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Sin diferencia

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LaSirenita
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Sinopsis

¿Alguna vez te has sentido vigilado? Anastasia Stewart siente ese sentimiento todos los días cuando sale de su casa, simplemente no sabía que esa persona solo quería protegerla de cualquier daño, pero ya era demasiado tarde, ella estaba más involucrada que nadie. Pero su observador hará cualquier cosa para asegurarse de que Anastasia esté a salvo, de una forma u otra, dará su vida por ella. - No tienes idea de lo que está pasando aquí. - Habló sin estremecerse por lo que dije. - Puedo denunciarte, ¿sabes? - pregunté sonriendo. De repente, me empujó contra un árbol y me sostuvo las muñecas por encima de la cabeza, fue tan rápido que ni siquiera parpadeé. Su aliento caliente y jadeante golpeó mi cara, y me miró, con la mandíbula sobresaliendo por la molestia. - Si yo fuera tú, me mantendría lejos de aquí, los Cefurs no tienen piedad de nadie, este territorio es de ellos. - Él susurró. - Fácilmente podría alejarme y dejarte aquí perdido para que te encuentren. - ¿Quienes son ellos? - volví a preguntar apretando los dientes. - Manténgase alejado del bosque. - habló despacio y apretó mis muñecas.

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Hoy mi profesora de literatura dijo que debemos disfrutar la belleza del camino que tomamos sin importar cuán largo o difícil sea, y eso es lo que estoy haciendo ahora mismo, disfrutando las bellezas del camino. Vivo en un pequeño pueblo rodeado por el bosque donde todos se conocen. Camino por las calles, las plazas, las tiendas, y todo lo que veo es verde. Un paso, el canto de un pájaro, otro paso, el susurro de las hojas en los árboles. Todo completa y absurdamente tranquilo, incluso con diez o veinte personas caminando por aquí, siempre fue así, aquí a todos les gustaba llevarse bien.

Entré a la tienda de dulces de la Sra. Mabel Lee y escuché el timbre de la puerta, automáticamente fui al estante de chocolates y tomé mi favorito, el de todos los días.

-¡Buenas tardes, señorita Lee!- — La saludé, llegando al cajero y sacando el dinero de mi mochila.

-Buenas tardes, Anastasia. - Dijo arreglándose los lentes que se le resbalaron por la nariz, ya le dije que llevara a alguien para ajustar, pero es muy terca. -¿Lo de siempre otra vez?-

-¿Sigues preguntando?- pregunté con una risa. -Sabes que es mi favorito-.

Mientras la señora Lee contaba el cambio y yo tamborileaba con los dedos sobre el mostrador de madera, sonó el timbre y miré hacia arriba. Un chico acababa de entrar, tenía el pelo negro como el carbón y también vestía de negro de pies a cabeza. Me miró mientras caminaba por un pasillo y luego apartó la mirada enojado, como si se estuviera regañando a sí mismo, nunca lo había visto en la ciudad. Me volví hacia el cajero y agarré el cambio por el dinero.

— Sé que te encanta este chocolate, por eso cuando se acaba lo escondo detrás del mostrador, para guardarlo especialmente para ti. - Habló la Sra. Lee y mi corazón se derritió.

-Oh, señorita Lee. ¡Eres la mejor! Sonreí, tomé el chocolate y caminé hacia la puerta. Puse mi mano en el pomo de la puerta y volví a mirar al chico que también me miraba a mí, luego apartó la mirada y movió el estante frente a él. -¡Hasta mañana, señorita Lee!-

-¡Nos vemos, Anastasia!- Ella respondió y saludó.

Ya afuera, abrí mi deliciosa locura de chocolate para saborearla mientras hacía el camino a casa y cuando terminé, busqué un bote de basura y tiré el envoltorio. En modo automático, me pasé la mano por el cuello y enseguida me perdí el collar de oro en forma de corazón que me regaló mi papá cuando tenía años. Recuerdo hasta el día de hoy lo que me dijo mi padre cuando me lo dio:

— Anastasia, prométeme que nunca perderás ni le darás este collar a nadie, ¡es muy importante!

Busqué en el bolsillo de mi sudadera pero no pude encontrarlo. Me desesperé y miré al suelo, no estaba aquí. Empecé a regresar por donde vine, tengo que encontrar este collar, aunque tenga que volver a la tienda de la señorita Lee. Pasaron cinco minutos y caminé hacia la tiendita y no pude encontrar el maldito collar. Miré a mi alrededor perdido, mi padre me hizo prometer que no lo perdería. Dejé escapar un suspiro y ya me estaba rindiendo cuando sentí una mano en mi hombro, me di la vuelta en el mismo segundo, encarando a ese chico que estaba en la tiendita.

-Creo que esto es tuyo-. — Dijo mostrándome un collar, mi collar.

El alivio recorrió mi cuerpo y la tensión desapareció cuando puse mis ojos en el collar.

-Oh… sí, es mío. murmuré. - ¿Dónde estabas?

— En el suelo de la tiendita, en la estantería de los bombones. respondió, sus ojos intensos mientras me miraba.

-¿Cómo supiste que era mío?- Pregunté con curiosidad y él levantó las cejas.

-¿No estabas usando esto justo ahora en la tienda?- - Le preguntó.

Vale, tenía el collar en la tienda, pero estaba en el bolsillo de mi sudadera, ¿cómo supo él que este collar era mío?

- Él era. - dije a regañadientes. -Creo que se cayó y no me di cuenta, pero gracias.

Seguía mirándome y no decía nada, parecía que me miraba como si ya me conociera, comencé a avergonzarme por su mirada intensa, se dio cuenta y sonrió levemente al ver mi rostro sonrojado. Mirándolo de cerca, estoy absolutamente seguro de que no era de este pueblo en el fin del mundo donde siempre he vivido.

- ¿De donde eres tu? Pregunté, entrecerrando los ojos un poco.

- Lindos ojos. - Dijo sin responder a mi pregunta y mirándome fijamente.

Abrí la boca para responder, pero me detuve. Podría ser una mala persona que quiere aprovecharse de mí y hacer cosas horribles. Nos miramos mientras yo pensaba en salir corriendo, hasta que sin decir nada, se fue detrás de mí, me confundí y luego sentí que me quitaba unos mechones de pelo de mi moño, su cálido dedo rozaba la parte de atrás de mi cuello y segundos después sostuvo el collar alrededor de mi cuello.

- Listo. susurró con una voz ligeramente ronca.

Me sentí nerviosa, pero pasé la mano por el collar con alivio. Me giré para darle las gracias de nuevo, pero el chico ya no estaba. Confundido, miré a mi alrededor, pero no estaba por ningún lado. Se fue como el humo.

Un año después

Salí de casa temprano en la mañana para ir a la escuela, caminé mientras escuchaba música en mis auriculares para pasar el tiempo y no sentirme solo. En una esquina vi al señor de la tienda de abarrotes y lo saludé con la mano, quien asintió a modo de saludo. Suspiré y cambié la canción, mi vida siempre fue la misma de siempre, nada nuevo que me sorprendiera en este pequeño pueblo lleno de árboles y canto de pájaros.

Cuando doblé por otra calle en la plaza central, comencé a sentir que me vigilaban, miré por encima del hombro y no vi a nadie, todos los días siento que me vigilan como si hubiera hecho algo malo, como si fuera un ladrón perseguido por un detective. Ha pasado un año desde ese día que perdí mi collar y el niño misterioso que nunca olvidé lo encontró todos los días cuando salgo de la casa.

Minutos después entré a la escuela y fui directamente a la sala de cuentos en el segundo piso, cuando entré, mi mirada se dirigió directamente a mis amigas Haley Queen y Samantha Jones sentadas en sus escritorios, fui hacia ellas sentadas en la parte de atrás mientras las dos giraban. a mi

- ¿Como estuvo el fin de semana? preguntó Sam acomodando su cabello rubio detrás de su oreja.

-Normal como cualquier otro fin de semana. Respondí juntando mis manos encima de la mesa.

-¿Así que estás diciendo que lees todo el día?- Haley preguntó levantando una ceja.

— ¡No todo el día, yo también vi series! — Me defendí.

-Todo lo que sabes hacer es leer, ¡así que te quejas de que tu vida es aburrida!- Dijo Haley y Sam se encogió de hombros. Deberías haber ido a la granja Baker con nosotros.

Ahora estaba irritado.

-Como si Matthew me invitara a su granja. - dije irónicamente. -A él solo le gustas tú, no yo-.

-Podrías esforzarte un poco más y disculparte por tirarle el dodge ball en la cara el año pasado. Dijo Haley, mirándose las uñas.

-¡Él debería ser el que se disculpe!- - dije indignada. -¡Rompió mi papel de literatura!-

Se miraron, soltaron un suspiro y se giraron para mirar hacia adelante, Haley con su lima de uñas y Sam con su teléfono celular. Resoplé, cada vez que la clase va a algún lado, nunca me invitan por culpa de Matthew, porque según toda la escuela, él es el popular y tenemos que complacerlo. Pero no me arrepiento de todos modos, se lo merecía.

- Buenos dias clase. - Dijo el profesor entrando al salón. -¡Comencemos el día!-