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Capítulo 2

Era un nuevo día y en Manhattan, la vida empezaba desde temprano, en una lujosa mansión en pleno centro de la ciudad, abría los ojos Zack Miller, y a su lado, su espléndida prometida, Victoria, sus ojos claros lo estaban observando, él pudo sentir como su mirada lo acosaba.

—¡Hum! Buenos días preciosa —La mujer se acercó y le dio un beso en la mejilla

—Buenos días dormilón, por poco y no despiertas.

—Es muy temprano Victoria, aún tengo sueño —Zack se abalanzó hacia el pecho de la mujer, pero ella hizo un movimiento esquivando su cuerpo.

—¡No! Es hora de levantarse, debemos buscar todos los arreglos florales de la boda, los preparativos deben quedar esta semana y son largos días de trabajo, así que levántate de una vez —Espetó la mujer con cara de enojo.

Zack recobró la postura y se quedó viéndola.

—Nos casamos en cuatro meses, no veo la necesidad de buscar las flores desde hoy preciosa, además tengo cosas que hacer.

—¿Cosas que hacer? ¿Qué puede ser más importante que nuestro matrimonio? —Refunfuño Victoria, empezando una pequeña discusión. Zack se acercó lentamente y le dio un beso en la frente.

—Nada es más importante cariño, pero tengo que trabajar, debo ir a mis fundaciones.

—¿Qué? Cuando nos casemos ese tema de desperdiciar el dinero con esos muertos de hambre debe finalizar ¿Entendiste?

Zack tomó aire y conservó la calma.

—No hables de esa manera cariño, son personas con muchas necesidades y si podemos ayudarlos, lo haremos.

—¿Podemos? No me incluyas ahí esa gente me da asco La mujer se levantó enfurecida y se fue de la habitación, Zack cabizbajo empezó a recapitular las cualidades por las cuales la iba a elegir su esposa, y más que la recomendación de sus padres no encontraba nada.

De la misma forma se levantó y se dio una ducha rápida, se vistió informal, unos vaqueros de color azul, una camiseta blanca, y unos zapatos deportivos, ir a sus fundaciones era su principal afición.

Una hora más tarde, estaba montado en su hermoso convertible, en la parte de atrás del auto no cabía un solo regalo más, llevaba detalles para los más pequeños, pues esto los hacía muy feliz.

Mientras tanto, Blair abría los ojos en un lugar desconocido, aunque logró dormir la noche anterior, no tenía ni la más mínima idea de que sería de ella y su hijo desde ese día, acarició el cabello de su pequeño que aún yacía dormido, y aprovechó para tomar una ducha.

Estaban ubicados en una especie de habitación que tenía una pequeña sala de estar, dos camas y un baño, eso era más confortable que en donde vivía, la mujer que la recibió la noche anterior comenzó a llamarlos a todos para desayunar.

Matt abrió los ojos ante el bullicio, y se despertó intrigado, se puso sus zapatos e instó a su madre para que salieran.

La mujer tomó a su hijo de la mano, sumida en nerviosismo ante esta experiencia novedosa. Sin embargo, afuera, el panorama resultaba alentador. Un grupo de mujeres, cada una acompañada de sus hijos, descendía por las escaleras hacia un comedor amplio, donde otras mujeres colaboraban sirviendo comida caliente.

—¿Dormiste? — Sally, la mujer de la noche anterior, sacó a Blair de sus pensamientos.

—Buenos días. Sí, pude dormir, pero ahora no tengo dinero para pagar nada de lo que hay en este lugar

—¿Quién te dijo a ti que necesitas dinero? — dijo la mujer con un tono jovial.

—¿Ah no? — Blair se sonrojó.

—No, esto es una fundación, almas y amor. ¿Sabes quién es el fundador? — Blair negó con la cabeza. —Pues bueno, debe estar por llegar. Ven, vamos a desayunar antes de que se presente, porque cuando él viene, todos se vuelven locos— Sally se encaminó hacia los comedores, tratando de organizar a la gente. Blair se sentó con su hijo en una mesa, y una mujer les sirvió un delicioso desayuno. Matt apenas abrió los ojos con agrado.

—¡Mami! ¡Mira qué sabroso!

—Come, mi amor, come por favor. — Blair no podía creer tales bendiciones. ¿Hasta cuándo duraría todo eso?

No terminaron el desayuno cuando la puerta del estacionamiento se abrió. Se trataba del convertible del dueño de la fundación, y fue entonces cuando todos los presentes empezaron con el bullicio.

—¡Ha llegado! ¡Ha llegado! — murmuraron algunas mujeres que estaban en la mesa. Blair, intrigada, quiso levantar la mirada para conocer al tan querido hombre, pero la multitud no se lo permitía.

Cuando él empezó a repartir los regalos para los más pequeños, Matt salió corriendo para meterse en medio de los otros niños y recibir el suyo.

—¡Matt! ¡Matt! —Blair salió desesperada detrás de su pequeño, como pudo se metió en medio de la gente para no perder de vista su pequeño, dando empujones logró colarse hasta la parte de adelante, su hijo logro recibir el regalo del buen señor.

Pero en ese momento todo se nublo para Blair, sus mejillas se sonrojaron y sus piernas se desvanecieron como mantequilla.

¡Era Zack Miller!

__ ¡No me puede estar pasando a mí! ¡Qué vergüenza!>> Blair repitió para sí misma, mientras que se tapó la cara con el cabello, tratando de no perder de vista a su pequeño, sin ser descubierta.

Matt salió corriendo entre la multitud y Blair lo agarró con fuerza de su brazo.

—¡No me vuelvas a hacer eso niño! Puede ser peligroso

—Pero mami—protestó el pequeño, que en medio de todo estaba feliz por su recompensa.

Blair lo tomó de la mano y se fue directo hasta el pequeño departamento que le asignaron y se encerró allí con la esperanza de salir solamente cuando Zack se fuera, debía resolver pronto e irse de ese lugar.

Su pequeño se entretuvo con el regalo, mientras que ella no dejaba de mirar por la venta, todos afuera parecían divertirse, adoraban a Zack como si se tratara de un Dios, ¿y cómo no? Si es que el hombre era el anfitrión de que todo eso sucediera.

Blair se estaba comiendo las uñas, cuando dos toques en la puerta hicieron que diera un salto del susto.

—¿Quién es? —preguntó temerosa

—Soy Sally, cariño, cuando hay nuevas personas se deben presentar ante el fundador, para él es muy importante darles la bienvenida —Dijo la mujer al otro lado de la puerta.

— ¡No! ¡no!>> Blair maldijo para sus adentros.

—Sally, es que no me siento bien— Blair fingió una tos

—Blair, es regla general que debes presentarte ante el señor Miller, o deberás irte de aquí, los espero abajo en diez minutos.

—¡Está bien! —respondió Blair

Sin embargo, no se arriesgaría a pasar a peor vergüenza de su vida, así que recogió las pocas pertenencias que aún no desempacaba, le puso un abrigo a su hijo y decida quiso abandonar la fundación, salieron por la puerta de atrás sin que nadie se diera cuenta.

Su corazón latía a mil, pero lo más aterrador del caso, era que tenía que pasar por el frente de la entrada de la fundación de nuevo, ya que la puerta trasera daba a un callejón.

Apretó con más fuerza la mano de su hijo y apresuró el paso.

—Apúrate cariño tenemos que irnos

—¡Pero mami!— El pequeño llevaba el regalo que le dio Zack, un hermoso balón de futbol, que se resbaló de sus manos, rodando hasta el otro lado de la avenida —¡Mi balón mamá!

Blair refunfuño enojada, y se agachó a la altura de su hijo, dejando las maletas a un lado.

—Escúchame bien pequeño, debo ir por tu balón, pero no te muevas de aquí ¿Entendiste? ¡No te muevas!

El pequeño negó con la cabeza, Blair salió corriendo sin percatarse de ambos lados de la calle, en ese instante un auto giró para tomar la avenida, ella no pudo anticiparse a su paso, solamente cerró sus ojos y espero el golpe, el convertible tampoco alcanzo a frenar.

—¡Mami! —El desconsolado Matt salió corriendo al ver a su madre tirada, envuelta en un charco de sangre, mientras que del convertible el conductor se bajó.

Zack se agarró la cabeza a dos manos y desesperado empezó a pedir ayuda, él no la vio venir, él saco el auto de la fundación y no consiguió ver cuando ella salió de la nada, fue un trágico e inesperado accidente.

En el suelo yacía la pobre mujer, con los huesos destrozados, la ambulancia pronto llegaría, ojalá no fuera demasiado tarde para ella.

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