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Sé que te encontraré

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Zarela Lomparte
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Sinopsis

10 años atrás....Él corría a toda velocidad hacia las afueras del castillo. Pero cuando llegó, ya era muy tarde.Su corazón se paró cuando ya no escucho sus latidos. Se había ido, ella se había ido.Él callo de rodillas mientras se preguntaba el por qué lo había abandonado de esa manera.Pero no se daría por vencido, él sabía que algún día sus caminos volverían a cruzarse, no sabía si sería para el mismo propósito, pero estaba seguro de que pasaría.Y aún ahí con el corazón hecho pedazos, miro hacia el camino donde estaba seguro había huido aquella persona que le dio y le quito algo al que él llamaba "felicidad".- Sé que te encontraré, eso no lo dudes amor mío- dijo entre dientes y apretando sus puños con fuerza.- Su majestad- habló un soldado que acababa de llegar- Si la seguimos ahora tal vez tengamos chance de atraparla.- No- dijo tajante- Déjenla, que disfrute su libertad, se lo merece- se paró y miro a los guardias, con mucho dolor dijo- Haz llegar a todos mis súbditos que el príncipe sigue buscando prometida, pasado mañana habrá un baile para buscar a la futura reina Vampira- dicho esto los guardias asintieron y salieron a hacer su labor. El príncipe entro hacia su castillo, pero antes de cerrar las puertas de este volteo una vez más por aquel camino- Al igual como la trajiste te la llevaste- y cerraron las puertas.

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Capítulo 1

Actualidad...

-Ya sé le pasara- le dijo la rubia de ojos verdes.

James solo la miro y asintió con la cabeza.

- No creo que se pase toda la eternidad molesto- volvió a hablar al no recibir respuesta de parte de James- Si es tu amigo comprenderá que casarte conmigo es lo mejor- dijo llevando su vista hacia las rosas que le habían enviado de muestra- ¿No lo crees amor? - pregunto.

- Puede ser- dijo James- ¿Ya elegiste cuales serán para la boda religiosa y la civil? - pregunto acercándose a ella, se puso a su par para observar unas hermosas rosas blancas mientras que su prometida veía unas rosas rosadas- Estas eran las favoritas de tu hermana- dijo recordando con una sonrisa de lado.

Ella vio las rosas que observaba su prometido por unos segundos y luego volvió a mirar las que ella había elegido.

- Es tan de ella- contesto ella para terminar suspirando; miro a las sirvientas y a los guardias, y dijo- Déjenme a solas con mi prometido.

Las sirvientas se miraron entre ellas y al final asintieron con la cabeza, al igual que los guardias; y se retiraron todos los presentes sin preguntar; dejando solos a James y a su prometida.

James se sentó en una de las sillas, mientras su mirada se perdía en algún punto desconocido.

Ella sin dudarlo se quitó el anillo de compromiso que él le había dado.

- Sabes tanto como yo que esto está mal, James- dijo ella sin titubear y con una voz más firme.

- No, no- él respondió rápido y se levantó de su asiento- Magdalena, eres lo único que me queda de ella- dijo en tono de súplica- Por favor no te vayas- le rogo.

- James ya dejamos muy en claro que no nos amamos y nunca lo haremos- dijo tomándolo de las manos- Este matrimonio está arreglado de ambas partes, tú me sigues viendo como tú cuñada y yo te veo como mi cuñado- dijo y después soltó un ligero suspiro.

- Pero...- intento contradecir y dar alguna buena razón de que lo que hacían estaba bien.

- Después de casarnos tendremos que procrear James- dijo ella interrumpiéndolo, aunque en realidad él no tenía nada para decir- Antes cuando no conocías a mi hermana era fácil hacerlo, pero en este momento, después de todo lo qué pasó, después de todo lo que te pasó, no creo que sea igual- dijo intentando de que entrara en razón.

- Sigo siendo el mismo- dijo James muy seguro apretando más sus manos- Y te lo puedo demostrar- soltándose de su agarre.

Soltó sus manos y las dirigió a la cintura de la rubia, ella colocó sus brazos alrededor del cuello de él. La acercó a sus labios y se unieron en un apasionado beso.

El beso termino y ella lo miro a los ojos.

- Lo siento, James- dijo Magdalena haciéndolo fruncir el ceño- Sigues enamorado de ella- ella hizo una mueca.

- Entiende que no puedo amar a un muerto, Magdalena- dijo James ya un poco fastidiado- La ame todo el tiempo que duró nuestro por siempre; pero yo sé que ella hubiera querido que siguiera adelante- aseguro.

- Si sé eso James- dijo Magdalena, un poco molesta- Pero no te hablo de mi hermana- dijo volviéndolo a mirar a los ojos mientras se soltaba de su agarre, dio un paso hacia atrás para mirarlo- Hablo de Isabella- dijo de golpe.

Y eso fue como un balde de agua fría, se quedó frío, las manijas del reloj dejaron de correr para él.

Ella volvió a hablar.

- Lo siento yo...- la interrumpió de dándole un beso, la beso tan apasionadamente que ninguno de los dos podía dejarlo pasar.

Él se separó solo unos centímetros para mirarla y decir lo siguiente- Ella es mi pasado, tú eres mi ahora- dijo con voz ronca- Si no me amas no me importa, pero nos casaremos y reinaremos cueste lo que nos cueste- volvió a decir en una especie de gruñido, para después devorarle la boca.

(...)

- Estamos a 15 minutos de llegar, ¿Nerviosa? - dijo la trigueña de ojos claros- Han pasado más de 10 años desde que dejaste el castillo- dijo emocionada.

- Hace diez años que escape de aquí- dijo nerviosa- Es obvio que me siento nerviosa- dijo en un suspiro- Pero tengo que cumplir con la promesa de mi madre.

- Es una verdadera pena todo lo qué pasó con tus padres Isabella- dijo la chica algo apenada.

- La vida es así- dijo en un suspiro- No es tu culpa, Cielo, nadie pudo hacer nada, ni, aunque hubieses estado con nosotros esa noche, tal vez si hubieras estado te hubiera ido igual que mis padres- dijo Isabella mirándola a los ojos- Y eso no se lo deseo a nadie.

- Como quisiera poder hacer algo para hacerte sentir mejor- dijo Cielo con cara de tristeza.

Isabella la miro con una pequeña sonrisa en el rostro- Tu presencia es más que suficiente- dijo dándole un abrazo.

Llegaron a las afueras del castillo.

Isabella miraba con una pequeña luz en sus ojos aquel lugar, aquel lugar en el que creció, donde conoció el amor, donde todo cambió de repente, sin querer.

Recordaba cómo si solo hubiese pasado hace unos días; recordaba el primer día que estuvo ahí, cuando solo tenía 5 años; y recordaba el último día que estuvo ahí, cuando tenía 17 años. Ahora tenía 27 años, todo había cambiado, ya no era completamente bienvenida en el lugar donde fue criada; ahora era una desconocida más; por esa razón se sentía triste y sofocada, pero no tenía tiempo para pensar en el "¿Qué hubiera pasado si...?" No, no tenía tiempo para lamentos, ya estaba echo y echo estaba; solo podía pensar en su futuro; pero por momentos su mente vagaba por el "¿Qué hubiera pasado si me hubiera quedado?"

- Tantos recuerdos ¿no? - hablo Cielo sacando de sus pensamientos a Isabella- Es hora de entrar, debes desempacar- dijo con emoción- Hoy cenaremos junto con el resto de la corte, será tú bienvenida- dijo mientras caminaba escaleras arriba.

- ¿Con toda la corte? - preguntó sin creerlo.

Se acercó a Cielo con rapidez y la alcanzó antes de que abrieran la puerta, el castillo estaba igual que cuando se fue, solo que había nuevos cuadros colgados, y ahora lo adornaban más flores de lo común.

- Claro que sí, aunque ahora con todo esto de los asesinatos y secuestros; no todos están y no todos son los mismos- dijo lo último susurrando lo- Pero bueno, todo cambiará- dijo con una sonrisa- Con la llegada de la hermana del rey- dijo la doncella emocionada- Él está más feliz que nunca y en especial por su nuevo sobrino.

Isabella pensó en Samara, la joven reina qué la acogió en su castillo cuando fue rescatada de los cazadores. Luego pensó en el pequeño príncipe Alonzo, un niño lleno de vida y energía.

- Es una muy buena reina y persona- dijo con una sonrisa- Pensé que al ser reina de los licántropos me odiaría por ser vampiresa, pero se comportó muy bien conmigo.

- Dicen que tiene un gran corazón- dijo la trigueña mientras subían las escaleras que llevaban hacia las habitaciones para los nobles- Pero también puede ser la persona más despiadada del mundo.

- Es capaz de dar la vida por su familia- dijo Isabella recordando su primer día en el castillo licántropo- Lo he visto con mis propios ojos.

- ¿Como así? - preguntó la trigueña parando en el penúltimo escalón para mirarla- ¿Que sucedió cuando llegaste a tierras licántropas? - preguntó con un brillo en sus ojos.

- Cuando me hicieron entrar en el castillo, ella y su esposo no estaban, habían ido a la manada del rey, y habían dejado a su pequeño hijo al cuidado de las niñeras y una de sus betas, una peli negra llamada Cassandra. Me curaron todo el día, y cuando ya estaba curada era de noche. Por la curiosidad salí de la habitación en la cual me habían instalado, vi todo el pasillo y al final de este había una gran escalera que tenía dos entradas, una para subir y otra para bajar; y sentí algo que me impulsó subir las escaleras, subí lo más rápido que pude, cuando de pronto escuché el llanto de un bebe, fui hasta el lugar de donde provenía aquel sonido. Venía de un cuarto, abrí la puerta y en una cuna había un pequeño de tal vez un año, estaba llorando, me acerqué a la cuna y cuando lo vi de cerca quedé encantada con el pequeño, era muy lindo y frágil. Lo tomé con mis brazos y empecé a acurrucarlo. De pronto escuché las puertas abriéndose con fuerza, vi una figura femenina, y todo se volvió negro. Cuando desperté estaba de nuevo en mi habitación, los guardias me llevaron a la sala del trono donde me esperaba la reina para hacerme un interrogatorio; le conté todo, después de dar mi declaración me pidió disculpas por haberme atacado, aunque yo no recordaba nada me di cuenta que de la cicatriz que me hizo, te muestro- dijo Isabella retirando de su hombro derecho su camisa a cuadros, mostrando una cicatriz de un gran rasguño- Me tocó un nervio que me hizo perder la sensibilidad de todo mi brazo derecho, lo bueno es que soy zurda - dijo en modo de broma para liberar la tensión.

- Por Dios padre, esa cicatriz no se te quitará nunca- dijo Cielo con cara de horror.

- Pero estoy bien, solo perdí la sensibilidad y nada más- dijo Isabella tranquilizando a su amiga de la infancia.

- Mejor vamos rápido a tu habitación, los guardias ya deben de haber llevado tus cosas allá- dijo Cielo con una sonrisa mientras jalaba la mano de Isabella hasta dichoso lugar.

Llegaron al frente de una gran puerta de madera tallada, al igual como el resto de las puertas en ese lado del castillo, Isabella se dio cuenta por la ubicación que no era la habitación que ocupaba antes cuando vivía en el castillo, ahora estaba en la parte de invitados de la corte, y no en la parte de la familia real.

(...)

- Es una gran alegría para nosotros que volvieras a nuestra mesa, Isabella- dijo un hombre con una sonrisa de oreja a oreja mirándola- Tu belleza era algo que se extrañaba en el castillo- dijo guiñándole un ojo, ella solo sonrió un poco incómoda y tomó de su copa.

- Que buena cosecha- dijo mirando con sorpresa la copa en sus manos.

- Hace 7 años que una numerosa familia de humanos italianos hizo negocios con nosotros, su sangre es deliciosa, y como casi todos tienen la misma, es beneficioso para ambos lados- dijo Cielo con una sonrisa.

- ¿Entonces ya no necesitamos matar a algún animal o humano?- preguntó Isabella incrédula.

- Es muy poco higiénico comer de cualquier humano inmundo- dijo un hombre de piel morena, atractivo pero muy conservador, aparentaba unos 30 pero sabe Dios cuantos años tendría- Además si los drenamos por completo todavía queda su cuerpo, y no sabríamos qué hacer con él- dijo con simpleza.

- A los animales si los cazamos para comer, pero solo bebemos sangre humana- dijo otro hombre con simpleza.

- Pues gracias por la explicación- dijo Isabella al instante mordiéndose la lengua, ya que no sabía el nombre de aquel noble.

- David Rovira- dijo el hombre con una sonrisa- Representante de Catalán- sonrió.

- David se nos unió hace 4 años, su madre adoptiva era Flora Rovira- dijo Cielo con una sonrisa mirando a David.

- Y solo después de cuatro años de conocer a esta bella dama, me decidí y le pedí que se casara conmigo- dijo David con una sonrisa de oreja a oreja.

Isabella se quedó impresionada, solo pudo dirigir sus ojos a la mano derecha de su amiga; ahí descansaba, justo en su dedo anular, un hermoso anillo de compromiso.

- Me alegro tanto por ustedes dos- dijo Isabella emocionada- Espero que sean muy felices.

- Eso es lo que planeamos- dijo Cielo mientras miraba a David.

- Algo me preocupa- hablo interrumpiendo otro hombre- El rey todavía no llega- dijo con preocupación.

Isabella ya se había dado cuenta de la situación, pero no quería decir nada al respecto.

- Dejemos de pensar en eso- dijo un hombre de tez morena entrando a la habitación, Isabella volteó a verlo con una sonrisa de oreja a oreja.

- George- dijo con una sonrisa.

- Hola preciosa- dijo con una sonrisa- Cuanto tiempo sin verte.