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Sólo por un beso de ella

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Sinopsis

La conocí cuando tenía apenas diez años y admito que nunca había visto una niña tan hermosa. Su cabello color miel combinaba perfectamente con sus ojos, el mismo tono. Ella era la hermana de mi mejor amigo y unos años menor, pero cuando éramos niños, extrañamos esos años. Pasó el tiempo y nuestra amistad se hizo más fuerte, aún con todos los obstáculos, nuestros sentimientos crecieron con nosotros. Ojalá todo hubiera salido bien al principio, pero la vida pone obstáculos en nuestro camino que ni siquiera nosotros sabemos si seremos capaces de superar. Esta es mi historia con Kin, no es nada sencilla, de hecho fueron casi años de muchos problemas, pero volvería a pasar por todo eso sólo por un beso de ella.

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Capítulo 1

años atrás

Me miré emocionada en el espejo del ascensor. Mi cabello color miel estaba recogido en una coleta alta, lo que mi mamá hizo rápidamente antes de bajar al área común de nuestro nuevo condominio. Nos habíamos mudado ayer, pero recién hoy mamá tuvo tiempo de llevarnos a mí, a Erick y a Kyra a jugar. Mi hermana aún era una bebé, sólo tenía dos años, así que se quedó en el regazo de mi madre. Erick era el mayor, pomposo, le gustaba demostrar que podía hacer todo solo y, apenas llegamos al área de juegos, nos dejó.

– Erick, ¿a dónde vas, muchacho? - preguntó mamá nerviosamente. Tuvo que mirar a tres niños y estaba un poco angustiada. No teníamos niñera, ella era la que siempre nos cuidaba, pero teníamos una empleada que ayudaba con las tareas del hogar.

– Mamá, allí hay unos niños jugando al fútbol. Voy allí. - Dijo corriendo y mamá observó un poco más lejos la cancha de fútbol con varios niños jugando. No me gustaba el fútbol, pero estaba segura de que si iba allí no sería muy bienvenida, siendo una chica joven. Pronto mamá encontró a una mujer, por lo que entendí se llamaba María, parecían conocerse.

– Hija, ella es María, es mi amiga y amiga de tu padre también. - Mamá me presentó.

– Encantado de conocerla, Sra. María. - dije con una sonrisa angelical. Mis padres me enseñaron desde pequeña a saludar así a los adultos. La señora sonrió y se agachó un poco para darme un abrazo, fue muy amable.

– Hija, ve a jugar al patio de recreo. Voy a sentarme aquí y observarte a ti y a tu hermano. - Dijo mamá, meciendo a Kyra en su regazo, mi hermanita miraba hacia todos lados, observando el entorno. Me alejé de ella y corrí al patio de recreo, donde jugaban varios niños. Noté que había una chica que parecía ser de mi clase en la escuela y me acerqué reconociéndola.

- ¡Ágata! - Gritó y se acercó a mí abrazándome.

– Lis. - Le devolví el abrazo. - ¡¿Tú vives aquí?! - pregunté emocionado.

- ¿Sí, tú también? - Preguntó sonriendo, no podía contener su emoción. Yo estaba feliz de tener un área para jugar, en mi antigua casa no había juegos infantiles y tenía que contentarme con inventar juegos con Erick, que cada año que pasaba se volvían más aburridos. Mamá dijo que estaba entrando en la adolescencia, por eso actuaba diferente. Lis y yo empezamos a correr y a bajar por el tobogán, a jugar en el columpio y luego ella corrió hacia la cancha, apoyándose en la barandilla para que pudiéramos ver el partido de fútbol.

- ¿Quién es ese? - Señalé a Lis. Estaba hablando con mi hermano, el partido ya había terminado. El chico era de la altura de Erick, su cabello negro caía un poco sobre su rostro, pero lo que me llamó la atención fueron sus ojos azul agua. En mis cinco años de vida, nunca había visto un ojo de ese color.

– No lo sé, pero él siempre está aquí. - Dijo Lis y corrí hacia mi madre, quien aún estaba hablando con su amiga. Kyra dormía en los brazos de mi madre. Mi hermana era muy dormilona y a veces me gustaba verla dormir, era una bebé muy hermosa. Me senté en el banco junto a ellos y pronto se acercaron mi hermano y el niño. Abrazó a la amiga de mamá y ella lo llamó su hijo. Al parecer, me toparía con él una y otra vez.

– Mira, los chicos ya se han hecho amigos. - Mamá se rió. Erick también sonrió.

– Cariño, saluda a Lilian… – Le dijo la señora al chico, cuyo nombre aún no sabía.

– Hola señorita Lilian, mi nombre es Martín. - Dijo sonriendo. Martin era un nombre bonito, creo.

– Encantado de conocerte, Martín… - Mamá sonrió dulcemente. - Hijo mío Erick, ya te conociste, al parecer, estas son mis niñas, Kyra... - Señaló al bebé en su regazo. - Y Ágata. - Me dijo adiós con la mano y yo le correspondí, avergonzada. Pronto los dos niños huyeron y yo me dirigí hacia doña María, sentándome a su lado y susurrándole al oído.

– Tu hijo es muy guapo. - Hablé en voz baja. Ella se rió un poco.

– Él es realmente hermoso, y tú también. - Dijo la señora y me dio un beso en la mejilla.