

–No le pregunte su nombre, que idiota soy. –No podía negar que su forma de ser tan brusca, llamaba mi atención, era como si no le importara ser él mismo ante mí. Incluso verlo fumar dentro de la escuela sin darse cuenta que estaba mal, me llama la atención.

–Eliana. –Le comenté con una sonrisa dibujándose en mis labios.

Ridículamente unimos una vez nuestras manos, riendo después, ya que nos dimos cuenta que ya lo habíamos hecho antes.

–Leonardo. –Su acento de inmediato me golpea con fuerza, ya que su voz es realmente elegante.

–Un gusto. –Mis mejillas se pusieron rojas. –Realmente trabajaré con August. –De pronto, me sentí un poco incomoda, ya que podía sentir y escuchar su corazón, latiendo con fuerza una y otra vez. O quizás solo era mi corazón, que se había excitado al escuchar a ese hombre hablar. En ese momento me sentí perdida, porque no podía dar fe que todas estas cosas me estaban pasando a mí.

–Me dijo la directora, que usted trabaja también a domicilio. –Se recarga en el escritorio, para mirarme desde los pies hacía la cabeza. Y era bastante cierto, ya que, para ganar dinero extra daba regularizaciones.

–Si, doy clases a domicilio, pero solo para los niños que lo necesitan. –Trague saliva al sentir su mirada sobre mí.

–Mi hijo la necesita, así que por favor acepte venir a mi casa. –Mi piel de inmediato se erizo al escuchar su voz gruesa y decidida.

–Ok. –Termine aceptando después de haberlo pensando bastante, incluso puedo verle más feliz, ya que pensó que le iba a decir que no. –Pero espero que pueda contarme un poco más de August, para poder ayudarlo.

El hombre feliz toma su portafolio, que estaba tirado en el suelo.

–Le contare todo, cuando venga a mi casa.

Y así como el viento, se fue con una sonrisa en sus labios rojos, dejándome con algo en el pecho. ¿Quién demonios era ese hombre? ¿De dónde lo habían sacado? ¿Por qué su simple presencia es intimidante, pero al mismo tiempo satisfactoria? Había mucho que tenía que conocer de él, así que estaba intrigada por conocerlo mejor.