Capítulo 3
Ha pasado un año desde que comencé a trabajar en el restaurante de Denis. Al principio me costó mucho, porque literalmente nunca había hecho nada de esto en toda mi corta vida.
Quiero decir, ni siquiera había entrado a la cocina de la Mansión de mi madre, no sabía que era lavar un plato o tocar una escoba, pero estaba decidida y me esforcé mucho en aprender todo lo que me decían.
Marine me miraba como si fuera de otra dimensión, no podía creer que me costará tanto limpiar un simple piso, tuve que inventar que era muy torpe para estas cosas, tampoco puedo negar que si soy muy torpe. Sin embargo, a pesar de quebrar muchos platos, todos en el restaurante me tuvieron bastante paciencia, no por los platos sino por mi carácter.
Casi maté a dos niños la primera semana por no sentarse tranquilos en la mesa, Denis siempre me repetía: el cliente siempre tiene la razón.
¡¿Por qué esos padres no corrigen a sus hijos?!
Comencé a tener un poco de paciencia y me di cuenta que la vida aquí es muy diferente a todo lo que era antes, debía adaptarme a esto.
Comencé a estudiar en la universidad pública con los papeles que Denis me ayudó a sacar, él me insistió tanto porque decía que soy demasiado inteligente para no tener una carrera, jamás creí volver a una universidad, pero acepté, ahora soy Lana Smith y vivo con mi mejor amiga Marine en poco tiempo somos muy unidas, todos ellos ahora son mi familia y soy mucho más feliz aquí que en mis años pasados.
–Lana cubreme el turno del viernes –se acercó Marine.
–¡Estás loca! Ese día tengo turno en la mañana, tendría que trabajar todo el día.
Me alejé a limpiar unas mesas y ella me siguió.
–Lo sé, pero conocí a un chico increíble y me invitó a salir ese día –suplicó juntando sus manos.
–Y por un chico me vas a dejar a mi trabajando todo el dia - le reproché.
–Vamos Lana, tu eres la mejor amiga del todo mundo, compadecete de esta alma en pena que no ha tenido una cita en mucho tiempo. – Colocó su mano en la frente, Marine siempre siendo tan dramática.
En ese momento la campañilla del restaurante sonó y entró una rubia alta, esbelta con un vestido rojo pegado a su piel y detrás de ella un chico con camisa celeste abotonada y pantalón negro tiene el cabello color rubio arena y ojos color miel. Se sentaron en una mesa y la chica miró con recelo tratando de limpiar todo.
Esto definitivamente iba a ser un reto para mí porque para mi mala suerte, estaban en una de mis mesas.
–Olvídalo Lana, no te cubriré por un chico –la señalé con el dedo y me dirigí a atender la mesa pidiendo al cielo un poco de paciencia.
–Bienvenidos a Dení ´s Restaurant, ¿Qué desean ordenar? –sonreí.
Son bastante elegantes y resaltan aquí, están muy bien vestidos, no como unos multimillonarios, pero si con un buen estatus social para entrar a un restaurante como este, de seguro son de eso ricos que se perdieron.
–Hola, quiero una hamburguesa con papas, por favor –ordenó el chico mostrándome sus perfectos dientes y me sentí un poco nerviosa, es guapo no lo voy a negar no es que esté ciega o algo, es solo que hace tiempo deje ese tema de los chicos.
–Hamburguesa con papas, en seguida –repetí anotando en la libreta esquivando su mirada –. ¿Y para la señorita?
La chica miró la carpeta moviendo su boca.
–Oye niña, ¿aquí no venden ensaladas?
–Claro que sí tenemos ensaladas en este lado del menú –señalé la carpeta.
–Sí, pero ¿son frescas?
Esto iba a ser difícil, tome un respiro antes de responder.
–Prepararemos los ingredientes más frescos para usted –comenté dándole una sonrisa fingida.
Solo me repito que el cliente tiene la razón.
–Solo ordena algo, Stacy –intervino el chico y no pude evitar que una risa saliera de mis labios.
–¿Y a ti qué te pasa? –me preguntó la chica que se llama Stacy.
No puedo creer que su nombre es el mismo a aquella antigua amiga que tuve en mis años pasados y que al final solo estaba conmigo por mi dinero y estatus social que le brindaba. Seguro iría tras Saúl para ser su esposa cuando ya no me encontro en casa.
–Es que su nombre es muy hermoso –elogié tratando de disimular.
–Muchas gracias –murmuró y me observó de pies a cabeza –. Tráeme está ensalada.
–Por supuesto, una ensalada para la señorita Stacy –repetí y salí de ahí antes de que me diera un ataque de risa.
Serví la comida, pero la chica llamada Stacy es insoportable, me llama a cada cinco minutos por algo nuevo y siempre pregunta si todo está desinfectado; como es mi trabajo la atendí sin tratar de matarla y con una sonrisa, ni yo sé de dónde reuní tanta paciencia, aunque el chico a veces va en mi auxilio diciendo que solo coma, la trata bastante extraño, no creo que sea su novia por la forma de hablarle, al fin pidieron la cuenta y fui a la caja a pasar la tarjeta que el chico me ha dado.
–Oye… Lana… ¿no es así?
Se acercó el chico tiene la vista en mi pecho, casi le grito pero recordé que tengo mi gafete y seguro está viendo mi nombre.
–En seguida le cobró, caballero.
–Está bien, solo quería agradecerte por ser tan paciente con mi hermana… Sé que puede ser un dolor de cabeza.
Una pequeña sonrisa involuntaria me salió ante sus palabras, pero me detuve al recordar que no tengo que reírme de los clientes, bueno al menos ya se porque la trata así, estaba segura que no podía ser su novia, reaccioné cuando me pregunté en mis pensamientos ¿por qué me está diciendo esto?
Aclaré mi garganta y le cobre rápidamente.
Me dí cuenta que sacó su billetera para tomar un billete de cien dólares antes de recibir su tarjeta. Observé su mano con el billete y lo ví a los ojos, definitivamente son hermanos creyéndose la gran cosa solo por tener dinero. Di un suspiro esperando que me quedará un poco de paciencia muy en el fondo.
–No se preocupe caballero, la propina viene incluida –señalé extendiendo mi mano para darle su tarjeta.
–Es para ti, es un agradecimiento –volvió a extender la mano, ya estaba perdiendo la poca paciencia que me había dejado su hermana.
–No se preocupe, no lo necesito –repetí intentando darle su tarjeta.
–En serio.. yo insisto, solo tómalo –insistió queriendo darmelo.
–Dije que no lo necesito –alce la voz sin darme cuenta chocando mi puño con el mostrador y alrededor se silenció por un momento.
–¿Sucede algo, Lana? – preguntó Denis desde el fondo de la cocina.
–No es nada Denis, solo estoy cobrando –aclaré, dándole una mirada fría al chico.
El chico se quedó en silencio, me dió una ligera sonrisa guardando el billete y su tarjeta para después caminar a la salida. Para mí suerte no creo que vuelvan, este tipo de personas, jamás vienen aquí y por eso es perfecto para mí.
En un lugar así no pueden encontrarme y jamás se imaginarán que Eliane Black estuviera trabajando de camarera en un sencillo restaurante.